#4 Tiempos
De una vez hay que destapar a todos | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Es el efecto 2027. La elección adelantada. El fuego cruzado. Ganar o morir. Son dos bandos. Y lo que este año, apenas 25 trajo bajo su brazo fue un imperativo: tome cada quién su bando. Rojo o negro, la bola corre y la ruleta girará durante dos años. Hagan sus apuestas y se le corta la mano al que cambie en el camino.
¿Justo o injusto? Nada. Es y ya un juego en el que cada quien está jugando sus cartas y cada quien decide cómo. Ni más ni menos.
Claro, sembrar semillas de “estás conmigo o contra mi” resulta en cosechas de enemistades, se poliniza a la polarización, y se invoca a su primo hermano el caos (bendito el caos, por cierto), pero -todo parece indicar- esas serán las reglas del juego.
¿Quién va a jugar (disculpe, borrar, borrar borrar) quiero decir, ¿Quién ESTÁ jugando? (Así en presente).
Empecemos, pero primero aclaro que las menciones no están en orden ni alfabético, ni numérico, ni ascendente o descendente. Son los nombres que este aprendiz de reportero considera en este momento están todos en la misma línea de posibilidades, cada uno desde su color, partido o alianza.
La segunda consideración es la partidista, pues aunque ya hay anuncios y guiños (medio forzados -hay que decirlo-) entre Morena y Verde, no se puede dar por hecho hoy, que irán juntos, contrario a Verde y PT que casi, casi se puede dar por cierto que participarán unidos.
Destapemos pues (que ya todos están más destapados que un escote pronunciado, pero dejemos testimonio al menos) por cuestión solamente de orden, por colores y empezamos con el Verde.
En la carrera al 2027 está apuntada Ruth González, la senadora y esposa del gobernador, que a pesar de que la ley que envió la presidenta Sheinbaum en días recientes al Congreso de la Unión la dejaría fuera de la contienda a la gubernatura en 2027, justo por ser la cónyuge del primer mandatario, sigue siendo una figura en el tablero político electoral.
Los más de 500 mil votos logrados en la elección anterior la avalan y la convierten en una posibilidad grande para participar, sin candados visibles, por la alcaldía capitalina, esto de no ser que la propuesta presidencial o no pase (asunto que sería extrañísimo con acento) o que en defensa de sus derechos político electorales, pueda ampararse y participar (aunque sería un mensaje kamikaze jugar frontal y en contra de la postura presidencial).
De conseguir la alcaldía capitalina para el Verde, Ruth mantendría la línea a la gubernatura, con un intermedio de tres años en los que podría buscar un lugar en la legislatura local (con mayores reflectores) o una federal (con mayor influencia).
De entrar en vigor la propuesta presidencial que ha sido bautizada como “no al nepotismo” (por mi crush Claudia Sheinbaum) y si se resuelve no ampararse Ruth González, una de las figuras a las que se le alinean las posibilidades es sin duda Guadalupe Torres Sánchez, secretario general de Gobierno, hombre fuerte del gobernador y figura que se ha hecho indispensable en casi todas las esferas político, sociales, económicas y mediáticas en el Estado.
Es un hombre que sabe cumplir acuerdos, que los procura y los atiende. Al mismo tiempo cuida su imagen y su comunicación a través de sus redes sin querer ser protagonista ni queriendo acaparar reflectores que no le corresponden.
Para muchos, Torres Sánchez, es la figura “natural” para la sucesión de Ricardo, no obstante hay más cartas en la mesa y muchas hojas que arrancar al calendario.
Otra figura que, le puedo decir con todo conocimiento de causa, está en la lista de posibles candidatos Verdes al 2027 es Juan Manuel Navarro, actual alcalde de Soledad de Graciano Sánchez.
Navarro es un hombre de cercanía prudente, sabe atender los temas que le corresponden y en los que no, no se mete. Es prudente, trabaja y tiene una lealtad, hasta ahora, a toda prueba con su partido y con el gobernador.
Además, el trabajo que ha demostrado en los pocos meses al frente de Soledad han llamado la atención, tiene buena aprobación ciudadana y en las mesas y reuniones se oyen buenas expresiones de Navarro, que además comprende desde el fondo, los proyectos de infraestructura, obra pública y programas sociales Gallardistas, asuntos que son su fuerte.
