#4 Tiempos
“La ciudad huele a plomo y el ayuntamiento a pomo” | Bemoles del 9 de junio
Por: Jorge Saldaña
Con tremendo borrachazo se le acabó la fiesta a un alto, que digo alto, altísimo y consentido funcionario del gobierno municipal. Al muy noble panista y recién burócrata de la Secretaría Técnica del Ayuntamiento capitalino al parecer se le pasaron las cucharadas y se le pasaron también las ganas de frenar el vehículo oficial que conducía muy alegre la madrugada del domingo.
No lo culpo; si la cúpula del gobierno para el que trabaja puede meterse a bien comer y mejor beber en pleno martes de violencia, pues ¿por qué no podría un empleado “cuate del alcalde”, como lo presumió, parrandear en un sabadito alegre? Lo que se le olvidó es que la cúpula por lo menos trae chófer y casi siempre (subrayado casi) beben en la casa campestre de algún miembro del grupo compacto de Xavier Nava para evitar exponerse.
El ni tan jovenzuelo chocante, se esperaría, tendría que enfrentar las consecuencias de conducir, como se presume, bajo la influencia del alcohol, pero sobre todo bajo la influencia de su propia estupidez. ¿A quién se le ocurre ponerse como cola de perro (hasta atrás) en vehículo oficial? Al respecto ni el alcalde ni el secretario técnico (oficialmente jefe directo del presunto borrachales) han dicho una sola palabra. Quizás estén esperando a que se le pase la cruda a su funcionario.
¿A usted, Culto Público, qué cree que le pasaría si un día choca borracho el vehículo de la empresa en la que trabaja?
Por lo pronto, los potosinos pagaremos la renta del vehículo, los daños y los deducibles del seguro del automóvil 2020 que el también encargado de un ejemplar programa juvenil en el PAN, hizo el favor de “estacionar” en una palmera en la Avenida de la Paz.
Mientras tanto, en la sobriedad de la realidad, la ciudad se está convirtiendo en un campo de batalla entre grupos del crimen organizado que se matan impunemente a lo largo y ancho de la capital a plena luz del día, o que se balacean casi todos los días con la policía municipal, ¿será que en esos terrenos se considera a los uniformados un cártel? (Creo que esa pregunta es mejor no responderla).
Pero pues que el gobierno navista siga en el “chupa que chupa”, al fin y al cabo que ya se dice que mientras la ciudad huele a plomo, el gobierno Navista huele a pomo.
En fin, “salucita de la buena” y cambiemos de tema porque no me vaya yo a morder la lengua.
Hablando de malos hábitos, en estos días, aprovechando que estamos a poco menos de un año de la jornada electoral, se arrojaron como bolo en un bautizo todo tipo de encuestas a las redes sociales supuestamente enfocadas en medir las preferencias partidistas y en careos entre potenciales candidatos al gobierno estatal.
Hay algunas más ridículas que otras (porque serias todavía no me encuentro ninguna) y aunque se supone que son “fotografías del momento” la verdad es que a todas se les nota Photoshop o, como se decía anteriormente, el “cuchareo” es decir, la manota interesada de quien las manda hacer.
Recuerde, Culto Público, aquella máxima del Marketing Político: “Encuesta que se publica, es propaganda”. Las verdaderas mediciones, las que tienen método y revelan la verdad, casi nunca son compartidas por los equipos de campaña, así que mucho ojo con comprar espejitos de la vanidad, ya los ciudadanos poco confiamos en sus anquilosadas tácticas de simulada generación de “percepción”. Actualícense mis chavos (ahí disculpe la frase de chavorruco).
Por cierto que es de sorprenderse y hasta sonrojarse los cachetes la atención que algunos le dieron al representante de Morena en el estado, Sergio Serrano, respecto a sus declaraciones sobre la elección del candidato de su partido al gobierno del estado en 2021.
¿Qué tan ingenuo se debe ser para pensar que Sergio Serrano será el que tome las decisiones? Bueno, con decirle que, lo más seguro es que el buen Sergio no tenga su mismo puesto ni de aquí a tres meses…
Entiendo que los inseguros quieran certezas desde ahora sobre “quién sí y quién no” puede participar por uno u otro partido, lamentablemente la política no es así, y es justamente la habilidad en la administración de la incertidumbre, la que distingue a los profesionales de los babosos.
