mayo 9, 2025

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#4 Tiempos

Así fue: El evento de BMW y mi pijama | “Cronicrítica” de Jorge Saldaña

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Crónica

El fin de semana físicamente estuvo en San Luis Potosí el presidente Andrés Manuel López Obrador… pero como si no hubiera estado. El espíritu de la cuarta transformación, el presidente cercano, el del pueblo, el del mensaje cautivador o reaccionario y el que nos llevaba hasta la emoción, este fin de semana estuvo ausente.

¿En dónde está el Andrés Manuel del pueblo, el que saludaba a la gente buena, el accesible, el que nos mantuvo tras 18 años de intentarlo hasta verlo presidente?

Lo que vino hacer en este febrero en San Luis Potosí, marca un “antes y un después” se lee en los comunicados oficiales y es cierto: es un antes y un después en una materia muy específica, pero es un antes y un después trascendental porque ya perdimos al caudillo sensible, al que se rodeaba de gente porque quería…y, parece, ya no quiere.

Andrés Manuel estuvo en San Luis. Estuvo pero no estuvo. Se reflejó, por primera vez, como un vampiro: sin poder verse en el espejo.

Llegar al 3 de febrero para concretar el deseado anuncio de la ampliación de la planta de BMW con una inversión de 16 mil millones de pesos (eso de 800 millones en Euros confunde…) no es poca cosa, mucho menos si se contempla que en nuestro territorio se ha dado el primer paso en Latinoamérica para producir baterías de altísimo desempeño para vehículos eléctricos al mismo tiempo y en el mismo lugar.

Es, y que me corrijan los conocedores, la inversión extranjera más importante de su sexenio. Hay más y más fuertes, pero no directas de una sola marca a un solo estado sin intervención del “Estado” con mayúscula. Las grandes y suntuosas no son de una sola mano. Ni la de Sonora con las disculpas que merezca don Marcelo Ebrard al que su “niño Montessori” le aconseja tener “exclusivas” absurdas en cada lugar al que va.

Los antecedentes para que ocurriera lo del pasado viernes aquí, datan desde la administración de Fernando Toranzo y aquel viaje que hizo junto a Fernando Macías a Alemania en el que una rubia funcionaria de BMW de casi dos metros de altura, los llevó conduciendo a 250 kilómetros por hora a las oficinas centrales en Múnich. (El doctor de Venado, cuando se enteró de la velocidad, le rogó en franco español: “Baaaajale güeraaaaa”… luego se las cuento.)

A BMW se le ha dado todo y desde el principio. Se les ha atendido y correspondido. La empresa también -hay que decirlo- con sus “asegunes”.

En esta ocasión, en el “electrifiquemos San Luis” y la apuesta de la “electromovilidad” que se consiguió, el propio canciller Marcelo Ebrard tuvo que intervenir en las últimas rondas de negociaciones que comandó (sin tener el reconocimiento justo) desde el estado, Juan Carlos Valladares Eichelman, de la mano del gobernador Gallardo y el secretario general, Guadalupe Torres Sánchez.

El mismo presidente de la República lo anunció por anticipado (lo que casi tumba un año de trabajo, por cierto…) y tuvo que estar presente como un aval del sustancioso acuerdo.

No, no se van a construir vehículos eléctricos de la marca en San Luis Potosí, al menos no por lo pronto. La inversión se ejecutará para ampliar la planta que ya se tiene y construir en un terreno anexo (regalado también) la “eFactory” que desarrollará baterías de la más alta gama por su duración, voltaje y capacidad de almacenamiento contribuyendo así a la transición energética en el segmento vehículos.

Será hasta 2027, que veamos el primer auto eléctrico construido en San Luis. Por lo pronto se generarán 300 empleos directos, lo que parece poco para el tamaño de la inversión, pero que se incrementarán a 2 mil paulatinamente sin contar con la detonación económica, instalación de proveeduría satélite, re valoración de terrenos, desarrollo inmobiliario, comercial y hasta educativo (¿Si saben que una de las condiciones para su instalación es que en todas las escuelas públicas se enseñe inglés verdad?)

