#4 Tiempos
Crisis del agua: caso Aguas del Poniente | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Culto Público, hijos de mis viernes de Dolores, los saludo luego de comer sirena en el desayuno.
Como ya lo sabemos, viene para San Luis y la Zona Metropolitana un golpe seco, una “crisis del agua”, y un verano peligroso.
Si nuestra ciudad fuera una vecindad la situación sería la siguiente: se vació el aljibe, se descompuso la bomba, no hay agua en el tinaco, se rompió la tubería y los vecinos con más billete no han pagado su recibo. No hay de otra… a agarrar cubetas y acarrearla. Tal cual.
El problema que estamos enfrentando es complejo, y se fue formando como la corona, espina por espina.
Una de esas espinas, para entrar en materia y desdoblar el asunto entre lo jurídico, histórico, legal, económico, político, y sobre todo, social que significa, se llama “Aguas del Poniente”.
Desde aquella caliente, caldeada y empujona sesión de cabildo de diciembre del 2008, un grupo desarrollador logró con 12 de 15 votos, obtener una concesión para conectar, distribuir y cobrar el agua potable en un extenso polígono de la zona poniente de la ciudad.
Aquí les dejo el mapa para que nos demos una mejor idea:

Desde entonces, Aguas del Poniente es el “casi algo” de todos los que viven en toda esa zona.
El principal beneficiario de aquella polémica y espinosa decisión edilicia, como todos lo sabemos, es hasta la fecha el ingeniero Carlos López Medina, el buen “Chato López” (yo ya casi no le digo “dueño de media Ciudad Peluche” porque no está bien andar de chistoso y de grosero).
¿Pero por qué digo eso de que Aguas del Poniente es un “casi algo”?
Lo digo porque así como mi ex (jaja es ejemplo no lo tomen literal), Aguas del Poniente tiene todos los privilegios de ser, todas las libertades de no ser y además… paga mal.
Les explico un poco más fácil: aunque Chato López es el que parte, comparte, salpica, contrata, cobra y trata todo lo que tenga que ver con el líquido vital en esa zona, es fecha que no tiene concesión. Es, pero no es.
Es decir que si fuera taxi, Aguas del Poniente andaría circulando sin papeles, pero cobrando los viajes.
Si fuera estación de radio, estaría transmitiendo y cobrando los comerciales pero sin título que lo avale.
Si fuera doctor, andaría operando sin título.
Basta darse una vuelta en la página de la empresa para que usted verifique que no existe el título de concesión y que en su lugar se ha publicado el acta de cabildo de aquel lejano 2008.
Pero viene la contraparte ¿El Chato entonces además de cobrarle a usted, no le paga ni un peso al Interapas?
No, y no porque no quiera sino porque no puede. Ninguna autoridad municipal, desde Victoria Labastida, Mario García, Ricardo Gallardo Juárez, Xavier Nava… previeron en su ley de ingresos, el poder cobrar la parte de la contraprestación que debió ingresar al ayuntamiento desde que Aguas del Poniente “disfruta” de su concesión (que no le han dado…).
Por eso le digo que es un “casi algo” y muy paradójico: Si cobra pero no puede pagar, si es la empresa operadora en la práctica, pero no tiene el título jurídica y técnicamente.
Sobre las cifras que se deben, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí hace unos años realizó un estudio al respecto resultando que Aguas del Poniente ha tenido un impacto en contra del Interapas de unos 290 millones de pesos. No obstante hay algunas interpretaciones que nadie se ha molestado en tomar en consideración, y hay otras voces, incluidas las del propio Chato López, que hablan de un adeudo de apenas unos 6 o 7 millones de pesos y nada más.
Ni ese gato tiene tres pies, ni el olmo da peras, ni lo que es parejo es chipotudo:
–Si las autoridades municipales no han querido cobrar a Aguas del Poniente, es por “prudencias” y tamices políticos y no necesariamente con el empresario López Medina, sino con los habitantes de su fraccionamiento.
¿Alguien quiere un pleito con ellos al dejarlos sin agua de la noche a la mañana?
¿El propio Interapas, tiene la capacidad para en un parpadeo, cambiar las tomas de toda la plaza, todo el fraccionamiento y todo el polígono para hacerse cargo del servicio?
-Si el Chato no ha pagado no es porque no quiera, es porque simplemente el “limbo” jurídico se lo permite
-Si para Aguas del Poniente, la deuda es tan poca, el agua no es negocio y le ha dado tantos problemas, pues que se desista de su concesión y listo.
