#4 Tiempos
Señor Carretero le vengo a avisar | Columna de Jorge Saldaña

TERCERA LLAMADA.
Hay dos bloques listos. Se anticipa un choque de trenes, una elección a cachetada abierta, pedradas y descalabrados. Los frentes anunciados están resueltos en lo general, pero no en lo práctico y, #CultoPúblico, se deben hacer algunas observaciones y puntualizaciones al respecto antes de entregarnos al desquicio o al desenfreno:
1) En un escenario tan polarizado, lo que está en juego es la gobernabilidad del estado después del 6 de junio. Los márgenes entre el ganador y el derrotado tendrán que ser irrefutables, incontrovertibles, porque de otra forma el conflicto post electoral será mucho más difícil de resolver que la elección misma
2) Ni la coalición de Morena-Verde-PT y Nueva Alianza, ni la del PRI-PAN-PRD-CP, se fraguaron en horas ni en días. Ambas posibilidades se construyeron y estuvieron preparadas hace meses aunque ocultas hasta el último minuto. Ambos bloques esperaron hasta el cierre del plazo para destapar su carta de convenio. Ambos bloques aguardaban que la contraparte parpadeara primero, lo que finalmente ocurrió.
3) Se asume, creo que anticipadamente, que la campaña será una de cachetadas y descalabros por el choque de trenes que implicaría el combate de dos enemigos acérrimos: Xavier Nava Palacios y Ricardo Gallardo Cardona, sin embargo ninguno de estos personajes tiene la candidatura de sus respectivos bloques asegurada. Ambos dependen de procesos internos en los que están participando.
4) Morena tiene perfiles de los que puede echar mano y ya adelantó su dirigencia nacional que serán ellos los que propongan el nombre del abanderado, lo que no significa necesariamente que sea de sus filas y podrían proponer a un candidato de sus mismos aliados, el más probable es Ricardo Gallardo Cardona, sin embargo siguen vivos Juan Ramiro Robledo, Leonel Serrato y un externo que se ha mantenido fuera del desgaste partidista al que ya no se le puede quitar la mirada de encima: ojo con Adrián Esper Cárdenas, podría convertirse en el candidato de ese bloque.
5) Ninguna de las coaliciones registradas el martes decisivo se gestaron localmente. Las dirigencias nacionales de todos los partidos operaron y amarraron el escenario que hoy vivimos desde hace tiempo y desde la capital del país. Son acuerdos federales tejidos con curia y que amarraron con tres nudos ambos bandos.
6) Fueron por lo menos dos las reuniones que tuvo el gobernador del estado, Juan Manuel Carreras con los dirigentes nacionales del PRI, PRD y PAN. Una en la Ciudad de México y otra en la casa de gobernadores en San Luis Potosí por la tarde noche del mismo día del segundo informe del alcalde Xavier Nava. Sustraerse discursivamente de haber maniobrado y anticipado el escenario que se convirtió en realidad el martes, son puros buenos modales del mandatario potosino. En el fondo, supo siempre de la construcción de una coalición que tarde o temprano lo enfrentaría al presidente.
7) Del proceso interno del PAN saldrá el abanderado de la coalición “Sí San Luis”, pues el careo con un candidato del PRI emanado de una elección interna del tricolor, significaría una burla muy cruel para los militantes del Revolucionario Institucional. No hay necesidad de semejante humillación y no imagino quién sería el o la valiente que acepte ser exhibido y sacrificado para perder contra un candidato de sus otrora enemigos electorales. Guardar un candidato fuerte para la alcaldía capitalina, en lugar de perder en casa contra el PAN parecería lo más prudente. Las posibilidades de participar en la elección de alcalde aumentan para Enrique Galindo. Es de los finalistas serios que tienen ADN priista, lo mismo que Joel Ramírez que no se prestaría a una simulación o charada ni al sacrificio en vano, Luis Mahbub ya puede irse descartando, de plano no tiene sangre tricolor y eso los priistas lo huelen.
8) Contra lo que desea el ambicioso grupo del alcalde, el proceso interno del PAN tiene recovecos que, al no ser panistas, no conocen. Todo apunta a que la licencia de Xavier Nava Palacios (que solicitará el próximo sábado) tendrá poca vigencia y que de acuerdo al cálculo que ya muchos panistas comparten, el presidente municipal tendrá que regresar derrotado a despachar a la UAM después del 10 de enero del 2021. Sonia Mendoza calculó mal su estrategia de negociar y hasta cabildear por Nava, pero también previó una salida de emergencia a través del apoyo a un candidato independiente. Boris, queriendo o no, con su salida del proceso abrió cancha a Xavier Nava, anulando sus posibilidades de ser contemplado para el proyecto que está tomando mayor fuerza: el de Octavio Pedroza Gaitán, esquema en el que cabe Marco Gama sin mayores dificultades. Si el proceso blanquiazul fuera bolsa de valores, las acciones más rentables llevan las siglas OPG.