Como babosos por cierto quedaron ante la sociedad las autoridades el viernes pasado cuando no pudieron contener a tiempo a un grupo de rijosos iracundos que se infiltraron en una manifestación para destruir y vandalizar la Fiscalía, el Palacio de Gobierno y, sobre todo, el recinto legislativo.
Son muchas las dudas alrededor del duro episodio, sobre todo por la muy demorada intervención de las fuerzas del orden, la aprehensión seleccionada de participantes y la inexplicable liberación del personaje bautizado en medios como “#ElMonoDeBlanco”, que en muchos videos aparece como el principal provocador y causante de los mayores daños, con la actitud más violenta, pero que, sin embargo, hoy goza de absoluta impunidad. ¿Qué raro no?
Hasta pareciera que hay intereses distractores enmascarados en protestas desestabilizadoras.
Y si de intereses hablamos, a mala hora llegó la propuesta del gobernador Carreras para reestructurar la deuda o solicitar que le autoricen la contratación de nuevos empréstitos en el Congreso del Estado.
El crédito, me dijeron algunos expertos, es la última opción que debería considerarse, porque equivaldría a que, por poner un ejemplo comparativo, una familia que agotó sus recursos por un imprevisto, opte por reventar las tarjetas de crédito hasta el tope, antes de reducir sus gastos, ajustar su presupuesto semanal, cambiar el auto por uno más económico, o negociar mayores plazos con la hipoteca.
Por eso el gobierno de Juan Manuel Carreras busca una “reestructura”, que implica aplazar algunos meses los compromisos y los montos de pago a las instituciones bancarias para utilizar el recurso en atender las prioridades.
No obstante, el llamado “timing” y las circunstancias actuales están arruinadas para la administración carrerista a partir de los escándalos que se han expuesto a la opinión pública sobre los presuntos actos de corrupción y gestión turbia de los recursos de la Secretaría de Salud.
¿Cómo pedir mayores recursos para una secretaría señalada de contratar empresas fantasmas de Baja California y haber pagado casi 65 millones de pesos a quien ahora se sabe resultó ser un pillo de poca monta como Gabriel Salazar, a través de muy dudosos contratos y procedimientos?
Es como si el propio el propio Gabo, “príncipe del emprendedurismo” (permítame un “Ja” editorial) en estos momentos viniera a pedirle dinero a usted para un “negocio fantástico”. ¿Le confiaría sus recursos? Que se me hace que ni una enchilada le compraba.
Pues es lo mismo, así como están las cosas ¿podrán los diputados darle autorización al gobierno de incrementar sus compromisos para atender las necesidades de una secretaría señalada de corrupta? y si me apura voy más allá: ¿vale la pena sostener a una funcionaria a costa de no poder cumplir con los compromisos presupuestales? ¿Qué acaso los Servicios de Salud no podrían enfrentar la pandemia sin Monilili? ¿Será la Secretaría de Salud el hilo delgado por el que se rompa el mecate de la reputación de la administración estatal?
Pronto sabremos la respuesta… o no.
Me despido queridísimo y Culto Público con la promesa de que mañana (hoy se me acabó el espacio) publicaré una lista de obvios, visibles y evidentes interesados, apuntados y soñadores que quieren participar como candidatos a diversos puestos de elección popular el año que entra. Ya se les nota la comezón, no se lo pierda.
Hasta mañana y recuerde que un Do Bemol no es lo mismo que un Sí, sostenido.
Jorge Saldaña
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#4 Tiempos
La incansable divulgadora del conocimiento, Ikram Antaki | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Hace cincuenta años llegaba a México una siria recién graduada de doctora en etnología en la Universidad de París VII, y fincaría su actividad profesional en este país nacionalizándose mexicana y realizando diversas actividades relacionadas con su área de interés convirtiéndose en una de las intelectuales mexicanas más importantes de la segunda mitad del siglo XX en México; Ikram Antaki que había nacido en Damasco en 1947 en el seno de una familia de juristas y humanistas.
Su madre estudió la literatura rusa del siglo XIX y su abuelo que fuera el último gobernador de Antioquía, salvó a miles de armenios del exterminio en 1915, durante el asedio otomano. En 1969 viajó a Europa y siguiendo la vena familiar estudiaría literatura comparada, antropología social y el doctorado en etnología del mundo árabe.
