#4 Tiempos
Coronavirus y la revolución de las conciencias | Columna de Oscar Esquivel
Desafinando
El mundo corre de prisa: la tarea diaria, el tráfico, las deudas, la salud. Caemos en el aturdimiento emocional, la velocidad que se imprime para ejercer una acción constante, el querer mejorar todo en poco tiempo, permite que caigamos en el error de la desesperación.
Prisioneros en nuestras propias exigencias, ya no se razona, olvidamos la ética que debería conducirnos al encuentro a la razón colectiva. Por el bien de todos hagamos conciencia de no correr para alcanzar metas personales, más bien, para generar un conjunto de acciones donde se permita la entrada de las ideas, debatirlas y como resultado, se obtendrán beneficios para alcanzar el bien común.
Muy pocos hombres comprenden lo que es la conciencia, muchos otros como raza humana, tal vez solo alcancen a ceñirse al “deber”, lo que significaría actuar de manera conducente ante situaciones marcadas por las normas o las leyes. Pero el generar conciencia va mucho más allá, es el deber, sumando al pensamiento crítico, guiado de igual forma, por su propia moral, como resultado, nacerá “un hombre de conciencia” y de aquel que se jacte de ser una persona universal.
“La verdadera seguridad es el testimonio de la buena conciencia”: Santa Teresa. El polímata, suizo del siglo XVII un observador del arte, las ciencias, la política y las humanidades, Jacques Rousseau, menciona: “Existe para toda la especie humana una regla básica anterior a la opinión y es la conciencia; inflexible debe ser esta dirección, la regla a las que todas las reglas deben referirse”
En este contexto, la conciencia debe ser la mejor aliada, y más, atrevernos a participarla en un momento crítico como el que vivimos, la conciencia es el mejor consejero y también nuestro implacable juez, no solo a conveniencia particular, escuchemos la voz de la conciencia y el mundo será otro.
Limitar el florecimiento de la conciencia colectiva da como resultado la provocación, el acallar los gritos de los insensatos como lo hacen con nosotros mismos de manera natural, sin sustentos firmes, mal informados; comúnmente los generadores de la murmuración, los enredos y lo peor , convertidos “opinadores”, negados a tomar un libro, enterarse del conocimiento adquirido por otros, ellos son los que conforman el odio hacia todo aquel que pretenda realizar una “revolución de las conciencias”.
Los dias transcurren, estamos en el numero veinte desde que el primer infectado por el coronavirus dio positivo en nuestro país, las noticias de China venían, lo veíamos tan lejano, y el tiempo nos alcanzó, la pandemia se propagó por el mundo, asustando, atemorizando, reventando la economía, caídas de las bolsas de valores por el mundo, las monedas devaluadas; la poca información de los jefes políticos del mundo hacia sus ciudadanos, hizo de los reclamos exigencias de políticas públicas adecuadas, técnicas y contundentes.
En nuestro país no fue diferente, más bien, no es diferente. Si la polarización ya era marcada, se acentuó y creció como bola de nieve; basta ver unos minutos las redes sociales, todos nos convertimos en jueces de la conciencia, “El Presidente no tiene conciencia, es un loquillo”, “esconden cifras”, “los ricos nos trajeron la enfermedad, y él como si nada”, toda clase de calificativos y demostraciones poco afectivas hacia sus “madres” la de él y sus colaboradores.
En las redes, los muros de los usuarios llenos de noticias falsas, y aun así, desinformados suben a la red sus contenidos, provocando irritación social, pánico y hasta enemistades, la conciencia muriendo lentamente.
La irresponsabilidad es el signo de Caín, bien puesto y bien llevado por muchos, comenzando por los “grandes periodistas de México”, un tal Lopez-Doriga difundiendo la muerte del empresario Kuri, socio de Carlos Slim, secundado por un ejército de periodistas corruptos, afines a los regímenes anteriores, Carlos Loret, el cínico de Ciro Gómez, Fernanda Familiar por nombrar algunos, se mostraron como buitres carroñeros, querían un muerto para denostar y dejar caer su odio… hasta el día de hoy, el empresario no ha muerto.