9) Aunque Octavio Pedroza en lo particular tiene buenas relaciones con muchos personajes priistas, en lo general a los tricolores no se les ha dado ninguna buena razón para que se apoye corporativamente, alineados y obedientes, al proyecto de un panista, no importa que sea Octavio, la rebatinga en términos prácticos con los liderazgos reales y operacionales del PRI implicarán un esfuerzo extremo, no hablan el mismo idioma, tienen códigos muy diferentes, el triunfo de Octavio no podrá ser considerado nunca un triunfo priista sino al contrario y ya perdidos desde el inicio, sin un candidato que sientan propio, no tienen nada que perder los tricolores en buscar otro camino que por lo menos les de esperanza de participación pública. Es frágil esa coalición en las bases (¿Estará eso maquiavélicamente presupuestado?).
10) Hay más aspirantes a candidatos que los puestos a repartir y casi todos los partidos ya están ocupados. El factor “inconformes” tanto de uno y de otro bloque, pueden ser el fiel de la balanza y dependerá de la habilidad de cada frente para poder contener las desbandadas o en su caso, provocar la suma de los inconformes de enfrente.
11) Tengo dos teorías respecto a Movimiento Ciudadano: Si en la interna panista gana Xavier Nava, el partido de Dante Delgado ofrecerá su candidatura a Octavio Pedroza y romperán al PAN. La segunda es que, Adrián Esper consiga, en los próximos días, ese membrete, haga alianza de facto con Ricardo Gallardo Cardona y al final, acuerden ambos personajes apoyar al que se encuentre más cerca del triunfo.
12) Al presidente le interesan las diputaciones federales para consolidar su proyecto de nación, asunto de la mayor relevancia, pero no dejemos fuera del campo visual que también es de su más alto interés tener al mayor número de gobernadores aliados para la transición del 2024. La continuidad de la 4T está en juego desde ahora, aunque, si se le mira con atención, con cualquiera que fuera el resultado en SLP, Andrés Manuel López Obrador gana: Ambas coaliciones tendrán que negociar diputaciones federales, por lo menos 5, pro 4T, ya sean verdes, morenos o priistas, da igual. Con un probable triunfo de Morena-Verde-PT-Panal tendrá un gobernador aliado llámese como se llame.
13) Bonus 13 de la buena suerte: Para las diputaciones federales la repetición de las respectivas coaliciones es casi obligada, pero para las alcaldías y las diputaciones locales, resultará un verdadero acertijo encontrar candidatos únicos de cada bloque, será un galimatías explicar a los ciudadanos cómo votar por candidatos que en su municipio y distrito son rivales, pero que para la gubernatura son aliados.
Faltan episodios, esto apenas comienza, pero que no se sorprenda nadie si, unos en la arena y otros en el mar, sus animales se empiezan a ahogar. Señor carretero yo nada más le vengo a avisar.
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#4 Tiempos
Elogio de la literatura | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
¡Qué tristes son los personajes de Iván Bunin (1870-1953), qué tristes casi todos sus cuentos! Hay en ellos un no sé qué, una nostalgia que embelesa al lector desde el momento en que toma el libro y que no lo abandona sino muchos días después de que lo deja.
Acabo de leer, precisamente hoy, la pequeña antología de sus relatos breves que publicó en 1924 la vieja editorial Calpe y cierro el libro con un suspiro que no sé si será de pena o de dolor. El escritor ruso lo sabe; por lo menos él no se engaña: la vida del hombre está llena de desamparo, de abandono, de tristeza.
El personaje de uno de estos relatos, al ver llegar a su casa a un amigo al que no veía desde hacía mucho tiempo –desde el tiempo en que combatieron juntos en la guerra de Crimea- lo saluda con los brazos extendidos, avanza hacia él y le dice lleno de júbilo: «¡Kovalev! ¿Estás vivo?». ¡Dios mío, qué pregunta! Así nos deberíamos saludar todos, pues la verdad es que nadie sabe si mañana aún estará aquí. A nuestro saludo habitual habría que agregarle una coma para que suene más sincero; no preguntar: «¿Cómo estás?», sino: «¿Cómo, estás?».