Juan Carlos Valladares también está en la lista Verde al 2027. El actual diputado federal es cauteloso y prudente -ya contesta como político hasta a los amigos y dice que “su prioridad es trabajar duro y no confrontar a nadie” y tiene razón, sin embargo, también sabe perfectamente que a su alrededor hay grandes intereses y grupos de poder fáctico que lo acompañan, que influyen grueso en sus circunstancias.
Juan Carlos está consciente de ello, y sabe perfectamente que deberá jugar por nota y no porque sea su obsesión ni deseo ferviente lograr la candidatura, sino por todos y cada uno de los hilos que jala con cada paso que da. No es fácil tomar decisiones de ese tamaño cuando uno se llama Juan Carlos y se apellida Valladares.
El espacio se me agota, sin embargo todos serán nombrados y analizados en la próxima y pronta entrega, mientras tanto termino la de hoy con una carta tapada, un caballo negro o un as bajo la manga: Se trata de Miguel Cavazos Guerrero, charro, tamaulipeco e hijo de Manuel Cavazos Lerma, gobernador de Tamaulipas del 93 al 99.
Cercano, muy cercano al gobernador potosino desde hace relativamente poco tiempo, pero en contraste con gran influencia en el mandatario.
Miguel Cavazos es el actual secretario técnico del gabinete de Ricardo, comparten gustos y pasatiempos, son contemporáneos, pero lo más importante, es que coinciden en su visión de futuro. Guarde el nombre y no lo descarte (ya es sabido que en cuestiones de sucesiones sexenales en San Luis todo es posible y si no pregunten a Toranzo y Carreras)
Otro “gallo del gallardismo” pudiera ser Héctor Serrano, sin embargo, él mismo hace circular la versión de que lo descarten, lo que puede ser una táctica para evitar el golpeteo, es un político hecho y derecho así que nadie se sorprenda si las condiciones cambian también cambie su opinión de apuntarse en la lista de posibles candidatos a suceder a Gallardo.
Hasta aquí la lista del Verde. ¿Me faltará alguno o alguna? Quizás Sonia, a la que tendrían que ocurrir como unos tres milagros seguidos, no obstante tampoco la desestimen. El tema de género puede hacerse presente y dar un giro a la historia.
Por la lista de Morena, contemos a Juan Ramiro Robledo que, aunque hace unos días me dijo a través de un mensaje que su vida en la política local había terminado, como buen político también sabe que no se le dice que no a la presidenta de la República y su opinión podría cambiar.
También en la lista Guinda están las hermanas Rita Ozalia y Rosa Isela, y ni para sorprenderse de más, pero también puede estar en esa lista Enrique Galindo, que ha recibido invitaciones y guiños morenistas.
Galindo también estaría anotado en una alianza PRI-PAN o en una PAN y MC sin PRI
Por el PRI, en caso de ir solo (y sin ninguna posibilidad para que lo anoten) tendría como abanderada quizás a Sara Rocha, que cuanta con un aliado nada más, pero ese aliado es el presidente nacional del partido.
En la lista de los “inesperados pero probables” anote usted al rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Alejandro Zermeño Guerra.
En la lista de los locos anote usted al Tekmol, José Luis Romero, que seguro prepara algunas maromas y bailes con jumentos para buscar algún partido chirris que le de la candidatura a la primer magistratura, luego bajarse y jugar una vez más por Valles.
De la lista de Morena, alianzas PAN con PRI y sin PRI, MC, los inesperados y hasta los loquitos, escribiré con más calma en la siguiente entrega, pero antes una observación importante:
Si juega Morena y Verde por separado, la elección se va a tercios, en cambio Juntos, limón y jamaica, y juntos PRIAN, se esperaría una elección dividida y por demás competida. Hagan sus apuestas.
Hasta aquí por ahora y hasta la próxima Culto Público.
