#Si Sostenido
Pregúntale al arte moderno y al contemporáneo | Columna de Jorge Ramírez Pardo
Enred@rte
En una sociedad como la potosina/capitalina, aún regida por el conservadurismo pletórico de taras y por el trasnochado pri/panismo reacio a deponer la corrupción e impunidad -aquí cargadas de mustiedad/doble moral-, es difícil tener un horizonte promisorio o al menos de aliento proactivo para trasponer la desesperanza.
Va un desglose de significados y contexto.
SOCIEDAD POTOSINA/CAPITALINA
La potosinidad otorga orgullo de pertenencia para algunos pocos, inmiscuidos en la visión de clubes privados de élite y la autoritaria/selectiva del clero jerárquico purpurado encubridor de pederastia.
Si bien el estado de San Luis Potosí cuenta con cuatro regiones: Centro, Altiplano, Media y Huasteca; desde la capital en la zona Centro –la de idiosincrasia más endógena, excluyente y la menos tolerante-, se ejerce centralismo. Concentra poderes: gubernamental, eclesiástico y comercial/empresarial.
PODER GUBERNAMENTAL ESTATAL
Poder pri/anista mustio, coloca para la foto, alfombra roja a la 4T-AMLO, se finge afín “hasta donde la suegra ve”, pero es hijo fiel de la corrupción-impunidad de su forja.
¿PODER? – O NO PODER- MUNICIPAL
Abunda en directivos engreídos e inexpertos. Le encabeza por quien heredó apellido Nava, pero dista todo de entender/asumir la congruencia y capacidad política de su abuelo. Su marca de origen es gallardía/perredista –“se le ve la zanca al pollo”; pollo, panista de coyuntura con patrocinios/compromisos visibles con los máximos especuladores de compraventa de terrenos, evasión de impuestos y construcciones arbitrarias sin respeto a normatividades legales y ambientales.
El Pri/panismo pueblerino está vigente y boyante. Dicen, “el modelo dinosáurico se extingue”. Aquí continúa. Tuvo versión de conejos (Consejo nacional de jóvenes, al amparo de sotanas) y macabeos (“los que no comen carne de cerdo”, en alusión a un ex gobernador controversial, mestizo y huasteco); quisieron reformar y se fundieron con el paisaje jurásico. Esto es cultura vernácula. El ensayo federal de cambios, acá no despeina, pero hay individuos rescatables de entre los grupos mencionados ya extintos.
PODER ECLESIÁSTICO
Con dos sucesos, queda radiografiado.
Primer suceso. Si se revisan los diarios potosinos del año 1957, cuando se gestaba el que fuera Movimiento navista; los impresos, muestran en secciones de “locales” y “sociales”, a los purpurados del alto clero católico departiendo en el club social más rancio con aspiraciones de abolengo aristócrata, en un país cuya Constitución no reconoce títulos nobiliarios ni reinados posibles más allá de los de kermeses o premio a los mejores glúteos. Este ejercicio cultural, genera modelos de conducta social y pregna en estratos sociales sin privilegios.
Segundo suceso. Cuando la pederastia eclesiástica detonó en una escuela privada capitalina de orientación confesional en país laico; el principal victimario se dio a la fuga –las sotanas grandes lo arropan-, otro clérigo abusador de niños/jóvenes continuaba en el plantel. Los directivos, reunieron a los papás de los escolares y los amenazaron con expulsar a sus hijos si participaban en cualquier tipo de denuncia. Los papás prefirieron la marca de escuela que el salvaguardo a la integridad de sus hijos. Esto es Cultura de conveniencia con casta abollada.
PODER COMERCIAL/EMPRESARIAL
La capital potosina es cruce natural de caminos y por ello le privilegia su ubicación estratégica para el comercio y el tránsito humano. Próxima a la línea del Trópico de cáncer , es la ciudad de las dos horas, porque hacia los 4 puntos cardinales tiene comunicación con asentamientos importantes cercanos.
Para el comercio, hubo otra circunstancia favorable, a mitad del siglo XIX, la fundación de las fábricas de hilados y tejidos en Río Blanco, Veracruz. A la postre, proveedores de comercios en la calle Hidalgo de la capital potosina. Algunos de sus agentes viajeros y otros migrantes de ascendente europeo, se establecieron acá , contribuyeron a la formación de clubes sociales e indujeron a uno de ellos su aire aristocrático decadente, reforzado en lo inmediato por el afrancesamiento porfiriano que, para bien, le aporto arquitectura neoclásica a la capital y el cruce norte-sur y oriente-poniente, de líneas de ferrocarril, y talleres generadores de una cultura de rieleros con vocación combativa y, en su momento, de filias navistas. Esa fuerza comercial ha sucumbido en lo esencial.
