#4 Tiempos
El mundo de los milagros | Columna de Juan Jesús Priego
LETRAS minúsculas
«Hoy se vive en el mundo de los milagros, en una realidad donde cada vez es más difícil maravillarse porque cada descubrimiento tecnológico es en sí mismo una maravilla». Con estas palabras el escritor Saul Bellow (1915-2005), Premio Nobel de Literatura 1976, expresó el desencanto del habitante de la ciudad tecnológica, esa luminosa metrópoli cuya luz ya no deslumbra a nadie.
¡Hemos matado el asombro! Habitantes del país de las maravillas, lo maravilloso no nos admira más.
¿Qué hay que pueda todavía pasmarnos de emoción? Si en este momento se anunciara que ha sido finalmente puesto a la venta un teléfono móvil susceptible de ser conectado directamente al sistema nervioso, un teléfono con el que ya no fuera necesario hablar para comunicarnos, sino sólo pensar, externamente fingiríamos interés y acaso, para no parecer indiferentes, hasta preguntaríamos cuánto cuesta, pero por dentro lanzaríamos un sonoro bostezo.
El mundo tecnológico ya no nos emociona. Una vez que hemos conocido todo lo que puede crear la inteligencia humana, queremos de una vez por todas pasar a otra cosa. Nos sucede como a aquel seductor del relato de Sören Kierkegaard (1813-1855) que, habiéndose propuesto conquistar a la joven Cordelia, una vez que lo ha conseguido –que la ha conseguido-, se muere de aburrimiento por no saber qué hacer con ella…
Aparatos, cachivaches, artilugios. ¿Y luego? A los hombres ya no los calienta el fuego que robó para ellos Prometeo: ahora sufren la nostalgia de otro fuego, de otra llama que les caliente el alma y les devuelva las ganas de vivir.
Se nos ha entristecido el espíritu, y con el espíritu triste ya no es posible aventajar. La capacidad de maravillarnos y el estupor se nos han escapado de las manos, y, sin estos dones del cielo, eso que el gran escritor italiano Cesare Pavese (1908-1950) llamó «el oficio de vivir» no puede sino parecernos arbitrario, soso, gratuito y excesivo.
«Te doy unos consejos para seguir siendo niño –escribió Jean Guitton (1901-1999) a uno de sus amigos, el más pequeño de todos los que tenía, o acaso al niño que aún moraba en su interior-: sobre todo por las mañanas, cuando te despiertes, siéntete maravillado, como si el sol estuviese surgiendo por vez primera, como si por primera vez salieras de la cama para vivir. Imagina que ayer no existía cuanto ahora estás viendo, como si estuvieses asistiendo al nacimiento del sol, al principio del mundo».
¿Quién nos devolverá la alegría?
Recuerdo que, hace mucho, en mis tiempos del Seminario, leí un hermoso sermón navideño. Me gustó tanto que incluso transcribí algunos de sus párrafos en una tarjeta de cartulina que aún hoy conservo en el estuche de mi breviario.
Desde hace más de veinte años esta tarjeta ya opaca por lo vieja anda conmigo adondequiera que voy, y la releo cada vez que necesito hacer acopio de nuevas fuerzas, es decir, en los momentos de mayor desánimo. Se trata del fragmento de un sermón pronunciado una vez por Karl Rahner (1904-1984), el gran teólogo alemán, y dice así:
Dios dirigió al mundo su última, más profunda
y mas hermosa palabra en la Palabra hecha carne.
Y esta palabra dice: “Te amo a ti, mundo; a ti, ser humano.
Estoy aquí: junto a ti. Soy tu vida, soy tu tiempo,
soy la oscuridad de tu vida cotidiana. ¿Por qué no la quieres soportar?
Lloro tus lágrimas. Llórame las tuyas, hijo mío.
Soy tu alegría. No temas estar alegre, pues desde que he llorado yo
la alegría es una actitud vital más adaptada a la realidad
que la angustia y la tristeza…
Soy el término de tus caminos, y cuando no puedes seguir adelante
es que ya has llegado junto a mí…
Estoy en tu miedo, pues lo he sufrido contigo.
Estoy en la prisión de tu finitud,
pues mi amor me ha hecho tu prisionero…
¿Será el fuego de este amor infinito el único capaz de revivir a aquel a quien no calienta ya el fuego de Prometeo? ¡Yo apuesto a que sí! En este mundo de altas tecnologías y profundas soledades, lo único capaz de asombrarnos será siempre el Amor. Sólo él resucita lo que estaba muerto y rescata lo que se había perdido.
