diciembre 17, 2024

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#4 Tiempos

Tómate ese cognac | Columna de Carlos López Medrano

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Mejor dormir

 

«No le digas que no a lo bueno», me soltó Luis Ángel Bellota, mi amigo historiador, al verme vacilar frente a la copa de un viejo cognac que me ofrecía. Aquel día me encontraba abrumado ante la amabilidad de él y de su familia, que me habían convidado a un platillo que desconocía hasta entonces—ropa vieja— y del que terminé por volverme acolito tras el primer bocado.

Me resistía. No quería importunar, ni pellizcar una migaja más de alguien que ya había sido bastante generoso conmigo en uno de los periodos más en blanco de mi vida. Pero esa frase lo iluminó todo; no tuve más que aceptar esa copa para sellar una velada estupenda con alguien que además de alimento, me dijo una lección sin acaso darse cuenta. No hay que negarse a lo bueno. Tantas veces uno se priva de las bondades del destino por culpa de telarañas que uno mismo teje en el aire.

Las charlas son una de las manifestaciones más altas del arte efímero, aunque rara vez los propios interlocutores se percaten de las perlas que sueltan por la atmósfera. La sabiduría chapotea sobre las sobremesas como si nada, a menudo diluyéndose en la irrelevancia o en el humo de un café mal servido. Lo más frecuente es que nadie tome nota, y sin embargo, en esos encuentros se tiran frases que bien podrían animar una novela.

Nos haríamos un gran favor si lleváramos un registro de estas miniaturas existenciales, como el personaje de Vila-Matas que anotaba las conversaciones que escuchaba en el transporte público con método archivista. Una colección sobresaliente no tanto por lo escuchado, sino por la mirada de un padre que mira con cariño a sus criaturas hasta verles cara de Kakfa. «La felicidad está en el martirio», decía una las frases recogidas. Quizá la felicidad también se esconde en la atención que prestamos a las naderías. Sin pasarse, eso sí. Bukowski alguna vez topó con un niño en el tren mientras viajaba por la costa. De pronto el niño dijo «el mar no es nada bonito», lo cual fue considerado una genialidad por el escritor angelino, aunque muchos otros lo consideraríamos un mocoso.

En la conversación tumultuosa —ese buffet en el que picoteas bocadillos mientras el mesero se lleva tu plato— vienen a mí destellos ajenos, aforismos de genios espontáneos al calor de la conversación. Como aquella mañana en que Pedro, mi amigo abogado, me dijo: «Hay momentos en los que hay que decidir. Y hay que decidir rápido», una sentencia que soltó tras un breve silencio, con su habitual tono que aparenta lejanía, en el que parece que no está ahí, sino distraído en otra cosa, pero que, al soltarse, revela que más bien se encontraba en un proceso de cálculo que nadie más adivinaba a la redonda. Tras escucharlo di al fin con lo obvio: debía decidir y confiar. Pensar mucho había dejado de ser opción.

Distinto, aunque igualmente concluyente, fue Juan Manuel, a quien alguna vez consulté cómo se podía uno quitar de la cabeza a una mujer «Para olvidar a una mujer», respondió con su tono campechano habitual, «tienes que estar con otras veinte». La recomendación acabó por ser probadamente equivocada —hay gente a la que no se puede olvidar, qué le vamos a hacer—, pero ese mediodía, en una Oaxaca a finales de septiembre, logró algo valioso: quitarle dramatismo a lo que hasta minutos antes parecía una lápida. Y fui haciéndome de un nuevo camino. Todo pasa. O como diría De Gaulle: los tratados son como las chicas y las rosas… duran lo que duran.

Las palabras justas, en el minuto preciso, te quitan la anestesia del ensimismamiento, y aunque las puntadas duelan, sirven también para dar golpes de timón. Por más que uno quiera dárselas de solitario (y en esa condición broten una variedad de bondades), de vez en cuando necesitamos el aire fresco de una charla, esa mirada externa que divisa lo que tu embrutecimiento te ha tapado.

