#4 Tiempos
La primera expedición científica mexicana | Columna de Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
El dos de octubre de 1874, el periódico local La Sombra de Zaragoza en su edición número 793 anunciaba a los lectores potosinos “COMISIÓN CIENTÍFICA: En el vapor “Australiano” saldrán próximamente de la capital de la República el inteligente Señor Díaz Covarrubias y otras cuatro personas que por orden del gobierno marchan a Pekín a observar el paso de Venus por el disco del Sol. La subvención acordada para gastos de la comisión es de 30,000 pesos, según estamos informados.”
La nota representaba un acontecimiento de relevancia, se trataba de nada menos que el anuncio de la primera expedición científica mexicana que viajaba al extranjero, y su misión, estudiar y registrar un acontecimiento astronómico de importancia como lo era el paso de Venus por el disco solar. La citada expedición fue toda una odisea, realizada contra reloj, que colocó a la ciencia mexicana en un lugar relevante al ser publicados los resultados tan sólo un año después de la expedición, tomándole la delantera a los científicos europeos y estadounidenses. Gracias a esta misión, se demostró al mundo el valor de la ciencia que se hacía en el país, ya que el reporte elaborado por Díaz Covarrubias y sus compañeros tuvo una resonancia internacional, recogiendo múltiples reconocimientos.
El acontecimiento se revestía de cierta importancia para San Luis Potosí, además de la importancia científica, pues Francisco Díaz Covarrubias, vivió en la ciudad durante la década de los sesenta, decimonónicos, al salir de la ciudad de México ante la inminente llegada del ejército francés; Díaz Covarrubias era identificado con el régimen del presidente Juárez. Durante su estancia en San Luis Potosí continuó realizando trabajo científico haciendo el reconocimiento geográfico entre la capital potosina y el puerto de Tampico.
En el periodo de estancia en la capital de San Luis Potosí, el Instituto Científico y Literario permanecía cerrado al ser ocupado el edificio por el ejército conservador aliado a los imperialistas franceses. Sin embargo, logró relacionarse con científicos potosinos, que posteriormente formarían el cuerpo académico del Instituto Científico y Literario en su reapertura en 1867-68, al triunfo de la República; por su parte Díaz Covarrubias regresaba a la capital del país, siendo invitado por Juárez para ocupar el cargo de oficial mayor del Ministerio de Fomento. Incrustado en el servicio público, realizó diferentes propuestas para estudiar la geografía del país, aunque no prosperaron debido a la fragilidad de la hacienda pública. Díaz Covarrubias participó en la reforma de la educación pública y la nueva Ley del 2 de diciembre de 1867, que proponía una nueva organización y contenidos en todos los niveles. Publicó los nuevos libros de topografía y geodesia (1868-1869) y enseñó las materias en la Escuela de Ingenieros.
En el año de 1874 existía en la ciudad de México una sociedad científica llamada “Alejandro Humboldt” la cual era presidida por Díaz Covarrubias; en su sesión del 11 de abril, Díaz Covarrubias presentó una memoria relativa al tránsito de Venus por el disco del Sol, que estaba calculado para el 9 de diciembre del mismo año. A mediados del año de 1874 volvió a tratarse el mismo asunto en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, pero se pensó que estando ya tan próxima la verificación del fenómeno no habría tiempo para hacer los preparativos necesarios al envío de una comisión mexicana hasta a algún punto de Oceanía o el Japón.
El día 8 de septiembre del mismo año se efectuó en el bosque de Chapultepec la acostumbrada, en aquel entonces, festividad con que el Gobierno y el pueblo mexicano conmemoraban la heroica defensa del Molino del Rey y del Castillo de Chapultepec contra el invasor norteamericano, y allí mismo el diputado Juan José Baz habló al entonces Presidente de la República Sebastián Lerdo de Tejada, acerca de la conveniencia de enviar una comisión de astrónomos mexicanos a Asia para observar el tránsito de Venus por el disco solar. El 11 de septiembre el presidente Lerdo de Tejada habló a Díaz Covarrubias preguntándole si sería posible reunir los instrumentos necesarios para las observaciones y si creía que los comisionados podrían llegar a tiempo para instalar los instrumentos y hacer las observaciones con buen éxito. En ese momento las comisiones científicas enviadas por otros países o estaban ya instaladas o iban en camino.