«Toda la vida he esperado a alguien como tú que me trajera el perdón. Siempre he creído que se me podía amar a pesar de mi deshonra». Estas palabras que Gruchenka dice a Aliosha en Los hermanos Karamazov, la novela de Fiódor Dostoyevsi (1821-1881), expresan como ninguna otra podría hacerlo nuestra infinita sed de ser amados. Sí, pese a nuestra deshonra y a nuestra indignidad esperamos el Amor, pues nos es necesario mucho más que el agua y mucho más que el aire. Sabemos o intuimos que, mientras éste no llegue, en realidad sólo fingiremos estar vivos.
Que llegue. Que llegue el día menos pensado y sin avisar, como suelen llegar a nosotros las cosas importantes. Y que lo aceptemos, pues no es sencillo acoger el amor: nos falta el hábito y la práctica. ¡Nos es más sencillo aceptar el papel de amantes que de amados! Es así. Por desgracia, es así.
Lee también: Libertad | Columna de Juan Jesús Priego
#4 Tiempos
Lupe Vélez, La leyenda de Hollywood | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En el primer cuarto del siglo XX San Luis Potosí contó con dos actrices que iniciaron su carrera cinematográfica en la llamada meca del cine, Hollywood, así en los años veinte las potosinas Ligia de Golconda y Lupe Vélez aparecían en las primeras películas mudas que se realizaban en Estados Unidos. Ambas habían ido a radicar de jóvenes a los Estados Unidos y aprovechando su talento comenzarían a figurar como estrellas del cine mudo.
María Guadalupe Villalobos Vélez nació en San Luis Potosí en julio de 1908. Lupe Vélez, como se le conocería en el medio artístico, heredaría la vena del arte de su madre que era una cantante de ópera y la disciplina al trabajo de su padre que era coronel del ejército y que tendría participación en la revuelta revolucionaria en México. Su temperamento era de cierta forma rebelde, indomable e independiente, lo que derivó que a los trece años la enviaran a un convento a Texas, Estados Unidos a inicios de la década de los veinte.
Su padre sería asesinado durante una rebelión armada lo que propició que Lupe Vélez regresara a México para ayudar a su familia. Fue cuando inició sus lecciones de danza con la idea de ingresar al espectáculo; de esta forma en 1924 obtendría uno de sus primeros papeles en una revista musical. En poco tiempo comenzó a ser conocida en el medio artístico y ovacionada por el público mexicano y, muy especialmente por el potosino. En 1926 su fama había crecido y como parte de una Compañía Artística visitaba San Luis Potosí, despertando un gran interés por verla actuar en las funciones que dicha compañía realizaría en el Teatro de la Paz y en el Teatro O’Farril.
El periódico potosino Acción registraría la esperada visita de Lupe Vélez, pues ya era una artista muy conocida y aplaudida en su ciudad de nacimiento, y en sus páginas, con una fotografía de Lupe en el centro de la pequeña nota, anunciaba:
“Lupe Velez llegará mañana: tal como oportunamente informamos a nuestros lectores, mañana en el tren que hace su arribo a esta Capital, procedente de la frontera norte del país, llegará la gentil tiple potosina Lupe Vélez y la Compañía que debutará el sábado 4 del actual en nuestro coliseo de Villerías. Con este motivo, un gran número de los simpatizadores de esta graciosa tiple estará mañana a la hora citada a darle la bienvenida”.
Después de su actuación el diario referido narraba el éxito de Lupe Vélez en el Teatro de la Paz:
“Continúa actuando con éxito la compañía de revistas mexicanas. Lupe Vélez tiene ya a los tandófilos potosinos en los bolsillos.
Nuevamente se vieron ayer las localidades de nuestro coliseo máximo con un lleno casi completo. “La Ráfaga del Escándalo”, fue la primera de las obras que anoche se llevaron a escena, fue una vez más del agrado del público que en varios de sus números pidió el bis.
Lupe Vélez fue ruidosamente aplaudida en sus diversos números, descollando de una manera notable en el Charleston. Advertimos que, tanto las primeras tiples como las segundas, hacen una ejecución magnifica en sus evoluciones, y que su conjunto es perfecto, si descubrimos en ellas su juventud, alegría y belleza.
Chucha Camacho, muy digna compañera de la genial Lupe, con su gracia inimitable continúa deleitando al respetable con sus excéntricos couplets.
Los actores Beltri, Peña y Finance, con sus picantes diálogos constituyen una de las partes más atrayentes de esta compañía. “El Anillo del Nibelungo”, fue también grandemente ovacionado; uno de sus cuadros fue obligado al repriss por cuatro veces consecutivas. Lupe Vélez, en esta obra diluye toda la alegría y arte que atesora, y su esbelta y elegante figura dibuja difíciles bailes.