Con los años, las conversaciones con los amigos tienden a regresar siempre a los mismos territorios. Nos descubrimos reiterando los recuerdos, calcando las anécdotas en versiones ligeramente modificadas, sin cansarnos jamás de asentir y sonreír, como si todo fuera nuevo. Llegan las dolencias, las obsesiones gastadas, los silencios necesarios. Pero si uno escucha —escucha de verdad— puede que hasta halle vida extraterrestre desde la propia cocina, como decía Mariano Gistaín. Eventualmente hay que darse cuenta, en las charlas uno se nutre más cuando se escucha que cuando se parlotea.

Benditas sean esas reincidencias que cargan las baterías, igual que esas películas de confort a las que hay que volver cada tanto para recordar quiénes somos cuando hemos perdido el rumbo. Las mejores conversaciones nacen sin que te des cuenta, sin grandes pretensiones. Cuando uno reacciona, ya es noche cerrada, la garganta está rasposa y al otro día tienes que levantarte temprano (la mañana amenaza con sus prisas). Pero qué más da. Acepta esa copa. No le digas que no a lo bueno. Siéntate y escucha.

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#4 Tiempos

Radio México, invaluable labor en pro de la cultura potosina | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

La ausencia de espacios radiofónicos dedicados a la cultura popular, por llamarle a esa parte de cultura que es segregada de los espacios culturales elitistas, afortunadamente ha sido atendida por el entusiasmo de personajes que dedican su vida a la difusión de la cultura de nuestros pueblos. En San Luis Potosí, prácticamente no existen esos espacios radiofónicos; radio universidad que se define como una estación cultural, deja mucho que desear en este tipo de actividad. Principalmente en los últimos años donde ha degenerado su propuesta cultural, sobre todo en la frecuencia modulada. Así que la presencia de una propuesta radiofónica difundida por internet merece ser conocida y apoyada, sobre todo por ser una actividad que se asume sin objetivos de lucro y solo por el amor a la cultura de nuestras comunidades. Esta propuesta es Radio México, la Radio Cultural por Internet que manejan Laura Olivia D’león Montesinos y Anatolio Vázquez García.

En este ciclo que hemos dedicado a las mujeres, difundiendo sus obras y actividades que han contribuido a la cultura potosina, damos espacio a esos binomios, parejas que comparten su vida y su compromiso por el desarrollo y difusión cultural, como es el caso de Laura Olivia y Anatolio, con su trabajo en Radio México, que puede escucharse en la dirección: https://www.radiomexico.com.mx/

En su programación, centrada en temas y en música poco difundida en estaciones convencionales, e incluso en las catalogadas como culturales, cuenta con secciones ya tradicionales como: La huasteca arte y cultura; Saludos y complacencias y, Que suene… el son, donde es posible escuchar la música tradicional del estado de San Luis Potosí y de otros lugares. Música de quienes emigraron a los Estados Unidos y que fincaron lo que ahora se conoce como TexMex, como Lidia Mendoza, entre otros, la presencia de boleros y mucha música más que ha sido desplazada de las fuentes radiofónicas, son difundidas por estos personajes. Además, pueden escucharse sonidos de todas las culturas del planeta, manteniendo vivas las tradiciones, como rezan sus entradas a las diversas secciones.

De la información que proporcionan sobre sus perfiles reproducimos lo indicado en su página.

Anatolio Vázquez García nació en Xichú, Guanajuato. De 1968 a la fecha ha vivido en la Ciudad de México. Estudió Bibliotecología y Pedagogía en la UNAM, es fotógrafo, locutor con licencia tipo A, y técnico en computación. De 1994 a la fecha ha realizado una gran cantidad de proyectos musico-culturales, la mayoría de ellos en la Ciudad de México. A partir de 1992 inicia su trayectoria en radio, participando en varios y variados programas de corte cultural en Radio Educación, Radio 1440, Radio Cañón, Radio Chapultepec, en el Sistema Estatal de Radio y Televisión en el estado de Hidalgo y Radio Ciudadana. Ha incursionado en la música como ejecutante de vihuela, jarana huasteca y quinta huapanguera. Ha realizado varias grabaciones discográficas profesionales. Es creador y administrador de la plataforma Facebook, YouTube y sitio Web de Radio México: la radio cultural por internet, así como de la administración tecnológica de la misma, quehacer en el que lleva 14 años ininterrumpidos.

