#4 Tiempos
El arrebato de Chávez con santo y seña | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Hijos de mi “acá entre nos” quiero que sepan la verdad: la salida de Fernando Chávez como secretario general del Ayuntamiento capitalino fue un exabrupto inadmisible a estas alturas de su edad y trayectoria, pero ni modo, se llama construcción humana y para eso no hay ni vacuna que prevenga ni tragos de tequila que curen.
Por presumir, por asumir y suponer, el ahora exsecretario carga a un ladito de su arrebato, la responsabilidad de un tiro de dados sin cálculo, un empujón de fichas tempranero, una sacudida de jaulas innecesaria y un golpe de tres bandas que resonó en igual número de palacios: el municipal, el de gobierno y el de Galeana.
¿Y cómo fue? No sé decirte cómo fue… Bueno sí lo sé y se los cuento a paso veloz antes de cambiar de melodía:
Es lunes guadalupano y todo parece estar sin novedad en la llanura. En manos de Chávez se opera en lo fino los detalles la salida de Enrique Torres como titular del Interapas.
(Ironías de la vida… el propio Fernando propuso a Jorge Daniel Hernández Delgadillo como relevo del leonés).
Ya sea cortesía política, intereses comunes o construcción de puentes, el relevo en el organismo también pasó por Guadalupe Torres en palacio grande y el asunto obtuvo vistos buenos. Fernando, junto a Enrique Galindo, amarró acuerdos y por supuesto, tuvo el aval del palacio de Galeana y que hoy a posteriori lamenta (como siempre son los lamentos).
Todo parecía ir tan bien… pero en los detalles se esconde el diablo (por alguna razón le gusta esconderse ahí).
Camino a su salida, Enrique Torres dejó firmado un acuerdo que pondrá en orden al fraccionamiento Villamagna, documento en el que los desarrolladores por fin se comprometen a regularizar su situación con el organismo (por cierto que eso de andar cobrándole a los poderosos y ricos desarrolladores acostumbrados a no pagar el agua tampoco abonó a la estancia de Enrique Torres…).
En fin, el asunto es que en el acuerdo entre el fraccionamiento mencionado y el Interapas, se da un hallazgo: resulta que en los últimos 10 días del gobierno municipal de Xavier Nava Palacios, se otorgó un permiso al desarrollador para construir más vivienda en terrenos que se supone eran donación municipal…
Dimes y diretes. Los vecinos cuentan y se hacen notar. Hay que operar en lo social y para ello, el alcalde Galindo envía a Martín Juárez, ciudadano, a cumplir con su función con sus iguales…
Hay dos frentes: el jurídico-político que parecía estar “planchado” y el social, que debía remediarse pronto.
Entre tanto, había pendientes que ni pocos ni pequeños: la aprobación en el Congreso de la Ley de Ingresos, el aumento a las tarifas del agua y el impuesto catastral… nada más (subraye, Culto Público el “nada más”). Además, sesión de Cabildo en puerta.
Martes complejo: Llamadas, mensajes, acuerdos, citas y un invitado especial: El recelo.
Fernando Chávez se quiere reunir con el director saliente, Enrique Torres pero está en reunión con el Secretario Técnico, Carlos Rodríguez…
Chávez se sintió saltado, se midió en una cancha que no era la suya, bajó de categoría y se le subió la sangre a la cabeza. Asumió acuerdos rotos, supuso golpe bajo y presumió traición. Así no juego y me voy….
Se cortaron los cables. Terminaron las llamadas. Se dictó renuncia y se presentó en tono todavía iracundo. Salió el todavía secretario “ensatanado” y así llegó a la comida navideña que tuvo con su equipo cercano y por “presumir a sus amigos les contó” y para todos fue evidente la abierta herida.
¿Qué pasó en realidad? Nada fuera de lo normal: El secretario estaba atendiendo el asunto del acuerdo de Villa Magna y Martín Juárez el tema social. No hubo dolo ni traición, pero así lo sintió Chávez.
Nueva reunión navideña en la que se encuentran Galindo y su enojado secretario, el segundo ofrece diálogo, el primero lo rechaza. Se tiraron los dados.
Al día siguiente Fernando Chávez pidió audiencia, pero cometió un poco antes un error derramador de vasos: Filtró a la serpiente más gorda y arrastrada de los medios y a su viperina lengua el asunto. (La serpiente gorda se llama Antonio Meza Rojo por si alguien tiene duda).
De ahí no hubo vuelta atrás. ¿Para que filtrar algo que no se había hecho público y por qué de esa forma tan soez? La renuncia filtrada por anticipado fue aceptada, el comunicado autorizado y el tuit enviado. Se escribió la historia. Se fue Chávez.