Entonces los amigos se abrazan, se besan según la usanza rusa y encienden el samovar mientras afuera, en la estepa, los elementos se enfurecen y la nieve cae sepultándolo todo. «Yakov Petrovich estaba de muy buen humor; pero en el fondo de su alma había nostalgia. Al día siguiente era Navidad…, y él estaba solo. ¡Gracias a Dios que Kovalev no lo había olvidado!». En realidad, Kovalev era el único que no había olvidado a este pobre viejo, pues todos a su alrededor o habían muerto o simplemente habían desaparecido de su vida sin dejar rastro.
¡De cuántas desapariciones puede ser testigo un hombre en el curso de una vida! Sí: envejecer es haber asistido a muchas muertes. «Todo ha pasado y ha desaparecido –dice Yakov Petrovich al amigo recién llegado, al único amigo que le queda-. ¡Cuántos parientes y compañeros tuve! ¡Todos están ahora bajo tierra!».
Sin que él se diera cuenta, el tiempo había pasado. ¿A qué hora crecieron los demás, en qué momento fueron haciéndose mayores y tomando cada uno su propio camino? ¡Huyeron como de puntillas, sin decir adiós! Y ahora, si no fuera por este viejo amigo que aún se acordaba él, Yakov Petrovich tendría que pasar las fiestas de Navidad como había pasado casi todas las horas de su ya larga existencia: solo.
En otro relato del mismo volumen un caballero se encontró por el camino a un anciano que comía en silencio y sin más compañía que los árboles y las piedras. Le preguntó:
«-¿Y tu mujer?
»-Hace seis años que murió –dijo el anciano.
»-¿Y tus hijos?
»-Tuve seis.
»-¿Viven?
»-No; todo han muerto.
»Y de nuevo calló –cuenta el hombre del caballo-, masticando con cuidado la patata. Mientras él estaba sentado y con los ojos bajos, yo examinaba su cara y pensaba: “¡Nunca conseguiré penetrar el misterio de su taciturna tristeza!”».
(Apenas termino de leer esta frase, me pongo de pie y busco entre mis libros la Antología del cuento triste que publicaron hace ya muchos años Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs; sólo quería comprobar una cosa: que hubiera en el libro por lo menos un cuento de Iván Bunin. Me digo a mí mismo mientras reviso el volumen: «Si no hay aquí, entre estas 600 páginas, un solo relato de este autor, pensaré que la selección ha sido hecha a la ligera ». Pero no. Ahí estaba, en efecto, el nombre de Iván Bunin; los recopiladores habían elegido uno de sus cuentos más famosos: El caballero de San Francisco. ¡Menos mal!).
En otro de sus relatos aparece un tal Basilio Chkut, y de él dice nuestro autor lo que sigue: «Era alto, ancho de hombros y encorvado. Toda su figura muestra aún el vigor de la estepa. ¡Pero qué triste está su cara! Ya está cerca de la tumba, pero jamás escuchará una palabra cariñosa».
¡Dios mío –pensé al cerrar el libro-, cuánta gente se va de este mundo sin haber escuchado jamás una palabra de afecto! Nunca hubo para ellos una sonrisa, una palmada en el hombro, una declaración de amor. Nada. ¿Qué hacen los que se mueven a su alrededor que parecen estar mudos? ¡Apenas si reparan en ellos! Y me pregunto: «¿He dicho a los que me son queridos cuánto importan para mí? ¿Se lo he dicho, o me he limitado a dejarles la tarea de que ellos por sí mismos lo adivinen?».
Antes de apagar la luz de mi cuarto –ya es noche cerrada, como siempre: no tengo otra hora para leer- pongo sobre el buró el libro de Iván Bunin y le acaricio las tapas en señal de gratitud. No fue, la de esta madrugada, una lectura infructuosa. Me recordó que cerca, muy cerca de mí, hay gente que aunque no me diga nunca nada, espera que abra la boca y les diga una palabra que les alegre el corazón. ¿Por qué nunca le he dicho a esta gente cuánto la quiero? ¡Sería demasiado injusto que se marcharan de este mundo sin que lo supieran de mi propia boca!
Y, finalmente, mientras apago la luz, sonrío satisfecho. Hoy la literatura me ha enseñado algo: que las gentes sufren porque están solas y que el tiempo pasa. Pero, ¿es que no lo sabía? Sí, lo sabía, pero aún no se me había ocurrido tomar las medidas pertinentes al caso.
¿Que no sirve de nada la literatura? ¿Que no sirve de nada? Vuelvo a sonreír, pensado en lo equivocados que están lo que esto dicen, cierro los ojos y me quedo dormido. ¡Ah, si no fuera por la literatura, qué poco sabríamos de nosotros mismos!
