#4 Tiempos
Recomendaciones del cine de Francis Ford Coppola | Columna de Mario Candia
APUNTES DE UN CINEÓFITO
El Padrino (The Godfather, 1972) Obra cumbre del cine norteamericano y, a su vez, del cine moderno. Un trabajo de gran destreza cinematográfica que logró transformar el séptimo arte para la eternidad. Coppola, un director estadounidense de estilo inigualable aunque muy irregular, hizo de este oficio un arte mayúsculo en los años 70. El padrino concentra, a través de la historia de una familia de inmigrantes italianos, los más relevantes temas de la literatura y de la humanidad. Nino Rota y su música magistral, le da al filme un sentimiento nostálgico y trágico. Una película repleta de personajes impregnados de las tragedias de William Shakespeare, diseccionados de manera brillante. Sin duda la interpretación de Marlon Brando es de leyenda, dentro de una espectacular ambientación de la Nueva York de los años 40. La oscura fotografía de Gordon Willis resultó fundamental, ya que le dio a la obra esa atmosfera espectacular. “Creo en América…”: con esta frase, llena de magnetismo, se iniciaba una trilogía extraordinaria, convertida posteriormente en referente cultural.
El Padrino parte II (The Godfather Part II, 1974) Dicen que las segundas partes no son buenas, pero el genial Coppola se encargó de repetir el éxito y la excelencia de la primera entrega: guardando las debidas proporciones, El Padrino I y II son como la 6a y la 9a sinfonías de Beethoven. Ambas son fantásticas. Ambas fueron revolucionarias. Ambas cautivaron. Y la densidad y perfección formal de la segunda obligan a las mayores reverencias, aún de quienes gusten más de la primera. Robert De Niro hace un extraordinario papel, magistral; John Cazale gana importancia y conmueve con un papel tan frágil, tan humano como nunca he vuelto a ver. Robert Duvall y Diane Keaton muestran todo su talento; pero la actuación más formidable es la de Al Pacino, que oscila entre el frío, obsesivo y programado hombre de negocios y el acalorado, irracional y tajante mafioso. El Bien y el Mal personificados, y entremezclados en su complejo personaje, le hacen merecedor de un puesto en el Olimpo del Cine. Coppola, nos muestra al esforzado patriarca Corleone desde sus inicios y a su hijo Michael en la plenitud de su fuerza y poder. ¿Cómo hacer un drama largo y complejo y a la vez emocionante? He aquí la magia del director. Además, el gran trabajo de fotografía y la técnica narrativa son sencillamente extraordinarios.
Apocalipsis Now (1979) No es un film sobre la guerra de Vietnam, la pieza de Coppola queda muy al margen de reseñar el conflicto en sí y nos adentra directamente en las tinieblas de la obsesión humana para alcanzar lo mítico y divino, muy propio en la táctica psicológica de la guerra. A todo a todo esto hay que sumarle unas magníficas interpretaciones de Martin Sheen como el Capitán Willard, Robert Duvall y Marlon Brando (el Coronel Kurtz), que no aparece hasta casi el final, pero clava su personaje, un tipo que está al borde de la locura. Hay que destacar también la gran fotografía, con paisajes preciosos, y llena de bellos contrastes. Son muchos los momentos memorables de la película: la gran aparición de Kurtz, los helicópteros volando al son de “La cabalgata de las Valkirias” de Wagner, o los soldados haciendo surf con bombas estallando a poca distancia de su posición. Estamos por lo tanto ante una de las mejores películas antibelicistas de la historia del cine, y la más personal del director, que pese a los contratiempos del rodaje y la prohibición de exhibirla en los cines de EEUU, consiguió dejar patente su denuncia de las guerras y su opinión del abuso de poder norteamericano.
Drácula de Bram Stoker (Bram Stoker´s Dracula, 1992) La visión de Coppola sobre el personaje de Stoker, choca con la imagen que se tenía como habitual del cine de terror, su visión del relato es mucho más próxima al drama, explorando el personaje como el de un ser atormentado por las consecuencias fatales de un frustrado amor que le empujará a convertirse en un ser maldito, condenado a vagar por los tiempos sin alma y con el único impulso de comer para perpetuar su tragedia. De esta manera, solemne y magistral Coppola nos cuenta y deja claro en el prólogo que la historia irá mucho más allá que la de un ser con colmillos que busca jovencitas atractivas para calmar su sed. Coppola traduce el misticismo de Drácula y lo reduce a una historia de amor atemporal en el que la disección de los personajes será crucial para entender los puntos de vista expuestos. Mina es la razón que Drácula busca para dar sentido a su existencia, la creencia en que el tiempo es una entidad cíclica que da pie a segundas oportunidades, “océanos de tiempo” dice en el film, esperando esa oportunidad a la que finalmente sucumbe y resigna. Un cuento macabro, lleno de belleza transmitida a través de sus imágenes con la maestría propia de su autor.
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#4 Tiempos
Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta
Apuntes
Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.
Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.
Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.
Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.
En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.
Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir
. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.
Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.
Punto.
Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.
Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.
Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.
Yo soy Jorge Saldaña.
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#4 Tiempos
Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.
Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.
Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.
El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.
Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.
Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México. Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.
Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.
Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.
Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.
Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.
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#4 Tiempos
Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?
APUNTES
Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?
La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?
Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.
Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.
¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.
Deme una salida, presidente…
— Ok.
Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú
… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.
—Ganamos.
Hasta la próxima.
Yo soy Jorge Saldaña
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