septiembre 20, 2025

Conecta con nosotros

Destacadas

«Parecíamos hormigas arriba de un pan». Entrevista a un migrante y a la voluntaria de un albergue

Publicado hace

el

POR: Carlos López Medrano

 

Las siguientes entrevistas fueron realizadas en dos momentos distintos dentro de un albergue dedicado a la atención de migrantes en situación irregular a su paso por México. Una a un migrante de origen hondureño y la otra a una mexicana dedicada al voluntariado. Originalmente concebidas por separado con intenciones académicas, estas entrevistas terminaron en formato periodístico y se publican aquí por primera vez. Las he conjugado dentro de un mismo texto ya que, considero, se complementan mutuamente. Desde una óptica personal, ambos testimonios ofrecen atisbos significativos sobre la movilidad humana y su interacción con los países receptores. Además de contexto social e histórico, deslizan las implicaciones de la política migratoria mexicana desde de 2018 y su resonar en la actualidad. El nombre del albergue fue omitido y los nombres de los entrevistados fueron cambiados por respeto a la privacidad y seguridad de los involucrados.

Las imágenes son meramente ilustrativas y no tienen relación alguna con los personajes que aparecen el texto. Fueron obtenidas de Pixabay.

 

«Uno cree sujetar las riendas de los acontecimientos, y luego sólo desea saber adónde diablos lo llevan a galope tendido».
—Imre Kertész, Un relato policiaco (1977).

 

Reyli era un migrante hondureño de 36 años al que conocí dentro de la pequeña biblioteca de un albergue al suroeste de la ciudad. Dos voluntarias lo convencieron de acceder a la entrevista. Minutos antes, al manifestar mis intenciones de recoger el testimonio de uno de los huéspedes, ellas mismas me sugirieron platicar con él porque, entre todos, era el más resuelto para hablar.

Lo primero que llamaba la atención de Reyli era una cicatriz que tenía entre el labio superior y la nariz, producto de una herida, lo que en sí mismo denotaba que era una persona formada a la intemperie. También resaltaban sus ojos de un verde intenso que contrastaban con su piel tostada por el sol. Era alguien bien parecido. En tal rostro había una batalla entre los atributos concedidos por la naturaleza y las huellas de una vida a contracorriente. 

Pudo ser un modelo o un profesionista con labia de haber nacido en otro contexto. En cambio, a la mitad de sus treinta, esa una etapa crucial de la madurez, estaba ahí en las oficinas del albergue con la esperanza de que la directora le consiguiera una camisa blanca. La prenda que le pedían para el diario en su nuevo trabajo: un local de hamburguesas en el Centro Histórico.

Había, en principio, señales para el pesimismo en la entrevista. Reyli se presentó sin hacer contacto visual. Su atención estaba puesta en el celular: un modelo viejo y maltratado que, sin embargo, tenía conexión a internet. Respondió la primera pregunta sin dejar de mirar el aparato. Vi que tecleó la palabra youtuber en el buscador. Por fortuna, al cabo de un rato, Reyli guardó el teléfono y empezó a hablar. Con soltura, cadencia y una clase de regodeo, como de quien se sabe digno de estar ante un micrófono.

***

Reyli es originario de un municipio llamado San Lorenzo perteneciente al departamento Valle, al suroeste de Honduras, cerca de la Frontera con El Salvador, si bien la mayor parte de su vida la pasó en Tegucigalpa, la capital del país. Salió de ahí en el año 2005. «Pero no fui directamente a México», dijo.

Como miles de paisanos, Reyli fue empujado por las circunstancias. «Decido salir porque veo que la situación no mejora; en vez de ir para adelante, cada día la situación era insostenible tanto social, como económicamante, como en desarrollo humano», aseguró. «O sea, no había como esas herramientas que debería tener un país pobre, rico, en donde sea. No fue fácil, eso creo que fue la decisión que más tiempo me tomó».

En 2005, intentó prosperar en Guatemala, aunque más pronto que tarde la sombra de la adversidad lo siguió hasta ahí. «No fui luego-luego a México. A México llegué [en 2009] cuando la situación también se propagó hasta Guatemala. Porque para ese entonces todavía se podía vivir en Centroamérica, pero la misma situación que yo estaba viviendo en mi país ya tenía síntomas en Guatemala».

Se refería a la corrupción y, sobre todo, a violencia y la falta de empleo. «Nosotros los centroamericanos tenemos como un acuerdo entre los otros países de poder cruzar uno con el otro siempre y cuando se hagan los permisos correspondientes, pero ya no era como una opción quedarse en Centroamérica, por la inseguridad más que todo. La falta de trabajo… ya no había como tal esa fuente de trabajo. Lo cual me sorprendió mucho de Guatemala, pues yo decía “está mejor que Honduras, está mejor que El Salvador”, en cuanto economía, en cuanto a muchísimos retos». Esa concepción se había marchitado.

Reyli recordaba bien el episodio que lo llevó a dejar la región. El quiebre en su trayectoria. Ese momento en la vida de toda persona que le lleva a decir basta, no aguanto más. «Llegó un punto en el que, una vez ya cansado, llegué al lugar en donde estaba viviendo, me asaltaron, me golpearon… entonces fue como la gota que derramó el vaso, de decidir, o sea, no, esto se parece a Honduras», dijo. «Al principio cuando llegué a México pues… también fue… fue, no fue de avanzar, avanzar, avanzar. En lo personal; se lo podrías preguntar a otra persona también, te podría decir otra cosa, otro motivo, otros tiempos, pero mis tiempos fueron de llegar a la frontera».

El comienzo fue de todo, menos sencillo. Los inconvenientes continuaban. Era como si el infortunio solo se extendiera unos kilómetros más, allá a dondequiera que él buscara un respiro. «Escuchaba mil cosas, como “te van a matar” o “no lo vas a lograr”», le decían quienes le hablaban de los peligros de aquella supuesta meta. Pero permanecer en Centroamérica no era opción para él. «Tomé la decisión de seguir avanzando porque me quedé en la frontera y empecé a ver cosas: migración, recorridos extremadamente largos… pagas más transporte de lo que normalmente es porque tienes miedo a que el conductor te lleve directamente con migración. Mmm, no sé, como que te pasan mil cosas, hay como una desconfianza generalizada porque ya había un escenario en migración como muy extenso».

 

Una mujer en un albergue de hombres

El voluntariado es una tarea demandante que, por definición, requiere una vocación genuina: ayudar a los demás. Al carecer de una retribución económica la disposición hacia esta labor debe estar fundamentada en principio sólidos y a una misión existencial. ¿Qué es lo que lleva a una persona a dedicar horas de trabajo a un asunto que no le trae mucho beneficio material? Cada caso tendrá sus motivaciones. El primero que conocí de cerca fue el de Beatriz.

Beatriz es una joven con más de diez años de experiencia en activismo y lucha social. Desde hace dos años y medio había sido voluntaria en el alberge en el que se encontraba Reyli. Era una de las pocas mujeres que había dentro de ese espacio habitado casi exclusivamente por hombres. Morena, menudita y de cabello abundante (mechones caóticos que se las ingeniaban para dejar una armonía), lo que más resaltaba en ella era una amplia sonrisa. Cada que sonreía sus ojos se entrecerraban, delatando que aquel gesto era tan sincero como su interés por ayudar al prójimo. Esto era evidente con tan solo escucharla.

