#4 Tiempos
El cadáver que nadie ve | Columna de Óscar Esquivel
Desafinando
Surrealismo mágico contra la realidad.
Hablando de necedad y terquedad, pareciera que es una misma condición, pero tienen cada una sus vertientes, en algún punto se encuentran.
Terquedad se relaciona sin duda, a un mal muy grave, lleva al hombre a desaprovechar los consejos ajenos, se aferra con pinzas al análisis dictaminado individual personal, resuelto por las ideas, donde revolucionan hacia su propio yo, olvidando ser prudente y tal vez, poco justo con los demás.
El hombre con poder, difícilmente se previene, es poco cuidadoso pues sale de él orgullo, se transforma en una especie de enredadera que muy fácil crece apoderándose de algunas conciencias. Estos personajes son obstinados, necios y culpables de sus actos.
Se dice que a partir de este plano nace y se adhiere la necedad cíclica, se hace difícil reconocer a un necio en esta etapa cuando se calla y guarda silencio, tal vez los más peligrosos, pues en grupo podía dejar pasar una aportación positiva de algún miembro, pero al cabo de los minutos o las horas, simplemente cambia de parecer y realiza su voluntad a pesar de su aprobación.
Santiago Ramón y Cajal médico español, además artista, fotógrafo, científico, editor, pionero de la neurociencia, dibujó los secretos del cerebro en alguno de sus libro y gráficas donde lo divide. Por extraño que parezca descubrió que el hombre en alguna parte del cerebro guardaba celosamente el comportamiento para ser necio, así como los sentimientos del amor u odio. Creía haber encontrado la sección de la necedad la cual describía que él tenía muy desarrollada esa parte cerebral: “Conoceremos infinitas clases de necios, los más deplorables son los parlanchines empeñados en demostrar que tienen talento”.
Terco y necio, vinculación íntima, compañeros inseparables, conductas erráticas. Además de dañarse hieren a los cercanos, a sus familias, empleados y hasta a todo un pueblo si se tiene poder. Rige la intolerancia, el necio evade a todos aquellos que no piense de manera igual y los acusa de intolerantes sin determinar que el intolerante es él mismo.
LA MUERTE QUE SE IGNORA
Parece San Luis Potosí como un circo dentro de una carpa sellada con muchos espectadores y pocos artistas. Algunos, los parientes del domador, que aplauden las piruetas de los perritos -ya no les alcanzó para los elefantes que eran el espectáculo mayor-. La ovación se escucha cuando salen al ruedo a otorgar su espectáculo los malabarista. Hacen de todo y posteriormente los payasos, tratan de sacar una sonrisa al público indolente que no hace otra cosa más que mirar y esbozar una minúscula sonrisa debido a las graciosas muestras de alegría que tienen los niños. El número esperado, el globo de la muerte donde algunos motociclistas, que parecen policías, se adentran en una jaula circular de acero haciendo rugir los motores, y digo rugir, porque los del Partido Verde se encargaron de aniquilar a todos los felinos y animales de los circos.
Hay de todo: emoción, alegría, asombro, nervios, miedo… de pronto un accidente, el equilibrista había caído de la cuerda floja fracturándose el cuello. Falleció quedando al centro de la pista de aserrín.
La voz campante ante un micrófono y después de recoger el cuerpo del desafortunado equilibrista se escuchó por el altavoz: ¡el show debe continuar!.
De esta forma poco ortodoxa, como ejemplo, actuamos ante la mirada atónita de todos y la simulación alegre del dueño del circo – perdón de las autoridades potosinas-. Cadáveres de muchas. Mujeres jóvenes, decapitadas, mancilladas , deshonradas, lapidadas en su cuerpo y en su alma. Los ciegos aplauden el actuar policial solo para continuar recibiendo favores gubernamentales. Nunca (y es nunca) se escucha como ejemplo la voz de las cámaras empresariales, de los beneficiarios de tantos incentivos, de aquellos que solo saludan y besan el anillo del poder, mucho menos, algún funcionario que esté inconforme con la actuación policial y de la Fiscalía del Estado.