Atentamente,
Jorge Saldaña
También lee: Fuego cruzado y señalamientos precoces | Apuntes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
Diego José Abad ilustre formador de potosinos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
El majestuoso edificio central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí que fuera construido en el siglo XVII y alojara a la Compañía de Jesús se convertiría en un edificio característico de la educación en San Luis Potosí. En ese edificio funcionaría el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús orientado principalmente a la educación de primeras letras; posteriormente se establecería en dicho edificio el Colegio Guadalupano Josefino instaurado por Gorriño y Arduengo siendo el primer establecimiento de educación secundaria o superior en San Luis, dando paso posteriormente, al reinstaurarse la República al Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí que se convertiría en el primer establecimiento en obtener la autonomía universitaria dando paso así, en el mismo edificio, a la actual Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
De los profesores ilustres que tendría el Colegio de San Ignacio de San Luis Potosí, se encuentra Diego José Abad, uno de los impulsores del pensamiento moderno en México y que tuviera influencia del jesuita Rafael Campoy, también profesor en San Luis Potosí y de quien tratamos en anterior entrega de El Cronopio en La Orquesta.
La física, o filosofía natural, formaba parte del cuerpo de temas de la filosofía en los cursos que de ella se realizaban en Nueva España y se dedicaba una parte a la lectura de temas de física, principalmente la aristotélica. De esta forma existirían manuscritos sobre la física como parte de cursos de filosofía, situación que se haría común, al ser redactados apuntes para los diversos cursos que se ofrecerían en Nueva España. La mayoría de esos textos se encuentran perdidos, pero existen las referencias que aseguran su presencia, los cuales fueron escritos, en su mayoría, por sacerdotes y frailes que pertenecían a diferentes órdenes religiosas.
Diego José Abad, puede considerarse el más profundo de los jesuitas innovadores; su Curso fue muy influyente, es bastante completo y se ven por todas partes las influencias modernas. Este curso, que ya no lleva el nombre de Cursus Philosophicus , sino simplemente el de Philosophia, aparece en un manuscrito del Colegio de San Pedro y San Pablo de México, cuyo contenido se enseñó desde 1754 hasta 1756.
Comprende la lógica, la física y la metafísica. Es el primer intento de asimilar (y no simplemente de atacar, como hasta entonces se hacía las más de las veces) las ideas modernas . En particular, se refiere a Gassendi y los atomistas, y trata de conciliar el atomismo con el hilemorfismo aristotélico. Intenta hacer lo mismo con Descartes, opuesto al gassendismo.
Habla de la necesidad de construir la física con ayuda de la experimentación y la matemática. Acepta el atomismo en el campo físico, mas no en el metafísico. Dice que muchas ideas aristotélicas sobre el cielo han sido abandonadas por los escolásticos después del descubrimiento del telescopio, mediante el cual se han podido ver las manchas del Sol. Lo mismo en cuanto a la noción del vacío, después de los experimentos de Torricelli, Otón de Gericke y Roberto Boyle. Cita a Maignan, y mucho a Descartes en cuestiones de filosofía del hombre. Aunque las más de las veces defiende la tradición, ya se muestra abierto a integrar ideas de la filosofía moderna.
Fue profesor del Colegio de jesuitas de San Luis Potosí donde enseñó gramática a los potosinos y donde fincó su formación filosófica sin rechazar las ideas del pensamiento moderno, pero con una posición crítica.


Diego José Abad nació en Jiquilpan en 1727 y tras la expulsión de los jesuitas moriría en Bolonia en 1779.
Si se interesan en ubicar su obra en el ambiente cultural y científico de la Nueva España pueden consultar nuestro artículo: Manuscritos y libros Novohispanos y Mexicanos de Física y Filosofía Natural, en la dirección:
También lee: Francisco Gándara, primer ingeniero higromensor potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Jesús duerme en la popa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
“Al atardecer de ese mismo día, Jesús les dijo: ‘Crucemos a la otra orilla’. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: ‘¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?’. Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Silencio! ¡Cállate!’. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: ‘¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?’. Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: ‘¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?’” (Marcos 4, 35-41).