Las labores de Beatriz como voluntaria eran transversales dentro del albergue. «Hago lo que se ofrezca», me dijo. «Pero que lo que más disfruto es platicar con los chicos, conocer no solo sus historias, sino su día a día, es lo que más disfruto».

La sensibilización de Beatriz ante el tema migratorio le llegó por el lado familiar. Oriunda de una colonia popular en Nezahualcóyotl, Estado de México, recuerda que, de niña, junto al resto de su familia, acompañó al aeropuerto a su tío, quien se disponía a afincarse en Estados Unidos. A su temprana edad aquello le impresionó. Duermevela del american dream en la terminal. «Realmente pensar en ese tiempo en viajar en avión era como… ¡uff! un sueño», dijo. Fue hasta veinte años después, cuando visitó a su tío en Nueva York, que este le contó la verdad. Aquel día remoto su tío no se trasladó directamente al país vecino, sino a Tijuana. «De Tijuana empezó su verdadero viaje», comentó Beatriz: el de adentrarse en Estados Unidos de manera irregular.

Adicionalmente, a Beatriz, egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, le ha interesado el estudio de la trata de mujeres que eventualmente incidió en su acercamiento a los temas migratorios. «En el 2012 tuve un viaje a Estados Unidos y me llamó mucho la atención todo lo que estaba pasando en ese entonces [en materia migratoria]. Más bien la gente que conocí y que me contaba cómo había pasado de México a Estados Unidos. Como que ahí empezó a llamarme algo, pero yo en ese entonces trabajaba con mujeres en situación de trata de personas», dijo Beatriz. «Tiempo después, aproximadamente a inicios de 2018, empecé a investigar más sobre lo que era la migración. Y aparte el tema ya estaba más visible que en 2012. Una amiga que también estaba involucrada en estos temas me dijo de este lugar [el albergue]. Visité, conocí, contacté a la directora y bueno, empecé a venir, así como voluntaria».

Antes, en 2010, Beatriz eligió el tema de las trabajadoras sexuales para su tesis de licenciatura. «Contacté con una misionera estadounidense que conocía a varias chicas de la zona [La Merced] y quería entablar una amistad con ellas. Y así fue como yo empecé a meterme en todo eso […]. Años atrás había escuchado en un noticiero sobre una mujer de El Salvador. Ella decía que tenía que ponerse una inyección para no quedar embarazada durante su tránsito por México porque ella sabía que la iban a violar. Y para mí, en ese entonces fue muy fuerte; dije, cómo debe estar la situación de esta mujer para que esté dispuesta a que la violen con tal de salir de todo eso».

 

Migración: antes y ahora 

A principios de los años ochenta los flujos migratorios provenientes de Centroamérica se convirtieron en un tema de preocupación para México. Los desplazamientos provocados por los conflictos armados, las crisis sociales e incluso los desastres naturales llevaron a que miles de personas buscaran refugio en nuestro país. Muchos otros iban rumbo a Estados Unidos, pero en cualquier caso debían pasar por México. Esto condujo a una rearticulación institucional de lo que había en la materia. Han pasado más de cuarenta años desde entonces y la evolución del fenómeno, así como su atención por parte del gobierno mexicano, ha tenido importantes modificaciones. De ello hablé con Reily, quien llegó a México en 2009, un par de años antes de que surgiera la Ley de Migración y la reforma constitucional en materia de derechos humanos que, al menos en el papel, aspiraba a un trato más humano de los migrantes en situación irregular.

«Digamos que son otros tiempos, pero igual es migración», dijo Reily. «Siento que en aquel entonces [cuando llegó a México por primera vez a finales de 2009] era como más violencia. Si tú ibas a cualquier institución pública, llámese para poner una denuncia, para recibir atención médica… no te veían. Ni siquiera te dejaban pasar a la puerta. Y si te atendían era porque ibas con alguien de alguna casa del migrante o alguien referido a derechos humanos, pero en general creo que, y lo sigue siendo, es… es una lucha. Una lucha hasta para encontrar un trabajo, un trabajo en el que tú digas… pues ningún trabajo es perfecto, pero de los trabajos que he tenido han sido trabajos mal remunerados por el simple hecho de no ser mexicano, trabajos en donde no respetan tus derechos laborales».

Migrantes como Reyli enfrentan varias capas de un gran problema. Una es, claro, la omisión y hostilidad de las autoridades. Otras más es un sistema social que es reticente al extraño, una figura de la que es fácil aprovecharse. Esto es frecuente en el ámbito laboral. «He trabajado en lugares donde alegan que están dados de alta con el SAT, cuando no es así, entonces por eso es que se trasgreden algunos… la mayoría de los derechos», dijo Reyli, quien además ejemplifica los contrastes entre la realidad y los discursos oficiales. «Porque a lo mejor vamos a lugares donde precisamente no están regularizados con el gobierno. Migración nos hace énfasis en los documentos que nos proporcionan. Dicen: “con eso ustedes pueden trabajar”. Pero cuando nosotros vamos a la vida, allá afuera a preguntar… nos topamos con “no” y “no, y tráeme esto y tráeme aquello”. Algunas veces lo hacen como para intimidarte, como para hacerte sentir como que no conoces el país ni sus políticas y que lo que te están diciendo ellos pues tú no lo tienes. Entonces ha tocado muchísimas veces que me digan que no, cuando migración me dice que sí».

Las complicaciones se extienden al ámbito de la seguridad y la salud. «[Para] tener atención médica tiene que haber como una lucha… si no, hay como una pared, […] no digamos ya cuando vas a poner una denuncia. El otro día me pasó un incidente, me asaltaron aquí afuera del albergue y nadie me quería tomar la denuncia. Ningún ministerio público se creía competente como para tomarme la declaración, aun ya estando regularizado, estando en un lugar fijo, etcétera».

En algunos sentidos, Reyli considera que sí ha habido algunas mejoras en el trato que hay hacia los migrantes en México, más que nada del lado de la ciudadanía. La gente de a pie ha sido, en su caso, un mayor soporte que las autoridades locales o los representantes oficiales de su país. «Ha habido avances, claro que sí, esos avances tú como migrante lo ves, pero lo ves reflejado con la gente, no sé si me doy a entender. El mayor apoyo que recibes creo que es de la población. Desde que tú pisas la frontera, como extranjero. O sea, te lo digo yo como hondureño, se ve la diferencia», dijo.

«Y no lo digo tanto porque sea una obligación, sino porque la gente lo hace. Y lo hace con muchísimo gusto. Te das cuenta de que a lo mejor las instituciones públicas de tu país que están aquí “representándote” entre comillas, y las de aquí no hacen nada por ti, sino que son otras personas las que ven dónde comas, donde duermas, donde trabajes. Personas e instituciones que se encargan de regularizar a la persona que no tiene documentos, al que viene llegando, o al que nada más va de paso».