Se soltaron los dados sin soplarles. Sin agua va se tumbó la primera ficha del dominó y se dio el tiro de tres bandas.
En lo inmediato había que hacer y no hubo tiempo de lamentos. Las llamadas de los diputados José Luis Fernández y Aranza Puente fueron atendidas directamente por el alcalde, los últimos acuerdos y términos de asuntos tan relevantes como el agua y sus tarifas, los ingresos y el impuesto catastral se operaron directamente. No había secretario.
Pero la fortuna sonríe: hay cabildo social en un encuentro (otro) propio de las fechas. Ahí, el presidente informó la situación a su cuerpo edilicio y se hicieron lo que son: un solo Ayuntamiento.
¿Se puede llamar a sesión extraordinaria? ¿Puede el alcalde llevar la sesión sin secretario? Se puede y se pudo. Galindo tomó el timón, propuso nuevo secretario y se lo aprobaron por unanimidad.
El nombre todos lo conocemos: Jorge Daniel Hernández Delgadillo, que preparado para relevar en el Interapas y con los “vistos buenos” necesarios, de un salto de manecillas se convirtió en la carta fuerte para suplir a quien lo sugirió de inicio. Así es la política, de momentos decisivos.
Pasó congreso, pasó cabildo, Interapas camina y el que se adapta sobrevive.
Con todo el dolor de Galeana, Comercio y Deportes continúan y tendrán que mostrar lealtades… las que tengan.
¿Va Chávez al PRI? Me preguntó alguien, y como no supe responder, alguien más se me adelantó: Con Fernando parecería el PRI de Pablo, sin Fernando será el PRI de Enrique… y me parece que algo se tiene de razón…
Pero ninguna pena aniquila y por eso Culto Público, hasta aquí dejo la veloz historia. ¿Qué cómo la supe? Acá entre nos… salí corriendo a preguntar.
Hasta la próxima.
Jorge Saldaña.
También lee: “Qué bonitas las posadas pero…” | Apuntes de Viernes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
Se acabó el Clausura 2025 | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Llegó a su fin el torneo de la Liga MX con un nuevo campeón, el Toluca destronó al América y se sienta en la cima. Ahora es momento de hacer cuentas, de esas que sirven para alimentar la estadística.
En total, en el Clausura 2025, se jugaron 170 partidos: 153 de temporada regular y 17 de liguilla.
En la jornada 9 se dio el resultado más abultado del campeonato, un 5-0 que le propinó Toluca a Querétaro en la bombonera. En contraparte, 12 partidos terminaron con un empate a 0, incluyendo el partido de ida de la final entre América y Toluca.
El equipo más goleador fue Toluca, con 51 tantos entre torneo regular y liguilla, a diferencia de Querétaro que fue el que menos anotó con tan solo 10 en toda la fase regular.
Algunos de los récords que se rompieron en este Clausura 2025 destacan al Toluca anotando 5 goles en dos partidos, primero ante Querétaro en la jornada 9 y después frente a Necaxa en la jornada 11.
Jhon Kennedy de Pachuca logró anotar en cuatro partidos consecutivos en casa, alcanzando a Edwin Cardona en 2019.
Atlas logró una remontada 4-3 después de ir perdiendo 0-3 ante Tijuana, algo que igualó a América en 2016 ante Cruz Azul, por cierto, este partido entre Atlas y Tijuana fue uno de los dos con más anotaciones del torneo.
Para cerrar con los números, el promedio de asistencia a los partidos fue de 23,783, mientras que la mejor asistencia fue el partido entre Monterrey y San Luis, en la jornada 8, con 50,023 aficionados, esto gracias a la expectativa del debut de Sergio Ramos. Del otro lado, el partido con menos asistentes fue el Pumas vs Mazatlán con tan solo 8,845 espectadores, esto provocado por jugar al mismo tiempo que se llevaba a cabo el Super Bowl 59.
Por último, en temas financieros, se presume que el campeón del futbol mexicano recibe aproximadamente 78 millones de pesos más la clasificación a la Copa de campeones de Concacaf y un considerable aumento en los bonos de patrocinadores tanto propios como de la liga.
Se fue un torneo, y aunque todavía quedan por lo menos dos partidos más que interesan a los aficionados locales (Cruz Azul vs Vancouver y América vs LAFC), la liga llegó a su fin y por ahora vivimos la emoción del futbol de estufa, hagan sus apuestas y esperemos que el próximo torneo vuelva a emocionar.
