octubre 7, 2025

Conecta con nosotros

#4 Tiempos

“La ciudad huele a plomo y el ayuntamiento a pomo” | Bemoles del 9 de junio

Publicado hace

el

Ayuntamiento de SLP
Por: Jorge Saldaña

Con tremendo borrachazo se le acabó la fiesta a un alto, que digo alto, altísimo y consentido funcionario del gobierno municipal. Al muy noble panista y recién burócrata de la Secretaría Técnica del Ayuntamiento capitalino al parecer se le pasaron las cucharadas y se le pasaron también las ganas de frenar el vehículo oficial que conducía muy alegre la madrugada del domingo.

No lo culpo; si la cúpula del gobierno para el que trabaja puede meterse a bien comer y mejor beber en pleno martes de violencia, pues ¿por qué no podría un empleado “cuate del alcalde”, como lo presumió, parrandear en un sabadito alegre? Lo que se le olvidó es que la cúpula por lo menos trae chófer y casi siempre (subrayado casi) beben en la casa campestre de algún miembro del grupo compacto de Xavier Nava para evitar exponerse.

El ni tan jovenzuelo chocante, se esperaría, tendría que enfrentar las consecuencias de conducir, como se presume, bajo la influencia del alcohol, pero sobre todo bajo la influencia de su propia estupidez. ¿A quién se le ocurre ponerse como cola de perro (hasta atrás) en vehículo oficial? Al respecto ni el alcalde ni el secretario técnico (oficialmente jefe directo del presunto borrachales) han dicho una sola palabra. Quizás estén esperando a que se le pase la cruda a su funcionario.

¿A usted, Culto Público, qué cree que le pasaría si un día choca borracho el vehículo de la empresa en la que trabaja?

Por lo pronto, los potosinos pagaremos la renta del vehículo, los daños y los deducibles del seguro del automóvil 2020 que el también encargado de un ejemplar programa juvenil en el PAN, hizo el favor de “estacionar” en una palmera en la Avenida de la Paz.

Mientras tanto, en la sobriedad de la realidad, la ciudad se está convirtiendo en un campo de batalla entre grupos del crimen organizado que se matan impunemente a lo largo y ancho de la capital a plena luz del día, o que se balacean casi todos los días con la policía municipal, ¿será que en esos terrenos se considera a los uniformados un cártel? (Creo que esa pregunta es mejor no responderla).

Pero pues que el gobierno navista siga en el “chupa que chupa”, al fin y al cabo que ya se dice que mientras la ciudad huele a plomo, el gobierno Navista huele a pomo.

En fin, “salucita de la buena” y cambiemos de tema porque no me vaya yo a morder la lengua.

Hablando de malos hábitos, en estos días, aprovechando que estamos a poco menos de un año de la jornada electoral, se arrojaron como bolo en un bautizo todo tipo de encuestas a las redes sociales supuestamente enfocadas en medir las preferencias partidistas y en careos entre potenciales candidatos al gobierno estatal.

Hay algunas más ridículas que otras (porque serias todavía no me encuentro ninguna) y aunque se supone que son “fotografías del momento” la verdad es que a todas se les nota Photoshop o, como se decía anteriormente, el “cuchareo” es decir, la manota interesada de quien las manda hacer.

Recuerde, Culto Público, aquella máxima del Marketing Político: “Encuesta que se publica, es propaganda”. Las verdaderas mediciones, las que tienen método y revelan la verdad, casi nunca son compartidas por los equipos de campaña, así que mucho ojo con comprar espejitos de la vanidad, ya los ciudadanos poco confiamos en sus anquilosadas tácticas de simulada generación de “percepción”. Actualícense mis chavos (ahí disculpe la frase de chavorruco).

Por cierto que es de sorprenderse y hasta sonrojarse los cachetes la atención que algunos le dieron al representante de Morena en el estado, Sergio Serrano, respecto a sus declaraciones sobre la elección del candidato de su partido al gobierno del estado en 2021.

¿Qué tan ingenuo se debe ser para pensar que Sergio Serrano será el que tome las decisiones? Bueno, con decirle que, lo más seguro es que el buen Sergio no tenga su mismo puesto ni de aquí a tres meses…

Entiendo que los inseguros quieran certezas desde ahora sobre “quién sí y quién no” puede participar por uno u otro partido, lamentablemente la política no es así, y es justamente la habilidad en la administración de la incertidumbre, la que distingue a los profesionales de los babosos.