Hace años, cuando era más joven, Reyli pensaba asentarse en Estados Unidos. Era un objetivo que tenía metido en la cabeza, uno difícil, pero que no era imposible. Como tantos otros, le entusiasmaba el sueño americano. Si cerraba los ojos y se concentraba, podía visualizarse ahí, en las calles de EE.UU. Estar lejos de casa y con frío estaría compensado por los dólares. Al final no resultó. Le tocó asumir otro escenario y echar en mano de ese recurso tan frecuente llamado adaptación. «Yo no tenía como planeado quedarme en México […]. Pero una cosa me fue llevando a la otra. Al recibir como negativas de tantas veces ir, y luego de que me deportaran de Estados Unidos, pues se me iba la vida. Se me estaban yendo los años, los meses, los días…»

 

Ganarse el respeto

En su trayectoria como investigadora y como voluntaria, Beatriz se ha sumergido en ambientes que terceras personas podría catalogar como peligrosos. En el caso del albergue, le ha tocado interactuar con hombres que le sacan una o dos cabezas y que la doblan en peso. Y aunque la convivencia ha sido respetuosa, también ha vivido alguna incomodidad. «Una vez sí me tocó un chico que al parecer se había alcoholizado. Entonces uno de los huéspedes me dijo “oye, pues es que este chico está alcoholizado”. Yo la verdad decidí mejor no meterme. Porque yo dije, no me siento ni con la autoridad de hacer algo aquí porque vengo una vez a la semana, pero… y yo lo que recomendé fue: “¿por qué no buscas directamente a la directora y le comentas?”. Después este chico que me pedía el consejo le dijo al chico que estaba alcoholizado que YO había dicho a la directora que él estaba alcoholizado».

«Unos días o una semana después, ese chico… yo me llevaba muy bien con el que se había alcoholizado, muy, muy bien. Y de repente me dijo “ya me dijeron, eh”, y yo le dije “¿cómo, qué?”, “que tú le dijiste a la directora que yo estaba alcoholizado” y yo le dije “yo no lo dije nada”», dijo Beatriz actuando cada diálogo con el tono de voz correspondiente. «Él me dijo “no, que sí, y ahora por tu culpa voy a quedarme en la calle”. Empezó a usar mucho como chantaje emocional conmigo. Pero como tengo experiencia en ello fue como, “mira, yo no le dije, tú rompiste una regla, se te está sancionado por lo que hiciste. Porque tú sabes bien que no podías llegar alcoholizado a la casa y no puedes consumir alcohol en la casa”», dijo. «Y ya me dijo algo como “pero te voy a encontrar allá afuera”. Y la verdad yo sabía que estaba enojado en ese momento; al principio me sentí como un poco temerosa, sí le comenté a la directora para cualquier cosa, pero sabía que muy probablemente no me iba a hacer nada, ¿no?».

Sea como sea, Beatriz se siente cómoda en el albergue. Aunque ha estado en otros donde no se ha sentido segura y en los que ha padecido comportamiento inapropiado de los hombres. «Prefiero reservarme el nombre [del otro albergue], pero algo que pasaba es que estaba muy desordenado. Y, yo creo que una de las principales cosas a la que me he enfrentado al trabajar con personas migrantes, sobre todo hombres, ha sido justo la relación que… que… que ellos… quieren… o tienden a querer formar con una mujer», dijo. «De repente te encuentras con que “ay, cómo estás” “¿y eres casada?”, “¿y tienes novio?”, “y me quiero casar con una mexicana”, “y pásame tu facebook y pásame esto y pásame aquello”. En el otro albergue yo sentía que no había un respeto por las voluntarias y no había un orden tampoco. Como que los directivos no ponían un orden en ese sentido y yo me sentía insegura. Yo era básicamente la que tenía que estarles diciendo que no me estuvieran molestando. Aquí yo veo que respetan mucho a la directora», dijo Beatriz.

«Claro, no falta el que trata de llegar con estos mismos discursos, pero yo veo que ellos ven que tienen una autoridad. Y bueno, creo que eso ha ayudado, que cuando ellos quieren pasarse, uno habla y se siente respaldado por la autoridad que está aquí».

 

El largo y sinuoso camino jamás desaparecerá

«Digamos que sí es un infierno, por así decirlo, cruzar todo México», dijo Reyli. «Pero uno sin embargo lo hace, lo logra». Aun así, reconoció que eventualmente los migrantes topan con alguna pared. Siempre hay una pared. La mayor de ellas es la que encuentran en la frontera norte. «Ya Estados Unidos como que los está obligando a que pidan asilo aquí en México, cuando tú podrías pedir asilo en cualquier parte, no que alguien te condicione dónde y cuándo. He escuchado mucho ahorita… no estoy como muy enterado, pero de que los trámites ahorita los están haciendo de cuatro a seis meses, lo que en mi época de que anduve en las vías y así… no pasaba».

La voluntad de ceñirse a las reglas ya no es suficiente. Hay prácticas y dinámicas informales que acotan la libertad de quienes buscan hacerse de un hueco en sociedad. «Si te regularizabas en aquel entonces [habla de sus primeros meses en México] era como, híjole, llevabas como el 99% de las de ganar porque nadie te decía nada cuando te subías a un camión. Y ahorita el que alguien se regularice y pues que les digan… “es que el proceso es de cuatro a seis meses” … es como obligarte a que no puedas hacer nada».

En 2014, La Bestia, la red de trenes de carga que solía ser el medio de transporte preferido por los migrantes en situación irregular para llegar a Estados Unidos, dejó de ser una opción viable. Este sistema era ya de por sí muy peligroso, lo que le valió el apodo de tren de la muerte. Además, los operativos de las autoridades complicaron aún más el viaje para los migrantes. La vigilancia en las zonas recorridas por el ferrocarril se intensificó a partir de 2018 con la incorporación de la Guardia Nacional en labores de control migratorio. La anulación de esta ruta ha llevado a una mayor dispersión de los flujos migratorios, ahora repartidos por otras rutas en distintas regiones y estados de la república mexicana.

En opinión de Reyli las restricciones fueron a más desde los últimos meses de 2018. «Desde que estaba saliendo Peña Nieto. O sea, cuando él ya iba saliendo ya empezaba como a escuchar: “ya no los están dejando pasar por Chiapas”, o sea, por la frontera sur». Lo anterior tuvo impacto en su momento con las caravanas. «Siempre fue así, solo que ya ahorita es como general. O sea, por ejemplo, yo supe por las organizaciones que a la mayor parte de las personas [de una de las caravanas] que se entregaron voluntariamente para obtener asilo fueron regresadas. Y ni siquiera iban para Estados Unidos. Entonces hay una política muy fuerte de “no hay que dejarlos pasar a México”», dijo. «México está siendo… no me gusta decir que México está siendo como un muro, pero casi casi».

Aun así, Reyli no siente rencor hacia el país en el que, pese a todo, radica. Al contrario. «México tiene muchísimas cosas que están mal, obviamente. Pero aun así yo considero, ya que tengo varios años aquí, aun con todo eso, México todavía tiene como ciertas cosas… como que son más incluyentes. Porque he tenido conversaciones con abogados gringos en la frontera norte y con abogados de aquí, y una vez hubo como… no un debate, sino como una cuestión como muy chistosa. México tiene aquí tratados con no sé cuántos países y en una de las conversaciones la abogada mexicana decía “hay visa para esto, esto y esto y aquello” y “hay protección complementaria para esto, estoy y eso”… entonces la abogada gringa le preguntaba a la mexicana: “oye, ¿pero le pueden dar documentos por eso, por esta razón?”. Así como sacada de onda, como diciendo: “en mi país no haríamos esto, lo que ustedes hacen aquí nosotros no lo haríamos”», dijo. «Y a mí me molestó mucho porque dije, pues es que si no es así… ¿quién? ¿Pues quién te va a apoyar por la necesidad que tú salgas? Ahorita yo estoy batallando un poco por el tema de que tengo tantos años de no ir y tengo ganas de ir [a Honduras] y no me lo recomiendan porque la situación ha cambiado. O sea, “Honduras no es la misma cuando tú saliste a ahorita”, “piénsalo muy bien”, etc, etc». 

