#4 Tiempos
47 años | Columna de Víctor Meade C.
SIGAMOS DERECHO.
Rosendo Radilla Pacheco nació en 1914 en Las Clavellinas, localidad ubicada al oriente del municipio de Atoyac, en Guerrero. Durante su vida, el señor Radilla se dedicó a la ganadería y al cultivo del café. Además, impulsó y gestionó la construcción de varias escuelas en la sierra de Guerrero, promovió la construcción del Hospital Regional de Atoyac y luchó por distintas causas campesinas. Su popularidad y cercanía con su comunidad lo llevaron a ser presidente municipal en 1955. Durante la gestión del señor Radilla se construyeron los primeros puestos del mercado municipal, se adquirió el primer camión de limpieza y se gestionó la construcción de un cuartel militar en Atoyac.
Al término de su gestión como presidente municipal, el señor Radilla dedicó su tiempo a las luchas campesinas y a los movimientos que buscaban la restitución de la tierra, la regulación de los ejidos y la exigencia de servicios básicos. A su vez, Rosendo Radilla se caracterizó por componer corridos sobre la matanza del 67 en Atoyac, de los movimientos campesinos y de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas, líderes guerrilleros de la región. Sin embargo, el clima político se tornaba más y más adverso. Los gobiernos de Díaz Ordaz y Echeverría, haciendo uso de las fuerzas armadas y demás instituciones del estado mexicano, emprendieron una serie de medidas represivas orientadas a la inhibición de los grupos opositores y movimientos sociales del país. A este periodo se le conoce comúnmente como la Guerra sucia.
El 25 de agosto de 1974, el señor Rosendo Radilla y su hijo de once años, Rosendo Radilla Martínez, viajaban en autobús desde Atoyac hacia Chilpancingo. A pocos kilómetros de haber iniciado el trayecto, un retén militar bajó a todos los pasajeros del autobús, revisaron las maletas y posteriormente les permitieron continuar con el viaje. Más adelante, en un segundo retén, Rosendo Radilla fue detenido ‘por componer corridos’ y, paradójicamente, fue llevado al cuartel militar de Atoyac. Desde entonces, el paradero del señor Radilla es desconocido. Sumados a este caso existen registros de al menos otras 600 personas desaparecidas en Guerrero en la década de los setenta, 400 de ellas en Atoyac.
A raíz de la desaparición del señor Rosendo, la familia Radilla Martínez se movilizó para buscarlo con todos los medios y recursos disponibles; en ese contexto, interponer una denuncia ante las autoridades solo hubiese logrado poner en mayor riesgo la integridad de la familia. Fue hasta 1992 —después de la creación de la CNDH en 1990— que la familia logró denunciar la desaparición forzada del señor Radilla. Después de una serie de infructuosas denuncias penales interpuestas ante distintas autoridades, la familia Radilla Martínez acudió en 2001 a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El caso fue admitido en 2005 y enviado a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que finalmente resolvió en noviembre de 2009 que el Estado mexicano es responsable de su desaparición, así como de los daños causados a la familia Radilla Martínez.
La Corte Interamericana condenó al estado mexicano a conducir eficazmente la investigación penal en contra de los responsables de la desaparición; a continuar con la búsqueda efectiva y localización inmediata de Rosendo Radilla; a realizar distintas reformas al Código de Justicia Militar y al Código Penal Federal; a realizar un acto de reconocimiento de responsabilidad, entre otras cosas. Así, esta fue la primera sentencia en condenar al Estado mexicano por violaciones graves a derechos humanos, lo cual impulsó una serie de discusiones muy pertinentes tanto en el ámbito legislativo como en el judicial.
Para la primera mitad de 2011, el Congreso de la Unión aprobó una serie de reformas constitucionales a varios artículos, de los cuales, sin duda, la más trascendente es la reforma al artículo 1. Dicha reforma consistió en añadir el reconocimiento de los derechos humanos contenidos en tratados internacionales. Es decir, ahora la Constitución reconoce los derechos contenidos en ella y todos los demás contenidos en tratados suscritos por México, lo cual amplía de manera considerable el catálogo de derechos que se deben proteger y, en consecuencia, que se pueden exigir o hacer valer ante las autoridades. Además, el artículo 1 precisó que, cuando una autoridad del Estado mexicano debe aplicar normas de derechos humanos, debe aplicar aquella que sea más favorable a la persona.
