diciembre 13, 2025

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La ola de robo de autos regresó a SLP

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Desde 2019, la ciudad vive por temporadas una serie de atracos a conductores y sustracción de vehículos, focalizado principalmente en estacionamientos públicos

Por: Ana G Silva

Una camioneta fue robada durante la madrugada del lunes 22 de mayo, esto en la calle Simón Díaz de la colonia Santuario (a unos pasos de la Unidad Administrativa Municipal (UAM)); ante esto, los vecinos reportaron que este tipo de atracos es una situación común en la zona. Con este hecho sería el tercer reporte de robo de vehículo en tan solo tres días, por lo que parece indicar que la ola de este tipo de delitos ha regresado en la capital potosina, sobre todo en estacionamientos de supermercados, un tema que causó gran preocupación durante algunos meses de 2020 y 2021

2019

Una de las primeras olas de robos a vehículos registrada en los últimos años fue la ocurrida durante el mes de septiembre del 2019 en las instalaciones del Instituto Potosino del Deporte, ubicadas en la avenida Himno Nacional, en la intersección con Coronel Romero de la capital del estado. La denuncia fue hecha por un equipo de jugadores de tocho, quienes acudieron al lugar a participar en un torneo; sin embargo, al salir se encontraron con que tres vehículos fueron abiertos y del interior se robó equipo deportivo con valor aproximado de diez mil pesos.

El hecho fue denunciado en redes sociales por el equipo denominado Hawkers Flag Football, y compartido por otros usuarios, quienes relataron a este medio tener conocimiento de otros hechos similares en los que el Inpode poco puede hacer, pues no se contaba, ni se cuenta con equipo de videovigilancia en el lugar y la vigilancia es poca.

2020

Ese año es, de la época reciente, el que tuvo más delitos relacionados con vehículos: El primer hecho delictivo se reportó el 12 de enero cuando un hombre fue asaltado en el estacionamiento de la tienda comercial Costco de avenida Salvador Nava, cuando salía de realizar sus compras. La víctima relató que fue interceptado por tres sujetos que lo despojaron de su reloj, lo golpearon y salieron huyendo.

En febrero, un hombre relató que fue víctima del robo de su vehículo en el estacionamiento del supermercado Walmart Muñoz; ingresó a la sucursal, tardó 20 minutos en regresar, sin embargo, ya no encontró su automóvil; agregó que cuando realizó el reporte con la seguridad de la tienda le informaron que con su auto ya sumaban cinco robos.

Uno de los casos que más causó indignación, fue un asalto con violencia el 22 de septiembre de 2020 en el estacionamiento techado de HEB sucursal Himno Nacional, la víctima reportó este hecho en redes sociales, junto con un video captado por las cámaras de vigilancia, en él se logra ver a un hombre que se acerca a ella y con un arma de fuego intentó someterla, logró llevarse sus pertenencias a pesar de que cerca había tres guardias de seguridad.

En el video de tres minutos con 44 segundos se puede ver el momento exacto cuando el sujeto se acerca a la mujer y comienzan a forcejear, luego de unos segundos el hombre escapa y la joven fue auxiliada por personas que pasaban por el lugar. Luego de este hecho, en redes sociales se reportó una supuesta ola de asaltos a las afueras de supermercados de la ciudad, en los que en su mayoría las víctimas eran mujeres.

2021

Durante la madrugada del 16 de septiembre de 2021, dos hombres a bordo de su automóvil en la colonia Graciano Sánchez, cerca del Cobach 28, fueron baleados por una banda de roba autos que viajaba en una motocicleta; el hecho fue registrado en el video de una cámara de seguridad.

Las víctimas contaron a este medio que los acontecimientos se suscitaron en una calle de la colonia antes mencionada cuando fueron interceptados por dos personas que viajaban en motocicleta, bajo el pretexto de preguntarles por una dirección. Mientras hablaban, el conductor sacó un arma para amenazarlos, por lo que arrancaron su vehículo, ante lo cual los agresores dispararon, la bala rompió el cristal lateral e impactó en el tablero sin lograr herir a nadie.