 

Algo en que creer

El impulso de Beatriz para trabajar, al menos parcialmente, sin fines de lucro, está sustentado en una combinación de empatía y un componente religioso. También ha influido esa carambola de hechos a las que llamamos destino. En sus primeros años no habría vislumbrado los derroteros a los que la vida le llevó. «Fue muy raro todo, ¿no? Todo empezó por una investigación. Al final en ese proceso pude conocer de Dios. Y pude conocer gente que decía que amaba a Dios. Y esa gente me enseñó el valor que yo tenía como persona. Y esa gente me incluyó y esa gente me amó. Me amó. Creo que eso es lo que me motiva, o sea que cuando alguien cree en ti, que cuando alguien te ama, cuando alguien te anima, tú puedes salir adelante», dijo visiblemente emocionada con una sonrisa.

«No tengo ningún interés de decir lo que mucha gente dice: “es que es bonito hacer cosas buenas para la gente”», agregó Beatriz. «O sea, como que hay un alivio moral, ¿no? Yo sí puedo decir que no lo hago por eso.

También puedo decirte que aun cuando yo soy cristiana no lo hago para que ellos vengan y se unan a una religión. Creo que es más esta cuestión de que me siento tan amada, me siento tan aceptada y me siento tan apoyada y… y… y que creen tanto en mí que es lo mismo que quiero transmitir a ellos, porque es como querer devolverle la dignidad a la gente cuando muchos han tratado de pisotearlos».

El tono de voz de Beatriz aumentaba en sentimiento. Este punto de la entrevista deslizaba lo más arraigado en su personalidad. Un empuje, la manifestación de sus motivaciones para ser voluntaria. «Me acuerdo que alguna vez leí un cartel que decía “amar es un acto de resistencia” y creo que esa es mi arma. Por eso te decía que sentarme con ellos y escucharlos… [suspira]. No sé si has visto que hay un bebé aquí ¿no?», me preguntó y le dije que sí. Estaba, de nuevo, conmovida.

El albergue es para alojamiento de hombres casi siempre, pero a de vez en cuando hay alguna excepción, como la mujer que por esos días se aloja ahí en compañía de su pareja y su bebé. «El hecho de cargárselo para que ella coma, o de amar al bebé incluso cuando no sabes bajo qué circunstancias ese bebé va a crecer. No sé, son muchas cosas», dijo mientras su sonrisa se apagaba.

Involucrarse como investigadora, voluntaria y activista en áreas como la trata de mujeres, la prostitución y la atención a migrantes despertaron temores en los familiares de Beatriz, quienes, preocupados, le pidieron encarecidamente que se dedicara a otra cosa. Ella siguió firme en su propósito. «Pensando en todas estas cuestiones de prostitución, cuando yo me involucré en trabajar y amar a estas chicas, fue muy curioso. La familia de mi papá se dedicaba a la maquila de ropa interior antes de que llegara la industria china a darle en la torre a la maquila. Y uno de los lugares donde entregaban la lencería era la calle de Corregidora en la Merced», dijo Beatriz. «Y yo me acuerdo que veía a las chicas con poca ropa y yo preguntaba, “¿qué pasa aquí?”. Te estoy diciendo de cuando tenía cinco años. Y mi mamá sin saber nada me tapaba los ojos, así como diciendo “síguele, no veas”», agregó entre risas. «Yo ahora entiendo que ni mi mamá entendía lo que estaba pasando».

«Cuando yo les empecé a decir sobre mi investigación de licenciatura no estaban muy de acuerdo», dijo Beatriz. «Tenían miedo porque ellos conocían del barrio [La Merced]. Después, cuando yo les dije “pues me voy a quedar… ya terminé la investigación, pero resulta que me quiero quedar apoyando a estas mujeres para que puedan salir de esto”, ahí fue donde mi papá me dijo “qué te pasa”. Y creo que yo tenía como veinticuatro, veinticinco años, ahora tengo treinta y dos y le dije a mi papá: “perdóname, papá, pero esto es lo que yo sé que tengo que hacer, porque sé que tiene que ver con mi misión en esta vida”».

Los padres de Beatriz vieron tan inspirada a su hija que eventualmente cedieron. «Fue muy bonito que ellos se empezaron a involucrar. O sea, de todas las formas posibles… porque mi trabajo no se quedaba en las calles con las chicas. No. Me invitaban a los cumpleaños de sus hijos, yo las invitaba a mis fiestas de cumpleaños. Yo conocía a sus familias, ellas conocían a la mía. Y vi cómo esto fue sensibilizando el corazón de mis padres y como al final ellos me estuvieron apoyando».

Cuando Beatriz comunicó a sus familiares que se pasaría a la atención y protección de migrantes, pensó que eso los dejaría más tranquilos y contentos, pero ciertos recelos persisten. «La verdad es que siempre viven con una incertidumbre de que me pueda pasar algo, pero son padres muy amorosos y respetuosos y siempre me han dicho: “nosotros vamos a estar contigo y vamos a apoyar lo que hagas” y me gusta que su perspectiva empieza a cambiar, su propio pensamiento sobre prostitución ahora es diferente y su perspectiva sobre migración y personas y movilidad es diferente. Mi mamá es profesora de geografía y me estaba llamando el otro día y me dijo: “qué crees, vamos a tener una feria de ciencias y quiero que mis alumnos expongan el tema de migración”», dijo Beatriz, volviendo a sonreír.

 

El bucle de la crisis centroamericana

Para Reily, como para muchas otras personas, Honduras ha dejado de ser una alternativa para residir más allá de alguna visita esporádica. Las condiciones estructurales de su país hacen que cualquier emprendimiento u optimismo caiga pronto por la borda. El desajuste ha persistido durante años y décadas, y en ese tiempo el panorama ha dejado de ser una excepción como solía ser en el pasado, cuando se creía que la recuperación era posible en el corto o mediano plazo. La inestabilidad se ha vuelto una norma ante la cual no se ve forma de escapar.

«Uno como ciudadano piensa, cuando están secuestradas todas las entidades del gobierno… ¿qué haces? ¿o a dónde vas? Si tienes un negocio… no lo tengo, pero conozco muchísima gente que se ha salido de sus terrenos, de sus viviendas, porque no pueden seguir pagando extorsiones… son como amenazas. Han tenido que abandonar sus propios hogares […] y decir “no, pues yo dejo mi casa y ahí que hagan lo que quieran hacer, pero mi vida es mi vida”», dijo Reyli. «Conozco a como a cinco personas del norte del país que han abandonado sus centros de trabajo porque ya no… o sea, les ponen un precio y se están como cobrándoles extorsiones durante tanto tiempo y luego aumentan a un precio más elevado y entonces es como estar trabajando para alguien. Ya ni siquiera trabajas para el gobierno, trabajas para el que te está extorsionado».

De igual forma, lamentó que en Honduras no exista el aparato institucional con el que México cuenta. «En cuanto a desarrollo humano como país nos falta mucho. Mucho no tanto por la apatía de la gente, sino porque… por ejemplo, nosotros no tenemos un Infonavit, por así decirlo. No tenemos facilidades de crédito como las que hay aquí. Tú estás tanto tiempo en un trabajo, vas a cotizar más o menos te alcanza y pues, ahí tienes tu casa. Allá no, el sistema obviamente cambia porque es un país diferente, pero en sí, como hasta mencionarte programas sociales, comedores, albergues, que en una comunidad independientemente de que sean ricos o sean pobres… pues yo considero que debería de haber. Todo esto que te estoy mencionando yo lo vine a ver aquí. Y yo dije, pues no hay nada de esto en mi país [se ríe]».