Laura Olivia D´león Montesinos fue registrada en Tlacotepec de Mejía, Veracruz. Psicóloga Educativa por la UNAM, Académica numérica de la Sociedad Mexicana de Geografía e Historia, en el rubro de Folclor. En 1992 inicia su travesía en radio participando como asistente con el Maestro René Villanueva en Radio UNAM, ha colaborado en programas para Radio Educación, Radio 1440, Radio Chapultepec, el Sistema Estatal de Radio y Televisión en el estado de Hidalgo y Radio Ciudadana. En 1994 forma GRUFAPI, Grupo Filantrópico en Apoyo a los Pueblos Indígenas, agrupación con la que se da a la tarea de alfabetizar e ingresar a la educación primaria a 262 niños en situación de calle a lo largo de 14 años, para lo cual realizó un sin fin de eventos musico-culturales en el Museo Nacional de Culturas Populares, Plaza Hidalgo en Coyoacán, Museo de las Intervenciones, Exconvento de Culhuacán, Casa Frissac, Explanada de la Alcaldía de Tlalpan, Centro Nacional de la Cultura y las Artes, Zócalo Capitalino, etc. Ha asesorado a diversos grupos culturales e impartido cursos y talleres. Actualmente es productora y guionista de Radio México: la radio cultural por internet.

La actividad de esta pareja es de apreciarse, con su labor la cultura potosina de esos pueblos de la Huasteca, del Altiplano y Zona Media que caracterizan la geografía de San Luis Potosí, es dada a conocer e impulsada a través de sus transmisiones en vivo de aquellos eventos populares donde se dan cita músicos de nuestra región interpretando sones abajeños y arribeños, así como las clásicas topadas que a través de su señal por internet es escuchada por los paisanos potosinos que trabajan en el gabacho.

Felicitamos su labor y los invitamos a escuchar Radio México, la radio cultural por internet.

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#4 Tiempos

La Noche de la Vergüenza: Los peores 45 minutos del Atlético de San Luis | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

La noche del pasado sábado fue una de esas que al menos yo querré olvidar. En un partido que parecía prometedor, el equipo potosino se desplomó de manera estrepitosa en el segundo tiempo, dejando a todos con la boca abierta y el corazón partido.

A pesar de la derrota, debo decir que estoy orgulloso del torneo que se ha hecho. El equipo ha demostrado una gran capacidad para competir contra los mejores equipos de la liga, y se logró alcanzar nuevamente la semifinal, lo que es un gran resultado para un equipo como San Luis.

Sin embargo, esperaba más en ese partido. Esperaba que el equipo saliera con más intensidad, con más pasión y con más determinación. Pero lamentablemente, eso no sucedió.

Los primeros 45 minutos del partido fueron un verdadero desastre para el San Luis. El equipo parecía desconectado, sin ritmo ni coordinación, a pesar de eso, la suerte estuvo de nuestro lado, Monterrey no encontró el gol y creo, se hubiera podido replantear algo para los segundos 45. Donde por cierto, todo se derrumbó, los errores defensivos se sucedieron uno tras otro, y el portero no pudo hacer gran cosa para evitar la goleada.

Pero lo que más duele es que el equipo parecía haber abandonado la lucha. La falta de intensidad y la ausencia de liderazgo en el campo fueron patentes. Los jugadores parecían perdidos, sin saber qué hacer ni cómo reaccionar ante la presión del rival.

La derrota final fue un reflejo de la pobre actuación del equipo en el primer tiempo, y el debacle del segundo. Aunque San Luis intentó reaccionar en la segunda mitad, con el p enal, el daño ya estaba hecho.

La noche había sido un desastre.

San Luis fue un equipo distinto este torneo, la forma en que jugó de local y sobre todo en liguilla, enamoró a más de uno,

el equipo considerado el caballo negro, nos hizo soñar y parecía que podrían pelear en Monterrey, pero lo que más sorprendió a todos fue la cantidad de goles que recibió el equipo allá. Nunca en la temporada de San Luis, un rival les había metido más de 3 goles en un partido. La defensa, que había sido una de las fortalezas del equipo, se desplomó de manera estrepitosa, permitiendo que Monterrey se llevara una victoria aplastante.

Pero demos vuelta a la página, un buen torneo puede ser el inicio de algo mejor, San Luis demostró que puede competir, solo espero que la directiva no tome decisiones precipitadas y no desarme al equipo. Es importante mantener la base y sumar jugadores que puedan aportar calidad y experiencia.