Desafortunadamente falleció el primer hombre por el Covid -19, el fallecido era un hombre de 41 años, padecía diabetes, una enfermedad que da mayor condición de gravedad de los síntomas por el virus. El 3 de marzo a pesar de la advertencia de no acudir a actos masivos, asistió al concierto de un grupo llamado Ghost, en el Palacio de los Deportes, presentó síntomas y se internó el día 9 marzo, muriendo el día 18. Su deber: ir al concierto. Su justificación irresponsable: “ya había adquirido los boletos”. Si hubiera reflexionado responsablemente con conciencia, tal vez estaría aún vivo… cuando la muerte llama, ni Dios Padre.
Si no se toma conciencia, la irresponsabilidad de algunos dará la pauta para mayores contagios, como un ejemplo que aparentemente le afecta solo a una apersona que sin razonamiento lógico de sus actos, el presidente del Club Atlético de San Luis, viajó a España después del encuentro del Atlético con el Monterrey, la semana antepasada. A su regreso, conociendo la situación en España, hace caso omiso a las indicaciones de salubridad y no se somete al control de aislamiento de 14 días. Continuó realizando su vida como si nada, convive con los jugadores. ¿Qué estaría pensando el Sr. Marrero?, no solo expone su vida, si no la de cientos, miles de aficionados que acuden al estadio o los entrenamientos de los jugadores.
Sé que estamos aturdidos, nos sentimos vulnerables, se escuchan tambores que generan miedo, angustia. El coronavirus no debe llegar para quedarse, si hacemos lo que nos corresponde, y eso es primeramente tomar conciencia de no generar pánico, seguido de atender las recomendaciones, no asistir a eventos multitudinarios, lavarse las manos de manera constante, estornudar debidamente dentro del brazo, usar gel antibacterial, si se padece diabetes, hipertensión o enfermedades autoinmunes, hacer doblemente lo que se indica.
Del tamaño de la revolución de conciencia que formemos, de igual manera saldrá el coronavirus más rápido de nuestras vidas.
Nos saludamos pronto.
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#4 Tiempos
El administrador astuto | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
«Un hombre rico tenía un administrador y le fueron con el cuento de que éste derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que oigo decir de ti? Dame cuenta de tu gestión porque quedas despedido”» (Lucas 16, 1-15).
Cuando Jesús contó esta parábola nada dijo de cómo recibió el administrador tan mala noticia. ¿Retrocedió espantado?, ¿sintió que el piso se movía bajo sus pies como un tapete?, ¿intentó defenderse o ya por lo menos justificarse? Nada de esto sabemos; lo que sí sabemos, en cambio, es que más bien se puso a hacer cálculos en su interior, diciendo:
«-¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, haya quien me reciba en su casa!».
El foco, como se dice, se le había prendido. Pero, ¿qué era eso? Quiero decir, ¿qué fue se le ocurrió para que ahora que estaba desempleado no le faltara por lo menos un mendrugo de pan y un vaso de agua fresca? En realidad, algo muy ingenioso y sutil: como aún no había rendido el informe que le exigía su amo, todavía era tiempo de alterar ciertos papeles… Y esto es lo que hizo:
«Fue llamando uno por uno a los deudores de su amo y preguntó al primero:
»-¿Cuánto debes a mi patrón?».
La pregunta, por supuesto, era retórica, pues los documentos los tenía él en su mano y a la vista, y bien escrito estaba en ellos el monto de la deuda; lo que quería, más bien, era causar en su interlocutor un cierto impacto difícil de olvidar.
«-Cien barriles de aceite –respondió el deudor, que aún no sabía muy bien de qué iba la cosa.
»-Aquí está tu recibo; date prisa, siéntate y escribe: cincuenta».