Díaz Covarrubias desplegó gran actividad, tanto en reunir los instrumentos necesarios como en adquirir los informes referentes a la duración del viaje. Su plan era ir de México a Veracruz, de este puerto a Nueva York, de aquí a San Francisco, California, embarcarse después para Yokohama y llegar por último a Pekín. La duración del viaje estaba estimada en 55 días. Díaz Covarrubias tuvo la aprobación de Lerdo de Tejada a pesar de la penuria del erario.
La Comisión quedó formada de la manera siguiente: presidente, Francisco Díaz Covarrubias, segundo astrónomo Francisco Jiménez, ingeniero topógrafo y calculador Manuel Fernández Leal, ingeniero calculador y fotógrafo Agustín Barroso y calculador y cronista Francisco Balnes. El Ministerio de Fomento proporcionó un telescopio zenital, un teodolito y un barómetro; la Escuela de Ingenieros prestó otro telescopio zenital y un cronómetro; el Colegio Militar facilitó un telescopio y un cronómetro, y a este arsenal se añadieron algunos instrumentos de propiedad de Díaz Covarrubias.
Finalmente, la comisión mexicana decidió establecerse en Bluff y en Yokohama, Japón donde construyeron los observatorios y el 27 de noviembre de 1874 quedó terminado el observatorio en Bluff y el 30 de noviembre el de Yokohama. Realizaron sus mediciones que fueron elogiadas por la comunidad científica mundial. La Comisión mexicana determinó además la posición geográfica de Yokohama y se levantó un monumento en el lugar que ocupó el observatorio de Díaz Covarrubias para que sirviera de punto de referencia en los futuros trabajos geográficos de Japón.
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#4 Tiempos
Selección Femenil Sub-17 el despertar desde Marruecos | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
En Marruecos se está escribiendo una historia que podría marcar el rumbo del fútbol femenil mexicano. La Selección Sub-17 llegó al Mundial con la ilusión intacta, pero también con el peso de representar a un país que exige crecimiento, identidad y resultados. No es solo una competencia juvenil, es la oportunidad de demostrar que el talento mexicano está listo para dar el salto.
El torneo comenzó con un tropiezo doloroso ante Corea del Norte. Fue un golpe que dejó lecciones más que heridas. Pero lo más importante no fue la derrota, sino la reacción. En el siguiente encuentro, frente a Países Bajos, México mostró carácter, temple y una madurez poco común para su edad. Ese triunfo ajustado cambió por completo la atmósfera del grupo y reavivó la confianza.
Con el paso de los partidos, la selección se reencontró con su mejor versión: ordenada en defensa, solidaria en el medio campo y valiente al frente. Las jugadoras comenzaron a jugar con una convicción distinta, sabiendo que el esfuerzo colectivo podía llevarlas lejos. Esa confianza las ha impulsado hasta los cuartos de final, donde ahora deberán enfrentar a Italia, un rival con tradición, técnica y ambición.
El duelo ante las italianas será una prueba de madurez. México llega con un grupo que no teme a los nombres ni a los antecedentes. Lo que se ha visto hasta ahora es un equipo que juega con personalidad, que corre cada b alón como si fuera el último
y que entiende que representar al país en una Copa del Mundo es un privilegio que se honra con entrega total.Más allá de los resultados, este torneo está dejando señales alentadoras. La evolución táctica, la inteligencia en la recuperación y la capacidad para sostener el ritmo de juego muestran que el proceso del fútbol femenil en México empieza a consolidarse. Ya no se trata de promesas, se trata de hechos.
Estas jóvenes futbolistas no compiten solo contra rivales extranjeros, sino también contra una historia que durante años les negó visibilidad. Hoy, ellas están cambiando la narrativa. Cada pase, cada jugada y cada gol son una afirmación de que el fútbol femenil mexicano está listo para ocupar su lugar en la élite.
La Selección Mexicana Femenil Sub-17 está viviendo un momento clave. Enfrentar a Italia en los cuartos de finalno es solo una cita deportiva, es la oportunidad de confirmar que México tiene una generación capaz de mirar de frente a cualquier potencia. Pase lo que pase, este equipo ya dejó claro que el futuro del fútbol femenil nacional no es una promesa: es una realidad que acaba de comenzar.
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#4 Tiempos
Agua, territorio y sociedad, el tema del mes de La Ciencia en el Bar | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Continúa el ciclo número cuarenta de La Ciencia en el Bar, que está por cumplir cuarenta años de actividades siendo el programa de este tipo, pionero en nuestro país y que fue establecido para festejar los cincuenta años de la Física en San Luis que ahora llegará a los setenta.