Para los jóvenes de Honduras la situación tampoco es halagüeña. El rezago educativo trastoca desde inicio las posibilidades de superación en los sucesivo. En 2018, una encuesta retomada por la UNICEF mostraba que el 44 por ciento de los niños hondureños de entre 3 y 17 años estaban fuera del sistema escolar. «Normalmente los adolescentes desertan desde la secundaria», cuenta Reyli. «Ahí es cuando los jóvenes empiezan a trabajar como ayudantes de albañil, como cobradores de autobús que es lo más recurrente, porque […] el target principal del gobierno son los jóvenes. O sea, tú atacas a los jóvenes y ahí como que tienes como la guerra ganada», agrega Reyli que asocia la negligencia del gobierno a una posible estrategia para perpetuar un mismo sistema económico y político. 

«No solamente en dejarlos ignorantes […], si no tienes suficiente educación entonces no vas a pensar lo suficiente para demandar tus derechos. La mayoría de las personas que venimos aquí no conocemos que tenemos derechos. Conocemos que tenemos obligaciones, que tenemos que trabajar, que tenemos que cumplir con esto y esto y eso, pero desconocemos que también tenemos derechos».

En Reyli también hay cierto despecho hacia las representaciones de su país en el exterior, a las que ve como espacios descuidados y displicentes. «Cuando vas al consulado de Honduras y quieres entrar por la razón que sea… no te atiende un hondureño, sino que te atiende un mexicano. Entonces digo, no es tanto como ver de qué raza provienes o de ser racista o de hacer o de tener otro tipo de conductas, sino de ser coherente. De decir, si tú como mexicano vas a tu embajada estando en otro país, y te atiende otra persona de otra nacionalidad… tú te sentirías de “qué onda, o sea, ¿esta es la embajada de mi país o del país [receptor]?”.  Entonces lo tomamos como en tono de broma, pero al mismo tiempo sí cala. Cala, porque yo le he dicho a muchísimas organizaciones: ¿cómo le haces cuando no puedes quejarte con nadie porque tu consulado no te puede atender?, porque tienes problemas judiciales por así decirlo y no va a representarte, no va a ver cómo estás, no va a ver en qué situación estás. O falleces o te pasa un accidente y tu cónsul, pues brilla por su ausencia».

En su interacción con agentes y autoridades mexicanas, Reyli ha tenido experiencias de distinto tipo y acepta sus propios claroscuros. Por eso prefiere no generalizar. Dice que ha habido de todo. Oficiales que le han atendido como se debe y otros que, dice, de plano no le quieren recibir o que le hacen comentarios fuera de lugar, impropios de su investidura. Con la policía ha experimentado fricciones constantes. «Con policías tengo mil historias que contar [se ríe], pero creo que, resumiéndolas, creo que me han servido los años que llevo en el país para notar cuando ha sido responsabilidad mía de alguna falta y digo, bueno, ni qué decir. Pero cuando no, es cuando pasan estas inconsistencias de “no estoy haciendo anda, no me encontraste haciendo nada, no entiendo por qué llevas o por qué la confrontación”. Está ligado muchísimo al tema de procedencia, de dónde vengas».

Sus peores episodios han sido con los agentes del Instituto Nacional de Migración.

«Antes de tener como la residencia regular, sí tuve algunos incidentes con migración, pero fue como en tema de procedimientos que ellos no siguieron al pie de la letra», dijo Reyli. «Por ejemplo, una vez que me deportaron de Querétaro, corrí, corrí, corrí demasiado y creo que los enojé, y luego cuando lograron agarrarme me llevaron a la estación, me dieron una golpiza [se ríe] y yo no sabía que de Querétaro para acá se hacen como dos horas, máximo, eh, bueno, me dejaron todo moreteado y golpeado y así, me tuvieron tres semanas en Querétaro. Y cuando por fin decidieron como que ya se me había quitado los moretones y los golpes, en ese momento fue cuando me movieron. Y en el informe ellos pusieron que ese mismo día que me trajeron acá fue el mismo día en el que me había agarrado [se ríe]».

Al momento de la entrevista, Reyli intentaba conseguir la visa de residencia permanente en México. Su postura era que más allá de trámites y papeleo había un ambiente de resistencia. Prácticas informales que enrarecían el proceso y xenofobia entre algunas personas. «Hablar de migración en México es un poco complejo. Una vez fui a una entrevista de trabajo y mencioné sobre la naturalización y de que era un poco complicado obtenerla, entonces yo creo que [la persona] me entendió mal o me interpretó mal y me dijo “pues es que qué esperas, ¿Qué a todos los que entran al país se les dé la nacionalidad?”… y pues es que yo no lo dije en ese contexto, lo dije por lo difícil que es para un extranjero que se le otorgue la ciudadanía mexicana. Porque tiene que haber como un proceso no tan sencillo». 

Con el tema de las caravanas, Reyli tenía sensaciones encontradas, escepticismo. «Digo, yo, es la misma gente, pero si tú… si tú ves el mismo escenario de hace, no sé, ocho años, por ejemplo, diez años, que venían en el tren, que venían en condiciones pues que parecíamos hormigas arriba de un pedazo de pan. Ahorita en las caravanas … es la misma migración solo que cambio de medio de transporte. Antes era un tema que se sabía, pero del que nadie quería hablar. O que sabía la gente, pero así: “ah, es un migrante, es un hondureño acá” y así. Y ahorita que ya tenemos como más visibilidad gracias a los medios [se ríe]… eh, digo que ha sido como un arma de doble filo porque tanto viene gente buena como viene gente mala. Y eso es en todos lados. O sea, entonces, ¿cuál fue mi problema con lo de las caravanas? Bueno, que los medios se enfocaron más en lo negativo de… yo le podría decir de cualquier conducta humana. Porque el que vengas de un país no quiere decir todo el resto del país sea igual. Y que, catalogues a todos, que los metas a todos a dentro de una caja, por el comportamiento de unos cuantos… pues no. Eso para mí era algo nuevo. Hubo una temporada en la que yo, pues, no es que diera pena decir que era hondureño, pero sí que me la pensaba mucho. Porque el mayor comentario que tú te puedes imaginar es… este es un tal por cual, etcétera, etcétera. Solo cosas bonitas [dice en tono irónico y se ríe]».

De nuevo, Reyli fue enfático en que no se debe generalizar y destacó la generosidad de algunas comunidades mexicanas. Sin embargo, siente que la emergencia de las caravanas en 2018, y el enfoque negativo que se les dio a nivel mediático, afectó la forma en que la ciudadanía los trata en comparación con la forma en que eran apoyados antes. «Porque creo que México ha sido empático con los centroamericanos, pero después de la[s] caravana[s] y después de poner los focos rojos en lo negativo, los migrantes hemos perdido mucho. Y hemos perdido no tanto con las instituciones ni con el gobierno de México ni con quien nos representa en Honduras, sino con la gente que siempre nos apoyaba aquí, la gente de allá afuera, la gente que te ve y sin que tú le pidas te habla y te pregunta si ya comiste, cómo te ha ido, cómo te fue… y no la obligación de la gente a hacer eso», dijo. «Y la gente lo hacía; por ejemplo, toda esa gente de Chiapas, de Oaxaca. Hay una población en Oaxaca que se llama Ixtepec, en donde diario, los 365 del año, diario, le caen migrantes a ese pueblito, y en aquel entonces yo estaba sorprendido porque decía “diario le caen doscientos, trescientos migrantes” a un pueblito. Y esta gente no se cansa de dar».