En diciembre se vence técnicamente el término de la misma, aunque se dice que jurídicamente se puede pelear un año y medio extra porque no se disfrutó por completo durante los 15 años establecidos… insisto: si da tantos problemas y no es negocio, pues como para qué pelearse para sostenerla (entre comillas).
Aquí, una observación importante: Aguas del Poniente no es el único deudor ni el único concesionario.
En próxima entrega le podré contar por ejemplo, de la concesión que disfruta el Club Campestre de Golf, que desde 1994 no paga un solo centavo de agua ni tiene por qué hacerlo gracias a los privilegios que les otorgó en su momento el alcalde Mario Leal Campos.
Los vecinos del Campestre pagan a la asociación de colonos y san se acabó. Para ellos nada de sufrir por agua y ni quien se atreva a verificar si su planta tratadora efectivamente siga funcionando y cómo.
También es tiempo de que analicemos el tema de los fraccionamientos como Villa Magna, que se vendieron con la promesa de “agua gratis” (literal en el contrato) y hasta hace apenas muy poco se quieren regularizar en condiciones ventajosas para los desarrolladores y en contra de los intereses de los vecinos que compraron de buena fe.
El fraccionamiento La Vista tampoco reporta un peso, usa su propio pozo y cobra su propia agua.
La mega plaza comercial The Park en periférico sur, que está a unos meses de inaugurarse, tiene la autorización (gracias Xavi Nava) para una sola toma para cientos de locales y viviendas… una sola toma.
En fin (jaja me sentí Armando Acosta pero brincos diera yo) la lista negra del Interapas, el nombre de todos los creadores de los más de mil 190 millones de pesos de deuda, estará pronto en mis generosas y hábiles manos.
El alcalde Galindo hasta la fecha, ha sido muy cortés para revelar con nombres y apellidos a las personas y empresas que han generado durante años un hueco profundo en las finanzas del organismo, sin embargo el que esto escribe no se distingue por ser necesariamente prudente ni discreto y tarde que temprano la solicitud de información al respecto tendrá que estar en mi par de manos favoritas.
Por último, ¿El dinero resolverá la crisis del “golpe seco” que se avecina? No, y lo he dicho en varios formatos: el dinero no produce agua, pero exigir a los privilegiados que no pagan por un servicio que sí tienen, por lo menos genera justicia para los no privilegiados que sí pagamos, pero no tenemos.
A los hijos de mis orientes, nortes y sures de todas las colonias y barrios, es decir al “infelizaje” (Serrato Dixit)
¿Nos perdonan un solo peso, tengamos o no tengamos agua? A nosotros ni una concesión chiquita…
No se vale, todos vivimos en la misma vecindad.
Hasta aquí en apuntes de viernes mi querido y Culto Público, debo ir a ensayar la coreografía de la canción “Soldado del Amor” porque la voy a bailar como desenfrenado mañana en el concierto de Mijares con el que se inaugura el Festival San Luis en Primavera en Fundadores.
Atentamente,
Jorge Saldaña.
BEMOLES
ESTAMOS DE MODA
Me cuentan que en el Tianguis Turístico de la CDMX, San Luis Potosí destacó fuerte. El stand del gobierno estatal atendido por la secretaria Aurora Mancilla, fue uno de los mas socorridos y se hicieron por lo menos 20 acuerdos con estados y con operadores. El stand de la capital llamó mucho la atención por llevar una muestra de la Procesión del Silencio, acto que generó buenos resultados y expectativas. #BuenosVientos
AMD
Con mucho profesionalismo, apertura y madurez, por fin en SLP se conformó una asociación de dueños y directores de medios de comunicación. Celebro y agradezco la iniciativa y sus objetivos. No hay intervención editorial entre sus miembros sino respeto, no hay cables cruzados ni mezquindades. No hay correas, hay oportunidades de dignificar y modernizar al siempre generoso y audaz gremio. #LargaVida
También lee: Lo del agua ya hizo agua | Apuntes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
“México, esta niebla que arde” | Apuntes de Jorge Saldaña
APUNTES
Culto Público, si no han leído la novela “Niebla Ardiente” de la muy joven escritora, Laura Baeza, les recomiendo hacerlo como desde ayer
Tuve la oportunidad de conocer a Laura personalmente hará unos cuatro años, ¿Qué les digo? Una de esas circunstancias alineadas que convergieron en el segundo piso de la librería Gandhi del centro, la de los Arcos Ipiña.
Fue en un taller breve de escritura creativa previo a la presentación formal de su libro, el que les recomiendo. Si conocerla fue una circunstancia, convivir con ella e intercambiar casualidades fue de plano como regalo de estrella fugaz.