En lo empresarial, migrantes y lugareños formaron empresas y marcas de lácteos y sus derivados; fábricas de ropa y textiles; distintas líneas chocolateras; una cadena de farmacias. Todo sucumbió en manos de los herederos. La gran mayoría de las empresas nacionales y extranjeras instaladas en la capital, tienen capital foráneo y, además de salarios, poco o nada aportan al entorno social del que se sirven. El mandato rector lo permite. Eso es cultura.
ENTONCES…, ¿DE QUÉ CULTURA HABLAMOS?
Todo lo antes enunciado es CULTURA, e incide en el desarrollo social. La secretaría así denominada, de Cultura, pudiera y debe alentar expresiones artísticas interactuantes con ese micro universo.
Los genuinos artistas, quienes trascienden, interrogan, desafían, transforman.
La cabeza de ese sector local, dista de entender su papel y su deber ser. La denominada secretaría de Cultura, en realidad es un fardo obeso, costoso e inútil, ejercido como cacicazgo hace más de medio siglo. Ocupa más del 90% de su presupuesto en nómina. Sus numerosos directivos, de predominancia infértiles, perciben salarios obesos. A esa pálida y costosa dependencia también le distingue la cooptación. Tienen en sus filas cupulares a ex creativos que hace tiempo balbucearon expresiones de búsqueda, experimentación y riesgo.
A eso llaman Cultura en la guisa oficial y también le juegan a la alfombra roja de la 4T. ¿Por cuánto tiempo más?
También lee: ¿Formación y cultura fílmica local? | Columna de Jorge Ramírez Pardo
#4 Tiempos
Ingeniero Labarthe, pionero de la cartografía geológica en México | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Hace sesenta y cinco años, en el mes de mayo, el Ing. Eugenio Pérez Molphe impulsaba el proyecto para la creación de un Instituto de Geología en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, que sería presentado por el Ing. Rubén Ortiz Díaz Infante, Director de la Escuela de Ciencias Químicas, un par de meses después en julio de 1960 se formalizaba la propuesta al Consejo Directivo Universitario de a UASLP, la cual sería aprobada iniciando así las actividades del Instituto de Geología y Metalurgia, como fue llamado en un ´principio, siendo nombrado el Ing. Pérez Molphe como su director.
El proyecto de inicio de la formación en Geología en San Luis se venía gestado dos años atrás, motivada entre otros factores, por la celebración del Año Geofísico Internacional donde estaban participando algunos universitarios potosinos, entre ellos el Dr. Gustavo del Castillo, que recibió en 1957 a investigadores que realizarían algunos experimentos geológicos en el marco de esta celebración.
En 1958 con motivo del Año Geofísico Internacional estuvieron en San Luis Potosí el doctor en geología Robert P. Mayer de la universidad de Wisconsin y el ingeniero geodesta Hermilio Cepeda del Departamento de Oceanografía de la UNAM, con el objeto de realizar experimentos geológicos a fin de determinar la velocidad con que se transmite el movimiento de la tierra, para lo que buscaban una mina abandonada para emplear un sismógrafo a fin de poder colocarlo a considerable profundidad, seleccionando para ello al mineral de Cerro de San Pedro. Para realizar sus mediciones se haría una explosión de dinamita en el Cerro del Mercado en Durango y mediante comunicación por radio con Cerro de San Pedro se trataba de registrar en el sismógrafo el evento.
En 1959 el Ing. Luis S. Jiménez López presidente de la Comisión Nacional de Fomento Minero en el Estado de San Luis Potosí, en un análisis minucioso sobre el panorama minero en México, declaraba que el país necesitaba más ingeniero geólogos, señalando la necesidad de una nueva dinámica en los campos de exploración y explotación de minerales cuyo factor propicie el justo y adecuado aprovechamiento de este núcleo de profesionales.
En esos años, terminaba sus estudios de ingeniería geológica el potosino Guillermo Labarthe Hernández en la Universidad Nacional Autónoma de México, titulándose en la licenciatura como ingeniero geólogo en 1958, año en que contraería matrimonio y regresaría posteriormente a San Luis Potosí.
Guillermo Labarthe Hernández nacería en San Luis Potosí en febrero de 1934, a principios de los sesenta se incorporaría al Instituto de Geología de la UIASLP que contaba con un número mínimo de profesores y sus actividades se orientarían al apoyo a la docencia y el impulso de la carrera de geología en la UASLP que iniciaba actividades en 1961 a la que se incorporarían alumnos que ya estudiaban ingeniería en la UASLP y que reorientaban su vocación a la geología.