Una sola voz no se escucha, no hubo autoridades de otras universidades que no fuera la de la última víctima de feminicidio. Los reclamos son siempre del pueblo espectador y poco participativo.
La Alerta de Género se define como: “Conjunto de acciones gubernamentales de emergencia para enfrentar y erradicar la violencia feminicida y/o la existencia de un agravio comparado que impida el ejercicio pleno de los derechos humanos de las mujeres, en un territorio determinado, la violencia contra las mujeres la pueden ejercer los individuos o la propia comunidad”.
En una entrevista a la diputada priista plurinominal su respuesta sobre el tema fue “Ha sido una farsa el tema de la Alerta de Género pues no ha venido a resolver en nada, al contrario, se ha incrementado el número de actos de este tipo”. A ella le preguntaría, ¿ya le comentó a su jefe político por qué no actúa como debe?
Además, la legisladora concluyó “pareciera que el tema de mujeres muertas en San Luis Potosí cada día es más común; ¿para qué endurecemos las penas si no detienen a los culpables?, y en el caso de que los lleguen a detener resulta que las carpetas de investigación no están bien integradas”.
Se diría que la diputada tiene toda la razón, pero se le quisiera ver enarbolando alguna marcha con cientos de mujeres priistas, como “líder que es” y con su fuero. Ojalá apoyará a su “jefe político” en resolver el problema. Le hace mucha falta a Carreras quitarse la terquedad y la necedad para atacar los grandes temas pendientes de violencia que sufren los potosinos. Según el gobierno se resuelven los feminicidios pero no se trata de resolver, es tomar acciones de prevención y vigilancia en la ciudad donde también tiene responsabilidad el Ayuntamiento de la capital.
El gobernador no ve, ni oye, ni escucha. Está al filo del abismo y que pareciera ya no importarle, como se los hizo saber a sus colaboradores incluidos diputados en la llamada “cumbre del hangar”.
Cubiertas de lodo, de inmundicia, de pecado, maltratadas, humilladas, violentadas, muchas han muerto solo por ser mujer.
Ahí en su circo de poca calidad humana, al centro de todos los espectadores se han recogido los cadáveres, para llorarles en familia y el estado potosino, todos en su comodidad, gritan a los cuatro vientos, ¡el show debe continuar!.
Recibamos pues con “festejos” el Surrealismo Mágico de la mujer maltratada.
“Hoy vivo entre el aburrimiento y la vergüenza de pertenecer a un género animal como el ser humano, por eso me gustaría ser un elefante salvaje. No dejarme de nadie, aunque la tortura continúa dentro de la poca libertad que logre”, Leonora Carrington.
“No hay que poner la palabra antes de la realidad, hay que poner primero la realidad” ,Leonora Carrington.
Nos saludamos pronto.
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#4 Tiempos
Tamtoc, cuna del calendario mesoamericano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En el año 2005 se llevó a acabo el proyecto arqueológico Tamtoc en la huasteca potosina, donde se localizó una gran lápida esculpida en bajo y alto relieve en el fondo de un estanque que se conecta a un canal que desemboca en la llamada Laguna de los Patos. Junto a la lápida se encontró cerámica a manera de ofrenda cuyos análisis indicaron que correspondían a tradiciones alfareras asociadas a la costa del Golfo de México del periodo 900 años antes de Cristo a 650 años antes de Cristo.
Análisis posteriores indicaron que esa lápida conocida como Monumento 32, así como la escultura femenina asociada corresponde al periodo Preclásico tardío con inicio en 350 antes de Cristo. El monolito en cuestión está labrado con un mensaje simbólico que no se asemeja a ninguna otra muestra de arte mesoamericano.
Una vez colocado en su posición original y con estudios sobre su orientación con la ayuda de herramientas de la arqueoastronomía se encontró que la orientación implica una peculiar división del año, la cual define la temporada de iluminación del monolito por los rayos solares. La conclusión actual, por parte de los investigadores, es que Tamtoc es una de las ciudades donde tempranamente se utilizó el calendario mesoamericano.
En Tamtoc se desarrollaron importantes rituales vinculados a la vida y la fertilidad, que concurren en la noción de la cosmogonía mesoamericana y por extensión en la cosmovisión. Resultados que tras largos años de análisis son dado a conocer por uno de los involucrados en los estudios astronómicos de la ciudad de Tamtoc, Jesús Galindo Trejo, en una reciente publicación de los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.