 

Empate entre México y Estados Unidos

Las percepciones que existen en Estados Unidos y México acerca de la población centroamericana han sido distintas históricamente, aunque en la última década parecen haber empatado hacia un clima más bien hostil. Por su cercanía con ambos países, Beatriz conoce de ello. «Yo soy cristiana, entonces en el año 2012 empecé a leer un libro que tenía que ver con teología de la migración y hablando con mi pastor de ese entonces, él había estudiado en el seminario teológico de SETECA [se refiere al Seminario Teológico Centroamericano] en Guatemala. Él me decía “yo tengo amigos guatemaltecos que no quieren venir a México…”, y yo le decía que por qué, y él me decía que era porque los mexicanos trataban muy mal a los centroamericanos, y a los guatemaltecos obviamente», dijo Beatriz. «Pero a mí se me hacía como que raro, ¿no? Y eso fue antes de que se empezara a hablar de la doble moral que México tenía; yo me fui dando cuenta de eso en el camino. Como de que… ¡cómo!, o sea, nosotros nos quejamos de Estados Unidos por cómo tratan a nuestra gente, pero aquí en México estamos haciendo absolutamente lo mismo».

Para Beatriz, la xenofobia y la insensibilidad se acentuaron en una parte de la sociedad mexicana a partir de 2018 con las caravanas. «Cuando empezaron a salir los éxodos migrantes, y desde todo el discurso racista que Estados Unidos tiene y que México ha absorbido por consiguiente. Yo creo que hay mucho rechazo hacia las personas migrantes o hay mucha lástima también, como que de repente no entendemos el tema completamente y la gente más bien es como de “ay, pobrecitos”», dijo. «Entonces cuando llegaron los éxodos migrantes aquí a la ciudad, toda la gente estaba movilizada porque quería ayudar, pero una vez que pasó la crisis, ya todos se estaban quejando de la huella dejada por las personas en movilidad a su paso».

 

Vidas cruzadas

El futuro acostumbra a sorprender. Cuando creemos tener una ruta predecible, llegan imponderables que ponen en evidencia lo poco que sabemos. Así, una tarde cualquiera te sorprendes sin saber cómo es que terminaste ahí, cuando el laberinto marcaba otro curso. Al momento de la entrevista Beatriz no sabía, por ejemplo, que se casaría con un joven estadounidense, como finalmente ha hecho según muestran ahora sus redes sociales.

Aquel día, cuando le pregunté sobre sus siguientes pasos, Beatriz estaba en la incertidumbre, aunque tenía una línea de valores irrenunciables. «Puedo decirte que es muy incierto todo, ¿no? Pero quiero seguir, yo sé que va a sonar muy ambiguo, pero yo quiero seguir amando a la gente que necesita ser amada y quiero seguir diciéndole a la gente el valor y la libertad que pueden tener. Y, ¿en dónde? En donde sea. ¿Con quién? Con quien sea. O sea, realmente no es como que tengo un plan de decir “ah, sí, voy a estar este tiempo en sociedad civil” o “voy a ocupar un cargo público”», dijo.

«No sé cómo decirlo, porque hasta cierto punto soy… invisible. Nadie sabe lo que hago. No soy una persona pública que saben lo que está haciendo. Pero creo que, desde esta trinchera, desde lo muy bajo, desde lo muy básico más bien, seguir trabajando por el bien de las personas. En donde tenga que ser. Y creo sí tengo un corazón por, pues por grupos vulnerables».

***

Como cualquier otro término, migrante es una palabra útil para facilitar el análisis y exposiciones; pero igualmente es una simplificación categórica en la que se pierden los factores identitarios de cada persona. Con una característica en común (la movilidad), los migrantes tienen entre sí particularidades que afloran por medio de la conversación. Además, por encima de ser personas que están fuera de su país de origen, quizá haya rasgos que resulten más característicos de ellos que el hecho de ser migrantes, aunque a nivel macro se pasen de largo.

Por ejemplo, los migrantes son personas que no se resignan. Tiene ese atributo resaltado alguna vez por W. Somerset Maugham: la valentía de no capitular ante los caprichos de la suerte, de luchar incesantemente contra la desgracia aun a sabiendas de que ese combate es desigual y que les dejará marcas en la cara.

Reyli es uno de ellos. Alguien que no acepta la derrota. Le gusta Guadalajara, ciudad a la que va y viene cada que puede. Comentó su voluntad de ir a Honduras dos o tres días para ver a su familia… para luego volver a México. Eso lo tiene claro. No puede asentarse más en su lugar de origen. Aspira a obtener la nacionalidad mexicana algún día. «Legal-legal ya llevo cinco años [en México] y creo que eso ha sido como lo más constante, permanecer en México [se ríe]. Aunque me he cambiado de estado ha servido. O sea, para el propósito que salí, sí… sí ha servido. Porque las ideas que yo tengo ahorita a comparación a cuando salí… si estuviera en Honduras como que me costaría un poco por la cuestión de que ya no pienso igual. Pero sirvió el haber salido», dijo Reyli quien ya no es la misma persona que dejó Honduras muchos años atrás.

«Muchas veces mi familia me pregunta, cómo le haces para esto, cómo les haces para aquello, para comer… porque la situación en México es dura, incluso para los propios mexicanos. Mi familia me lo dice. Y yo les digo “con ayuda de Dios”».

 

Contacto:

Twitter: @Bigmaud
Correo:
[email protected]

Ciudad

Alcalde Galindo enciende alumbrado táctico en Avenida Carranza

Publicado hace

el

El Alcalde encendió el nuevo Alumbrado Táctico en Carranza y Uresti, donde se instalaron 163 puntos de luz que reforzarán la seguridad y el atractivo del Centro Histórico.

Con la presencia de representantes de la iniciativa privada, juntas de participación ciudadana y estudiantes, el Alcalde Enrique Galindo Ceballos inauguró la obra de Alumbrado Táctico en la avenida Carranza y la calle Uresti, que consta de la instalación de 163 puntos de luz.

El Presidente Municipal destacó que este proyecto no solo embellece y moderniza la ciudad, sino que también brinda mayor seguridad a peatones y visitantes: “Hace años se caminaba seguro por la ciudad, y con esta iluminación estamos recuperando esa tranquilidad para la gente”, afirmó.

El Edil añadió que en el caso de la avenida Carranza, se impulsa un plan integral de rescate con el objetivo de reactivar la vida comercial y turística, lo que a su vez detonará el crecimiento económico. Además, señaló que se incorporaron luminarias adicionales para iluminar las zonas peatonales.

En el evento estuvieron presentes José Ángel Elizondo Salinas, superintendente de la Comisión Federal de Electricidad; Luis Gerardo Ortuño, presidente de la Alianza Empresarial; Alberto Narváez Arochi, presidente del Corredor Carranza; y Armandina González, gerente del Hotel Real Plaza, quienes acompañaron al Alcalde en el encendido de este nuevo Alumbrado Táctico.