Esa no es la primera ocasión en la que se reportó un ataque con un modus operandi similar, pues al menos tres vehículos fueron robados en esa semana cercanas a Carranza y Lomas. Se trata de hombres armados, en ocasiones acompañados por una mujer, quienes encañonaron a sus víctimas y las sometieron para despojarlas de sus pertenencias y del automóvil en que viajaban.

El primero de estos ataques ocurrió el 12 de septiembre de 2021 cuando un automovilista, estacionado en las cercanías de Carranza y Tomasa Esteves, fue abordado por una mujer que, primero, le preguntó por una persona, en cuestión de segundos un hombre lo encañonó y ambos abordaron la unidad, un Suzuki Ignis 2018, insistiendo en que no hiciera nada. A punta de pistola lo llevaron hasta la colonia San Leonel donde, en una calle oscura, lo bajaron.

El segundo atraco se dio apenas unas horas después sobre la avenida Sierra Vista donde, cerca de la gasolinera Total, la víctima se detuvo para contestar su teléfono celular. De inmediato, tres hombres lo sacaron del vehículo, lo golpearon y lo dejaron con serias heridas, una de ellas en la cabeza como resultado del golpe que le dieron con la pistola. En esta ocasión, el vehículo robado fue un Camry Toyota color gris del año 2019.

Finalmente, el último de los robos que se han dado a conocer sucedió durante las primeras horas de este 15 de septiembre en las cercanías de Zona Universitaria. Dos hombres en una motocicleta dieron alcance a una pareja que viajaba a bordo de una camioneta. Les apuntaron con la pistola y ordenaron que salieran para apoderarse del vehículo.

2022

Vecinos de colonias cercanas a Himno Nacional denunciaron que fueron víctimas de robo de autos en las calles Xicoténcatl, Zamarripa, Independencia, Coronel Romero, Luis Dolando Colosio y Mariano Jiménez, también en la zona del Centro Histórico de San Luis Potosí.

En Himno Nacional fueron denunciados robos a vehículos, bicicletas y motos robadas; además de personas que intentan allanar propiedades o simplemente ingresar las casas que se encuentran con las puertas mal cerradas.

Otros casos fueron los del Centro Histórico, además del robo de autos, vecinas, vecinos, comerciantes y visitantes, reportaron robos a comercios y casas, cristalazos contra automóviles, hostigamiento y asaltos contra peatones. Las víctimas, cansadas de la situación pegaron carteles en postes y bardas, donde se ve a varios sujetos que son identificados como algunos de los responsables de esta situación, entre ellos uno conocido como El Freddy, símbolo del hartazgo social que busca válvulas de escape ante la impotencia.

“Vivo en la calle Independencia, a menos de 30 metros de la Plaza de Aranzazú y solo el fin de semana vi dos cristalazos, afortunadamente los vecinos detuvieron al ladrón y lo entregaron a la policía, pero tenía todas las herramientas para abrir puertas, creemos que ya ha entrado a varias casas. Además en lo que va del año ha habido dos robos de coches solo en este tramo de la calle, uno de ellos fue a nosotros: se llevaron una camioneta que estaba estacionada justo en la entrada. Yo no sé para qué sirven sus operativos, los policías municipales nada más se pasean en sus camionetas nuevas, pero no agarran a uno. Todos aquí sabemos que son un grupo como de tres o cuatro personas que roban en todo el centro y se esconden en las casas abandonadas de San Miguelito”, contó uno de los vecinos afectados, pero su testimonio se replica en decenas de habitantes, que saben cuáles son los refugios de los delincuentes, se lo han dicho una y otra vez a las autoridades sin que eso cause algún efecto.

2023

Usuarios en redes sociales denunciaron dos asaltos a mano armada ocurridos durante el sábado pasado, uno en Costco, ubicado en avenida Salvador Nava y en Walmart de avenida Muñoz.

