junio 19, 2025

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#4 Tiempos

Coronavirus y la revolución de las conciencias | Columna de Oscar Esquivel

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coronavirus

Desafinando

 

El mundo corre de prisa: la tarea diaria, el tráfico, las deudas, la salud. Caemos en el aturdimiento emocional, la velocidad que se imprime para ejercer una acción constante, el querer mejorar todo en poco tiempo, permite que caigamos en el error de la desesperación.

Prisioneros en nuestras propias exigencias, ya no se razona, olvidamos la ética que debería conducirnos al encuentro a la razón colectiva. Por el bien de todos hagamos conciencia de no correr para alcanzar metas personales, más bien, para generar un conjunto de acciones donde se permita la entrada de las ideas, debatirlas y como resultado, se obtendrán beneficios para alcanzar el bien común.

Muy pocos hombres comprenden lo que es la conciencia, muchos otros como raza humana, tal vez solo alcancen a ceñirse al “deber”, lo que significaría actuar de manera conducente ante situaciones marcadas por las normas o las leyes. Pero el generar conciencia va mucho más allá, es el deber, sumando al pensamiento crítico, guiado de igual forma, por su propia moral, como resultado, nacerá “un hombre de conciencia” y de aquel que se jacte de ser una persona universal.

“La verdadera seguridad es el testimonio de la buena conciencia”: Santa Teresa. El polímata, suizo del siglo XVII un observador del arte, las ciencias, la política y las humanidades, Jacques Rousseau, menciona: “Existe para toda la especie humana una regla básica anterior a la opinión y es la conciencia; inflexible debe ser esta dirección, la regla a las que todas las reglas deben referirse”

En este contexto, la conciencia debe ser la mejor aliada, y más, atrevernos a participarla en un momento crítico como el que vivimos, la conciencia es el mejor consejero y también nuestro implacable juez, no solo a conveniencia particular, escuchemos la voz de la conciencia y el mundo será otro.

Limitar el florecimiento de la conciencia colectiva da como resultado la provocación, el acallar los gritos de los insensatos como lo hacen con nosotros mismos de manera natural, sin sustentos firmes, mal informados; comúnmente los generadores de la murmuración, los enredos y lo peor , convertidos “opinadores”, negados a tomar un libro, enterarse del conocimiento adquirido por otros, ellos son los que conforman el odio hacia todo aquel que pretenda realizar una “revolución de las conciencias”.

Los dias transcurren, estamos en el numero veinte desde que el primer infectado por el coronavirus dio positivo en nuestro país, las noticias de China venían, lo veíamos tan lejano, y el tiempo nos alcanzó, la pandemia se propagó por el mundo, asustando, atemorizando, reventando la economía, caídas de las bolsas de valores por el mundo, las monedas devaluadas; la poca información de los jefes políticos del mundo hacia sus ciudadanos, hizo de los reclamos exigencias de políticas públicas adecuadas, técnicas y contundentes.

En nuestro país no fue diferente, más bien, no es diferente. Si la polarización ya era marcada, se acentuó y creció como bola de nieve; basta ver unos minutos las redes sociales, todos nos convertimos en jueces de la conciencia, “El Presidente no tiene conciencia, es un loquillo”, “esconden cifras”, “los ricos nos trajeron la enfermedad, y él como si nada”, toda clase de calificativos y demostraciones poco afectivas hacia sus “madres” la de él y sus colaboradores.

En las redes, los muros de los usuarios llenos de noticias falsas, y aun así, desinformados suben a la red sus contenidos, provocando irritación social, pánico y hasta enemistades, la conciencia muriendo lentamente.

La irresponsabilidad es el signo de Caín, bien puesto y bien llevado por muchos, comenzando por los “grandes periodistas de México”, un tal Lopez-Doriga difundiendo la muerte del empresario Kuri, socio de Carlos Slim, secundado por un ejército de periodistas corruptos, afines a los regímenes anteriores, Carlos Loret, el cínico de Ciro Gómez, Fernanda Familiar por nombrar algunos, se mostraron como buitres carroñeros, querían un muerto para denostar y dejar caer su odio… hasta el día de hoy, el empresario no ha muerto.

Desafortunadamente falleció el primer hombre por el Covid -19, el fallecido era un hombre de 41 años, padecía diabetes, una enfermedad que da mayor condición de gravedad de los síntomas por el virus. El 3 de marzo a pesar de la advertencia de no acudir a actos masivos, asistió al concierto de un grupo llamado Ghost, en el Palacio de los Deportes, presentó síntomas y se internó el día 9 marzo, muriendo el día 18. Su deber: ir al concierto. Su justificación irresponsable: “ya había adquirido los boletos”. Si hubiera reflexionado responsablemente con conciencia, tal vez estaría aún vivo… cuando la muerte llama, ni Dios Padre.