Fui de los selectos y afortunados que en grupo terminamos sentados con ella en “La Oruga y la Cebada” en el Callejón San Francisco, conversando sobre lo que duele y lo que salva, entre un par de cervezas y una cena sencilla.
Ella me firmó su libro con una frase que ahora, en este 25 de noviembre, regresó a mi atormentada cabeza: “A Jorge, que siempre nos una el deseo por hallar algo más en esta realidad tan rara…con todo cariño, Laura Baeza”. El momento de por sí, ya era una realidad rara.
A la distancia, empiezo a creer que su frase fue más que optimismo, y es más un deber moral, y es que su ficción (vuelta a releer en estos días) se parece demasiado a México.
No es “spoiler” (o como se diga) pero “Niebla Ardiente” detalla el regreso de su protagonista Esther a México pensando en encontrar a su hermana Irene, quien había desaparecido hace años, y a quien creía muerta, cuando de la nada, un primero de enero en un reportaje que vio en la televisión, Esther la reconoce en una marcha y se lanza en su búsqueda.
Pero la novela, la primera de Laura (y creo que premiada) realmente no comienza allí. Comienza donde casi todas las historias de violencia en este país empiezan: en los pasillos de la burocracia, en los que los papeles cuentan más que las personas.
Esther aparece en un México reconocible para cualquiera: expedientes mutilados, archivos “perdidos”, oficinas donde la verdad siempre llega después de que las secretarias coman sus gorditas grasosas y funcionarios que usan el futuro para encubrir lo que nunca harán.
Es en esa atmósfera donde la desaparición deja de ser un crimen y se convierte en un proceso. Como alguien escribió: los países se definen por cómo recuerdan; México, al parecer, se define en cómo olvida.
En medio de esa maquinaria oxidada, Esther descubre a un policía. No es un héroe: es un hombre cansado que simplemente no rompe las reglas pero las dobla para que la realidad duela un poco menos. Ese personaje era como algo que escribió una pensadora feminista de la que en este momento no recuerdo su nombre “la dignidad aparece cuando alguien no mira hacia otro lado”.
En fin, siguiendo con la novela y nuestra realidad, este policía mira. Acompaña. Abre una grieta. Y sin embargo, ni siquiera es lo suficientemente poderoso para luchar contra un país donde las fosas clandestinas actúan como el archivo nacional.
La comparativa y reflexión con la novela va porque hoy es 25 de noviembre y México sigue siendo esa tierra donde la violencia parece que no importa, sino que se repite. Casi 2 feminicidios cada día. 3,284 mujeres asesinadas en 2024. 89% de impunidad. Una agresión física cada siete minutos. Más de 10 millones de mujeres violentadas digitalmente. En San Luis Potosí, 24,000 víctimas por cada 100,000 mujeres.
Uno quisiera creer que estos números son de un país lejano, pero no. Están aquí, sobre las mismas banquetas que caminamos todos los días. Ese es el verdadero crimen de México: haber entrenado a la gente para no sorprenderse.
Sí, no se debe negar que mucho se ha hecho pero poco alivia (hoy casi todos los gobiernos e instituciones hablan de esto, pero mañana la rutina sigue).
Sí, con la llegada de Claudia Sheinbaum como la primera presidenta de México, llegaron todas…excepto las que no alcanzaron a llegar porque les truncaron la vida.
El nuestro, es un país donde buscar es amor—y protesta.
Igual que como ocurre en la novela de Laura, que no describe un país imaginado sino nuestro México. Uno donde las hermanas encuentran hermanas, donde las madres encuentran hijas, donde las mujeres salvan mujeres. Un país donde todavía hay justicia, pero casi siempre fuera de los edificios públicos.
Y así como Esther enfrenta la niebla, miles enfrentan la opacidad del Estado día tras día: ventanas cerradas, sistemas incompatibles, versiones contradictorias, funcionarios que deletrean la palabra “protocolo” como si lanzaran un hechizo contra la verdad.
México es hogar de una burocracia tan grande que hasta la violencia tiene formularios que completar.
Tras varios años de no recordar la anécdota con la escritora, hoy vuelvo a esa dedicatoria: “encontrar algo más en esta extraña realidad…”
Ese “algo más” no es una esperanza ingenua. Es algo que se parece más a la obligación de nunca acostumbrarse, “la memoria es la única defensa contra la repetición del horror”.
Por esa razón, espero, que por cada mujer desaparecida o mujer luchando por no desaparecer, o lidiando contra cualquier tipo de violencia, recordemos que la niebla espesa arde. Y que si arde, es porque la herida está abierta.
Hasta la próxima. Jorge Saldaña.