Pero el paso se ha dado y, se quiera ver o no, San Luis Potosí se coloca una vez más en un lugar privilegiado en el mundo en materia de innovación tecnológica en el sector automotriz.

Del evento en si mismo no hay mucho qué decir: fue más frío que el viento, más restrictivo que estar en jaula, y más insípido que taco de sal pero con pura tortilla.

Lo resumo rápido: Llegar, tener registro, formarse en fila, marchar, meterse a un corral de vallas, sentarse y pararse a voluntad de los organizadores, y hasta abstenerse de lo básico hasta recibir indicaciones. (En una empresa como la instalada aquí…hasta hace sentirse incómodo, porque ni en La Pila, me cuentan, tratan tan feo y son tan restrictivos…)

El mensaje no verbal del presidente era de hastío y cansancio. El verbal parecía dedicado a otras audiencias. Careció de fondo, al grado que se contradijo cuando se explayó sobre el “escurrimiento” del bienestar. El presidente llegó visiblemente cansado, agotado, con la mente ausente y tuvo que componer discurso al vuelo: “…Por eso el Estado tiene que llegar a la gente, porque la derecha voraz se queda todo…no como esta empresa que si paga bien…) Ufff”.

A la prensa se le trató con la punta del pié pero ya no nos quejamos

, diez años antes y todos hubiéramos salido en desbandada y que se queden con su evento. Perdón pero ¿A quién interesaba socializar el logro…? ¿Quién fue el beneficiado por la presencia del círculo mediático potosino?

Señores de Alemania: Tenemos mucho que aprender de ustedes, es cierto. Pero ustedes también de nosotros ¿sí lo saben verdad?. (Me vino a la mente aquella canción de Emanuell “tengo mucho que aprender de ti mi amor…”)

Crónica veloz como un “eme dos” : BMW está rodeada de soldados. El clima es frío. Te formas en una fila, te registras, te ponemos un sello, no te retrases, aprisa, metete a tu corral, no te pares, no te sientes, no salgas, no preguntes y no te puedes salir.

Así trataron a todos. No importaba si eras un simple reportero como el que esto escribe o el rector de la UASLP, el presidente municipal de la capital, secretario de Villa de Reyes, presidente del Consejo Potosí, empresario dueño de los terrenos que te regalaron, jefe de tu jefe, o “me he ido a Marbella con tu patrón”. Los robots BMW estaban programados para la restricción (De buen modo y con “por favor y gracias” pero restrictivos y severos al fin y al cabo).

¿Mensaje?

Caray, Culto Público, no hubo… y el que hubo no era para esa audiencia.

¿Formas?

Sí… asimétricas.

No se vio al Andrés Manuel rodeado de gente, saludando, con fotos, con abrazos, aquel cálido buen hombre se desapareció entre las líneas constructivas de los BMW más modernos.

Escondido y no se si hasta asustado. Le dio frío (Y además hacía, por eso corrió por su bufanda).

Bueno, ni a Ricardo Gallardo, al gobernador que le gusta de llegar con banda que cante fuerte la de “Yo soy de San Luis Potosí”… se le vio cómodo. Su discurso muy cerrado, muy frío, no hubo el “y que VIVA San Luis Potosí…” No hubo saludos.

A la propia gente de BMW se le prohibió, creo que hasta por oficio, (que no confirmo porque no me han hecho llegar el memorándum) no saludar a nadie, no distraerse con las autoridades.

El contraste es astronómicamente distante con la sangre caliente, sudor frío y lagrimas contenidas que significaron de ida y vuelta las negociaciones que en momentos se pusieron más tensas que las cuerdas de un violín o estuvieron a punto de derrumbarse hasta por sensibilidades humanas.

La instalación de BMW en suelo potosino tiene historia y ha trastocado estructuralmente a la Zona Metropolitana, al centro del Estado, al Bajío, al País, al continente entero y más allá del Atlántico si es que se hace un “ZoomOut” a las macro consecuencias.