Todavía hoy, cuando pareciera que hemos alcanzado el dominio total de la naturaleza, viajar por mar –no digo sobrevolándolo en un avión, sino cruzándolo en un barco- es una experiencia sobrecogedora. ¡Qué indefensa viaja nuestra embarcación por los caminos del océanoi¡! Y si durante la noche se desata una tormenta, tanto peor: aun el barco más grande no parece sino una cáscara de nuez. En 1912, los tripulantes del trasatlántico más lujoso y sofisticado del planeta creyeron que el mar, gracias al ingenio humano, estaba ya domesticado; sin embargo, no fue así, y debieron pronto de rendirse a la evidencia: el Titanic se hundía, y ellos con él y en él…
El mar era y sigue siendo el símbolo de lo indomesticable, de lo ingobernable, de lo terrible. Para los antiguos, el mar estaba poblado de monstruos horribles cuyo solo nombre helaba la sangre. Nosotros sabemos, más o menos, lo que son las olas, pero para los antiguos éstas eran el efecto del movimiento de las criaturas marinas. Ahora bien, si tal era el pensamiento de los antiguos, ¿qué de raro tiene que, ante el huracán, los discípulos se pusiesen a gritar, poseídos del pánico más espontáneo y sincero?
El mar es siempre terrible, sí, pero Dios es más grande que el mar. Únicamente Él puede calmarlo porque es el Señor de los elementos del mundo: “El Señor habló a Job desde la tormenta: ¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando le puse un límite con puertas y cerrojos y le dije: ‘Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas’ ”? (Job 38, 8-11).
Al crearlo, Dios puso al hombre un límite: “Podrás comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, pues, si lo haces, perecerás sin remedio” (Génesis 2, 16-17); y, al crear el mar, también le impuso un límite: “¡Hasta aquí llegarás! ¡De aquí no podrás pasar!”. Por eso, cuando Jesús calme la tormenta y las aguas se aquieten al puro mando de su voz, los discípulos se preguntarán unos a otros, maravillados: “¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”.
Ahora bien, si sólo Dios puede apaciguar el mar, entonces… Entonces los discípulos, por así decirlo, empezaron a sacar conclusiones…
“Un día, al atardecer… Así comienza el relato. Conviene tener presente, pues, que es ya de tarde, y que la oscuridad añadirá un punto de dramatismo a la escena que seguirá, ya dramática de por sí. Según éste, no es sólo que la barca fuese zarandeada por la tempestad: es que el agua se estaba metiendo ya por todas partes.
¿Y Jesús qué hace, mientras tanto? No hace nada. Él, a lo que parece, no se daba cuenta de lo que pasaba, pues “estaba dormido sobre un almohadón”. Los discípulos lo despertaron, y hay en su ruego una pizca de ironía, como si le dijeran: “Oye, Señor, esto va a pique. ¿Podrías hacernos el grandísimo favor de despertarte?”.
“Jesús se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: “¡Silencio, cállate!”. El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: “¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”. Oligópistoi: así lo llama; con esta palabra griega los reconviene. Hombres asustadizos, apocados, temblorosos: gelatinas vivientes. Oligópistoi: hombres sin fe.
Los Padres de la Iglesia, hombres muy sagaces en la interpretación de la Escritura, vieron en esta tormenta una imagen de las agitaciones del corazón humano y compusieron bellísimos sermones en torno a este asunto. En una de sus Meditaciones (n. 37) dice así, por ejemplo, San Agustín (354-430):
“¡Dios mío, mi corazón es como un ancho mar siempre agitado por las tempestades: haz que encuentre en ti la paz y el descaso. Tú has increpado al viento y al mar para que se calmaran, y a tu voz se han apaciguado; ven a poner paz en las agitaciones de mi corazón, a fin de que todo en mí sea sosiego y tranquilidad, para que pueda poseerte a ti, mi único bien… Oh Dios mío, que mi alma, libre de pensamientos tumultuosos, se esconda a la sombra de tus alas. Que encuentre junto a ti un lugar de refrigerio y de paz, y toda transportada de gozo pueda cantar: ‘Ahora puedo dormir y descansar en paz’… Mi alma no puede gozar de paz y seguridad, Dos mío, si no es bajo la protección de tus alas. Que ella permanezca, pues, en ti y sea abrasada con tu fuego”.