Ya podemos imaginar el gozo con el que éste hizo lo que el administrador le pedía. ¡Le estaba perdonando nada menos que la mitad de la deuda! Es como si yo debiera al banco 100.000 pesos y de pronto el gerente me mandara llamar para decirme, guiñándome el ojo, que a partir de ahora no debo más que 50.000. ¿No era esto como para ponerse a gritar de alegría e invitarle un café en el restaurante más elegante de la ciudad?
El administrador mandó llamar al segundo deudor y le hizo la misma pregunta que al primero:
«-¿Cuánto debes a mi patrón?
»-Cien costales de trigo –dijo éste a su vez.
»-Aquí está tu recibo: escribe ochenta».
Y así hizo con todos los otros. Si de cualquier manera lo iban a despedir; mejor dicho, si ya estaba despedido, ¿qué perdía haciendo lo que hizo? ¡No perdía nada! Todo lo contrario: se jugó la última carta y había ganado, porque estos deudores iban a quedar eternamente agradecidos con él. ¡Su vejez estaba asegurada, pues un día lo invitaría uno a su casa a comer, y otro día otro! Ya no tendría que mendigar ni que andar por las calles del pueblo extendiendo la mano en busca de un pedazo de pan… Se retiraba, por decir así, con la cabeza levantada y pisando fuerte.
¡Qué hombre más inteligente!
Jesús mismo no pudo menos de alabar su ingenio. ¡Cómo, antes de ser despedido, supo hacerse amigos que después ya no lo dejarían solo! «Por eso les digo yo –concluyó el Maestro-: con el dinero, tan lleno de injusticia, gánense amigos para que, cando esto se acabe, los reciban en las moradas eternas».
Con esta sencilla historia, Jesús ha querido responder a estas dos preguntas que, si no fueran eternas, creeríamos que son banales «¿Para qué sirve el dinero?, ¿para qué sirve el poder?». Y su respuesta es: para que te hagas todos los amigos que puedas: sólo para eso. ¿Eres rico? Hazte amigos. ¿Eres poderoso, ocupas un cargo de cierta importancia? Hazte amigos igualmente.
Hay quienes, al tomar posesión de un cargo, empiezan a ver a los demás mortales como a hormigas (¡tan encumbrados se sienten ocupando su flamante escritorio de caoba!). Bien, que se anden con cuidado, porque no siempre estarán ahí, porque la rueda de la fortuna gira y gira y no es nada seguro que los que están arriba permanezcan en la cumbre eternamente. Sí, la fortuna es una rueda que no deja de girar: los que hace poco estaban abajo, resulta que ahora están arriba, y si no los trataste bien cuando tenías la sartén por el mango, como se dice, ellos lo recordarán una y otra vez, y ahora será la suya.
Hay quienes piensan que el poder es necesario para enriquecerse, y que el enriquecimiento es ya en sí mismo una forma de poder; en una palabra, que la riqueza y el poder se bastan a sí mismos. Si así es como piensas tú, déjame decirte, lector, que te equivocas. ¡Rompe el círculo! Hoy que la vida te ha favorecido, favorece a los que puedas, porque nada sabes del futuro. Haz como el hombre de la parábola: gánatelos a todos, porque no siempre serás administrador y quizá un día el patrón de turno te mande llamar para decirte:
-Dame cuenta de tu gestión porque estás despedido.
Si esto te dijeran sin que te hubieras hecho amigo de nadie, entonces sí que estarás perdido.
Toda la sabiduría de la vida está en esta sencilla parábola. Hazte amigos ahora que puedes; porque, si no lo haces ahora, quién sabe si lo podrás hacer mañana. «Conoce la ocasión o la oportunidad»: según Pítaco, el filosofo griego, no había conocimiento en el mundo más útil que éste.
Sí, aprovecha la oportunidad, porque mañana, sin que te des cuenta, quizá sea ya demasiado tarde.