Eso es de celebrarse, pero las formas en que se ejecutaron no reflejaron ese esfuerzo que en lugar de “celebración” pareció “sufrimiento”.

Soldados por doquier. Perímetros asegurados. A formarse, a decir su nombre, a llevar identificación, a caminar en fila, a mantenerse entre vallas, no pararse, no sentarse, no irse, no acercarse y no hablar. Disculpen lo repetitivo, pero no tengo diario como Anna F.

Al día siguiente, el sábado, Andrés Manuel tuvo otro evento en la capital del que nadie o pocos, se dieron cuenta: se reunió con los “servidores de la nación” con el presidente del Banco del Bienestar pero hubo una premisa: Cero invitados, cero prensa, cero ajenos, ninguna filtración… nada de calor de pueblo.

Andrés Manuel ya no es lo que era.

San Luis ya no es lo que era.

La prensa ya no es lo que era (hace menos de 10 años, con esos tratos-repito- nos hubiéramos salido todos a la botana y los hubiéramos dejado con su evento restringido en las manos) ¿Sí sabe BMW que eran ustedes quienes interesaba nuestra presencia verdad? Pues no lo pareció.

Ni modo. Quizás haya que cambiar de motor. Uno más eficiente. Más de pila y menos de combustión.

Solo que ahí no hay calor. Por eso el evento fue frío…como el viento.

Bienvenida BMW, gracias por tu confianza y beneficios…pero no nos vuelvas a invitar.

Me retiro para ponerme mi pijama a Rayas.

Jorge Saldaña.

También lee: “Netflix Potosí” | Apuntes de Jorge Saldaña

#4 Tiempos

Primer poeta potosino, Andrés Diego de la Fuente | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

El matrimonio español, avecindado en San Luis Potosí, formado por el Capitán y Sargento Mayor don Diego de la Fuente Rincón, Alguacil Mayor del Santo Tribunal de la Inquisición en San Luis Potosí y de doña Bárbara Pérez Bocanegra descendiente de don Pedro de Arizmendi y Gogorrón, uno de los que asistieron a la fundación del Pueblo de San Luis Minas del Potosí, procrearon ocho hijos, uno de los cuales figuraría como uno de los primeros humanistas potosinos, Andrés Diego de la Fuente que nació en San Luis Potosí el 30 de noviembre de 1705.

Andrés Diego de la Fuente es considerado el primer poeta potosino. Después de vivir su infancia en San Luis y estudiar sus primeras letras ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús en 1723. Seguiría trabajando en la labor educativa que había asumido la Compañía de Jesús, recorriendo los principales colegios.

En 1730 sería profesor de gramática en el Colegio de Zacatecas; estudiante de teología en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo en 1732; el 25 de julio de 1734 fue ordenado sacerdote por D. Francisco de Buenaventura, obispo auxiliar de La Habana; en 1735 recibe la Tercera Probación en Puebla; para 1737 era profesor de gramática y filosofía en el Colegio de Durango; el 8 de diciembre de 1740 celebraba su profesión solemne; en 1744 era ya profesor de teología en el Colegio de Durango, ostentando las dotes de ingenio, juicio y letras, como bueno, de suficiente prudencia, de alguna experiencia, de complexión temperada, de talento para todo.

Fue vice – rector y prefecto de salud, en 1748, en el Colegio de Pátzcuaro; en 1749 en el Colegio de León fue consultor y confesor en casa; en 1751 regresa al Colegio de Pátzcuaro como rector; en 1753 sería rector en el Colegio de San Luis de la Paz; luego rector del Colegio de Valladolid en 1756; en 1761 estando enfermo permaneció en el Colegio de Querétaro y para 1767, cuando serían desterrados de territorios españoles los jesuitas, era capellán de hacienda en el Colegio de Querétaro que regenteaba el P. Diego José Abada, que había sido en su momento profesor del Colegio de San Luis Potosí, para luego salir desterrado de Veracruz en “La Dorada”; en 1768 llegaría a Ferrara en Italia, para pasar a Bolonia después de algunos años; el 26 de marzo de 1783 moría en Bolonia, siendo sepultado en la Parroquia de San Donato.