Si no se toma conciencia, la irresponsabilidad de algunos dará la pauta para mayores contagios, como un ejemplo que aparentemente le afecta solo a una apersona que sin razonamiento lógico de sus actos, el presidente del Club Atlético de San Luis, viajó a España después del encuentro del Atlético con el Monterrey, la semana antepasada. A su regreso, conociendo la situación en España, hace caso omiso a las indicaciones de salubridad y no se somete al control de aislamiento de 14 días. Continuó realizando su vida como si nada, convive con los jugadores. ¿Qué estaría pensando el Sr. Marrero?, no solo expone su vida, si no la de cientos, miles de aficionados que acuden al estadio o los entrenamientos de los jugadores.

Sé que estamos aturdidos, nos sentimos vulnerables, se escuchan tambores que generan miedo, angustia. El coronavirus no debe llegar para quedarse, si hacemos lo que nos corresponde, y eso es primeramente tomar conciencia de no generar pánico, seguido de atender las recomendaciones, no asistir a eventos multitudinarios, lavarse las manos de manera constante, estornudar debidamente dentro del brazo, usar gel antibacterial, si se padece diabetes, hipertensión o enfermedades autoinmunes, hacer doblemente lo que se indica.

Del tamaño de la revolución de conciencia que formemos, de igual manera saldrá el coronavirus más rápido de nuestras vidas.

Nos saludamos pronto.

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#4 Tiempos

El primer poeta potosino, Pedro de los Santos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

Si bien desde los primeros años de la fundación existieron poetas en San Luis y se cultivó este género, como lo hemos tratado en anteriores entregas, estos personajes serían españoles avecindados en la ciudad; el primer poeta nacido en el siglo XVII en estas tierras en la ciudad de San Luis Potosí sería Pedro de los Santos.

Pedro de los Santos. Este personaje es uno de los nacidos en San Luis Potosí, nacería a mediados del siglo XVII; en 1699 era colegial de San Ildefonso y Familiar y Maestresala del virrey don Juan Ortega Montañés.

Emigraría muy joven a la ciudad de México, al parecer estudiaría también en la Real y Pontifica Universidad de México pues en su Romance aparece el título de Bachiller.

Su Romance es el único poema que se le conoce, fue escrito en 1700 y publicado en 1702 conociéndosele con el título de Romance en elogio a San Juan de Dios en las fiestas que hizo México por su canonización. Poema que tendría el segundo lugar en el certamen poético por la canonización de San Juan de la Cruz, que describió el Pbro. Br. Juan Antonio Ramírez Santibañez; donde se apunta: “El segundo lugar, se le dio al que puede tener plaza de Músico suave, pues tira gajes de cantor en el palacio de Apolo y ser Maestresala de las Musas, al Bachiller donde Pedro de los Santos, maestre de la sala del Exmo. Sr. Dr. Don Juan de Ortega Montañés, del Consejo de su majestad, arzobispo de México, segunda vez Virrey, Gobernador, Capitán General de esta Nueva España y Presidente de su Real Audiencia”.

El Padre Peñalosa asegura que en su poema “no faltan, en el romance, algunas características de la poesía barroca, entonces en pleno apogeo, como la hipérbole, las alusiones mitológicas, la bimembración distribuida en dos versos o tal cual detalle de la luz y de color; pero sin el poderío y la plasticidad, sin el ingenio y la audacia de la verdadera y grande poesía barroca”.

Al decir del Padre Peñalosa una copia fotostática de su romance se encuentra en el Archivo Histórico de San Luis Potosí.

En su romance, los últimos versos dicen:

la misma tormenta corre
haciendo que el aire ocupe
mejor sagrada saeta
del Ave de culpa inmune.

Con ella el piélago vence,
con ella el viento confunde
y no admira que con ella
el mismo Puerto salude.

Con ella pone en Granada
columnas que no caduquen
a las injurias del tiempo,
pues su caridad las sube.

Mereciendo mayor palma,
Porque puso en servidumbre
Al mar, no con armas fieras,
Sino con palabras dulces.