En este ciclo conmemorativo toca el turno a la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez que abordará el tema, Agua, Territorio y Sociedad: construyendo puentes entre la ciencia y la gente a través de la conectividad; tema por demás interesante e importante pues aborda el problema del agua, sustancia vital para la vida y el desarrollo de nuestras sociedades.
En anteriores sesiones de La Ciencia en el Bar, se ha tratado este tema y ahora la Dra. Ortiz nos presentará nuevos aportes a esta problemática donde la participación ciudadana es de vital importancia en esa liga con los especialistas a fin de resolver los grandes problemas sociales asociados a el agua, incluyendo los aspectos territoriales. La sesión de hace diez años que consistió en una mesa redonda con el tema de agua, leyes y derechos, puede consultarse en mi canal de youtube:
La charla se llevará a cabo este miércoles 29 de octubre en punto de las ocho de la noche en la Cervecería San Luis, ubicada en Calzada de Guadalupe número 326, la entrada es gratuita y no hay obligación de consumo; es un escenario informal de convivencia entre el gran público y la comunidad científica potosina que aporta y pone a discusión sus resultados científicos en aras de formar mejores sociedades.
La formación de la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez ha sido muy variada, realizó una licenciatura en Geografía titulándose en 2010, posteriormente la maestría en ciencias en Geología Aplicada (2012) y, finalmente su doctorado en el programa institucional de la UASLP en ingeniería y ciencias de materiales graduándose en 2017.
Tuvo una estancia posdoctoral en el Instituto de Investigación en Zonas Desérticas de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí de 2020 a 2024, donde se enfocó en cuestiones de la conectividad hidrológica en varios contextos ambientales, publicando sus resultados en revistas especializadas en cuestiones hídricas. El tema del que nos hablará es justamente lo que trabajó en el Instituto de Zonas Desérticas bajo la dirección del Dr. Carlos Alfonso Muñoz Robles.Ha colaborado en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México y en el campus Juriquilla en Querétaro de la misma universidad. Es una joven científica formada en los programas universitarios de la UASLP y formada como investigadora en el programa de Ingeniería y Ciencias de Materiales que es uno de los más importantes programas de formación científica de la UASLP que reúne a un buen número de dependencias universitarias dedicadas a la investigación científica y donde participan grupos de investigación en diversas áreas del conocimiento. En este programa que está cumpliendo veinte años, han egresado más de doscientos investigadores con el grado de doctor, entre los que se encuentra la Dra. Azalea Judith Ortiz Rodríguez.
Los invitamos este miércoles 29 de octubre en la Cervecería San Luis a escuchar la charla sobre agua en el tema de conectividad hídrica, que nos presentará la Dra. Judith Ortiz.
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#4 Tiempos
La seriedad y la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
Un amigo mío, ejecutivo de cierta importancia, tan pronto como llega a su oficina arquea las cejas, se compone la corbata y adopta una pose tan autoritaria que a uno le dan ganas de obedecerle en todo. ¡Dios mío, qué transmutación de un minuto a otro y de una puerta a la siguiente! ¡Pero si apenas hace cinco minutos venía en su auto contando chistes rojos! Cuando se apeó del automóvil aún sonreía, pero apenas entró en el edificio adoptó un tono tan cadavérico y malhumorado que ya sólo verlo daba miedo. ¿Estoy ante uno de esos que los psicólogos llaman ciclotímicos?, me preguntaba yo lleno de asombro, pues no me explicaba cómo se podía pasar de un estado de ánimo a su contrario de manera tan radical y, sobre todo, en tan corto tiempo.
-Señorita –dijo mi amigo apretando un botón y levantando una bocina-, ayer por la tarde le pedí que revisara el expediente X. ¿Lo hizo usted?
La señorita tartamudeaba en la lejanía, presa de un pánico feroz.
-Sí, sí, lo he hecho. ¿Quiere usted revisarlo, licenciado?
Yo miraba a mi amigo como preguntándole: «¿Eres tú? ¿De veras eres tú?». Pero él hizo como que no entendió mi pregunta, y en eso la secretaria anunció la llegada del famoso y temido expediente X.
Entonces recordé lo que, según dicen, aconsejó una vez Anaximandro el filósofo a Pericles el político: «Acuérdate de lo que te digo: para seguir en el poder hay que ser serios». Y sonreí con cierta malicia, como entendiendo por fin de qué iba la cosa. Pero, ¿había leído mi amigo a los filósofos griegos?