En 1975 abandonó Francia para venir a México; Antaki narra su decisión que tomó abriendo un compás sobre el mapamundi y, siguiendo una línea horizontal imaginaría paralela al Ecuador, determinó que México era el país más lejano a Siria, “era el fin del mundo” un lugar que ella quería conocer. Al poco tiempo nacería su hijo y formaba así una familia mexicana e iniciaba su intenso trabajo intelectual.
Ikram se dedicaría a la docencia, el ensayo, el periodismo y la radio, convirtiéndose en una de las más importantes divulgadoras del conocimiento, encajando de manera natural en la vieja tradición mexicana en divulgación de la ciencia, donde caben de manera conjunta todas las disciplinas y que inciden en el ámbito cultural.
Escribió alrededor de veintinueve libros y agradecía a sus lectores “el deseo de saber”. Libros que proyectó su creación desde los ocho años y que guiarían sus intensas lecturas de obras literarias y de ensayo. Dejó en borrador muchos otros escritos de sus ambiciosos proyectos de divulgación.
Ikram Antaki, se definía a si misma: “Ahora me proclamo, de manera un poco simple, conservadora, aunque de hecho no es exactamente así; en la práctica sigo la frase de Averroes: ‘sean renovadores en todo lo que se refiere a la ciencia y el pensamiento, sean conservadores en lo que se refiere a los asuntos de los hombres’”.
Al morir en la Ciudad de México en el año 2000, Ikram Antaki estaba completamente dedicada a cumplir con la meta más ambiciosa de su vida: “He descubierto, en este país, que soy un ‘buen maestro’, no solo ‘un buen escritor’, alguien que sabe algunas cosas y que no las quiere guardar, sino compartir”.
Además de la escritura, a la que considera resguardadora de la memoria ante la memoria de la información mediática que es frágil, tuvo un importante papel en medios audiovisuales colaborando en los canales oficiales, once y trece , y en numerosos programas de radio y conduciendo los propios, como fueron los célebres: el Banquete de Platón y el Ágora.
Los interesados en adentrarse al mundo de la divulgación científica, sobre todo cuando no existen instituciones formadoras para ello, pueden recurrir a las obras de Ikram Antaki y aleccionarse con sus narrativas llenas de información y basadas en el pensamiento crítico, como trabajos de síntesis del pensamiento y que traspasan los campos de la especialidad uniendo de manera natural la ciencia y el humanismo y su responsabilidad con la sociedad.
Su programa El Banquete de Platón, ha sido base de varios de sus escritos donde recoge lo tratado en el programa. En especial el libro, mas que recomendado, que lleva como título, simplemente: Ciencia, editado por Penguin en su colección De Bolsillo, no puede faltar en la lectura de quienes se interesan por el pensamiento y conocimiento desarrollado a lo largo de la historia de la humanidad.
Escrito en forma rigurosa y fácilmente asimilable, ayuda al lector a tener una idea rápida y actualizada de la naturaleza humana, el origen de las lenguas, las razas, el racismo, la inteligencia, la genética, el principio del universo, el tiempo, el cerebro y la descorazonada aventura de la modernidad científica que venció el oscurantismo.
Como le decía Ikram Antaki: “El merito de su parte (refiriéndose al lector), está en el hermoso y agradecible deseo de saber. El mérito, de mi parte, está, en la tentativa de síntesis”.
Recordamos así a una extraordinaria mujer que tomó a México como su casa y que contribuyó a la educación del pueblo con base en la divulgación y educación no formal, a través de sus libros y programas audiovisuales, convirtiéndose en una importante divulgadora del conocimiento en México.
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#4 Tiempos
Buscad el alfiler | Columna de Juan Jesús Priego Rivera
LETRAS minúsculas
-¡Qué hombre tan amargado! –exclamó una vez una dama de cierta edad señalando con el dedo, desde la distancia, a un compañero al que yo estimaba mucho-. ¿Qué traumas habrá sufrido en su infancia para haber perdido de tal manera el gusto por vivir?
¡Los traumas de la infancia! Sí, he oído hablar de ellos, pero no me convencen ni mucho ni poco. ¿Por qué debemos ir hasta la infancia de un hombre para explicarnos su mal humor de hoy? ¿Y si la infancia, por lo menos en el caso de este conocido mío, no tuviera nada que ver? ¡Ir tan lejos cuando la causa podría estar tan cerca!