Posteriormente, la Suprema Corte de Justicia se vio orillada a discutir cómo debía de ser la nueva configuración del Poder Judicial, a la luz de la sentencia del caso Radilla y de la reforma al artículo 1. Después de largos y complejos debates, la Suprema Corte determinó que todos los jueces y juezas del país deben de aplicar un control de convencionalidad de oficio. Es decir, los jueces y juezas, sean de la instancia que sea, deben verificar que el derecho aplicable al caso que están resolviendo vaya de acuerdo con los derechos reconocidos en la Constitución mexicana y en las convenciones y tratados internacionales firmados por el país. En discusiones siguientes, la Suprema Corte incluso concluyó que las normas de derechos humanos contenidas en los tratados internacionales tienen el mismo rango jerárquico que aquellos contenidos en la Constitución mexicana, norma suprema de nuestro ordenamiento.
La relevancia que tuvo el caso Radilla para la manera en que hoy entendemos la relación persona-Estado es indudable. Sin la resolución internacional de este caso, otra suerte correríamos los mexicanos y mexicanas al enfrentarnos a las autoridades. Sin embargo, lejos de esos reflectores y proyección nacional, la familia Radilla Martínez continúa combatiendo al Estado mexicano para que den cumplimiento íntegro a la sentencia, que, recordemos, fue emitida por la Corte Interamericana hace más de diez años.
Si bien es cierto que el Estado mexicano ya cumplió con la reparación económica a la familia, ya dio publicidad a la sentencia y a la semblanza del señor Rosendo Radilla, aún no hay ni una sola persona sancionada por los hechos relacionados a su desaparición forzada. Las reformas al Código de Justicia Militar y al Código Penal Federal ya fueron realizadas, pero de manera escueta e insuficiente. Respecto de la búsqueda de Rosendo Radilla, se han realizado seis excavaciones únicamente en los terrenos del entonces Cuartel Militar de Atoyac; sin embargo, dada la poca voluntad y torpeza de la Fiscalía, así como los recursos limitados recursos que se destinan a estas diligencias, las acciones de búsqueda son cada vez más complicadas.
El tiempo corre sin detenerse y la deuda histórica del Estado mexicano se acrecenta. Las víctimas no solo tienen ese carácter por los hechos que les victimizaron en un primer momento, sino que el Estado mexicano les obliga a permanecer en esa calidad durante el transcurso de los años con sus olvido y negación. Este miércoles se cumplirán 47 años de que agentes del Estado mexicano desaparecieron a Rosendo Radilla, pero, día con día, miles de mexicanos y mexicanas se suman a la frialdad de estas cifras. Tan solo de 2006 a 2021, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas reportó más de 85 mil víctimas. De la misma manera, la fabricación de culpables y los actos de tortura continúan siendo la regla en el actuar de las autoridades mexicanas.
El Estado mexicano debe asumir su responsabilidad y, particularmente esta administración, responder a los compromisos que asumió y plasmó en su Plan Nacional de Desarrollo. Los mecanismos de reparación extraordinaria para las víctimas deben ser activados, y las comisiones de la verdad necesitan ser instauradas lo antes posible. Con consulta o sin consulta; sin simulación.
También lee: Mexicanos de segunda | Columna de Víctor Meade C.
#4 Tiempos
Una carrera interesante | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Hablar de Javier Hernández es repasar una de las trayectorias más influyentes en la historia del fútbol mexicano. Durante más de una década, su nombre fue sinónimo de gol, entrega y ambición. Desde aquel salto meteórico con Chivas y su inesperada irrupción en el Manchester United, su carrera parecía escrita con tinta dorada, la sonrisa eterna, los goles decisivos, la capacidad de transformar oportunidades mínimas en celebraciones memorables.
Fue un delantero que supo abrir puertas donde antes había muros, ese killer del área de los goles inverosímiles, ese que se autoasistía y remataba de forma poco ortodoxa. Marcó en Champions, conquistó Inglaterra, dejó huella en Alemania, se reinventó en Estados Unidos y llevó la camiseta de la selección mexicana con una voracidad que lo convirtió en el máximo goleador nacional. Por años, “Chicharito” representó la imagen internacional del fútbol mexicano, un jugador valiente, de carácter humilde pero competitivo, respetado en los mejores estadios del mundo.
Sin embargo, el final de su recorrido no ha tenido el brillo que merecía. Lo que alguna vez fue una historia ascendente hoy se siente atravesada por decisiones discutibles, lesiones inoportunas y un desgaste emocional evidente. Su último tramo estuvo marcado por conflictos internos, mensajes crípticos, ausencias prolongadas y un regreso al fútbol mexicano que lejos de ser un homenaje terminó convirtiéndose en un episodio incómodo.