Según los denunciantes, el primer asalto se presentó durante el mediodía de este sábado, cuando sujetos que rondaban el estacionamiento de Costco esperaron a un conductor para robarle su vehículo. Los presuntos lo habrían amenazado con una pistola.

El robo presentado, a un costado de un negocio de tacos, en las cercanías de Walmart de avenida Muñoz, ocurrió a las 9 de la noche del sábado, cuando el dueño de un vehículo Kia del Modelo Seltos, fue asaltado a punta de pistola para así quitarle su automóvil.

Para la madrugada del 22 de mayo, vecinos de la colonia Santuario reportaron el robo de una camioneta estacionada en la calle Simón Díaz, muy cerca de la Unidad Administrativa Municipal de San Luis Potosí. De acuerdo con las cámaras de videovigilancia, el sujeto que rondaba la zona, y en cuestión de tres minutos se llevó una camioneta color guinda estacionada.

La imagen del ladrón fue captada al entrar a la segunda privada de Simón Díaz, donde dura tres minutos para regresar y entonces se lleva el vehículo. En unos videos se ve cómo da vueltas por la camioneta, se va para la calle Revolución, regresa y es cuando se la lleva.

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Ayuntamiento de SLP

Demanada contra el Ayuntamiento asciende a 300 mdp por caso RICH

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Galindo señaló que tras el accidente, el municipio actuó de inmediato sancionando al responsable del evento e inhabilitó a los organizadores

Por: Redacción

Enrique Galindo Ceballos, alcade de San Luis Potosí señaló que es lamentable que el caso Rich no haya tenido una pronta resolución para los involucrados y se haya tornado a los tribunales. El edil sostuvo que el Ayuntamiento ha tenido mesas de diálogo y ofreció acuerdos de reparación moral a las familias afectadas por los acontecimientos ocurridos en junio de 2024 en el mencionado centro nocturno, que resultaron en la muerte de dos jóvenes  y varios lesionados tras el colapso de un barandal del antro.
Galindo señaló que tras el accidente, el municipio actuó de inmediato: sancionó al responsable del evento, inhabilitó a los organizadores y modificó el Reglamento de Comercio tal como lo solicitaron los familiares. Sin embargo, dijo que actualmente enfrentan cinco demandas por daño moral que, en conjunto, ascienden a casi 300 millones de pesos.
El alcalde explicó que el dictamen recientemente ventilado —en el que la defensa jurídica del Ayuntamiento hace referencia a responsabilidades indirectas, no corresponde a un nuevo documento, sino a parte de la estrategia legal para proteger el patrimonio municipal dentro del proceso judicial en curso. “No es que haya un nuevo dictamen; es parte del ejercicio de defensa. Tuvimos que plantear la defensa en varios sentidos, y una de tantas líneas es esa”, aclaró.
Con información de Plano Informativo
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Una carta con crayolas para el alma | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Hace poco menos de veinte años, cuando la vida todavía tenía forma de casa compartida y de futuro en plural, aprendí una de esas lecciones que no se anuncian, no se presumen y casi nunca se cuentan. Me la dejó quien fue mi compañera excepcional —la persona que me acompañaba en la vida— junto con una década de recuerdos, una despedida sin rencores y una enseñanza que hoy, por primera vez, me atrevo a escribir.

Nunca he hablado de esto. No por falsa modestia, sino por una creencia muy firme: ayudar en silencio es la única forma honesta de ayudar. No quiero que esto suene a presunción ni a chantaje emocional. Es una crónica pero también un cuento verdadero, una anécdota que se quedó años esperando turno y que hoy les comparto a Ustedes mi Culto Público.

En los primeros años de nuestro matrimonio, una Navidad, el DIF Estatal la llamó —o ella llamó, no lo recuerdo bien— para preguntarle si quería hacerse cargo de una “cartita navideña” de un niño o niña de alguno de los albergues de San Luis Potosí. Dijo que sí. Me involucró de inmediato. Yo también dije que sí (Así funcionan las cosas cuando uno comparte la vida con alguien que tiene brújula moral)

La dinámica era sencilla: los niños escriben su carta; tú compras los regalos; alguien más se encarga de entregarlos.