Ya se trate, pues, de agitaciones interiores, ya de percances exteriores, lo importante es esto: que Jesús y nosotros viajamos en la misma barca, y que aunque nos esté permitido algunas veces gritar, no nos lo está, por ningún motivo, desesperar. Aunque parezca que duerme, Dios vela por los suyos; en consecuencia –como ha dicho alguien-, cuando uno está “embarcado” con Jesús no hay nada que temer.
“Jesús permanece cerca de los suyos y éstos pueden contar con su ayuda cercana a pesar de todas las apariencias en contra… Así pues, el peligro para los creyentes está en olvidarse de que están en camino y que Jesús les acompaña en el trayecto” (Joseph Imbach).
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#4 Tiempos
CONCACAF 2026: una eliminatoria que dejó heridas
TESTEANDO
La eliminatoria rumbo al Mundial 2026 dejó a Centroamérica enfrentándose a una realidad incómoda, la región quedó rezagada, incluso en un formato que otorgaba más margen que nunca. Pero dentro del golpe generalizado hay dos historias que llaman la atención por un matiz muy particular: Costa Rica y Guatemala, dos selecciones que depositaron su confianza en cuerpos técnicos mexicanos, y aun así terminaron sin lograr el objetivo.
Costa Rica, acostumbrada a ser el referente de la zona, apostó por la experiencia mundialista de Miguel Herrera. El proyecto prometía solidez táctica y un recambio generacional más ordenado, pero el equipo tico terminó atrapado entre la transición y la urgencia. Hubo partidos en los que se notó el intento de reconstrucción, de darle al equipo un sello reconocible; aun así, los errores puntuales, la falta de contundencia y la presión acumulada hicieron que el proceso no alcanzara para sostener la clasificación.
El contraste con su historia reciente, esa en la que la identidad costarricense parecía inquebrantable, se volvió más evidente con cada partido. Y aunque el trabajo del cuerpo técnico mexicano aportó claridad, la estructura que lo rodeaba simplemente no acompañó.
Por su parte, Guatemala vivió una ilusión distinta. Su selección, dirigida por Luis Fernando Tena, llegaba con el impulso de procesos juveniles más visibles, estadios llenos y un entusiasmo que no se veía desde hacía tiempo. El entrenador buscó ordenar el juego, potenciar la intensidad y darle continuidad a una generación que prometía competir de igual a igual. Durante varios momentos pareció posible: se jugó con valentía, se propuso, se soñó.
Pero otra vez, cuando llegó la hora decisiva, el proyecto se quedó corto. La falta de profundidad en el plantel, la ausencia de una estructura sólida que sostuviera la idea y algunos errores en partidos clave terminaron apagando una posibilidad histórica. Dolió especialmente porque, por primera vez en mucho tiempo, Guatemala parecía estar a un paso real de dar el salto.
Los dos casos, diferentes en matices pero similares en desenlace, plantean una reflexión inevitable: los entrenadores pueden cambiar intenciones, pero no pueden corregir solos la falta de una estructura profunda. México exportó cuerpos técnicos preparados, con propuestas claras y trabajo serio, pero se toparon con federaciones que arrastran inestabilidad, con ligas de nivel irregular y con proyectos que no siempre se sostienen más allá del resultado inmediato.
Mientras tanto, otras selecciones del resto de la confederación, particularmente varias del Caribe, han entendido la importancia de profesionalizar sus procesos. Semilleros más organizados, continuidad en los banquillos, inversión en atletas jóvenes y una visión a futuro que ya empieza a dar frutos. El contraste explica mucho del presente centroamericano.
Lo sucedido rumbo al 2026 no es un simple fracaso deportivo, es un síntoma.
Costa Rica tendrá que reencontrarse con su esencia y permitir que su proyecto sea más grande, reconstruir incluso su liga y voltear a sus fuerzas básicas para volver a exportar jugadores.
Guatemala tendrá que transformar su ilusión en un plan sólido que no dependa de inspiraciones aisladas, así como intentar invertir en infraestructura que fomente la práctica profesional del deporte.
El Mundial 2026 se jugará en la zona, pero Centroamérica estará ausente, tan solo Panamá representará a la región, en un momento que parecía histórico, casi todos quedaron a deber.
La pregunta no es por qué fallaron esta vez, sino cuánto tardarán en reconstruirse para volver a competir de verdad.
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