Las primicias de este descubrimiento nos las compartió Jesús Galindo en el 2007 en lo que fue la primera charla del ciclo Noches de Museo que organizamos en el entonces Museo de Historia de la Ciencia de San Luis Potosí. Dieciocho años después, publica sus resultados aportando a la historia de uno de los más antiguos pueblos originarios del país situada en la huasteca potosina y que marca esa cosmovisión huasteca reflejada en el Monumento 32, que es uno de los monumentos importantes de ese sitio arqueológico.
Parte de los cálculos astronómicos que realizó Jesús Galindo nos los reservamos, como nos lo pidiera entonces, hasta que sean publicados.
Jesús Galindo Trejo es Licenciado en Física y Matemáticas por la Escuela Superior de Física y Matemáticas del IPN. Realizó estudios de Posgrado en la Facultad de Ciencias de la UNAM. Obtuvo el doctorado en Astrofísica Teórica en la Ruhr Universitaet Bochum en la República Federal de Alemania. Fue Investigador Titular en el Instituto de Astronomía de la UNAM durante más de 20 años en las áreas de Plasmas Astrofísicos y Física Solar. Actualmente es Investigador Titular en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Su actividad de investigación se centra principalmente en la Arqueoastronomía de Mesoamérica. Es miembro del SNI. Pertenece a la Unión Astronómica Internacional. Ha realizado investigación Arqueoastronómica en Malinalco, en el Templo Mayor de Tenochtitlan, en Teotihuacan, en Oaxaca, en la Huaxteca, en Baja California y en algunos sitios de la Región Maya.
Sus inicios en la arqueoastronomía se remontan a fines de la década de los ochenta, cuando participó en nuestro programa de divulgación científica Domingos en la Ciencia de San Luis Potosí, charlas en las que nos hablaba todavía de sus investigaciones sobre física solar y nos adelantaba sus inquietudes en iniciar estudios de arqueoastronomía en el sitio de Malinalco cuando conoció al cronista de Malinalco, quien le señaló que en la historia de ese pueblo había aspectos que podrían estar conectados con la disciplina astronómica. Asimismo, su participación en el proyecto coordinado por la doctora Beatriz de la Fuente, del Instituto de Investigaciones Estéticas, sobre pintura mural prehispánica, lo interesó en la cosmogonía de los antiguos mexicanos.
En una entrevista para la revista ¿cómo ves?, Galindo aseguró que el acercamiento al estudio de las antiguas civilizaciones del país lo ha llevado a acercarse a las 60 lenguas de México, porque de esta manera “se puede penetrar en la mentalidad de aquellos que hace más de 500 años construyeron sociedades y levantaron templos, legados actualmente ignorados por muchos mexicanos”.
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#4 Tiempos
Meditación sobre el azar | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
-Dudé de Dios –dijo el hombre visiblemente apenado-. Creo, según he oído decir, que es el único pecado que no tiene perdón. Pero es que estaba al borde del colapso…
El hombre se mesaba los cabellos, se secaba el sudor, lloraba más que gemía.
-Incluso hasta llegué a blasfemar. Dije a Dios cosas que no me hubiese atrevido a decir ni siquiera al peor de mis contrarios. ¿Verdad que para esto no hay perdón?
Yo me limitaba a dejarlo hablar. A todas luces se veía que lo necesitaba. Era necesario que lo dijera todo, que se desahogara. ¿Para qué, pues, interrumpirlo?
-Cuando me dijeron que ya no había trabajo para mí, creí que nunca perdonaría a Dios. ¿Por qué me había dado cuatro hijos si ya no iba a poder mantenerlos? Hoy, claro está, veo las cosas desde otra luz, pero en aquellos días de incertidumbre y desasosiego… ¡Quería morirme! Y, lo que es peor, quería que también mis hijos se murieran. ¿Comprende usted que les deseé la muerte?