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#4 Tiempos

La miseria del sexo | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

Sucede en un cuento de Arthur Schnitzler (1862-1931), el escritor austriaco. Una vez, un joven fue invitado a asistir a un duelo en calidad de padrino de un militar de cierto rango que, al ver ofendido su honor, retó a muerte a un caballero de la alta sociedad vienesa abofeteándolo con su guante. Qué razones había para lavar con sangre esa mancha real o imaginaria, no lo sabemos, pues éstas no quedan muy claras en el relato, aunque todo parece indicar que había unas faldas de por medio, y que estas faldas eran nada menos que las de la esposa del militar.

Como decimos, el padrino nada sabía de los motivos que impulsaron al teniente Loiberger a tomar tan drástica determinación, pero tampoco quiso averiguarlas. ¿Para qué? Como se dice, cada uno sabe dónde le aprieta el zapato; y, además, ¿para qué negar que en aquellos tiempos remotos la gente se mataba entre ella por los motivos más banales y fútiles? «El hecho –dice el narrador de esta historia, es decir, el padrino- de que en ciertos círculos tuviera que contarse con la posibilidad o incluso con la inevitabilidad de los duelos, ya sólo esto, créame, daba a la vida social una cierta dignidad o, al menos, un cierto estilo. Y a las personas de estos círculos, incluso a las más insignificantes o ridículas, les prestaba la apariencia de una continua disposición a la muerte, aun cuando a usted esta expresión le parezca, utilizada en este contexto, demasiado rimbombante».

Digámoslo ahora con nuestras palabras: en aquellos tiempos, batirse a muerte con adversarios verdadero o ficticios era una moda tan extendida, sobre todo entre las clases superiores, que nuestro joven narrador ni siquiera se extrañó cuando el teniente Loiberger solicitó amablemente su padrinazgo. Además, ¿no era ésta la séptima u octava vez que un caballero ofendido le pedía exactamente la misma cosa? Sin embargo, es necesario abreviar, y lo haremos diciendo cuanto antes que el muerto, allí, fue precisamente el señor Loiberger, que cayó al suelo con cierta elegancia y sin demasiados aspavientos a causa de una bala que vino a incrustársele a la altura del corazón. Se llevó la mano al pecho, lanzó un suspiro hondo, se tendió en la hierba como quien se dispone a permanecer en esa postura un tiempo muy largo y murió en el acto.

Una autoridad municipal dio fe del deceso –también sin demasiados aspavientos- y el día transcurrió como de costumbre, cual si en realidad nada grave hubiese acontecido. Sin embargo, un problema quedaba sin resolver, y era que la viuda, que vivía en la capital, es decir, en Viena, debía enterarse de la muerte de su marido. ¡Claro, era necesario decírselo, y cuanto antes mejor! ¿Y quién iba a encargarse de tan desagradable tarea? El padrino, naturalmente, que para eso estaba. Y allá va nuestro narrador. Frau Agathe, la esposa del señor Loiberger, lo recibe amablemente y lo hace pasar al recibidor. En realidad nunca en su vida había visto ella a este hombre, pero no le parece feo y hasta le invita una copa…

¡Dios mío, qué bella era Frau Agathe! Su rostro resplandecía como una hoguera encendida. Ahora bien, ¿para qué ponerse a hablar ahora, precisamente ahora, de cosas tan tristes como son las que se refieren a la muerte? Ya lo haría después; por el momento era preciso beber otra copa y disfrutar el momento. Frau Agathe se veía incluso feliz. ¿Para qué romper el hechizo? Entonces el visitante se puso a hablar con la joven viuda –ella aún no sabía que lo era- de cosas que nunca sabremos. Y tanto hablaron y hablaron, y tanto se gustaron el uno al otro que pronto, sin que nadie supiera cómo ni cuándo, ya estaban los dos tomados de la mano en la alcoba de ella. ¡Oh, no se habían reunido allí para entregarse a la práctica de ejercicios piadosos! Y pasó el tiempo. Cuando el visitante despertó por fin, pudo recordar como entre sueños que había venido a esta casa a cumplir una misión. ¿Cuál era ésta? Trataba de recordarlo. ¡Ah, sí, decirle a Frau Agathe que su marido había muerto en la vecina ciudad de Ischl, en el transcurso de un duelo, precisamente!… Aún no salía completamente de su modorra cuando oyeron ambos a lo lejos un ruido de pasos. Quien llegaba era el doctor Mülling, amigo de la familia, para preguntar a la señora si ya se había enterado de la triste noticia. Cuando la supo, la mujer se deshizo en llanto y pidió ver cuanto antes el cuerpo de su marido.