Lo dudo. Ya el Memín Pinguín hubiera sido demasiado para él. Y esto lo digo no en plan de mofa, sino ateniéndome a lo que él mismo me dijo un día, a saber: que el único libro que había leído en su vida, y de eso hacía ya muchos años, era el instructivo de una cámara Nikon que acababa de comprar en aquel entonces; pero, de ahí en fuera, nada más…
–Es apasionante leer los instructivos y a la vez muy divertido –me dijo aquella vez-. Pero, ¿quién lee ya estas obras maestras de la concisión? ¡Es la literatura más olvidada de todas! No miento si te digo que mi modesta biblioteca personal, si puedo llamarla así, está formada sólo por esos instructivos o manuales de uso que la gente desecha con desconsiderada facilidad. ¡Tengo más de cien! Algún día leeré los noventa y nueve que me faltan.
¿Bromeaba mi amigo diciéndome estas cosas? Pero no, no bromeaba: recordemos que estaba en su oficina y que él, allí, no se habría permitido ni la sonrisa más discreta.
Pero ahora hablemos de una mujer a la que conozco. En su juventud fue algo hermosa, según pude verlo en viejas fotografías conservadas con devoción por ella misma en un álbum que, de tan pesado, nadie aceptaría cargar durante cinco minutos seguidos. Sí, digamos que fue bella. Pero cometió en su juventud el error de hacer caso a una amiga suya del colegio que le dijo un día:
-No permitas que tu hermosura se estropee. Evita, sobre todo, las patas de gallo.
-¿Y cómo las he de evitar? –preguntó ella, pues realmente le quitaban el sueño todas estas cosas.
-No rías. Y, si puedes, evita también las sonrisas. ¡Estropean el rostro como no tienes una idea! Lo arrugan, lo ajan, lo deforman.
¡Lo mismo pensaba aquel monje amargado de El nombre de la rosa!: «La risa sacude el cuerpo, deforma los rasgos de la cara y hace que el hombre parezca un mono».
Desde entonces aquella mujer ya nunca rió, conformándose, para manifestar su alegría, con estirar la boca y hacer una mueca, cual si estuviera ante un espejo comprobando que no se le ha quedado nada entre los dientes después de haber comido. ¿Sonreír de veras? No, gracias. Debo cuidarme de las patas de gallo.
Y así podría contra infinidad de historias más; baste por el momento con decir que, si bien la sonrisa tiene enemigos, yo preferiría mil veces que nadie me obedeciera y todo se me arrugara, a andar por la vida mostrando una horripilante cara de tabla.
Escribió el padre Auguste Valensin en su diario (anotación del 10 de mayo de 1937): «No sentir miedo de Jesús, no sentir miedo de mi Padre. Me imagino a Jesús con sus apóstoles. Llega a la orilla del lago donde los niños juegan. Y, al verlo, huyen los niños. Una madre le trae a su niñito de seis años y el pequeñín, aterrorizado, se agarra a las faldas de su madre, grita, quiere escaparse de allí. ¡Lo contrario de lo que sabemos que ocurría! Y me pregunto: ¿qué sentimientos hubiera experimentado Jesús? ¡Es tan doloroso darse cuenta de que se infunde miedo! Y todavía el miedo de un niño no puede realmente entristecernos porque es irrazonado, pero Jesús, que vino por amar a los hombres y fue todo amor para ellos, si hubiera visto a los que se acercaban a Él y a quienes ofrecía su afecto retirarse muertos de miedo; si hubiera visto a sus apóstoles tratarle como un maestro severo, mientras que Él se mostraba para con ellos indulgente y suave; si hubiera visto que los pecadores evitaban incluso por respeto su presencia, ¡qué pena hubiera experimentado!».
Jesús debió sonreír, y muy a menudo; debió ser incluso un maestro en el arte de la sonrisa, pues de no haber sido así, ¿por qué iban los niños a correr a abrazarlo espontáneamente, como sabemos que lo hacían? Somos más bien nosotros, sus discípulos, quienes hemos caído a veces en la tentación de la seriedad. ¡Como si por parecer serios nuestros enemigos fueran a respetarnos más! Quizá sea demasiado injusto al decir esto, pero un cristiano que infunde miedo –sea cual fuere su trabajo en la viña del Señor-, aún no ha podido ser cristiano más que a medias.
¿O me equivoco, estimado lector?
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