También lee: La IA, periodismo, y la coartada perfecta | Apuntes de Jorge Saldaña
#4 Tiempos
Diego José Abad ilustre formador de potosinos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
El majestuoso edificio central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí que fuera construido en el siglo XVII y alojara a la Compañía de Jesús se convertiría en un edificio característico de la educación en San Luis Potosí. En ese edificio funcionaría el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús orientado principalmente a la educación de primeras letras; posteriormente se establecería en dicho edificio el Colegio Guadalupano Josefino instaurado por Gorriño y Arduengo siendo el primer establecimiento de educación secundaria o superior en San Luis, dando paso posteriormente, al reinstaurarse la República al Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí que se convertiría en el primer establecimiento en obtener la autonomía universitaria dando paso así, en el mismo edificio, a la actual Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
De los profesores ilustres que tendría el Colegio de San Ignacio de San Luis Potosí, se encuentra Diego José Abad, uno de los impulsores del pensamiento moderno en México y que tuviera influencia del jesuita Rafael Campoy, también profesor en San Luis Potosí y de quien tratamos en anterior entrega de El Cronopio en La Orquesta.
La física, o filosofía natural, formaba parte del cuerpo de temas de la filosofía en los cursos que de ella se realizaban en Nueva España y se dedicaba una parte a la lectura de temas de física, principalmente la aristotélica. De esta forma existirían manuscritos sobre la física como parte de cursos de filosofía, situación que se haría común, al ser redactados apuntes para los diversos cursos que se ofrecerían en Nueva España. La mayoría de esos textos se encuentran perdidos, pero existen las referencias que aseguran su presencia, los cuales fueron escritos, en su mayoría, por sacerdotes y frailes que pertenecían a diferentes órdenes religiosas.
Diego José Abad, puede considerarse el más profundo de los jesuitas innovadores; su Curso fue muy influyente, es bastante completo y se ven por todas partes las influencias modernas. Este curso, que ya no lleva el nombre de Cursus Philosophicus , sino simplemente el de Philosophia, aparece en un manuscrito del Colegio de San Pedro y San Pablo de México, cuyo contenido se enseñó desde 1754 hasta 1756.
Comprende la lógica, la física y la metafísica. Es el primer intento de asimilar (y no simplemente de atacar, como hasta entonces se hacía las más de las veces) las ideas modernas . En particular, se refiere a Gassendi y los atomistas, y trata de conciliar el atomismo con el hilemorfismo aristotélico. Intenta hacer lo mismo con Descartes, opuesto al gassendismo.
Habla de la necesidad de construir la física con ayuda de la experimentación y la matemática. Acepta el atomismo en el campo físico, mas no en el metafísico. Dice que muchas ideas aristotélicas sobre el cielo han sido abandonadas por los escolásticos después del descubrimiento del telescopio, mediante el cual se han podido ver las manchas del Sol. Lo mismo en cuanto a la noción del vacío, después de los experimentos de Torricelli, Otón de Gericke y Roberto Boyle. Cita a Maignan, y mucho a Descartes en cuestiones de filosofía del hombre. Aunque las más de las veces defiende la tradición, ya se muestra abierto a integrar ideas de la filosofía moderna.
Fue profesor del Colegio de jesuitas de San Luis Potosí donde enseñó gramática a los potosinos y donde fincó su formación filosófica sin rechazar las ideas del pensamiento moderno, pero con una posición crítica.


Diego José Abad nació en Jiquilpan en 1727 y tras la expulsión de los jesuitas moriría en Bolonia en 1779.
Si se interesan en ubicar su obra en el ambiente cultural y científico de la Nueva España pueden consultar nuestro artículo: Manuscritos y libros Novohispanos y Mexicanos de Física y Filosofía Natural, en la dirección:
También lee: Francisco Gándara, primer ingeniero higromensor potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Jesús duerme en la popa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
“Al atardecer de ese mismo día, Jesús les dijo: ‘Crucemos a la otra orilla’. Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya. Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal. Lo despertaron y le dijeron: ‘¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?’. Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: ‘¡Silencio! ¡Cállate!’. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma. Después les dijo: ‘¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?’. Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: ‘¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?’” (Marcos 4, 35-41).