El fútbol (caprichoso como es) rara vez permite despedidas perfectas. Pero en el caso de Hernández, la caída se volvió más abrupta porque contrastó con la grandeza de su pasado. El delantero que antes definía clásicos europeos comenzó a perder protagonismo, a caer en dinámicas polémicas y a mostrarse d esconectado del nivel competitivo que lo acompañó tantos años.
El problema no es que el tiempo pase, eso es inevitable, sino que su final se alejó del tono que él mismo construyó, profesional, disciplinado, alegre y comprometido. En lugar de un cierre elegante, lo que quedó fue un recorrido lleno de dudas, con más conversaciones sobre su comportamiento que sobre su fútbol. Y eso, para una figura de su magnitud, duele más que cualquier descenso de rendimiento.
Aun así, su legado permanece intacto. Javier Hernández abrió puertas para generaciones completas. Demostró que un jugador mexicano puede competir, destacar y ser determinante en las ligas más exigentes del planeta. Su historia inspira no por su final, sino por su cima; no por su último capítulo, sino por todos los que escribió antes con una pasión que marcó época.
El cierre no fue el ideal, es cierto. Pero incluso en medio de su declive, hay una verdad que nadie puede borrar: México no ha tenido (ni tendrá pronto) un delantero con su impacto internacional. Su carrera merece leerse como lo que fue, un ejemplo de cómo la disciplina puede convertir sueños improbables en realidades extraordinarias, aunque el final no haya estado a la altura de su legado.
A veces, las grandes historias no terminan como quisiéramos… pero siguen siendo grandes, y por lo menos, interesantes.
También lee: La madrugada en que Tijuana apostó por su nueva joya | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
#4 Tiempos
El Piano eléctrico: desarrollo potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Los diseños de pianos electromecánicos tuvieron su auge en 1929 y en la década de los cincuenta del siglo XX comenzaron a usarse en audiciones públicas. La historia de su desarrollo menciona los nombres de Lloyd Loar, Benjamin Meissner, Rudolph Wurlizer, Harold Rodhes y el piano Neo-Bechstein, entre los principales.
Sin embargo, el nombre de Francisco Javier Estrada no aparece en estos recuentos, a pesar de haber sido el primer reporte de un diseño de piano eléctrico a nivel mundial, como resultado de sus investigaciones en reproducción del sonido por medios eléctricos. El reporte público de Estrada se realizó el 19 de diciembre de 1878 en el periódico El Siglo XIX, donde Estrada daba cuenta de sus experimentos con una cuerda vibratoria y su transducción a señal eléctrica, mediante una membrana de tambor que amplificaba el sonido. Estrada, solo presentó su idea y diseño y la puso al servicio de los interesados a finde que pudieran materializarla y mejorarla, al no poder solventar los gastos necesarios para su construcción y la falta de servicios artesanales especializados. Estrada decidía publicar los principios y la descripción del instrumento citado, temeroso de que algún día, no muy lejano, se presentara del extranjero algún instrumento de música idéntico o semejante, o lo que era peor, alguna petición exótica de privilegio con perjuicio de los artesanos mexicanos.
Ochenta años mediaron entre la publicación del diseño de Estrada y la materialización en el extranjero de un piano eléctrico con funcionamiento electro-mecánico.
Para mayores detalles y más información pueden consultar mi artículo alojado en la dirección:
(PDF) Francisco Javier Estrada el inventor del piano eléctrico. Available from: https://www.researchgate.net/publication/396325293_Francisco_Javier_Estrada_el_inventor_del_piano_electrico.
Francisco Javier Estrada insigne científico potosino que destacó a nivel mundial en el ámbito de la física en el siglo XIX convirtiéndose en el físico más importante de México, tiene una numerosa contribución de aportes, de primicias mundiales, las cuales en su mayoría son desconocidas o adjudicadas a otros personajes.
Hemos estado realizando investigación y difusión sobre la vida y obra de este genial potosino, Francisco Javier Estrada y en esta columna del Cronopio en la Orquesta, hemos tratado algunas de esas trascendentales aportaciones.
Una de las aportaciones técnicas de Francisco Javier Estrada que no aparecen en los registros científicos históricos es la propuesta de reproducción del sonido por medios eléctricos. Su tema central de trabajo que implementó en la década de los setenta decimonónicos fue la reproducción del sonido, colocándose en la frontera del conocimiento en ese tema.