También espero que la directiva del equipo aproveche la oportunidad para sumar jugadores de la cantera. El equipo tiene una gran cantidad de talento joven que puede ser aprovechado para fortalecer al cuadro.

El San Luis debe levantarse de esta derrota y mirar hacia adelante. El equipo tiene el potencial para hacer grandes cosas, pero debe trabajar duro para mejorar y alcanzar sus objetivos. La afición espera con ansias ver a su equipo volver a jugar alegre, mantener los triunfos en casa, pero sobre todo, regresar a jugar sin miedo, pintándole la cara a cualquier rival. Lección aprendida San Luis, ojalá que no te vuelvan a meter 5, en tu siguiente partido de semifinales, ojalá a la acción.

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#4 Tiempos

Manto de Gemas: una película que se siente más de lo que se entiende | Columna de Guille Carregha

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Criticaciones

 

Manto De Gemas es una película que me dejó confundido, intrigado y un poco frustrado. No recuerdo haber tenido tanto problema para decidir si una película me había gustado o no en un buen tiempo. Todo el contenido de esta película parece representar precisamente lo contrario a lo que he aprendido sobre cómo debería ser una experiencia cinematográfica. Es como si estuviera diseñada para desafiarte, para que te quedes rascándote la cabeza en lugar de disfrutarla; existe para desafiar a la audiencia más que decir algo en específico o entretener a alguien. Es una película que simplemente existe por el hecho de existir, pero eso no necesariamente está mal.

            Tampoco es que eso necesariamente este bien.

            Esta es una película de drama mexicana producida después de 2012. Esto quiere decir que, OBVIAMENTE es una película acerca del narcotráfico y cómo afecta la vida de la gente en el país. ¿Existe otro tema en el cine mexicano? ¿Tenemos algo más de qué hablar?

            Supuestamente, la película sigue a tres personajes principales, tres mujeres que se ven inmiscuidas en un caso de desaparición forzada y cómo tratan de lidiar, a su manera y con sus posibilidades, con la violencia del día a día que las alcanzó. Suena como algo relativamente prometedor, aún con todas las tonalidades de tristeza y desesperación cocinadas en el mero centro de la idea misma. Y, pues, digamos que lo intenta.

Lo primero que hay que decir es que nunca había visto algo como esto. Quizá allá afuera hay cientos de películas que usan un estilo similar, pero yo no las conozco, así que mis respetos a la producción por entregarnos una experiencia audiovisual única. Es una de esas cintas que no ves para entender o disfrutar, sino para sentir. Es una película que se sufre más que se disfruta, que te obliga a cuestionarte todo lo que está pasando frente a ti mientras intentas, sin éxito, descifrar el mensaje.

En lugar de contarte una historia, Manto De Gemas es más como un collage de momentos que apenas se conectan entre sí para transmitir una sensación. No es un ejercicio de narrativa, es un experimento cinematográfico. Todo lo que se muestra está escondido tras varias capas de contexto que necesitas haber vivido para captar. Aquí no se explica nada, todo se insinúa. Las ideas nunca se desarrollan del todo; más bien son casi dos horas de “desenlaces” que solo entiendes si has crecido escuchando historias de violencia en México. Si no tienes ese bagaje, muchas cosas te parecerán desconectadas o incluso sin sentido.

La mayoría de las secuencias, si no es que todas, se graban desde puntos ajenos a las conversaciones, enfocándose en elementos mundanos en vez de en las personas que los viven. Son pocos los momentos en los que se siente como una película pensada para ser estrenada en salas de cines. En casi todo momento sientes que estás viendo una película que está siendo proyectada en las paredes de un cuarto oscuro en algún museo de arte contemporáneo.

Si escuchamos a una madre hablar de cómo siente que su hija se está distanciando, no vemos sus expresiones, vemos cómo batallan sus manos para servir ensalada en sus platos. Cuando están cuestionando a una mujer por su posible participación en un secuestro, la querella está en tercer plano, con el sonido casi muteado, para enfocarnos en cómo unos niños están consumiendo hongos alucinógenos. Es casi como si todo lo interesante, lo relacionado a la supuesta trama de esta cinta, estuviera escondida en los ruidos de fondo a los que ni siquiera los subtítulos les ponen atención. Y eso es, como dije, algo que nunca había visto antes.