Todavía hoy, cuando pareciera que hemos alcanzado el dominio total de la naturaleza, viajar por mar –no digo sobrevolándolo en un avión, sino cruzándolo en un barco- es una experiencia sobrecogedora. ¡Qué indefensa viaja nuestra embarcación por los caminos del océanoi¡! Y si durante la noche se desata una tormenta, tanto peor: aun el barco más grande no parece sino una cáscara de nuez. En 1912, los tripulantes del trasatlántico más lujoso y sofisticado del planeta creyeron que el mar, gracias al ingenio humano, estaba ya domesticado; sin embargo, no fue así, y debieron pronto de rendirse a la evidencia: el Titanic se hundía, y ellos con él y en él…
El mar era y sigue siendo el símbolo de lo indomesticable, de lo ingobernable, de lo terrible. Para los antiguos, el mar estaba poblado de monstruos horribles cuyo solo nombre helaba la sangre. Nosotros sabemos, más o menos, lo que son las olas, pero para los antiguos éstas eran el efecto del movimiento de las criaturas marinas. Ahora bien, si tal era el pensamiento de los antiguos, ¿qué de raro tiene que, ante el huracán, los discípulos se pusiesen a gritar, poseídos del pánico más espontáneo y sincero?
El mar es siempre terrible, sí, pero Dios es más grande que el mar. Únicamente Él puede calmarlo porque es el Señor de los elementos del mundo: “El Señor habló a Job desde la tormenta: ¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando le puse un límite con puertas y cerrojos y le dije: ‘Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas’ ”? (Job 38, 8-11).
Al crearlo, Dios puso al hombre un límite: “Podrás comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, pues, si lo haces, perecerás sin remedio” (Génesis 2, 16-17); y, al crear el mar, también le impuso un límite: “¡Hasta aquí llegarás! ¡De aquí no podrás pasar!”. Por eso, cuando Jesús calme la tormenta y las aguas se aquieten al puro mando de su voz, los discípulos se preguntarán unos a otros, maravillados: “¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”.
Ahora bien, si sólo Dios puede apaciguar el mar, entonces… Entonces los discípulos, por así decirlo, empezaron a sacar conclusiones…
“Un día, al atardecer… Así comienza el relato. Conviene tener presente, pues, que es ya de tarde, y que la oscuridad añadirá un punto de dramatismo a la escena que seguirá, ya dramática de por sí. Según éste, no es sólo que la barca fuese zarandeada por la tempestad: es que el agua se estaba metiendo ya por todas partes.
¿Y Jesús qué hace, mientras tanto? No hace nada. Él, a lo que parece, no se daba cuenta de lo que pasaba, pues “estaba dormido sobre un almohadón”. Los discípulos lo despertaron, y hay en su ruego una pizca de ironía, como si le dijeran: “Oye, Señor, esto va a pique. ¿Podrías hacernos el grandísimo favor de despertarte?”.
“Jesús se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: “¡Silencio, cállate!”. El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: “¿Por qué son tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”. Oligópistoi: así lo llama; con esta palabra griega los reconviene. Hombres asustadizos, apocados, temblorosos: gelatinas vivientes. Oligópistoi: hombres sin fe.
Los Padres de la Iglesia, hombres muy sagaces en la interpretación de la Escritura, vieron en esta tormenta una imagen de las agitaciones del corazón humano y compusieron bellísimos sermones en torno a este asunto. En una de sus Meditaciones (n. 37) dice así, por ejemplo, San Agustín (354-430):
“¡Dios mío, mi corazón es como un ancho mar siempre agitado por las tempestades: haz que encuentre en ti la paz y el descaso. Tú has increpado al viento y al mar para que se calmaran, y a tu voz se han apaciguado; ven a poner paz en las agitaciones de mi corazón, a fin de que todo en mí sea sosiego y tranquilidad, para que pueda poseerte a ti, mi único bien… Oh Dios mío, que mi alma, libre de pensamientos tumultuosos, se esconda a la sombra de tus alas. Que encuentre junto a ti un lugar de refrigerio y de paz, y toda transportada de gozo pueda cantar: ‘Ahora puedo dormir y descansar en paz’… Mi alma no puede gozar de paz y seguridad, Dos mío, si no es bajo la protección de tus alas. Que ella permanezca, pues, en ti y sea abrasada con tu fuego”.
Ya se trate, pues, de agitaciones interiores, ya de percances exteriores, lo importante es esto: que Jesús y nosotros viajamos en la misma barca, y que aunque nos esté permitido algunas veces gritar, no nos lo está, por ningún motivo, desesperar. Aunque parezca que duerme, Dios vela por los suyos; en consecuencia –como ha dicho alguien-, cuando uno está “embarcado” con Jesús no hay nada que temer.
“Jesús permanece cerca de los suyos y éstos pueden contar con su ayuda cercana a pesar de todas las apariencias en contra… Así pues, el peligro para los creyentes está en olvidarse de que están en camino y que Jesús les acompaña en el trayecto” (Joseph Imbach).
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