Como hemos apuntado en trabajos anteriores, muchas de sus aportaciones y primicias mundiales han quedado en el olvido y poco a poco se están rescatando para colocar en la palestra mundial el gran genio de Estrada, como el físico mexicano más importante del siglo XIX y uno de los principales a nivel mundial, cuyas glorias no se proyectaron por la idiosincrasia social del país, aunque su genio de cierta forma era reconocido en el país, aunque no lo suficiente.
Sistemas como el motor eléctrico, nuevos sistemas de telefonía y la comunicación inalámbrica son parte de sus aportaciones trascendentes que cambiaron a nuestras sociedades y cuyas aportaciones aprovechadas por otros científicos dejan de lado la aportación primaria de Estrada en la historia de la ciencia y la tecnología. Como una aplicación de sus investigaciones en electromagnetismo y reproducción del sonido, se encuentra su propuesta de un piano eléctrico, cuyos experimentos base realizó en San Luis Potosí y con los que propuso un diseño para la construcción de un piano eléctrico que transformaba las vibraciones acústicas en eléctricas con el fin de amplificar el sonido.
El piano como tal no pudo construirlo por carecer de recursos suficientes, así como problemas para abastecerse de los materiales necesarios y el apoyo de los constructores artesanos; sin embargo, publicó en medios de comunicación masiva sus propuestas con el fin de registrar su idea, sus experimentos y su diseño para la construcción del piano eléctrico y su extensión a otros instrumentos de cuerda.
Su propuesta era resultado de experimentos anteriores de Estrada con sistemas telefónicos, donde había realizado mejoras a los ya existentes, logrando construir teléfonos cuya reproducción del sonido era más clara y de mayor intensidad. Parte de esas mejoras las utilizaría en su propuesta del piano eléctrico, entre ellas los fundamentos de micrófonos de carbón y de la comunicación inalámbrica.
Los potosinos debemos estar orgullosos de Francisco Estrada y colocar su nombre como debe de ser, en la historia de la civilización.
También lee: Diego José Abad ilustre formador de potosinos | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Consideraciones sobre la amabilidad | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Tenía Víctor Hugo, el gran escritor francés, veintisiete años de edad cuando publicó, en 1829, El último día de un condenado, novela o largo relato en el que se pone a describir los pensamientos íntimos, las agitaciones interiores y los estados de ánimo que se apoderan de un hombre que pronto -muy pronto- va a tener que morir. La justicia ha señalado ya el día y la hora en que deberá tener lugar la ejecución; todo, pues, está listo…
Pero, no: ¡no todo está listo! Puede que lo esté el cadalso, puede que lo esté el verdugo, pero este hombre todavía no está listo. ¡Aún no sabe por qué debe morir! «Soy joven, estoy sano y fuerte –gime en el calabozo-. La sangre circula libremente por mis venas; todos mis miembros obedecen a todos mis caprichos; estoy robusto de cuerpo y de mente, preparado para una larga vida. Sí, todo esto es verdad; y, sin embargo, padezco una enfermedad, una enfermedad mortal, provocada por la mano del hombre».
Afuera, en la calle, todos ríen y se gozan: el calor del sol es bueno, la vida es bella. ¡Ah, tienen razón al mostrarse tan alegres! Para ellos hay futuro. ¿Cómo no sonreír cuando a la noche sigue el día, cuando se espera vivir muchas noches y muchos días? En cambio él… ¡Quizá no haya para él ni otra noche ni otro día!
Llama la atención, sin embargo, cómo es que este hombre se da cuenta de que no le queda mucho tiempo: ¡por la amabilidad del personal penitenciario! ¿De cuándo acá se mostraban tan amables estos monstruos de indiferencia? ¿De cuando acá? «El camarero de guardia acaba de entrar en mi calabozo, se quita el gorro, me saluda, pide perdón por molestarme y me pregunta, suavizando en lo posible su voz ruda, lo que deseo para el desayuno. Me entran escalofríos. ¿Será hoy?».
Es decir, ¿será hoy cuando tenga que ser ejecutado? Tanto refinamiento, tanta delicadeza le parecen francamente sospechosos. Hasta hace poco todos le hablaban a gritos, brutalmente, pero hoy se descubren la cabeza para saludarlo y hasta ejecutan ante él respetuosas reverencias. Sí, es posible que sea hoy. El condenado, entonces, se pone a temblar. Es que no era normal, no era normal en absoluto que…
Pero las cosas se complican todavía más cuando, de pronto, la reja del calabozo se abre y aparece en el marco de la puerta una figura pequeña, de largos bigotes negros, y amable hasta la falsedad. «Sí, es hoy –piensa el condenado al ver a este individuo ejecutando todas las ceremonias de la cortesía-. El mismo director de la prisión ha venido a visitarme. Me pregunta lo que me gustaría o podría serme de utilidad; incluso hasta expresó el deseo de que no tuviera quejas de él o de sus subordinados; se interesó por mi salud y por cómo había pasado la noche. ¡Al salir me llamó señor! ¡Sí, es hoy!».