El vínculo del Ing. Labarthe con la UNAM se reflejaría al realizar los primeros trabajos de cartografía en colaboración con esa institución que propició se titularan los primeros geólogos de la UASLP
un par de años después en lo que fue la primera generación de ingenieros geólogos, la cual estuvo formada por Arturo Elías, Jorge Fraga y Manuel Mendiola, que recibieron sus títulos en 1963.El Instituto de Geología de la UASLP sería el tercer instituto de investigación creado en la UASLP y el segundo que se formaba en el país. Si bien, sus primeros años estuvo enfocado principalmente en el apoyo a la docencia se establecían las raíces que propiciarían se realizaran se manera intensa actividades de investigación a mediados de los setenta.
En el mes de noviembre de 1962 salió a la luz pública la revista “Geología y Metalurgia”, con temas técnico-científicos de interés y que posteriormente, hacia 1977 daría lugar a la serie de boletines publicados como “Folletos Técnicos del Instituto de Geología”. En 1979 el Ing. Guillermo Labarthe Hernández era nombrado director del Instituto de Geología y se iniciaba un intenso trabajo de cartografía geológica siendo un esfuerzo pionero en el país.
En 1976 inicia los trabajos formales de investigación en cartografía geológica del Estado enfocando esfuerzos en la Zona Media y Altiplano del estado de San Luis Potosí, dirigidos por el Ing. Labarthe; estos trabajos serían los primeros que se realizaban en México. Los cuales sirvieron para definir los acuíferos de la zona de San Luis Potosí y Villa de Reyes. Por lo que al perforarse los pozos se sabía que tipo de rocas estaban en el subsuelo gracias al trabajo de cartografía realizado. En cuanto a recursos minerales, los depósitos de caolín que existen en la zona suroeste del estado fueron descubiertos por la cartografía realizada.
Todos estos recursos, acuíferos y minerales están encajonadas en rocas volcánicas, tema que sería parte de la especialización del Ing. Labarthe del que era un experto. La zona de San Luis fue una zona volcánica, y los estudios han ayudado a comprender la evolución de la corteza.
El Ing. Labarthe falleció iniciando el mes de mayo dejando un importante legado para la geología mexicana y en especial la potosina, siendo uno de sus pioneros y el iniciador de la cartografía geológica moderna.
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#4 Tiempos
Entre tangas, roscas y tamales | Columna de León García Lam
VOLUTA
En una nota del Universal publicada el último del año 2024 una comerciante de la Ciudad de México afirmó: “ya no se venden los calzones rojos y amarillos, se está perdiendo la tradición” y al parecer sí, la euforia por las tangas rojas ha perdido el interés de las nuevas generaciones chilangas que ya no creen en el amor, ni en las tradiciones o no tienen dinero para pagarlas. Sin embargo, en estados como Jalisco, las ventas de ropa interior se dispararon hasta el cielo y un dato llamó mi atención: para este año 2025, los consumidores tapatíos buscaron vorazmente los calzones amarillos. ¿Qué nos querrá decir este indicador popular?
Hace unos días, en una cápsula trasmitida por Radio Universidad (de SLP) se escuchó, en la voz de mi querido amigo Jonathan Gamboa, una explicación genealógica acerca de las tradiciones de fin de año: comer lentejas, hacer maletas y meterse debajo de la mesa son tradiciones que provienen de culturas bien lejanas en el tiempo y en el espacio. Entonces ¿por qué las aceptamos con tanta facilidad? No sé si usted lo note, querida culta lectora de La Orquesta, pero las tradiciones del fin de año o del año nuevo pretenden controlar el futuro incierto que tenemos enfrente: que las doce gotas de la felicidad, que las cabañuelas y los borregos de la buena fortuna, pero ¿qué tienen en común todas estas “tradiciones” a las cuales también llaman “rituales”?
Pues bien, yo que empleo parte de mi valioso tiempo en buscarle chichis a las lombrices, creo que lo que es común a una buena parte de estas tradiciones de Año Nuevo es el juego de esconder o revelar algo que está dentro. Me explico, la tradición de salir a la calle con una maleta requiere guardar dentro de la maleta elementos de lo que se desea atraer. La tradición de meterse debajo de una mesa es, de alguna manera, situarse dentro del centro de la abundancia que es la mesa. Sin embargo, el mejor ejemplo es la rosca de reyes:
¿Cómo debe ser la tradicional rosca de reyes? Unas personas afirman que la tradicional rosca lleva un monito, otras dicen que debe llevar 3 monitos y hay quien piensa que la mera tradicional rosca de reyes debe esconder además de los monitos, dedales y anillos. No hay manera de fijar una norma estandarizada. Lo que sí es interesante es la forma de la rosca. ¿Usted sabe cómo se llama la forma geométrica de una rosca? Se llama toro y algún otro día le contaré sobre sus propiedades matemáticas que son formidables. Me gusta pensar que, si la rosca es una representación del año, entonces el tiempo es algo que da vuelta, regresa al mismo lugar y en su interior, al igual que los tamales, esconde sorpresas insospechadas.