También lee: Todo para la vuelta | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
#4 Tiempos
Micrometría y la paz del espíritu en la Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Braulio Gutiérrez Medina es un investigador del Instituto Potosino de Ciencia y Tecnología, IPICyT, que realiza trabajo de investigación en biofísica, biomateriales bionanotecnología, siendo especialista en técnicas de Microscopia óptica, que incluyen herramientas de pinzas ópticas y fluorescencia.
Sobre estos temas estará participando con una plática en La Ciencia en el Bar que ha titulado, La Micrometría y la Paz del Espíritu; sugerente título que nos remite a asuntos de medición en sistemas biológicos los cuales tienen tamaños micrométricos y nanométricos y en los que se requiere para su estudio de mediciones de microscopía con luz para muy pequeños tamaños.
La charla se llevará a cabo el jueves 29 de mayo a las ocho de la tarde noche en La Cervecería San Luis, ubicada en la Calzada de Guadalupe número 326, con entrada libre. La charla forma parte del ciclo treinta y nueve de esta serie que corresponde a diecinueve años de actividades. La Ciencia en el Bar es un programa pionero en el país y ha sido replicado en varias partes del país, generando escenarios de interacción entre la comunidad científica nacional y el gran público.
Este jueves, es una buena oportunidad para escuchar al Dr. Braulio Gutiérrez y conocer parte de su trabajo de investigación que realiza en el IPICyT. El Dr. Braulio Gutiérrez es un físico egresado de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1997 y realizó sus estudios de doctorado en Física en la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos en 2004 y un Posdoctorado en Biofísica en la Universidad de Stanford en 2009. Ha recibido los premios Jorge Lomnitz Adler 2018 del Instituto de Física-UNAM y Academia Mexicana de Ciencias en el 2018, y el premio George E. Brown, Jr. UC MEXUS en 2010. Cuenta con un par de patentes, entre ellas método para obtener imágenes tridimensionales usando un microscopio de campo brillante otorgado en 2021.
Con la técnica de pinzas ópticas que ha desarrollado el Dr. Braulio Gutiérrez, ha logrado entender un poco más el funcionamiento de pequeñas proteínas de las células, llamadas motores moleculares, que funcionan como mensajeros al interior de la célula.
En una entrevista que concedió el Dr. Gutiérrez detalló el desarrollo de sus pinzas ópticas: “Construimos un instrumento de pinzas ópticas, que se basa en un microscopio óptico con el cual podemos observar muestras biológicas y micropartículas. Un microscopio óptico utiliza lentes para formar una imagen amplificada de la muestra de interés. La lente más importante del microscopio es el objetivo que se encuentra inmediato a la muestra. Al microscopio le acoplamos un haz láser que hacemos pasar a través del lente objetivo, con lo cual logramos tener el láser enfocado sobre la muestra. Este láser es el que captura y manipula nano-objetos como las proteínas llamadas cinesinas”.
Por lo regular las charlas de La Ciencia en el Bar se realizan en día miércoles, en esta ocasión se realizará el jueves que es día 29 de mayo. Los esperamos este jueves a las ocho de la noche en La Cervecería San Luis y disfrutar la charla del Dr. Braulio Gutiérrez sobre Micrometría y la Paz del Espíritu.
También lee: Ingeniero Labarthe, pionero de la cartografía geológica en México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Buscad el alfiler | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
–¡Qué hombre tan amargado! –exclamó una vez una dama de cierta edad señalando con el dedo, desde la distancia, a un compañero al que yo estimaba mucho-. ¿Qué traumas habrá sufrido en su infancia para haber perdido de tal manera el gusto por vivir?
¡Los traumas de la infancia! Sí, he oído hablar de ellos, pero no me convencen ni mucho ni poco. ¿Por qué debemos ir hasta la infancia de un hombre para explicarnos su mal humor de hoy? ¿Y si la infancia, por lo menos en el caso de este conocido mío, no tuviera nada que ver? ¡Ir tan lejos cuando la causa podría estar tan cerca!
Pero yo conocía la razón de ese permanente mal humor, de esa amargura: este amigo sufría a causa de su jefe, un déspota que trataba a sus subordinados como le daba la gana. ¡Ya sólo faltaba que les exigiera a todos bolearle los zapatos! Además, el ambiente de trabajo era, en aquella oficina, atroz y deprimente: allí todos envidiaban a todos y se ponían zancadillas los unos a los otros por el puro placer de ver cómo caían de la gracia de su superior, para observar cómo se despeñaban y se rompían la cabeza. Cada día de trabajo transcurría casi siempre entre gritos, susurros y rumores, y, por lo que he podido saber, nadie estaba seguro –ni lo está todavía hoy- de que mañana seguiría conservando el puesto que ocupaba apenas el mes pasado. Ahora bien, ¿quién no va a amargarse en un ambiente rancio como éste?