Continuar leyendo

#4 Tiempos

Sobre la oficina de la abogada de la UASLP: La réplica desperdiciada

Publicado hace

el

El pasado 22 de agosto, quien esto escribe publicó una columna de opinión titulada “La abogada y el diablo”, en la que hice un recuento de las continuas, constantes y costosas derrotas jurídicas que ha venido acumulando la oficina de la abogada general de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

En el texto, también fui revelando las curiosas casualidades entre los actos jurídicos fallidos de la UASLP, representada por la licenciada Urenda Queletzú Navarro Sánchez, y las revelaciones de los medios propiedad del empresario Miguel Maya Romero, a quien me refiero cariñosamente en varias ocasiones con varios sinónimos y parafraseados de su apodo: “el diablo”.

Si alguien se perdió la columna de opinión a la que me refiero, les comparto el enlace para que tengamos, tengan todos mis lectores y Culto Público, el mismo contexto.

🔗 https://laorquesta.mx/la-abogada-y-el-diablo-apuntes-de-jorge-saldana/

Producto de esa publicación, la oficina jurídica y su titular usó el derecho de réplica que nos concede a todos la Constitución y sus leyes reglamentarias, por considerar que la publicación –como se asentó por oficio– incurre en “inconsistencias derivadas de información incorrecta e imprecisa”.

El texto que mandó la titular de la oficina jurídica universitaria a este medio (mismo que también adjunto) no solo es triste, disperso y contradictorio, sino que deja claro, punto por punto, que a quien defiende su titular, Urenda Navarro, no es a la Universidad Autónoma… sino a sí misma.

En cuatro cuartillas repletas de errores ortográficos, de sintaxis y gramaticales, que se podrían esperar de cualquiera, pero no de una doctora en Derecho (tengo la duda: ¿sí tiene el grado? Porque eso nunca ha quedado claro) y titular de la representación legal de la centenaria institución académica.

Pero eso es lo de menos, creo que nadie espera que la autora de la réplica (con acento, licenciada) sea también experta en redacción y sintaxis. Lo que sí se espera por parte de toda la comunidad universitaria y la sociedad en general es que la titular del área sea, por lo menos, conocedora y entendida en temas legales. No obstante, uno a uno de los asuntos legales que enlisté en mi columna original se han confirmado como errores, omisiones y derrotas, legales o de facto, que se apuntan a su gestión, mismas que, inexplicablemente, no los combate en su airada respuesta y en su lugar se exhibe y expone al rector Alejandro Zermeño Guerra.

En el primer punto de las aclaraciones, la oficina de la abogada intenta precisar que, respecto al contrato de arrendamiento (“contrato” va en minúscula porque no es nombre propio) de los terrenos propiedad de la universidad con la empresa VEM, que no fue Urenda Navarro quien elaboró el documento, sino su antecesor, Joel González de Anda, y advierte que en la columna de opinión no se partió de la verificación de las fuentes a las que se alude.

Si fuera acuciosa su oficina y su titular en leer mi columna en cuestión, en ningún fragmento se afirma que fue ella la que redactó el documento, lo que se cuestiona es la razón por la cual, después de un año de estar al frente de la responsabilidad jurídica, no advirtió de los detalles del poroso (y lo reitero: poroso y abusivo) contrato que les generó un problema jurídico mayúsculo en el que aún están inmersos como institución.

Y lo más grave: con la redacción de su réplica, deja ver explícitamente que ni ella, ni el rector Zermeño conocían siquiera los detalles del contrato elaborado por su antecesor, y que de manera reactiva, tuvieron que buscar el contrato para apenas conocer sus cláusulas.

¿Es así como la titular de la oficina de la abogada general defiende a la Universidad y a su jefe que lleva el mando de la misma?

El texto –insisto– evidentemente redactado para la propia defensa de quien lo firma, Urenda Navarro Sánchez, pone de manifiesto la irresponsabilidad con la que tanto ella como su jefe dejaron pasar en absoluto descuido un asunto tan delicado.

En el segundo punto del reclamo, se argumenta que en mi columna afirmé que la vía por la que se debió presentar un recurso contra la empresa VEM era la vía penal, lo que es totalmente falso y se contradice al citar mi texto de opinión, que deja claro que en la redacción nunca se sugirió una u otra vía, lo que se escribió fue una aclaración, entre paréntesis, para dejar claro que no es lo mismo una denuncia y una demanda. Nada más.

En el mismo punto, la oficina de la abogada explica la razón por la que la demanda mercantil contra la empresa fue presentada hasta el mes de junio y no en enero, esgrimiendo que su equipo tuvo que trazar la ruta más adecuada y que se abocaron a dar cumplimiento al contrato y reunir los elementos necesarios para después tomar una decisión.

Sin embargo, la explicación apura una pregunta: ¿Por qué en la primera parte del texto se asegura, y hace hincapié, en que la vía correcta de proceder era la de imponer una demanda mercantil, pero en la segunda parte de su argumento concede que su oficina tardó cuatro meses en llegar a esa conclusión?

¿Estaba segura o no la oficina jurídica universitaria en el cómo proceder?

Porque lo que declara la firmante en su atento oficio es que para decidir entre interponer o no una demanda, se tardaron cuatro meses. Que es justamente lo que le hago ver y le cuestiono en mi texto, al que por lo menos en este punto, y tras su respuesta, se me otorga la razón cuando hago ver su evidente tardanza.

El tercer punto aclaratorio de la abogada general de la UASLP es una joya:

Luego de citar mi texto (siempre en negrillas, detalle que agradezco) en la parte en la que infiero que el convenio en cuestión fue filtrado a los medios del empresario Maya Romero, la abogada general responde y ahora yo la cito:

“…al momento en que se puso en conocimiento al titular de la rectoría (con minúscula porque se refiere al cargo) del contenido del contrato de arrendamiento, también se le informó que mi antecesor en el cargo había ordenado no subir el instrumento jurídico a las obligaciones de transparencia en las que se dan cuenta los convenios y contratos que suscribe la institución…”

En pocas palabras, lo que dice el oficio es que por más de un año, como lo admiten explícitamente, tanto la oficina de la abogada general como el doctor Alejandro Zermeño fueron omisos en cumplir una obligación de transparencia, y hasta ese momento, (en el que se filtra a los medios propiedad de Maya Romero) se giró la instrucción de atender la normativa.

A continuación, la titular y solicitante de la réplica, niega que el documento se haya “filtrado” a los medios, y asegura que se giró una instrucción para que se subiera a la plataforma de transparencia, además de que –plasma en su texto y confirma con su anexo 4– que la Universidad recibió y atendió una solicitud de transparencia el 20 de noviembre por parte de un periodista

para obtener el documento.

Esto es evidentemente contradictorio y falaz, pues antes de ese 20 de noviembre, el portal Astrolabio ya tenía en su poder el documento, mismo que recibió en un sobre cerrado, tal como lo confirmó a este reportero, cara a cara, el empresario Maya Romero.

Por lo demás, los anexos que acompañan al oficio de réplica, fechados el 20 de noviembre y recibidos por la oficina de la abogada general el día 25 del mismo mes, pudieron ser confeccionados y sellados cualquier día, es la oficina a cargo de Urenda Navarro la que tiene la papelería y los sellos para poder hacerlos.

No hay evidencia real de una solicitud de transparencia registrada por una plataforma, y sí la palabra del empresario de medios, al que podemos, si la oficina de la solicitante de la réplica está de acuerdo, invitar para que nos confirme la versión, tanto a la abogada universitaria como a este reportero.