Pensé en esos cuatro niños a los que yo no conocía. ¿Sabrían alguna vez que su padre, en un momento de desesperación, pensó lo que acababa de decirme? Pero no, no lo sabrán. Los pensamientos de su padre quedarán guardados para siempre en el silencio de Dios. ¡Que no lo sepan, que su padre no se lo diga nunca! Hay sinceridades que matan.
¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo! Cuando pienso en esto, me lleno de vergüenza. Sí, era necesario vivir esa pena para conocer la satisfacción que ahora experimento. Mis hijos, hoy, están mucho mejor que antes, y me digo a mí mismo: «¡Qué bueno que perdí aquel empleo!».
Sonreí. Porque siempre he creído que la palabra azar es una palabra bastarda que no debió acuñarse nunca. ¿Quién la inventó y qué quiso decir con ella? ¿Que el mundo se mueve como un barco sin timón? ¡Casualidad! ¿Quién es el tonto que cree en las casualidades? La palabra azar no debería existir en el vocabulario cristiano, pero, ya que existe, habría que darle el significado que le daba, por ejemplo, Anatole France (1844-1924): «Azar: aquello que Dios hace cuando no quiere poner su nombre».
A estas alturas de mi vida he llegado a la conclusión de que ni siquiera los libros que caen en nuestras manos lo hacen por casualidad. A veces pienso que, si nos los encontramos en el estante de una librería cualquiera, es porque Dios ha querido decirnos algo a través de ellos.
Y de los encuentros, ¿qué decir? Que es Dios quien nos envía a estas personas que no buscábamos por una razón que generalmente desconocemos pero que forma parte de su misterioso querer. «El destino, al igual que todo lo humano –dijo una vez el escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011)-, no se manifiesta en abstracto, sino que se encarna en alguna circunstancia. Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obras de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino como si hubiéramos pertenecido a los capítulos de un mismo libro! Nunca supe si se los reconoce porque ya se los busca o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino» (Conferencia en la Feria del Libro de Sevilla, 2002).
También ahora, como en los tiempos de Moisés, sólo nos es permitido ver a Dios «de espaldas», es decir, cuando ya ha pasado. Únicamente entonces podemos decir como aquel hombre de quien acabo de contar la historia: «¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo!». Siempre es hasta después cuando se comprende por qué ocurrieron ciertas cosas que en su momento nos parecieron horrorosas, ininteligibles e insoportables.
En un libro sobre Jesucristo (El Jesús desconocido), Donald Spoto hace la siguiente reflexión: «El azar no implica necesariamente falta de propósito; lo que llamamos caos quizá no sea desorden, sino un claro signo de las limitaciones de nuestra comprensión… La experiencia humana valida este enfoque. En nuestra historia individual, ¿no vemos un momento aparentemente accidental o fortuito, a posteriori, como sumamente significativo e incluso como el comienzo de una nueva etapa de la vida? Si yo no hubiera asistido a tal escuela en tal momento, por ejemplo, no habría tenido ese excelente maestro, seguido ese importante curso ni trabado esa duradera amistad. Si nuestros padres no se hubieran conocido en tal momento, nunca jamás lo habrían sido. Si no hubiéramos asistido a tal reunión, no habríamos conocido al amor de nuestra vida ni iniciado una carrera importante. No es exagerado afirmar que los elementos más importantes de la vida del amor dependen tanto de lo que podríamos llamar accidente significativo como deliberación. El novelista y dramaturgo francés Georges Bernanos lo expresó muy bien: Lo que llamamos azar tal vez sea la lógica de Dios».
Vistas así las cosas, aun cuando me halle en cama y afiebrado –y quiera morirme de pura pesadumbre-, debo poder decirme a mí mismo con convencimiento y seguridad:
-Sí, quizá sea necesario que hoy no salga de casa. Si Dios me tiene encerrado aquí, por alguna razón será. ¿Iba hoy a atropellar a un caminante distraído en la avenida, o es que un camión carguero iba a arrollarme a mí? En efecto, tal vez sea éste el motivo por el que no debo salir. Después de todo, es muy posible…
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#4 Tiempos
Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta
Apuntes
Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.
Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.
Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.
Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.
En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.
Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir
. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.
Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.
Punto.
Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.
Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.
Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.
Yo soy Jorge Saldaña.
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