Durante años fuimos el Santa Claus de infancias invisibles. Nadie lo sabía, nadie lo contaba. Los regalos solicitados eran modestos: muñecas, colores, carritos, tenis, peluches. A veces —con otra letra, más adulta— aparecían tallas de ropa o números de calzado. Las maestras metían mano, porque los niños no piden sudaderas o zapatos… pero las necesitan.

Y entonces llegó esa carta: Una hoja doblada a la mitad con un dibujo torcido que pretendía ser un arbolito de Navidad, y una frase que aún hoy me hace un nudo en la garganta:

“Me llamo Ana (no es su nombre)… tengo cinco años y en esta navidad quiero una bolsa de papitas…para mí sola.”

(Lo juro: cada vez que lo escribo, algo se me rompe un poco por dentro).

Aquí no hay sorpresa solamente.Hay culpa.Hay coraje.Hay rabia contra todos pero sobre todo contra uno mismo.Hay tristeza. Hay un espejo que desnuda.

Porque ante una niña que no ha podido tener en toda su vida una bolsa de frituras para ella sola, cualquier cosa es despilfarro.

Pensar en cualquier cuenta de restaurante, todos los excesos a los que luego uno se da el gusto. cualquier viaje innecesario o cualquier fanfarronería, pensar en todo lo que se tiene y andar ocupado como si eso fuera símbolo de éxito, mientras hay alguien que deposita su esperanza navideña en algo tan sencillo…

Ninguno de esos años conocimos a los niños. La institución se encargaba de entregar los regalos. Nos explicaron por qué: evitar vínculos. Muchos de esos niños cargan una herida de abandono. (Creo que esa herida es el requisito número uno para estar en un albergue…) Por lo tanto, conocer a alguien externo, generoso, tierno, y luego volver a perderlo, puede ser delicado, es decir el que llega… también se va.

Han pasado los años.Los agostos después de los julios. Los diciembres antes de los eneros.

No tuve crisis de cuarentón sin hijos (guiño, guiño), pero sí una crisis conmigo mismo: preguntas, silencios largos, rompecabezas sin imagen en la tapa. Los caminos de aquella mujer excepcional y los míos se separaron sin estruendo, sin terceros, sin odio. Un adiós que luego trajo muchas bienvenidas, unas largas, otras no tanto.

Pero la tradición siguió. Estoy seguro de que también del otro lado.

Solo, entre comillas, invité a otras familias: la de sangre y la otra, la del trabajo que con el tiempo se vuelve casa. Desde entonces nunca ha sobrado una cartita. Siempre hay más manos que papel.

Recuerdo que hubo una excepción triste: La de un amigo, de esos del chat de toda la vida, que estalló cuando le llevé la carta:
—Jorge, no tengo tiempo ni para mis hijos. No voy a ir a comprar una sudadera de “Lady Bug” para una niña que ni conozco. Diles que vengan a una de mis tiendas y que agarren lo que quieran.

Pensé, con tristeza: qué pobre es mi amigo.

Con todo lo que tiene, no le alcanza para regalar treinta minutos a una niña que no tiene nada… salvo un deseo dibujado con crayola. El que verdaderamente no tiene nada es él y de verdad me conduelo hasta la fecha.

Pero este año algo cambió: Por primera vez nos avisaron que nosotros (los “cartahabientes”) llevaríamos los regalos en persona . Pregunté por el tema de los vínculos. Me explicaron que las nuevas terapias permiten visitas cuidadas. Los niños no se apegan por un regalo.
—A diferencia de muchos adultos —pensé— que sí se venden por uno.

Llegamos y había 19 niñas y niños sentados en hilera sobre un escalón, esperando turno para romper la piñata.Tan pequeños.Tan vivos. Tuvimos todos que desempolvar de la garganta el “dale, dale, dale, no pierdas el tino”.