La compañía cuenta con un hermoso decorado: el vestuario no deja qué desear, y la música, dirigida por el gran maestro Bilbao, es una de las muy pocas que llenan por completo el papel tan importante que tienen en una compañía de esta naturaleza”.
Fue entonces que el productor teatral Richard Bennett la invitó a Los Ángeles para participar en la obra The Dove. Comenzaría una rápida carrera en el cine norteamericano donde participó en un gran número de películas como protagonista. En 1927, firma un modesto contrato con el productor Hal Roach y participa como una despampanante mujer a bordo de un barco en el cortometraje Sailors Beware, protagonizado por El Gordo y el Flaco. Al año siguiente, United Artists la nombró “Baby Star” de 1928. Le tocó la transición al cine sonoro. Sus relaciones amorosas, todas con actores norteamericanos y un mexicano serían muy tormentosas, lo que la llevaría al suicidio.
En 1937 regresa a México y actúa en la película Zandunga, donde interpreta un par de canciones. Regresa nuevamente a Estados Unidos donde continúa actuando y en 1944 retorna a México para interpretar su última película Nana, adaptación de la novela de Emile Zola. Ese año, Lupe quedó embarazada de su novio, un joven aspirante a actor. Una nueva decepción en su relación al negarse a casarse con ella y reconocer el bebé, Lupe estaba desolada. El 13 de diciembre, luego de una cena con amigos, Lupe se retiró a su cuarto y tomó una dosis letal de pastillas para dormir, no sin antes dejar una carta a su novio, acusándolo de abandono. Su secretaria la encontró muerta a la mañana siguiente. Tenía solamente 36 años.
También lee: Los desastres NO son naturales, tema de La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Cuando México si hace cine de terror bonito | Columna de Guille Carregha
CRITICACIONES
¿Si han visto que, cada vez que me ponen películas de terror mexicanas en frente, casi siempre acabo diciendo algo como “esto podría estar bueno, PERO…” o “me habría encantado SI no hubieran hecho aquello”? Bueno, pues mientras estaba viendo No Voltees (disponible gratis en Tubi) estaba esperando decir las mismas tonterías de siempre. Pero… no. Sí me gustó. De verdad, siento que esta película es genuinamente buena. Y no me refiero a “buena para ser película mexicana”, que de esa categoría conozco varias, ni buena como sinónimo de “pasable” o “entretenidilla”. Simplemente es buena y ya.
Es la clásica historia de dos hermanos que regresan a la casa de su infancia para visitar a su madre quien vive completamente sola y podría o no estar sufriendo de un episodio de demencia senil que les preocupa profundamente. Y, como suele suceder en este género de películas la demencia senil podría o no ser una situación paranormal que está afectando a la señora. Sustos ensue.
A ver. Dije que era buena. No que era original. Hay diferencias.
Por supuesto, a lo largo de la historia, vemos cuáles son los traumas infantiles de los protagonistas, y cómo están ligados al fantasma de la memoria de su padre falleció, quien trataba a sus vástagos de la manera en la que PETA cree que los personajes de Pokémon tratan a las creaturas de ese videojuego.
Siendo esto más un character piece que un “MIRA MIS EFECTOS TODOS TERRORÍFICOS”, me alegra decir que los actores hacen un trabajo muy sólido. Las actuaciones se sienten naturales, y puedes notar que los personajes están cargados de emociones complejas y matices. No es solo la típica película de terror donde los personajes gritan y corren. O sea, si gritan y corren, viene con el territorio, pero no nada más hacen eso. También tienen conversaciones serias acerca de cómo les afectó la existencia de su papá y cómo eso repercute en sus vidas cotidianas. En ningún momento se siente que estén sobreactuando, y eso ayuda a que el espectador se sienta realmente inmerso en la historia.
La construcción de la película es muy precisa en lo que intenta hacer y está muy bien enfocada. Parte de lo que le ayuda a funcionar tan bien, es que la acción se desarrolla casi únicamente en una sola locación, además de que se nos presentan a muy pocos personajes, por lo que se siente concisa y sin pretensiones exageradas de ser algo que no le alcanza el presupuesto para ser. Lo más importante, intenta contar una historia que está muy bien ligada a sus temas principales de drama familiar y abuso infantil. Trigger warning, supongo.