Su inclinación a las letras las ejerció desde joven. Siendo estudiante de San Ildefonso escribió un soneto castellano que se publicó en el libro titulado La azucena de Quito, publicado en México en 1732. Publicó también unos epigramas latinos en 1746 y el logrado poema latino sobre la Virgen de Guadalupe de 1773. Estos poemas han recibido los mejores elogios de estudiosos de las letras en México de los siglos XVIII, XIX y XX

, considerándolo un poeta de altura y una de las glorias de las letras mexicanas para orgullo de los potosinos, lugar donde saldrían magníficos escritores en tiempos posteriores.

Uno de los méritos de Andrés Diego de la Fuente es su empeño en introducir y dignificar en su poema, los temas indígenas y mexicanos. De acuerdo al Padre Peñalosa, en las notas fuera de texto Diego de la Fuente explica algunos vocablos aztecas; latiniza otros en el cuerpo del poema y dedica breve y espléndido elogio a la lengua náhuatl, cuando se refiere a “la manera elegante de hablar que los indios mexicanos acostumbran”.

En su recorrido al destierro, continuó con su obra educativa, siendo rector del Colegio de la Habana, para luego salir de tierras del dominio español y llegar a Italia, lugar donde fueron a residir los jesuitas mexicanos, desde donde desplegarían un importante labor intelectual colocando a México como lugar de importantes contribuciones artísticas y filosóficas.

En la expulsión de los jesuitas, Andrés de la Fuente se encontraba en Querétaro donde era Capellán de Hacienda en el Colegio de la Compañía de Jesús, fue conducido a Veracruz donde se embarcó a La Habana donde fue nombrado rector del Colegio de la Habana y pasó más tarde a Italia, donde falleció en Bolonia el 26 de marzo de 1783 a la edad de 78 años.

Escribió en La Azucena de Quito un inserto en el libro, Imprenta Real del Superior Gobierno de los herederos de la Viuda de Miguel Rivera; en el Empedradillo, año de 1732, un epigrama latino en 1746 que menciona Eguiara y Eguren; y, la imagen de N.S. de Guadalupe. Dedicatoria en versos latinos a la Patrona del Reino de México, 10 de noviembre de 1773.

Oculte el rosicler la Cipria Diosa,
cuando sus plantas en las flores mueve,
que el leve tacto de su pie de nieva,
la flor más pura muere vergonzosa.

No así de Quito Venus amorosa
que, cuando herida con rigor no leve,
en cada gota de rubí que llueve,
nace azucena la que muere rosa.

Una calle en la ciudad de San Luis Potosí de la Colonia Viveros lleva su nombre.

También lee: Genoma de las plantas, el tema en La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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#4 Tiempos

Variaciones sobre el mismo tema | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

Cuenta Simone de Beauvoir (1908-1986) al comienzo de su ensayo Pirrus et Cineas que una vez Pirro, el general, hacía en voz alta proyectos de conquista:

“-Primero someteremos Grecia –decía.

“-¿Y luego? –le preguntó Cineas, el filósofo, que estaba por allí cerca y lo escuchaba con atención.

“-Luego conquistaremos África.

“-¿Y después de África?

“-Después de África pasaremos a Asia, conquistaremos Asia Menor, Arabia.

“-¿Y después? –volvió a preguntar el filósofo.

“-Después iremos a la India.

“-¿Y después de la India?

“-¡Ah! –exclamó Pirro-. Descansaré.

“-¿Y por qué no descansas de una vez?