«Desde entonces –cuenta el narrador- no me dirigió ni una palabra… Efectivamente, aquella misma tarde partió sola y a la mañana siguiente condujo el cadáver a Viena. Al otro día tuvo lugar el entierro al que, por supuesto, asistí… Muchos años después nos encontramos en una reunión social. Mientras tanto se había casado de nuevo. Nadie que nos hubiera visto hablar habría adivinado que nos unía una profunda vivencia común. Pero, ¿realmente nos unía? Yo mismo habría podido considerar aquella estival y tranquila, misteriosa y, con todo, feliz hora como un sueño que sólo yo había soñado: tan clara, tan sin recuerdos, tan inocentemente profundizó su mirada en la mía».

Y así acaba esta historia, que no ha hecho más que confirmar mis sospechas, a saber: que la relación sexual, por sí sola, no puede unir a dos seres que no se aman. Hoy es común, o casi, afirmar que las relaciones sexuales son como el termómetro del amor, de manera que nada puede esperarse de dos seres que no saben -o no pueden- hacerse gozar el uno al otro. Hay quien dice, además, que para enamorarse de una persona antes hay que haberse acostado con ella. Pero esto es falso, pues las cosas, por lo regular, suceden exactamente al revés. Así como los milagros no producen la fe, sino que es más bien la fe la que produce los milagros, así habría que decir también que las relaciones sexuales no producen el amor, sino que, a lo más, cuando éste ya existe sólo lo alimentan. Los que no se amaban antes de ir juntos a la cama, no se amarán más cuando hayan regresado de ella, y hasta es posible en algunos casos que terminen queriéndose menos. Los cuerpos podrán acoplarse todo lo que quieran, pero, si las almas están lejos, entonces no hay nada que hacer.

Me decía hace poco un joven hablándome de su novia, con la que tenía ya estas relaciones y con quien acababa de romper: «Quizá deje más material para el recuerdo una tarde viendo juntos el crepúsculo que una relación sexual». Claro, claro. ¿Podría decirse mejor? He aquí la miseria del sexo.

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#4 Tiempos

Verano futbolero | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Apesar de los pesares, el verano futbolero arranca este fin de semana.

Tanto el mundial de clubes, como la Copa Oro, se jugarán en el territorio de los Estados Unidos, algo que bajo otro panorama sería lo ideal, un país multicultural, con una infraestructura increíble y fortaleza económica como para poder generar ingresos sobrevalorados, todo estaría bien, si no hubiera problemas sociopolíticos en Norteamérica.

Las recientes políticas han comprometido las entradas a los estadios y con esto un posible golpe comercial a las proyecciones de FIFA. Pero pasando al punto netamente deportivo, que al fin es lo que importa para esta sección, las cosas suenan muy interesantes.

Por un lado tenemos el nuevo experimento mundial, juntar a algunos de los clubes más importantes del mundo, en un torneo que buscará enfrentarlos con sus mejores jugadores en búsqueda de un gran premio económico, todos los equipos presentarán lo mejor que tienen y es probable que conforme avancen en el torneo su nivel tenga que aumentar, cuando los equipos que solo van a participar queden fuera, y se cierre contra los verdaderos rivales. Un torneo que levanta expectativas y que promete buenos juegos, sobre todo cuando clubes europeos salten a las canchas con sus figuras mundiales.

A la par de este torneo, se jugará el evento principal de CONCACAF. Si bien la región es tal vez la más olvidada del planeta, y sus selecciones fuertes no pasan por un buen momento, es notable voltear a ver a la zona y su torneo insignia a un año antes del mundial. Administrativamente, vamos a poder ver algunos estadios que serán sede de la Copa del Mundo 2026,

así como los preparativos para ciertas ciudades que recibirán afición y participantes. Por lo futbolístico, vale la pena resaltar el mal momento que vive la selección de los Estados Unidos, un equipo que llega con 4 partidos sin ganar y que busca levantar cabeza con Mauricio Pochettino, quien de hacer un mal torneo seguramente se despedirá por ahora de sus posibilidades de dirigir un mundial. Del lado de México, el Vasco Aguirre tiene que demostrar que su equipo puede levantar la cara a un año de la copa. La obligación de campeonar en la Copa Oro sigue siendo imperante, así como desplegar un buen fútbol ante rivales que parecen a modo.

El resto de las selecciones piensan más en su posible clasificación al mundial y tomarán la participación como partidos de preparación ante lo que viene para el cierre del 2025.

Dos torneos interesantes, un mes lleno de futbol y equipos que disputarán en una de las próximas sedes mundialistas. Atentos con el país del norte, y que la política y lo social no sean impedimento para por lo menos distraer un poco de lo verdaderamente importante, sin perder por completo la atención. Que arranque ya el verano futbolero.

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