Pero yo conocía la razón de ese permanente mal humor, de esa amargura: este amigo sufría a causa de su jefe, un déspota que trataba a sus subordinados como le daba la gana. ¡Ya sólo faltaba que les exigiera a todos bolearle los zapatos! Además, el ambiente de trabajo era, en aquella oficina, atroz y deprimente: allí todos envidiaban a todos y se ponían zancadillas los unos a los otros por el puro placer de ver cómo caían de la gracia de su superior, para observar cómo se despeñaban y se rompían la cabeza. Cada día de trabajo transcurría casi siempre entre gritos, susurros y rumores, y, por lo que he podido saber, nadie estaba seguro –ni lo está todavía hoy- de que mañana seguiría conservando el puesto que ocupaba apenas el mes pasado. Ahora bien, ¿quién no va a amargarse en un ambiente rancio como éste?
Yo conocía pormenorizadamente esta triste historia. Por eso me reí en silencio de las suposiciones de aquella señora que, por haber tomado un curso relámpago de psicología, ahora me hablaba de traumas infantiles y actos fallidos.
Sí, los humanos somos muy propensos a generalizar y elaborar hondas teorías que se vienen abajo justo en el momento en que comprendemos que las cosas no eran como pensábamos. De esta manía elucubradora se burló Alain (1868-1951), el filósofo francés, al escribir así en uno de sus Propos sur le bonheur: «Cuando un bebé llora sin consuelo, la nodriza suele hacer las más ingeniosas suposiciones respecto a este joven carácter y a lo que le gusta o le disgusta; invocando incluso a la herencia, ya reconoce al padre en el hijo. Estos ensayos de psicología se prolongan hasta el momento en que la nodriza descubre el alfiler, causa efectiva y real del llanto».
¡Ah, era eso! ¡Había un alfiler entre los pañales! Y pensar que la nodriza ya empezaba a sospechar ciertas cosas…
El hombre, según se ha dicho aquí y allá, es un filósofo que se ignora a sí mismo. Yo de esto nada sé. Lo que sí sé, en cambio, es que muchas veces, en lugar de buscar el alfiler, se pone a concebir graves y hondas teorías cuyo fundamento, para decirlo ya, es más que dudoso.
Una vez se quejaba conmigo un dentista diciéndome:
-¿Por qué la gente ya casi no me busca para arreglarse los dientes? Las nuevas generaciones son muy descuidadas. ¡En qué tiempos tan tristes nos han tocado vivir!, etcétera.
Pero no; por lo menos aquí no se trataba de los tiempos: era que este dentista tenía fama de trabajar sin anestesia –para ahorrarse un dinerito-, y la verdad es que sus pacientes lo que menos querían en su consultorio era ponerse a practicar el estoicismo.
El 4 de julio de 1765, Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799) estaba quitadísimo de la pena leyendo un libro al pie de una ventana cuando de pronto… Pero dejemos que sea él mismo quien nos cuente lo que le pasó aquella vez: «Leía, cuando, de pronto, la mano que sostenía el libro se movió imperceptiblemente y esto hizo que recibiera menos luz. Entonces pensé que una nube espesa debía estar pasando de frente al sol y todo me pareció más oscuro, por más que no había perdido nada de luz». Y concluye el pensador alemán: «Con frecuencia sacamos nuestras conclusiones de esta forma: buscamos en la lejanía causas que muchas veces están junto a nosotros». «¡Oh! –hubiese exclamado otro que no fuera él-. El cielo se está nublando. Acaso llueva toda la tarde. ¡Y maldita la gana que tengo de que llueva esta tarde!». Pero no, el cielo no se nublaba: era el ángulo de su cabeza lo que había variado, produciendo en la página del libro una sombra que en el cielo no existía.
Yo me entretenía recordando estas palabras mientras aquella señora se quejaba de mi amigo. ¿Y por qué había que ir tan lejos -¡nada menos que hasta los traumas infantiles!- para buscar las causas de su amargura, puesto que éstas estaban casi al alcance de la mano? ¡Era el ambiente en el que se movía el que lo sacaba de sus casillas y lo ponía de mal humor! De modo que, una vez aireado ese ambiente, ¡adiós traumas infantiles!
Además, convendría no olvidar la lección que las semillas nos imparten todos los días. ¿Qué lección? Ésta: que no es posible crecer y desarrollarse en cualquier terreno. Una semilla de arroz, por ejemplo, jamás crecerá en el desierto, ni una semilla de mostaza en el frío de la tundra. Cada semilla, para crecer, necesita estar, por decirlo así, en su ambiente.