“Cineas –comenta la novelista filósofa- parece sabio. ¿Por qué partir si es para volver? ¿A qué comenzar si hay que detenerse? Y, sin embargo, si no decido en primer término detenerme, me parecerá aún más vano partir. ‘No diré A’, dice el escolar con empecinamiento. ‘¿Por qué?’. ‘Porque después de eso habrá que decir B’. Sabe que, si comienza, no terminará: después de B será el alfabeto entero, las sílabas, las palabras, los libros, los exámenes y la carrera; a cada minuto, una nueva tarea que lo arrojará hacia una nueva tarea, sin descanso. Si no se termina nunca, ¿para qué comenzar?… Pero en tanto que permanezca vivo –dice Pirro- es en vano que Cineas me hostigue, diciéndome: ‘¿Y después? ¿Para qué?’. A pesar de todo, el corazón late, la mano se tiende, nuevos proyectos nacen y me impulsan hacia adelante”.

Quién tiene la razón: ¿Pirro o Cineas? Quizá los dos: Cineas advirtiéndole que el punto de partida no está nunca lejos del punto de llegada y que no es preciso conquistar el mundo para tomarse un descanso. Pero, ¿cómo descansar sin haber antes conquistado el mundo, es decir, sin haberse  cansado? Pirro, pues, tampoco se equivocaba: no es lo mismo descansar antes que descansar después. Antes, el descanso es pereza; después, es recompensa.

“¿Conoces la historia del napolitano? –pregunta ahora Christiane Rochefort (1917-1998) por boca de uno de los personajes de Les Stances à Sophie-. El milanés lo ve tirado al sol y le dice:

“-¿Por qué no trabajas? Así tendrías dinero.

“-¿Y luego? –pregunta el napolitano.

“-Te comprarías una casa.

“-¿Y luego?

“-Llevarías e ella a una mujer, ascenderías en la escala social, te enriquecerías.

“-¿Y luego?

“-Y luego –dice el milanés- podrías pasar las vacaciones al sol.

“Y el napolitano responde:

“-¡Pero si ya estoy al sol!”.

En este caso nos parece mucho más sabio el napolitano que el milanés, pues éste sólo piensa en el dinero, en una casa con alberca y amplios jardines: en una comodidad, en fin, que aquél ya goza sin tener que molestarse. ¿Tanto trabajo, tanto desvelo para luego tirarse sol? Bien, él ya está al sol,

y no desea sino una sola cosa: que lo dejen en paz.

Si trabajamos únicamente para “ganar”, el napolitano tiene razón. Pero los hombres no sólo trabajamos para “ganar”, sino, ante todo, para ganarnos a nosotros mismos: para que el mundo gane algo y sea un poco más rico con los frutos de nuestra acción. Eso fue lo que se le olvidó decir al milanés: y, por lo tanto, perdió justamente la partida.

Para terminar, he aquí otra historia del mismo tenor. La cuenta Giovanni Papini (1881-1956) en un capítulo de su libro Palabras y sangre. Iba un hombre caminado por la orilla de un río –imagino que sería el mismo Papini- cuando vio a un joven que se disponía a echar las redes:

-¿Por qué haces eso? –preguntó el paseante.

“-Para coger peces –respondió el pescador.

“-¿Y para qué quieres coger peces?

“-Para venderlos.

“-¿Y qué haces con el dinero que obtienes?

“-Compro pan, vino, aceite, vestidos, zapatos y todo lo demás.

“-¿Y para qué compras todas esas cosas?

“-Para vivir.

“-¿Y para qué quieres vivir?”.

He aquí una pregunta realmente filosófica: “¿Para qué quieres vivir?”. Una vez que hemos respondido a esta pregunta y sabemos la respuesta, nuestro obrar tendrá sentido, pero únicamente hasta entonces y nunca antes.

El pescador se quedó callado. Y como no supo qué responder, se limitó a decir: “Para pescar”. Ignoraba para qué hacía, en el fondo, lo que hacía. Su vida era un círculo vicioso, un malentendido. 