Yo conocía pormenorizadamente esta triste historia. Por eso me reí en silencio de las suposiciones de aquella señora que, por haber tomado un curso relámpago de psicología, ahora me hablaba de traumas infantiles y actos fallidos.
Sí, los humanos somos muy propensos a generalizar y elaborar hondas teorías que se vienen abajo justo en el momento en que comprendemos que las cosas no eran como pensábamos. De esta manía elucubradora se burló Alain (1868-1951), el filósofo francés, al escribir así en uno de sus Propos sur le bonheur: «Cuando un bebé llora sin consuelo, la nodriza suele hacer las más ingeniosas suposiciones respecto a este joven carácter y a lo que le gusta o le disgusta; invocando incluso a la herencia, ya reconoce al padre en el hijo. Estos ensayos de psicología se prolongan hasta el momento en que la nodriza descubre el alfiler, causa efectiva y real del llanto».
¡Ah, era eso! ¡Había un alfiler entre los pañales! Y pensar que la nodriza ya empezaba a sospechar ciertas cosas…
El hombre, según se ha dicho aquí y allá, es un filósofo que se ignora a sí mismo. Yo de esto nada sé. Lo que sí sé, en cambio, es que muchas veces, en lugar de buscar el alfiler, se pone a concebir graves y hondas teorías cuyo fundamento, para decirlo ya, es más que dudoso.
Una vez se quejaba conmigo un dentista diciéndome:
-¿Por qué la gente ya casi no me busca para arreglarse los dientes? Las nuevas generaciones son muy descuidadas. ¡En qué tiempos tan tristes nos han tocado vivir!, etcétera.
Pero no; por lo menos aquí no se trataba de los tiempos: era que este dentista tenía fama de trabajar sin anestesia –para ahorrarse un dinerito-, y la verdad es que sus pacientes lo que menos querían en su consultorio era ponerse a practicar el estoicismo.
El 4 de julio de 1765, Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) estaba quitadísimo de la pena leyendo un libro al pie de una ventana cuando de pronto… Pero dejemos que sea él mismo quien nos cuente lo que le pasó aquella vez: «Leía, cuando, de pronto, la mano que sostenía el libro se movió imperceptiblemente y esto hizo que recibiera menos luz. Entonces pensé que una nube espesa debía estar pasando de frente al sol y todo me pareció más oscuro, por más que no había perdido nada de luz». Y concluye el pensador alemán: «Con frecuencia sacamos nuestras conclusiones de esta forma: buscamos en la lejanía causas que muchas veces están junto a nosotros». «¡Oh! –hubiese exclamado otro que no fuera él-. El cielo se está nublando. Acaso llueva toda la tarde. ¡Y maldita la gana que tengo de que llueva esta tarde!». Pero no, el cielo no se nublaba: era el ángulo de su cabeza lo que había variado, produciendo en la página del libro una sombra que en el cielo no existía.
Yo me entretenía recordando estas palabras mientras aquella señora se quejaba de mi amigo. ¿Y por qué había que ir tan lejos -¡nada menos que hasta los traumas infantiles!- para buscar las causas de su amargura, puesto que éstas estaban casi al alcance de la mano? ¡Era el ambiente en el que se movía el que lo sacaba de sus casillas y lo ponía de mal humor! De modo que, una vez aireado ese ambiente, ¡adiós traumas infantiles!
Además, convendría no olvidar la lección que las semillas nos imparten todos los días. ¿Qué lección? Ésta: que no es posible crecer y desarrollarse en cualquier terreno. Una semilla de arroz, por ejemplo, jamás crecerá en el desierto, ni una semilla de mostaza en el frío de la tundra. Cada semilla, para crecer, necesita estar, por decirlo así, en su ambiente.
«Hay que florecer donde Dios nos ha plantado», dice una frase que aceptamos sólo por el hecho de que Dios es un buen sembrador que no se equivoca nunca, aunque por lo demás bien podría ser cursi y hasta falsa. ¡Un grano de trigo, por más que quiera hacerlo, jamás dará nada de sí si es sembrada en los hielos polares!
Y bien, tal es lo que había sucedido con mi amigo: que sencillamente no estaba en su elemento. ¿Y cómo, entonces, iba a crecer y a desarrollarse? «La impaciencia de un hombre –vuelve a decir Alain- tiene a veces por causa el haber estado mucho tiempo de pie; en vez de razonar contra su mal humor, ofrecedle un asiento… No, no digáis nunca que los hombres son malos; no digáis jamás que tienen tal carácter. Buscad el alfiler».
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