No tienes que estrujar las neuronas innecesariamente ni armar ningún rompecabezas imaginaro para entender lo que pasa o hacia dónde va la historia. No hay necesidad de generar ideas que comiencen con un “¿qué tal si…?” o “a ver, suponiendo que…” para que los mismos malabares mentales de la audiencia arreglen la falta de coherencia narrativa que no pudieron hacer desde el guión. Todo está ahí, puesto en pantalla para que se pueda disfrutar de la experiencia sin problema. Los simbolismos y metáforas están clarísimos, pero, además, están trabajados con delicadeza. Nada se siente forzado, ni misteriosamente la película termina siendo temáticamente una condenación a lo que supuestamente estaba celebrando la historia originalmente (inserte aquí referencia a Huesera)
La mayoría de los sustos, por ejemplo, vienen de los personajes mismos, de sus acciones, de lo que se ha estado preparando con ellos desde el principio. Es decir, no nos llenan la pantalla de efectos especiales exagerados o de secuencias visuales que solo buscan que el espectador diga “¡asupinshimare, ¿QUÉ FUE ESO?!” Aquí, la esencia del terror se enfoca en lo humano y en lo psicológico. Esto, para mí, es de lo mejor que una película de terror puede ofrecer. Es algo que los buenos exponentes del género ya saben: los monstruos son más aterradores cuando se sienten cerca, cuando son reflejos de algo dentro de nosotros. En ese sentido, la película logra crear una atmósfera densa y atrapante sin tener que recurrir a (tantos) trucos baratos, y en ese sentido, hay muy pocas quejas de mi parte.
O sea, no les voy a mentir, si hay más de dos escenas de efectos especiales y maquillaje aterrador que, pues… mira, lo intentaron, ¿no? Hicieron lo que pudieron con el dinero que tenían y se aprecia el esfuerzo. Pero tampoco es como el enfoque principal de la experiencia, por lo que se puede dejar pasar. Además, las soluciones visuales que se avientan en los últimos diez-quince minutos, sobre todo las pensadas para dar miedo, están rechulas y súper sencillas de llevar a cabo. Pero sí, la falta de ceros en el cheque que les dio la producción si se nota un poquito.
Con esto no estoy diciendo que la película sea aburrida o le falte creatividad. Hay varios encuadres de cámara súper efectivos que construyen tensión y añaden un toque artístico sutil pero preciso. La(mayoría de la)s imágenes están cuidadas hasta el detalle, y, especialmente hacia el final, te encuentras con varias secuencias visualmente impactantes que demuestran que el equipo detrás sabía exactamente cómo usar el lenguaje visual. No están sobrecargadas ni fuera de lugar, sino que parecen tener un propósito claro en la narrativa.
Sobre eso mismo, lo que me fascinó es cómo esta película no intenta ser algo que no es. Muchas veces vemos películas que intentan ser “la próxima gran cosa,” saturando cada escena con imágenes sobrecargadas, efectos especiales de dudosa calidad, o simbolismos tan rebuscados que terminas preguntándote qué acabas de ver. Aquí no. La película sabe muy bien sus límites, y trabaja dentro de ellos de una manera impecable. La gente detrás de la película claramente tenía muy en claro cual era el presupuesto y se trabajó sabiendo que no se podía gastar de más.
Una cosa que si tengo que mencionar que me chocó un poco, sería el escenario. La película se desarrolla en una mansión gigantesca en medio del bosque, algo que no es imposible en México, pero sí bastante raro. No sé ustedes, pero personalmente, nunca he visto algo ni remotamente parecido en la vida real. Da la sensación de que eligieron este lugar para tener una película un poco más “universal” (o sea, más gringa, pues) para poder vender la película al mercado internacional. Y bueno, supongo que les funcionó, porque lograron un acuerdo con Tubi Originals, y qué bueno por ellos. Pero… se siente un tanto fabricado, ¿saben? Como que algo no cuadra.
Ahora, este pequeño detalle no le quita mérito a la historia. La mansión no es solo una locación más: juega un rol en la narrativa, y su diseño contribuye a la sensación de claustrofobia y tensión que se va acumulando a lo largo de la película. Las paredes parecen cerrarse sobre los personajes, y los corredores largos y las habitaciones oscuras ayudan a construir ese miedo visceral que el director busca evocar. Así que, aunque la elección de locación puede ser un tanto “no-muy-mexicana,” realmente termina funcionando bien para los objetivos de la historia.