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#4 Tiempos
Una carrera interesante | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Hablar de Javier Hernández es repasar una de las trayectorias más influyentes en la historia del fútbol mexicano. Durante más de una década, su nombre fue sinónimo de gol, entrega y ambición. Desde aquel salto meteórico con Chivas y su inesperada irrupción en el Manchester United, su carrera parecía escrita con tinta dorada, la sonrisa eterna, los goles decisivos, la capacidad de transformar oportunidades mínimas en celebraciones memorables.
Fue un delantero que supo abrir puertas donde antes había muros, ese killer del área de los goles inverosímiles, ese que se autoasistía y remataba de forma poco ortodoxa. Marcó en Champions, conquistó Inglaterra, dejó huella en Alemania, se reinventó en Estados Unidos y llevó la camiseta de la selección mexicana con una voracidad que lo convirtió en el máximo goleador nacional. Por años, “Chicharito” representó la imagen internacional del fútbol mexicano, un jugador valiente, de carácter humilde pero competitivo, respetado en los mejores estadios del mundo.
Sin embargo, el final de su recorrido no ha tenido el brillo que merecía. Lo que alguna vez fue una historia ascendente hoy se siente atravesada por decisiones discutibles, lesiones inoportunas y un desgaste emocional evidente. Su último tramo estuvo marcado por conflictos internos, mensajes crípticos, ausencias prolongadas y un regreso al fútbol mexicano que lejos de ser un homenaje terminó convirtiéndose en un episodio incómodo.
El fútbol (caprichoso como es) rara vez permite despedidas perfectas. Pero en el caso de Hernández, la caída se volvió más abrupta porque contrastó con la grandeza de su pasado. El delantero que antes definía clásicos europeos comenzó a perder protagonismo, a caer en dinámicas polémicas y a mostrarse d esconectado del nivel competitivo que lo acompañó tantos años.
El problema no es que el tiempo pase, eso es inevitable, sino que su final se alejó del tono que él mismo construyó, profesional, disciplinado, alegre y comprometido. En lugar de un cierre elegante, lo que quedó fue un recorrido lleno de dudas, con más conversaciones sobre su comportamiento que sobre su fútbol. Y eso, para una figura de su magnitud, duele más que cualquier descenso de rendimiento.
Aun así, su legado permanece intacto. Javier Hernández abrió puertas para generaciones completas. Demostró que un jugador mexicano puede competir, destacar y ser determinante en las ligas más exigentes del planeta. Su historia inspira no por su final, sino por su cima; no por su último capítulo, sino por todos los que escribió antes con una pasión que marcó época.
El cierre no fue el ideal, es cierto. Pero incluso en medio de su declive, hay una verdad que nadie puede borrar: México no ha tenido (ni tendrá pronto) un delantero con su impacto internacional. Su carrera merece leerse como lo que fue, un ejemplo de cómo la disciplina puede convertir sueños improbables en realidades extraordinarias, aunque el final no haya estado a la altura de su legado.
A veces, las grandes historias no terminan como quisiéramos… pero siguen siendo grandes, y por lo menos, interesantes.
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#4 Tiempos
El Piano eléctrico: desarrollo potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Los diseños de pianos electromecánicos tuvieron su auge en 1929 y en la década de los cincuenta del siglo XX comenzaron a usarse en audiciones públicas. La historia de su desarrollo menciona los nombres de Lloyd Loar, Benjamin Meissner, Rudolph Wurlizer, Harold Rodhes y el piano Neo-Bechstein, entre los principales.