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#4 Tiempos
Fantasmas y oportunidad | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
Este domingo San Luis abre el Alfonso Lastras frente a Tijuana, y no es un choque cualquiera, para los potosinos es una prueba de carácter, de identidad, de si realmente están vivos en este torneo o sólo repitiendo errores bajo otro sol. Para Tijuana, la visita es de las incómodas, estos partidos lejos de casa suelen desnudar sus fisuras, y enfrente estará un equipo que ya aprendió a morder cuando tiene que hacerlo.
San Luis llega golpeado por la irregularidad. Ha ganado partidos fuera de casa, pero también ha perdido otros en los que se dejó intimidar por rivales que no parecían tener mucho; juegos en los que el pulso se va, la concentración se diluye y los goles encajados parecen inevitables. Esa vulnerabilidad ha sido la constante, una defensa que tiembla, un mediocampo que se pierde cuando faltan ideas y delanteros que dependen demasiado de la inspiración aislada o del error ajeno.
Tijuana, por su parte, no es un paseo. Ha mostrado destellos de buen fútbol, ha sumado resultados decentes, pero también ha dejado ver que le cuesta imponerse fuera de casa cuando el rival presiona alto o lo obliga a construir desde atrás. Su equilibrio se tambalea si el marcador no le favorece pronto, y su carácter depende mucho de momentos puntuales de inspiración.
El historial entre ambos juega en favor de los fronterizos: más victorias, más empates, pocas derrotas. San Luis ha ganado escasas veces contra Tijuana, tanto de local como visitante, y eso pesa no sólo en la estadística, sino en la mente. Saber que enfrente hay un rival que te ha dominado más veces de las que quisieras recordar añade presión extra, obliga a estar mejor preparado, más concentrado y sin margen para regalar minutos.
La noticia que sacude el ambiente es el regreso de Vitinho al Alfonso Lastras. El brasileño, que dejó huella en San Luis por su desparpajo y verticalidad, vuelve ahora vestido de visitante. Su sola presencia añade una dosis de morbo, la afición potosina lo recuerda como una chispa capaz de encender partidos en segundos, y este domingo podría ser precisamente la amenaza que complique al equipo que alguna vez lo arropó. Su regreso no es un detalle menor, es un recordatorio de lo que San Luis tuvo y dejó ir.
Y la urgencia se siente en la grada, los aficionados ya no apuestan por promesas, quieren resultados. Si San Luis no se aferra a la localía, no sale con intensidad y no demuestra identidad desde el primer minuto, este partido puede volverse otro de esos en los que la ilusión apareció en la previa, pero el gol nunca llegó, o llegó demasiado tarde.
Este domingo no sólo se juega un partido, también se reencuentran viejos fantasmas. Si San Luis logra que la vuelta de Vitinho sea anécdota y no sentencia, tendrá mucho ganado. Pero si se deja arrastrar por la nostalgia y la fragilidad que lo persigue, Tijuana podría salir de nuevo airoso del Lastras. La diferencia entre fiesta y tormenta se definirá en noventa minutos.
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#4 Tiempos
De conformidad con Armani | Columna de Carlos López Medrano
Mejor dormir
Le debo mucho a personas de las que ni siquiera recuerdo el nombre. Hace quince, quizá veinte años, leí un artículo sobre Giorgio Armani en una revista de la que no retengo ni el título ni el autor. Lo único que llevo clavado en el pecho es el párrafo inicial que aún conservo como recorte y que cada tanto acude a mi memoria por dejarme una lección sencilla e invaluable: la de resistir.
El texto decía:
Cuarenta y tantos años y te va… «bien». Ese sentimiento es tan común para muchos hombres. Es una sensación que les da escalofríos en el alma cuando se ven al espejo, porque es el momento en que se dan cuenta de que deben guardar en un cajón sus antiguas ambiciones juveniles. Es la hora de conformarse con lo que se tiene.
Pero Armani decidió que no se conformaría. En julio de 1975…
Es lo único que tengo de aquel artículo, y ha sido suficiente. Ahí estaba lo esencial: no renunciar a los ideales. El autor evocaba el carácter de Armani, esa estrella tardía que rozaba los cuarenta mientras seguía a la sombra; trazando para Cerruti, elogiado a medias, con algunos cumplidos y atenciones, aunque bajo el nombre de otro. Condenado al taller ajeno y volver vacío a casa.
Muchos habrían sido felices con lo que Armani tenía por entonces. No estaba nada mal. Una profesión estable, buena paga, un lugar en la industria, sin riesgos, cierta tranquilidad. Sé feliz con tu trabajo. Si se lo proponía, podría llevar una vida manejable, moderadamente satisfactoria.