Antes, casi al entrar y verlos lo entendí de golpe: Mientras escuchaba el jalón de mocos o la voz entre cortada de alguno de mis compañeros, me di cuenta que los de la hilera en el escalón no estaban tristes…simplemente porque no saben que deberían estarlo.

Ellos no cargan su historia.La historia la cargamos nosotros, los de enfrente. Los extranjeros llenos de culpas.

Los que esperan turno por romper un jarrón que promete dulces, son las 19 almas más puras y energéticas de toda la colonia, quizá de toda la ciudad.

Y entonces nos incorporamos. Vi a Toño arrullar a un bebé dormido. A Charlie jugar a darle de comer a una muñeca. A Fermín repartir paletas y prender un pingüino bailarín.A Ana abrir un celular de juguete. A Adriana contar cuentos.

A mí me tocó jugar a las princesas… con una princesa. Una niña de cara luminosa que tenía la boca pintada de azul por una paleta enorme de esas mucho más grandes que sus pequeños dientes. Le pregunté su nombre varias veces. Nunca le entendí.

Entre otras cosas, me tocó llevar un cuento. Llevé tres de Oliver Jeffers: Cómo encontrar una estrella, Perdido y encontrado y De vuelta a casa. Historias simples que dicen lo que a los adultos nos cuesta décadas entender: que a veces nada está perdido; que volver a casa no siempre es regresar y que las estrellas no se esconden, solo que uno deja de mirar.

Mientras leía, entendí algo brutalmente sencillo: las respuestas que mis noches oscuras no me dieron durante años, estaban ahí, sentadas en un albergue.

El sentido de la vida no era una señal divina. Era un niño que vuelve a casa. Era levantar la vista. Era salir de casa, o de la cárcel interna, para dar un vistazo a los demás. En eso estábamos cuando una adulta nos interrumpió:

—¿Ya te dijo cómo se llama? —preguntó una maestra.
—Sí, pero no le entendí.
Se inclinó y me susurró:
—Se llama Flor… pero ella dice que se llama Flor del Campo.

Flor del Campo. Claro.

No era un nombre. Era una respuesta.

Los perdidos no están ahí. Estamos afuera. Las estrellas no están escondidas.
Y los que tenemos que volver a casa… somos nosotros. Entonces caí en cuenta que este año tuve la mejor cosecha: una Flor del Campo que me sanó el alma.

Gracias, Bárbara.
Gracias, Ximena.
Gracias a todos.

Jorge Saldaña.

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#Crónica | Tres cobertores y una promesa: relato de un camino guadalupano

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Francisco avanzó de rodillas con ayuda de cobertores rumbo al Santuario, mientras cientos de historias pasaban a su lado

Por: Ana G Silva

A las 9:17 de la noche, la Calzada de Guadalupe respira una solemnidad que solo se siente en diciembre. El día 12 todavía no llega, pero desde horas antes la fe ya comienza a mover cuerpos, a sostener promesas, a encender velas que iluminan el camino como pequeñas estrellas terrenales.

Frente al reloj junto al Mercado Tangamanga, Francisco se coloca sobre sus rodillas. No hay ceremonia, no hay discursos; solo el silencio íntimo de dos hombres —él y su primo, Alex— que saben que el camino será duro, pero necesario. A unos pasos, su familia organiza los tres cobertores envueltos con cinta, improvisación que la experiencia ha enseñado para que el pavimento, frío y áspero, no hiera más de lo inevitable.

Inician.

Las luces del reloj en este emblemático corredor peatonal quedan atrás; la Caja del Agua se acerca. Los cobertores se colocan, se levantan, vuelven a colocarse. Dos familiares avanzan unos pasos, extienden el siguiente tramo de tela para que Francisco y Alex puedan seguir. Se turnan sin decir palabra.

La Calzada esta noche no es un tránsito: es una procesión viva. Y aunque hay momentos en que otras personas rebasan a Francisco, también hay instantes en que él y su primo pasan frente a peregrinos que han pausado a recobrar fuerzas. Pero nadie compite. Aquí, cada quien camina —o avanza de rodillas— al paso de su promesa.