Estimada y culta lectora de La Orquesta: yo espero que las sorpresas de su año 2025, sean las mejores.
También lee: Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam
#4 Tiempos
Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam
VOLUTA
Eso me dijo mi papá:
-Mira Leontino, que lo que guardas en la cabeza no sea lo mismo que guardas en el corazón.
Como muchas cosas que me dijo, no le puse suficiente atención, pero ahora ese mensaje ha logrado escarbar entre todos los recuerdos y salir a flote otra vez.
Interesante: la frase de mi papá tiene razón, pero también tiene emoción. Hace uso de dos recursos -muy humanos- a la vez y los junta y los enreda torciéndolos, pero nunca dejan de ser razón por un lado y emoción por el otro. La frase significa además que la razón tiene su lugar en el cuerpo, sus formas, sus métodos y la emoción los suyos propios. Esto viene muy a cuento con la época de elecciones en la que nos encontramos.
Como una especie de vicio raro, leo con pulsión desmedida todas las columnas de opinión que mi escaso tiempo me permite. Leí, por ejemplo, la columna de mi amigo Octavio Mendoza (Astrolabio) que trata acerca de las complejas motivaciones del votante: a la mera hora, ahí escondido detrás de una cortina de plástico, el elector tacha la opción que durante meses dijo que no iba a elegir. Si un votante hace eso, no pasa nada, es como una gota de agua rebelde que lucha contra las olas del mar. La cosa se pone buena, cuando esto mismo no lo hace uno sino 5 millones de votantes. Entonces, las alarmas se encienden, los encuestadores se arrancan los pelos y se desatan los programas de opinión, que a mí me encantan, tratando de explicar lo que antes parecía imposible.
Sí, efectivamente, las masas actúan caprichosamente. No razonan. Solo actúan motivadas por sentimientos básicos como el odio, el miedo, el rencor, la venganza o el gusto. Eso motivó a millones de personas a votar hace seis años y sentimientos similares moverán a millones de personas a votar este domingo.
Por otro lado, si lo pensamos bien (lo razonamos) ¿de qué sirve ir a votar? Alguien va a ganar de todos modos y quien gane no hará que el mundo, el país, el Estado, el municipio cambien. Todos sabemos que las campañas se hacen de puras promesas que ni siquiera se piensan cumplir. Como un signo más del apocalipsis, la calidad de los candidatos de todos los partidos empeora cada elección y se nos presentan cada vez más incultos, cínicos y simplones y si seguimos pensando así, no solo se nos quitarán las ganas de votar sino de vivir.
Ambas situaciones que he presentado aquí: votar motivado por el rencor y no salir a votar porque “no sirve para nada”, significan hacer de tripas corazón, o sea poner la pasión en la cabeza y la razón en el corazón y así todo se descompone.
Para que la democracia funcione se requiere que la motivación de votar sea algo que está por encima de nuestros intereses personales: nuestros hijos, nuestra comunidad, nuestro entorno. Salir a votar no puede ser un asunto de la razón, menos aún de las razones personales, sino de la pasión ciudadana, del amor por la patria, por la matria, por la familia. El resultado aquí no es lo que importa, sino nuestra obligación a participar.
¿Por quién votamos? Aquí debe entrar la razón desapasionada. Votar por rencor o votar por conveniencia personal no sirve para elegir al mejor gobernante. Lo que se requiere, en ese momento justo de estar a solas con nuestra boleta y el crayón en la mano es razonar fría y calculadoramente el sentido de nuestro voto.
Es el corazón quien levanta del sillón al elector, lo saca de la comodidad de su casa y lo lleva a la casilla. Ya estando en la mampara, la razón toma la mano del votante y lo hace elegir si no la mejor, la menos mala de las opciones que tenemos. Después de que le marcan el dedo con la famosísima tinta indeleble (por cierto, invento mexicano) queda en el votante, una extraña satisfacción de haber cumplido de la mejor manera posible.
Yo creo que vamos bien, si tomamos en cuenta que la democracia se tarda unos 400 años en dar resultados.
Querida culta lectora de La Orquesta, que tenga felices votaciones este domingo
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