Pero para los espíritus de primera línea la conformidad es intolerable. Armani sabía que dentro de sí había algo más, y se decidió a buscarlo. Tuvo la fortuna de un fino soporte: su querido Sergio Galeotti. Los primeros pasos de un visionario precisan de alguna confirmación, un guiño que eche para adelante en tiempos de flaqueza. Galeotti representó eso para él.
Al cabo de un tiempo, ese hombre que parecía llegar tarde acabó por adelantarse a todos. Armani se convirtió en el diseñador italiano más famoso de su época, un emblema del estilo europeo. También un magnate y un símbolo. Su apellido se volvió sinónimo de calidad y seducción.
Mucho aprendí de aquel ejemplo. Un volantazo siempre es posible, incluso cuando el calendario insiste en dictar lo contrario, por mucho que las circunstancias se empeñen a adjudicar espacio en un rincón. He vuelto a esas líneas en mis horas de duda para recordarme que no hay límite de edad para dar la batalla, y que nadie la dará por nosotros. Después he encontrado historias semejantes, de hombres y mujeres que, en sus cuarenta, cincuenta, setenta o más allá decidieron no resignarse y se levantaron de la mesa para reclamar lo que aún podían ser, imponiéndose ante un pa norama sin emoción.
De Armani supe más tarde otras cosas. Cada que me adentraba venía mayor fascinación. Trazó para mí un ideal: ir arreglado y rodeado de bellas mujeres. Morir entonces con lentitud, con la gracia de una hoja que cae en una danza admirable. Su apego a la limpieza, heredado de su madre (desde niño tuvo un paño entre las manos para borrar lo que está mal con el mundo); su capacidad de desprenderse de lo que sobra, de lo chillón, de lo que hace ruido. «Hay que descartar todo lo demasiado llamativo», repetía, «y buscar algo más sutil, más silencioso». Así eran sus trajes, bondadosos en su ligereza, como una segunda piel que no aplastaba a quien la vestía. Supo que la comodidad era una expresión de la libertad. Las tres camisas que llevaba en la maleta.
El tono de su piel recordaba a la pulpa de una naranja madura recién abierta, un resplandor cítrico rodeado siempre de gente guapa, como si la belleza tuviera que escoltarlo. Acqua di Giò fue el primer perfume que convirtió en universal lo exclusivo. Alberto Morillas atrapó en un frasco la luz de un mediodía frente al mar, y Armani supo reducirlo en una frase: lo más importante es ser normal.
Él y sus modelos eran un brillo en medio de la decadencia de la civilización, un lujo popular que los pasajeros de un autobús vislumbraban al pasar frente a un anuncio o al mirar una película de Richard Gere. Supo ser el verano en una piscina, un yate cargado de aceitunas y también un rascacielos con pisos de mármol. Como revés a un verso de aquel poema español del siglo XV «Edechas a la muerte de Guillén Peraza», con Armani no se veían pesares, sino placeres.
Los maniquíes sueñan con portar piezas de Armani y ser acomodados por él en un escaparate, con la calma de un pintor impresionista. Diseños que juegan con los ojos, el anhelado capricho de llevar sus telas, que al final él resumía en su atuendo ligero, camiseta, pantalón, chaqueta, el peinado echado para atrás y esa sonrisa simétrica, flecha del estilo que entra por las fosas nasales. Gracias sus propuestas más de uno se animó a ser un yuppie es vez de caer en las sucias garras del jipismo.
En el delirio de mis comparaciones, pensaba en cierto diseñador estadounidense de cara atomizada como una extensión de Burger King, ahí donde Armani era una vuelta al Mediterráneo. Como Giorgio, desprecio a la gente que se aprovecha de la ingenuidad de la gente para alcanzar el éxito o, en última instancia, llegar al poder.
El mundo bien pueda dividirse en conformistas e inconformes. Los primeros se abandonan al asiento torcido de la rutina en cuanto les parece tolerable (y no les va tan mal); los segundos viven con el aguijón de no estar nunca en su sitio, y por eso se levantan y vuelven a intentarlo en su despecho. No siempre logran lo que persiguen, pero su combate en sí mismo ya es una inspiración. Giorgio Armani contaba que el mayor legado de sus padres fue un «sentido de dignidad», junto con la tenacidad y fortaleza mental suficiente para resistir en los momentos difíciles. Ropajes aparte, la historia de aquel hombre que, cumplidos los cuarenta, se lanzó a por todas, constituye un regalo de buen moño para quienes aún creemos que nunca es tarde para empezar de nuevo.
Contacto
Correo: yomiss@gmail.com
Twitter: @Bigmaud
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