«Hay que florecer donde Dios nos ha plantado», dice una frase que aceptamos sólo por el hecho de que Dios es un buen sembrador que no se equivoca nunca, aunque por lo demás bien podría ser cursi y hasta falsa. ¡Un grano de trigo, por más que quiera hacerlo, jamás dará nada de sí si es sembrada en los hielos polares!
Y bien, tal es lo que había sucedido con mi amigo: que sencillamente no estaba en su elemento. ¿Y cómo, entonces, iba a crecer y a desarrollarse? «La impaciencia de un hombre –vuelve a decir Alain- tiene a veces por causa el haber estado mucho tiempo de pie; en vez de razonar contra su mal humor, ofrecedle un asiento… No, no digáis nunca que los hombres son malos; no digáis jamás que tienen tal carácter. Buscad el alfiler».
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#4 Tiempos
¿Y si un día dicen que ya no hay abortos… porque los escondieron todos? | Columna de Ana G Silva
CORREDOR HUMANITARIO
Imaginemos que dentro de unos años, alguien desde el poder diga: “En San Luis Potosí ya ni se practican abortos, ¿para qué mantenerlo legal?” Esa frase, tan simplona como peligrosa, podría ser suficiente para justificar que se dé marcha atrás a un derecho conquistado a pulso. Y lo más grave es que, si revisamos los datos oficiales, el argumento ya estaría servido.
Porque según los Servicios de Salud del Estado, desde que se despenalizó el aborto hasta las 12 semanas de gestación, 132 mujeres han interrumpido su embarazo en San Luis Potosí. Pero —y aquí está la trampa— ninguna lo hizo por decisión propia. De acuerdo con las cifras, las 132 interrupciones fueron por motivos médicos. Cero voluntarias. Cero por libre elección.
Entonces, ¿qué nos están diciendo? ¿Que en todo un estado, con más de dos millones de mujeres, ni una sola decidió interrumpir su embarazo de forma voluntaria? ¿O que los hospitales y las instituciones están borrando esos datos, diluyéndolos entre diagnósticos clínicos para esconder una realidad incómoda?
Hace un año, San Luis Potosí celebraba lo que parecía un triunfo de la razón sobre el prejuicio: la despenalización del aborto. Hoy, ese avance empieza a parecerse a una mentira institucional. Porque si las cifras se maquillan, si la objeción de conciencia se convierte en excusa y si las mujeres siguen siendo rechazadas en hospitales, entonces el derecho a decidir se está convirtiendo en una simulación.
De los 107 puestos médicos en hospitales habilitados para practicar la ILE, uno de cada tres profesionales es objetor de conciencia. En Ciudad Valles, por ejemplo, 10 de 17 médicos y enfermeros se niegan a realizar el procedimiento. ¿Y qué pasa con las mujeres que viven en la Huasteca o en el Altiplano, donde no hay alternativas cercanas? ¿Qué pasa si una mujer llega al hospital de Valles, con doce semanas cumplidas, y le dicen que nadie puede atenderla porque todos son objetores ? Lo que pasa es que su derecho desaparece.
La colectiva ILE San Luis Potosí ha documentado estos casos, las negativas, la opacidad y la simulación. Han sido ellas —y muchas otras colectivas— quienes han tenido que acompañar a mujeres que, en teoría, ya no deberían estar suplicando por un derecho reconocido por la ley.
Y entonces hay que decirlo con claridad: un derecho que no se garantiza, es un derecho abolido en silencio. La resistencia institucional existe, y es tan sutil como efectiva: se disfraza de papeleo, de moral médica, de estadísticas convenientes. Pero su consecuencia es brutal: mujeres obligadas a continuar embarazos que no desean, porque el Estado decide mirar hacia otro lado.
San Luis Potosí tiene una ley que reconoce el derecho a decidir, pero no una estructura que lo haga realidad. Y si las autoridades siguen escondiendo las decisiones de las mujeres tras diagnósticos médicos, no solo están borrando datos: están borrando voces.
A un año de la despenalización, el aborto en San Luis Potosí sigue siendo un privilegio y no una garantía. Y si no se exige transparencia y acceso real, pronto podrían decirnos —con una sonrisa burocrática— que aquí ya nadie aborta. Y entonces, el silencio sería la excusa perfecta para volver atrás.
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