Por otro lado, el equipo de arte se autofeló durísimo con lo bien que trabajaron. Desde el principio se nota su esfuerzo por crear un universo real y funcional dentro de la lógica de la película. Se crearon programas de televisión (con la misma calidad cutre de las comedias de Televisa de los 80), y no hay ningún producto a la vista al cual no le hayan inventado una marca original para evitar hacer menciones comerciales innecesarias. O sea, nivel, incluso cuando salen a cuadro las conversaciones de WhatsApp entre personajes HAY MENSAJES ANTERIORES A LO RELEVANTE A LA HISTORIA. Es como si fueran personas reales que interactúan entre ellas antes de que las pongan frente a cámara.
Sé que es un detalle super ínfimo, pero la cantidad de películas en donde las conversaciones por chat entre personas están vacías hasta que empieza la escena de los mensajes de texto que he visto es enorme.
Creo que lo que más me entusiasma de todo esto es la promesa de que este dúo de escritor y director, si vuelven a trabajar juntos, puedan crear otras joyas como esta. Realmente quiero ver más de su trabajo. Han demostrado tener una comprensión profunda de lo que hace que el terror funcione, y con más experiencia y tal vez un poco más de presupuesto, creo que podrían llegar a hacer algo verdaderamente memorable. Con esta película, han sentado una base firme; han demostrado que en México se pueden hacer películas de terror de calidad.
También lee: Mi primer acercamiento al cine de terror | Columna de Guille Carregha
#4 Tiempos
Los desastres NO son naturales, tema de La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
La Dra. Patricia Julio Miranda de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la UASLP será la encargada de dictar la siguiente charla del ciclo La Ciencia en el Bar, la cual se llevará a cabo el miércoles 30 de octubre en punto de las ocho de la noche en Cervecería San Luis, ubicada en Calzada de Guadalupe 326 en punto de las ocho de la noche, quien hablará sobre: los desastres NO son naturales.
Esta es la segunda ocasión que la Dra. Patricia Julio participa en el programa de La Ciencia en el Bar; en 2009 cuando disertó sobre Interacción hielo-fuego, trató sobre la perdida de hielos perenes como el caso de los volcanes mexicanos el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, por ejemplo, situaciones derivadas por el cambio climático, tema que es uno de sus intereses de investigación.
El tema de desastres naturales es otro de sus tópicos de trabajo el tema de “Resiliencia a nivel comunitario”, y que tiene que ver el cómo las comunidades viven los riesgos bajo los cuales se encuentran, así como las decisiones que toman a partir de la percepción del riesgo para poder afrontarlos.
En San Luis Potosí, lugar donde se ha practicado la minería y se utiliza el agua subterránea y la proliferación de pozos, es una zona que puede presentar problemas de hundimiento, el cual se conoce como subsidencia, el hundimiento progresivo de un terreno, para lo cual el Instituto de Geología de la UASLP ha realizado estudios que le permiten contar con un mapa de lugares con subsidencia, puntos que ha evaluado la Dra. Patricia Julio en cuanto a aspectos estructurales y sociales.
La Dra. Patricia Julio Miranda ingresó como investigadora a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí en el año 2006, estudió la licenciatura en geografía en la UNAM, una ma estría en geomorfología y el doctorado en vulcanología en la propia UNAM. En la UASLP es profesora en la licenciatura de Arqueología la que ha dirigido y participa en el posgrado en Ciencias Ambientales.
Por qué se presentan los desastres y cómo pueden prevenirse, es el tema que ha inquietado a la Dra. Patricia Julio y del cual nos estará platicando en su sesión de La Ciencia en el Bar, donde podremos enterarnos de la situación que guarda San Luis Potosí en el problema de subsidencia y cuáles son los factores humanos que propician estos problemas y cómo podemos prevenirlos o evitar que progresen esos hundimientos.
En la charla nos hablará sobre:
Aún hay una amplia percepción en la sociedad de que los fenómenos naturales, como sismos, tornados, sequías, etc, son los causantes de la pérdida de vidas humanas y materiales, pero este paradigma ya ha sido superado. Desde las ciencias sociales se ha ido comprendiendo la complejidad de los desastres y la influencia de los factores sociales, incluyendo la crisis ambiental que estamos experimentando, en la ocurrencia de estos. Es por ello que en la charla se ofrecerán argumentos para comprender por qué los desastres NO son naturales.
Los invitamos a escuchar la charla y enterarse de este tema de la voz de la experta en este tipo de problemas así mismo los invitamos a que estén pendientes de la programación de sesiones de La Ciencia en el Bar, los últimos miércoles de cada mes, las cuales se están realizando en la Cervecería San Luis ubicada en Calzada de Guadalupe 326 en punto de las ocho de la noche.
También lee: Las científicas a cargo de La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
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