#4 Tiempos
El respeto a nuestros muertos | Columna de Víctor Meade C.
SIGAMOS DERECHO.
En noviembre del 2000, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a Guatemala por la tortura y desaparición forzada del Sr. Efraín Bámaca Velázquez. En la sentencia, la Corte resolvió que Guatemala debe localizar los restos mortales del Sr. Bámaca, exhumarlos y entregarlos a su viuda y su familia. Este punto de la sentencia es particularmente relevante dado que en los expedientes del caso se encontraba un archivo oficial que contenía tres teorías sobre el paradero del Sr. Bámaca: I) que estaba enterrado bajo una base militar; II) que un helicóptero se lo había llevado y tirado al mar; o III) que había sido llevado a la Ciudad de Guatemala, en donde habría sido torturado, estrangulado y cortado en pedazos.
La sentencia narra que, antes de que el caso llegara al tribunal interamericano, la familia del Sr. Bámaca solicitó al gobierno guatemalteco que realizara distintas exhumaciones de restos mortales que podrían ser los de Efraín, sin embargo, no hubo éxito en ninguno de los intentos. Esta falta de verdad y de justicia causó severos agravios y angustias a la familia del Sr. Bámaca —pertenecientes a la cultura maya— pues hasta la fecha no han tenido la posibilidad de dar la debida sepultura a su ser querido según sus tradiciones, ni tampoco de contar con un lugar sagrado en donde puedan velar por “el vínculo activo que une a los vivos con los muertos”. Ante estas violaciones a la integridad psíquica y moral de los familiares del Sr. Bámaca, la Corte les consideró como víctimas directas de las violaciones perpetradas por el Estado.
Recuerdo el caso del Sr. Efraín Bámaca Velázquez, no especialmente por los trágicos hechos de su desaparición, sino por este razonamiento que hace la Corte sobre el respeto al vínculo entre los vivos con sus muertos, así como a la oportunidad de dar sepultura de acuerdo con sus tradiciones. Sobre este tema en particular, el juez Antônio Cançado Trindade formuló para la sentencia un brillante voto razonado, cuyas reflexiones, me parece, son necesarias de tener presentes en los tiempos que corren.
Con la preocupación de que la sentencia de la Corte no se ocupó lo suficiente en desarrollar la discusión sobre el vínculo entre los vivos y los muertos, el Juez Cançado Trindade aclara en su voto que, a pesar de que los derechos y obligaciones de las personas terminan con la muerte, los restos mortales continúan siendo protegidos por el derecho. Esto es así porque “el respeto a sus restos mortales preserva tanto la memoria del muerto como los sentimientos de los vivos a él ligados por lazos de afecto”, dice Cançado Trindade. Es decir, el respeto a los muertos debe verse materializado en los restos mortales, pero también en los vivos que ha dejado atrás.
Conocer con certeza cuáles fueron los hechos violatorios de derechos humanos es fundamental para las familias de los muertos. Cançado Trindade sostiene que “el derecho a la verdad, en última instancia, se impone también en señal de respeto a los muertos y a los vivos”. El ocultamiento de los restos mortales de una persona desaparecida amenaza con romper el lazo espiritual que vincula a los muertos con los vivos y atenta contra la solidaridad que debe guiar los rumbos del género humano. Por lo tanto, el derecho a la verdad “constituye el punto de partida para la liberación, así como la protección del ser humano; sin la verdad (por más insoportable que esta pueda ser) no es posible libertarse del tormento de la incertidumbre, y tampoco es posible ejercer los derechos protegidos”.
Las consideraciones del juez Cançado Trindade ofrecen claridad en estos momentos en los que faltan las palabras a causa del horror, la pena y la consternación por lo sucedido en un centro penitenciario de Puebla la semana pasada. Los hechos son sencillamente horrorosos.
Tadeo, de apenas tres meses, falleció a causa de problemas intestinales y fue enterrado por sus padres en un panteón de Iztapalapa. Algunos días después trascendió la noticia de que un bebé con una cicatriz en la panza y con un brazalete con unos apellidos fue encontrado muerto en un contenedor de basura al interior del Centro Penitenciario de San Miguel, en Puebla. Los padres de Tadeo escucharon la noticia y se alarmaron, dadas las coincidencias de los apellidos y la cicatriz que tenía su hijo, producto de las operaciones a las que se tuvo que someter por su condición intestinal. Acudieron al panteón y se encontraron con que su tumba había sido profanada. En efecto, el bebé ingresado clandestinamente al centro penitenciario y luego botado a la basura era Tadeo.
La noticia se difundió a nivel nacional varios días después de que ocurrieron los hechos, en buena medida, gracias a la atención que llamaron las organizaciones de la sociedad civil, a quienes el gobernador Barbosa incluso ha tenido la desfachatez de amenazar. Precisamente por esta presión mediática que ha realizado la sociedad civil, las investigaciones y coordinación entre autoridades ha podido avanzar mucho más de lo que seguramente lo harían si este caso hubiese permanecido en el silencio. Sin embargo, aún restan cientos de preguntas por resolver, y muchas responsabilidades por deslindar.
Por una parte, a la persona que dirige el centro de reclusión no se le puede despedir ni procesar penalmente. Esto porque la prisión está acéfala; no tiene director desde hace más de siete meses, dado que fue encarcelado por su participación en la fuga de un interno. Un absoluto desgobierno. Las investigaciones al resto del personal de la prisión, informa la Fiscalía, hasta ahora no han arrojado información relevante salvo la identificación de la persona que dejó al bebé en la basura. No se precisó si se trata de personal de la prisión o de alguna persona privada de la libertad. De las autoridades encargadas del panteón de Iztapalapa, la Fiscalía de la Ciudad de México aún no ha informado nada. Por otra parte, aún es completamente desconocido quiénes fueron las personas que exhumaron a Tadeo y lo ingresaron al penal. Tampoco se sabe cuáles eran sus fines y motivaciones. Insisto: un completo horror.
Las autoridades tienen la obligación y responsabilidad de conducir las investigaciones de manera pulcra; no hay margen para errores. Las acusaciones penales, a su vez, deben de concluir con sentencias condenatorias que sancionen debidamente a las personas responsables. Sin embargo, los años de prisión no bastarán para remediar este desastre, los gobiernos de Puebla y de Iztapalapa deben reconocer su responsabilidad y tomar las acciones necesarias que garanticen que hechos así no volverán a ocurrir. Es insostenible esta degradación al tejido de una sociedad que, ante la cotidianidad de lo brutal, poco a poco pierde la capacidad de escandalizarse. No se equivoca el juez Cançado Trindade al señalar que “la negligencia y el irrespeto con los restos mortales de las víctimas de violaciones de derechos humanos, y la imposibilidad de rehaberlos […] me parecen configurar una malaise de nuestros tiempos, revelando la espantosa pobreza espiritual del mundo deshumanizado en que vivimos”. Ojalá que Tadeo pueda por fin descansar, que su familia encuentre tranquilidad, verdad, justicia y reparación, y que el vínculo espiritual que les une se mantenga activo.
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#4 Tiempos
Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta
Apuntes
Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.
Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.
Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.
Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.
En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.
Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir
. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.
Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.
Punto.
Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.
Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.
Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.
Yo soy Jorge Saldaña.
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#4 Tiempos
Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.
Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.
Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.
El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.
Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.
Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México. Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.
Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.
Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.
Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.
Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.
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#4 Tiempos
Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?
APUNTES
Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?
La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?
Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.
Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.
¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.
Deme una salida, presidente…
— Ok.
Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú
… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.
—Ganamos.
Hasta la próxima.
Yo soy Jorge Saldaña
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