A los lados, un río de historias avanza en silencio y oración.

Hay quienes caminan sosteniendo un rosario, murmurando avemarías que se pierden entre las luces navideñas. Muchos peregrinan de rodillas: algunos con rodilleras; otros sin nada que amortigüe el dolor; algunos acompañados solo por una persona que les ofrece agua o un hombro; y otros rodeados por familias enteras que avanzan como escudos humanos para protegerlos del tumulto.

Entre los miles de cuerpos alineados hacia el Santuario, aparece un hombre que llama la atención: camina de rodillas con la espalda descubierta, y en ella luce un gran tatuaje de la Virgen que brilla con el sudor y el reflejo de las luces. A su lado, un amigo lo acompaña de cerca, moviendo un cobertor, ayudándolo a incorporarse cada ciertos metros, dándole palabras de aliento mientras ambos escuchan, desde un aparato portátil, canciones dedicadas a la Virgen de Guadalupe. Sus rostros muestran cansancio y devoción en partes iguales.

En distintos puntos se encuentran elementos de Protección Civil, la Cruz Roja, voluntariado de la iglesia, Policía Municipal y Guardia Civil Estatal. Se detienen junto a quienes necesitan descansar; cargan botellas de agua; preguntan por mareos y dolores; algunos alumbran el camino con linternas mientras otros ofrecen palabras de calma. Son pr esencia discreta pero esencial, un recordatorio de que la fe es un acto personal, pero el camino siempre es acompañado.

Y aunque a esa hora el flujo de peregrinos es constante, conforme la noche avanza hacia las 12:00 de la madrugada, la Calzada comienza a llenarse aún más. Cada vez llegan más personas —familias completas, parejas, jóvenes, adultos mayores— todos atraídos por la misma intención: ir al encuentro de la Virgen.

En el trayecto, Francisco sigue avanzando, lento pero firme. Sus familiares continúan el ritual de los cobertores: uno se coloca bajo sus rodillas, otro se prepara metros adelante, un tercero queda listo para el siguiente turno. El tiempo se convierte en una mezcla extraña: a ratos parece detenerse en el peso del dolor y la concentración; a ratos parece correr, empujado por la multitud que pasa, que susurra, que reza.

En ese mar de historias, ocurre una escena que queda grabada:

Una mujer, también de rodillas, comienza a llorar del dolor. Faltan apenas unos 250 metros para llegar al Santuario. Sus familiares intentan darle ánimo, pero sus piernas ya no responden. Paramédicos de la Cruz Roja se acercan de inmediato; revisan su respiración, valoran si puede continuar. Desde la distancia, Francisco alcanza a ver el movimiento, los gestos de preocupación. Por respeto, no se sabe si la mujer pudo seguir o no. Pero la imagen queda como un recordatorio del límite humano… y de la inmensidad de la fe que empuja incluso cuando el cuerpo falla.

Finalmente, después de una hora y cuarenta minutos, Francisco y su primo llegan al Santuario.

Ahí, la imagen cambia por completo: frente al templo no hay silencio, sino un océano de personas que ya aguardan su turno para entrar, para agradecer, para ofrecer un ramo, una veladora, una intención. Algunos llegan caminando, otros llorando, otros con las rodillas marcadas por el trayecto. Pero todos llegan.

Porque aunque cada uno trae su propia historia —un milagro pedido, una promesa, un agradecimiento, un duelo, un deseo de consuelo—, lo que los une es ese movimiento colectivo, esa peregrinación que no se mide en kilómetros, sino en fe.

Y así, en la víspera del 12 de diciembre, la Calzada de Guadalupe vuelve a demostrar que el camino a la Virgen nunca se recorre solo. Se avanza con la familia, con desconocidos que ayudan, con cuerpos cansados que dan ejemplo, con autoridades y voluntarios que cuidan, con música que consuela… y con la certeza de que al final, la fe siempre encuentra su destino.

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