Esa es la magia y, a la vez, la principal ruina de esta película. Nada se resuelve, nada concluye. Empiezas en medio de algo y, después de dos horas, terminas en otro punto que también se siente como otro punto medio de la misma situación. Los personajes empiezan sufriendo y terminan sufriendo peor.

Lo que termina descosiendo a la película desde el interior, en mi opinión, es que no tiene una narrativa cohesionada. Aunque logra transmitirte desesperanza, lo hace más porque te preguntas: “¿Y si esto me pasara a mí?” en lugar de sentir empatía por los personajes. En términos sencillos, alejándonos de la propuesta artística y enfocándonos en los elementos puros de la película: durante los primeros minutos no pasa casi nada. Es apenas en los últimos quince minutos en donde la película recuerda que estaba queriendo decir algo y atiborra las escenas restantes de toda la acción que nadie supo acomodar en el resto de la cinta. En cuestión de un corte de escena a otro pasamos de metáforas audiovisuales medio densas a balazos, persecuciones, asesinatos y familias destrozadas.

Y todo esto estaría muy bien si fuera creíble. No solo hablo del aspecto estructural, sino del nivel de la actuación. Se nota que la mayoría del elenco no son actores. Supongo que la intención era darle un aire naturalista, pero hay escenas que se sienten tan amateurs que parece que estás viendo a un niño de dieciséis años estrenando su nueva cámara al pedirle a su familia que recite diálogos bien rebuscados en una posada. Ok, entiendo que fue una decisión creativa, y ha habido y habrá películas donde funcione de maravilla, pero no deja de ser una distracción en esta en particular.

Aún así, con todo lo bueno y cuestionable que puede ofrecernos la película, hay un solo elemento que me pareció terrible. Uno de los personajes “principales”, aquella que parece que es la verdadera protagonista de la cinta por la cantidad inhumana de minutos que aparece en pantalla en comparación con las otras dos, es un ser tan irrelevante, tan falto de carisma y personalidad, que no entiendo por qué se le dio tanta importancia. Y esto es completamente culpa del guión (o la falta de uno), y nada tiene que ver con la actuación de la actriz que encarna a este papel tapiz con forma humana.

En un escenario relativamente rural, donde seguimos a personas que claramente son parte de la comunidad y conocen perfectamente qué pasa ahí y cómo funcionan las cosas, Manto De Gemas nos obliga a seguir la “historia” de una mujer rica que se mete a la fuerza en la trama. Si soy honesto, nunca entendí por qué demonios deberíamos preocuparnos por ella. Es otra víctima de la violencia —eso está claro—, pero parece que anda buscando problemas porque sí, y luego se espera que sintamos lástima por ella.

No me malinterpreten, lo que le pasa es terrible y nadie debería vivirlo, pero su forma de actuar es tan torpe, tan fuera de lugar, que no pude conectar con ella. Intenta ser una especie de heroína, pero sin ayuda, sin plan, y con la pura idea de que su privilegio blanco la protegerá porque pues sí. Eso me resultó irritante, porque en lugar de agregar algo valioso a la historia, solo sirve como un saco de golpes para que el público se sienta mal.

Las otras dos mujeres tienen historias un poco más interesantes porque lo que hacen está dictado por circunstancias que no pueden controlar. Pero el arco de la mujer rica es, básicamente, darse cuenta de que ser blanca no te salva de la violencia. Ok, es una lección válida, pero ¿de verdad valía la pena arriesgar la vida para aprender algo tan básico? Y la cantidad de tiempo que pasamos siguiéndola es tanto que casi parece que la historia se cuenta desde su punto de vista.

Si su parte de la película hubiera estado mejor escrita, la película habría sido mucho más impactante. En su lugar, parece una más de las películas sobre cómo las familias ricas sufren a manos del mundo todo pedorro y horrible de los pobres, como si la pobreza fuera una elección malvada que arruinó su mundo perfecto. O sea, básicamente, Manto De Gemas sería OTRA película dramática mexicana sobre narcotráfico vista desde la mirada whitexican que tanto permea a la media de nuestro país.

Y México ya tiene suficiente de esas historias.

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