En todo caso, ¿no es demasiada casualidad que el mismo día que usted, por instrucciones de la máxima autoridad, instruyó subir a las plataformas de transparencia la documentación, haya sido presentada una solicitud de transparencia expresa sobre el documento?

Sobre la presencia de “una tercera persona” en la reunión entre la titular de la oficina de la abogada general y el rector, se solicitaría que sea mencionado su nombre, para que así tenga capacidad de defenderse ante la inferencia de la oficina jurídica universitaria de ser el autor de la filtración.

El reportero no tiene ni tuvo por qué saber quién o quiénes se presentan a las reuniones en las que, de manera privada, la Universidad Autónoma y sus funcionarios toman decisiones.

La mención de ese tercer personaje misterioso, suena más a un truco velado para proteger, una vez más, a la abogada general Urenda Navarro, y no a la Universidad Autónoma.

Sobre el cuarto punto de la réplica, hay poco que decir, pues solo confirma que la controversia constitucional interpuesta por la Universidad a la que representa, fue efectivamente desechada por ser “no-to-ria-mente improcedente.”

En el resto del texto de ese punto, solo se resume que, en anteriores ocasiones, también ha fracasado en sus intentosporque la corte considere a la UASLP como un ente autónomo con capacidad jurídica para presentar ese tipo de controversias.

En referencia a que no hace falta tener el número de expediente para conocer el documento de la controversia constitucional, tiene la oficina de la abogada general toda la razón, y fue erróneo por parte del autor, quien esto escribe, inferir que de alguna manera la oficina reclamante facilitó a un medio en particular el camino para encontrar el documento en los archivos públicos de la SCJN.

Sin embargo, yo le solicitaría a la oficina que comanda, Urenda Navarro Sánchez, que se diera a conocer, no solamente a este medio, sino a la sociedad en general, el comunicado, boletín, entrevista o aviso público en el que se haya informado a la comunidad y a los potosinos que la Universidad interpuso esta herramienta jurídica.

Y de no existir un comunicado público, se me ayude a explicar cómo fue que el medio de comunicación que lo publicó tuvo la capacidad de adivinar a ciegas que la oficina de la abogada general de la UASLP había promovido dicha controversia.

Las dos solicitudes que rematan el oficio de la oficina de la abogada general han sido resueltas:

  1. Se resolvió y se publicó íntegra la solicitud de réplica de la abogada de la UASLP y sus anexos el pasado 5 de septiembre en la página, redes sociales y listas de difusión en el mismo espacio y características en que fue publicada la columna que originó el debate.

  2. Se publicó la réplica íntegra con inserción pagada.

Para finalizar, respecto al anexo 1 en que la abogada universitaria Urenda Navarro Sánchez comprueba que la columna fue impulsada con una pauta en redes sociales por 800 pesos, se puntualiza que la abogada debió ser más exhaustiva en su búsqueda, pues no solo esa columna fue impulsada económicamente en redes sociales.

Todos los días, a conveniencia estratégica del medio, se impulsan y segmentan artículos, videos, columnas y noticias. Todos los días y sobre diversos temas.

Dicho lo anterior, le informo a usted, licenciada Urenda Navarro, y a la oficina a su cargo, que la réplica que usted nos envió no solamente fue pautada por los 800 pesos que nos solicita, sino que se invirtió el doble de recursos.

La razón para hacer esto no responde ni a la generosidad del director y propietario del medio –su servidor– ni a una presuntuosa holgura económica, sino a la necesidad del medio que dirijo para que la comunidad universitaria tenga más posibilidades de darse cuenta en qué términos y en qué formas responde y redacta su oficina, o usted, algo tan valioso como una réplica mediática.

Para que los universitarios y la comunidad en general tengan más elementos para explicarse el por qué la oficina de la abogada general pierde, una y otra vez, casi todos sus asuntos legales, y para que los universitarios sepan que no tienen una defensora de la institución, sino una abogada que antepone sus intereses personales a los valores que representan el logotipo del águila universitaria.

Si así como responde la oficina jurídica un derecho de réplica, atiende los asuntos de mayor relevancia para la institución, es fácil descubrir el por qué se arrastran y acumulan los fracasos.

Y para concluir a todo esto, quien esto escribe deja una aclaración y una pregunta:

El texto se encuentra dentro de los géneros periodísticos de opinión. ¿Qué hace la abogada general de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí debatiendo en medios la opinión, subjetiva, de un aprendiz de reportero?

¿No tiene otros temas que atender de mayor relevancia?

Cinco-cero.

Jorge Saldaña

Aquí el enlace a la réplica íntegra y sus respectivos documentos:

🔗 https://laorquesta.mx/derecho-de-replica-de-la-abogada-general-de-la-uaslp-sobre-la-columna-la-abogada-y-el-diablo/

Continuar leyendo

Ciudad

¿Quién es el favorito a la alcaldía por SLP de acuerdo con Rubrum?

Publicado hace

el

Gabino Morales (Morena) y Rubén Guajardo (PAN) lideran las preferencias internas de sus respectivos partidos. El PVEM mantiene competitividad con Juan Carlos Valladares.

Por: Redacción

La casa encuestadora Rubrum dio a conocer los resultados de su más reciente sondeo sobre la intención de voto y preferencias hacia precandidatos para la elección a la Presidencia Municipal de San Luis Potosí en 2027.

De acuerdo con el estudio, realizado el 15 de septiembre mediante 600 entrevistas telefónicas automáticas y aleatorias en el municipio capital, si la elección se celebrara hoy, Morena obtendría el 31% de las preferencias, seguido muy de cerca por el PAN con 25.0%, mientras que el tercer lugar sería ocupado por el Partido Verde con el 19.1% de la intención del voto.

Otros partidos muestran las siguientes intenciones de voto: PRI con 8.5%, Movimiento Ciudadano con 4.0% y un 12.4% de los encuestados se declaró indeciso.

El sondeo también indagó en las figuras con mayor tracción dentro de sus propios partidos:

En Morena, Gabino Morales lidera con el 54.4% de las preferencias frente a Cuauhtli Fernando Badillo, quien obtuvo 45.6%.

En el PAN, la pugna interna es más ajustada. Rubén Guajardo encabeza con 37.2%, seguido por Verónica Rodríguez con 33.1% y David Azuara con 29.7%.

En el PVEM, Juan Carlos Valladares es el favorito para la candidatura, al alcanzar un 60.2% de apoyo, contra un 39.8% de Sonia Mendoza.

Mientras que en el PRI solo un 26.1% quiere que Sara Rocha sea la representante, pues un 73.9% optaría por otro perfil.

También lee: Gallardo destapa a Valladares y Sonia Mendoza para la alcaldía capitalina

Continuar leyendo

Opinión

Pautas y Redes de México S.A. de C.V.
Miguel de Cervantes Saavedra 140
Col. Polanco CP 78220
San Luis Potosí, S.L.P.
Teléfono 444 2440971

EL EQUIPO:

Director General
Jorge Francisco Saldaña Hernández

Director Administrativo
Luis Antonio Martínez Rivera

Directora Editorial
Ana G. Silva

Periodistas
Bernardo Vera

Sergio Aurelio Diaz Reyna

Diseño
Karlo Sayd Sauceda Ahumada

Productor
Fermin Saldaña Ocampo

 

 

 

Copyright ©, La Orquesta de Comunicaciones S.A. de C.V. Todos los Derechos Reservados