“¿Para qué quieres vivir?”. Es preciso responder. Y sólo hasta que lo hagamos también nuestro descanso formará parte del plan, y tendremos paz. Nuestro corazón no nos acusará de haber gozado de una tarde libre, ni nos reprochará por habernos tomando unas breves vacaciones. Seremos, entonces, los hombres más sabios. Y también los más tranquilos. 

También lee: Vida silenciosa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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#4 Tiempos

Algo raro | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Esta semana que termina se ha hecho oficial la salida de Domènec Torrent de la dirección técnica de San Luis. Las razones no son muy claras y, como siempre, los rumores abundan. Unos dicen que fue falta de acuerdo económico, otros la falta de refuerzos, algunos incluso piensan que fue una salida pactada para firmar con otro equipo de la liga. La razón verdadera solo ellos la saben y solo ellos podrán hablar (cosa poco probable) si así lo quisieran.

Pero más allá de la salida del técnico español, algo raro pasa al interior del equipo. Y es que no solo el constante cambio de técnicos que no han hecho malos papeles como Jardine, Leal y ahora Torrent, sino que también han desfilado jugadores que de una u otra forma deciden deslindarse del equipo.

Unaí Bilbao es uno de esos que pidió salir, un jugador emblemático del cuadro potosino que de hecho sentó raíces en tierras potosinas. Muchos pensábamos que se quedaría por largo tiempo en San Luis, ya que después de su paso por Necaxa, regresó para una última temporada con los potosinos.

Abel Hernández, internacional con Uruguay, se marchó apenas meses después de haber firmado con San Luis. Jugó 35 partidos y anotó 11 goles. Si bien no es una gran marca, sí dejó algunos buenos recuerdos en la afición, como aquella voltereta a Pumas donde en el Lastras anotó 3 goles para el triunfo 3-2.

Cristiano Piccini, el italiano, decidió terminar abruptamente su contrato, según declaró, por sentirse en deuda con el equipo y para dejar su puesto para otro extranjero, mismo que nunca llegó. A pesar de las lesiones, Piccini siguió su carrera en Suiza, donde prefirió estar en lugar de San Luis.

Frank Bolí, delantero de interesantes características, con un ritmo semilento provocaba oportunidades de gol debido a la velocidad con la que normalmente se marca en el fútbol mexicano, jugó 28 partidos con San Luis, donde marcó 9 goles, siendo su tercera mejor marca con un club. Al final, el de Costa de Marfil se fue y mucho se dijo que respondía a un tema familiar y la poca adaptación al idioma y la cultura.

John Murillo, más allá de los problemas extracancha que tuvo el venezolano, su rendimiento no es tan cuestionable, al menos en número, jugando 87 partidos en las dos etapas que tuvo en el club, anotando 8 tantos y dando 7 asistencias. Si bien Murillo no era la solución del equipo de Torrent, sí es un jugador más que decidió alejarse por su cuenta de las filas del San Luis.

Interesante y raro, estos son solo algunos de los jugadores que se han ido del equipo bajo “razones extrañas”. Se dice que han pedido salir, y hasta han renunciado a sus contratos vigentes. Cada uno de ellos sabrá los reales motivos para terminar lejos de la institución. Sin embargo, esto solo nos pone a pensar si dentro del equipo existe algún tipo de presión, cláusula no pública o simplemente no muy buenos tratos como para que los jugadores se vayan de la noche a la mañana. Una ciudad que históricamente recibía a los futbolistas para quedarse a vivir aún incluso después del retiro, hoy ha sido solo trampolín o paso para los antes mencionados. Muchos se quieren ir de San Luis.

Foco de atención para con la afición, algo raro puede estar pasando dentro del club, pero tiempo al tiempo, la gente de San Luis solo pide un equipo competitivo con jugadores que se arraiguen a esta tierra, potosinos, nacionales o extranjeros, da lo mismo, pero para la afición es importante que los jugadores quieran esta tierra y se acostumbren a defenderla con orgullo deportivo, al final esa tendría que ser la identidad que esperemos podamos recuperar algún día, a pesar de los pesares.

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Opinión

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