Y admírese usted: los pensamientos del condenado resultaron ser ciertos; su intuición no lo engañó. Era hoy, precisamente cuando debía morir. No se equivocaba.
¿Por qué los humanos dejamos la amabilidad y la cortesía para el último momento? Al parecer, sólo los muertos –o los que están a punto de serlo- logran conmovernos. «¡Cómo admiramos a los maestros que ya no hablan y que tienen la boca llena de tierra! –exclama el personaje único de La caída , el famoso monólogo de Albert Camus (1913-1960)-. El homenaje se les ofrece entonces con toda naturalidad, ese homenaje que, tal vez, ellos habían estado esperando que les rindiésemos durante toda su vida… Observe usted a mis vecinos, si por casualidad sobreviene un deceso en el edificio en el que usted vive. Los inquilinos dormían su vida insignificante y, de pronto, por ejemplo, muere el portero. Inmediatamente se despiertan, se agitan, se informan, se apiadan».
¡Los hombres sólo somos corteses con los muertos! He aquí lo que el Nóbel francés quiso decir. Pero no sólo lo dice él. He aquí, por ejemplo, lo que Máximo Gorki (1868-1936), el escritor ruso, escribió en su autobiografía: «¡Las misas de difuntos son las más bellas de toda la liturgia! ¡Hay en ellas ternura y piedad para los hombres! ¡Nuestros semejantes no compadecen sino a los muertos!».
Está bien, está bien, así es. Y, sin embargo –me digo-, he aquí un método para cultivar la cortesía: ver en el otro, ese que ahora está junto a mí, un condenado a muerte -¡que lo es, sólo que él no lo sabe, o lo ignora, o no quiere pensar en ello!- y tratarlo como si mañana ya no fuera a estar aquí; tratarlo, en una palabra, con las mismas atenciones que el carcelero dispensó al condenado a muerte en el relato de Víctor Hugo. ¡Ah, si nos viéramos como somos, es decir, como mortales, qué dulces seríamos en nuestras relaciones, y qué corteses!
Dice Aliosha a Lisa en Los hermanos Karamazov, la novela de Fiodor Dostoyevski (1821-1881): «Hay que tratar muy a menudo a las personas como si fueran niños, y a veces como si fueran enfermos». No está mal, no está del todo mal. ¿Con qué delicadeza no trataríamos a una persona si supiéramos que quizá hoy mismo va a morirse? ¿Y cómo estar seguros que no será hoy el día en que morirá? Por eso, más vale ser amables con él.
Otra cita más; ahora la he tomado de Sobre héroes y tumbas, la novela de Ernesto Sábato (1911-2011), el escritor argentino: «¿Sería uno tan duro con los seres humanos si se supiese la verdad que algún día se han de morir y que nada de lo que se les dijo se podrá ya rectificar?».
Todos los hombres son mortales, Juan es hombre, luego Juan es mortal. El silogismo nos sale bien; en el fondo, los hombres no somos tan ilógicos como parecemos a primera vista. Sólo que no siempre sacamos de nuestros razonamientos todas las consecuencias pertinentes al caso.
También lee: Jesús duerme en la popa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
-
Destacadas2 años
Con 4 meses trabajando, jefa de control de abasto del IMSS se va de vacaciones a Jerusalén, echando mentiras
-
Ciudad3 años
¿Cuándo abrirá The Park en SLP y qué tiendas tendrá?
-
Ciudad4 años
Tornillo Vázquez, la joven estrella del rap potosino
-
Destacadas4 años
“SLP pasaría a semáforo rojo este viernes”: Andreu Comas
-
Ciudad3 años
Crudo, el club secreto oculto en el Centro Histórico de SLP
-
Estado2 años
A partir de enero de 2024 ya no se cobrarán estacionamientos de centros comerciales
-
#4 Tiempos3 años
La disputa por el triángulo dorado de SLP | Columna de Luis Moreno
-
Destacadas3 años
SLP podría volver en enero a clases online