Sin embargo, el nombre de Francisco Javier Estrada no aparece en estos recuentos, a pesar de haber sido el primer reporte de un diseño de piano eléctrico a nivel mundial, como resultado de sus investigaciones en reproducción del sonido por medios eléctricos. El reporte público de Estrada se realizó el 19 de diciembre de 1878 en el periódico El Siglo XIX, donde Estrada daba cuenta de sus experimentos con una cuerda vibratoria y su transducción a señal eléctrica, mediante una membrana de tambor que amplificaba el sonido. Estrada, solo presentó su idea y diseño y la puso al servicio de los interesados a finde que pudieran materializarla y mejorarla, al no poder solventar los gastos necesarios para su construcción y la falta de servicios artesanales especializados. Estrada decidía publicar los principios y la descripción del instrumento citado, temeroso de que algún día, no muy lejano, se presentara del extranjero algún instrumento de música idéntico o semejante, o lo que era peor, alguna petición exótica de privilegio con perjuicio de los artesanos mexicanos.
Ochenta años mediaron entre la publicación del diseño de Estrada y la materialización en el extranjero de un piano eléctrico con funcionamiento electro-mecánico.
Para mayores detalles y más información pueden consultar mi artículo alojado en la dirección:
(PDF) Francisco Javier Estrada el inventor del piano eléctrico. Available from: https://www.researchgate.net/publication/396325293_Francisco_Javier_Estrada_el_inventor_del_piano_electrico.
Francisco Javier Estrada insigne científico potosino que destacó a nivel mundial en el ámbito de la física en el siglo XIX convirtiéndose en el físico más importante de México, tiene una numerosa contribución de aportes, de primicias mundiales, las cuales en su mayoría son desconocidas o adjudicadas a otros personajes.
Hemos estado realizando investigación y difusión sobre la vida y obra de este genial potosino, Francisco Javier Estrada y en esta columna del Cronopio en la Orquesta, hemos tratado algunas de esas trascendentales aportaciones.
Una de las aportaciones técnicas de Francisco Javier Estrada que no aparecen en los registros científicos históricos es la propuesta de reproducción del sonido por medios eléctricos. Su tema central de trabajo que implementó en la década de los setenta decimonónicos fue la reproducción del sonido, colocándose en la frontera del conocimiento en ese tema.
Como hemos apuntado en trabajos anteriores, muchas de sus aportaciones y primicias mundiales han quedado en el olvido y poco a poco se están rescatando para colocar en la palestra mundial el gran genio de Estrada, como el físico mexicano más importante del siglo XIX y uno de los principales a nivel mundial, cuyas glorias no se proyectaron por la idiosincrasia social del país, aunque su genio de cierta forma era reconocido en el país, aunque no lo suficiente.
Sistemas como el motor eléctrico, nuevos sistemas de telefonía y la comunicación inalámbrica son parte de sus aportaciones trascendentes que cambiaron a nuestras sociedades y cuyas aportaciones aprovechadas por otros científicos dejan de lado la aportación primaria de Estrada en la historia de la ciencia y la tecnología. Como una aplicación de sus investigaciones en electromagnetismo y reproducción del sonido, se encuentra su propuesta de un piano eléctrico, cuyos experimentos base realizó en San Luis Potosí y con los que propuso un diseño para la construcción de un piano eléctrico que transformaba las vibraciones acústicas en eléctricas con el fin de amplificar el sonido.
El piano como tal no pudo construirlo por carecer de recursos suficientes, así como problemas para abastecerse de los materiales necesarios y el apoyo de los constructores artesanos; sin embargo, publicó en medios de comunicación masiva sus propuestas con el fin de registrar su idea, sus experimentos y su diseño para la construcción del piano eléctrico y su extensión a otros instrumentos de cuerda.
Su propuesta era resultado de experimentos anteriores de Estrada con sistemas telefónicos, donde había realizado mejoras a los ya existentes, logrando construir teléfonos cuya reproducción del sonido era más clara y de mayor intensidad. Parte de esas mejoras las utilizaría en su propuesta del piano eléctrico, entre ellas los fundamentos de micrófonos de carbón y de la comunicación inalámbrica.
Los potosinos debemos estar orgullosos de Francisco Estrada y colocar su nombre como debe de ser, en la historia de la civilización.
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