Como babosos por cierto quedaron ante la sociedad las autoridades el viernes pasado cuando no pudieron contener a tiempo a un grupo de rijosos iracundos que se infiltraron en una manifestación para destruir y vandalizar la Fiscalía, el Palacio de Gobierno y, sobre todo, el recinto legislativo.

Son muchas las dudas alrededor del duro episodio, sobre todo por la muy demorada intervención de las fuerzas del orden, la aprehensión seleccionada de participantes y la inexplicable liberación del personaje bautizado en medios como “#ElMonoDeBlanco”, que en muchos videos aparece como el principal provocador y causante de los mayores daños, con la actitud más violenta, pero que, sin embargo, hoy goza de absoluta impunidad. ¿Qué raro no?

Hasta pareciera que hay intereses distractores enmascarados en protestas desestabilizadoras.

Y si de intereses hablamos, a mala hora llegó la propuesta del gobernador Carreras para reestructurar la deuda o solicitar que le autoricen la contratación de nuevos empréstitos en el Congreso del Estado.

El crédito, me dijeron algunos expertos, es la última opción que debería considerarse, porque equivaldría a que, por poner un ejemplo comparativo, una familia que agotó sus recursos por un imprevisto, opte por reventar las tarjetas de crédito hasta el tope, antes de reducir sus gastos, ajustar su presupuesto semanal, cambiar el auto por uno más económico, o negociar mayores plazos con la hipoteca.

Por eso el gobierno de Juan Manuel Carreras busca una “reestructura”, que implica aplazar algunos meses los compromisos y los montos de pago a las instituciones bancarias para utilizar el recurso en atender las prioridades.

No obstante, el llamado “timing” y las circunstancias actuales están arruinadas para la administración carrerista a partir de los escándalos que se han expuesto a la opinión pública sobre los presuntos actos de corrupción y gestión turbia de los recursos de la Secretaría de Salud.

¿Cómo pedir mayores recursos para una secretaría señalada de contratar empresas fantasmas de Baja California y haber pagado casi 65 millones de pesos a quien ahora se sabe resultó ser un pillo de poca monta como Gabriel Salazar, a través de muy dudosos contratos y procedimientos?

Es como si el propio el propio Gabo, “príncipe del emprendedurismo” (permítame un “Ja” editorial) en estos momentos viniera a pedirle dinero a usted para un “negocio fantástico”. ¿Le confiaría sus recursos? Que se me hace que ni una enchilada le compraba.

Pues es lo mismo, así como están las cosas ¿podrán los diputados darle autorización al gobierno de incrementar sus compromisos para atender las necesidades de una secretaría señalada de corrupta? y si me apura voy más allá: ¿vale la pena sostener a una funcionaria a costa de no poder cumplir con los compromisos presupuestales? ¿Qué acaso los Servicios de Salud no podrían enfrentar la pandemia sin Monilili? ¿Será la Secretaría de Salud el hilo delgado por el que se rompa el mecate de la reputación de la administración estatal?

Pronto sabremos la respuesta… o no.

Me despido queridísimo y Culto Público con la promesa de que mañana (hoy se me acabó el espacio) publicaré una lista de obvios, visibles y evidentes interesados, apuntados y soñadores que quieren participar como candidatos a diversos puestos de elección popular el año que entra. Ya se les nota la comezón, no se lo pierda.

Hasta mañana y recuerde que un Do Bemol no es lo mismo que un Sí, sostenido.

Jorge Saldaña

@jfsh007

También te puede interesar: Organizaciones se deslindan de protesta violenta; ataque fue autoinflingido

#4 Tiempos

Pena de muerte | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Publicado hace

el

LETRAS minúsculas

Imagine que un día, mientras se baña, descubre en alguna parte de su cuerpo –por ejemplo, en la planta del pie izquierdo, aunque bien podría ser en cualquier otro lugar- unos números tatuados que nunca antes había visto. ¿Cómo es que aparecieron allí? Hace usted memoria: ¿quién pudo haberle jugado una broma tan pesada? Y, sobre todo, ¿cuándo y a qué hora, que usted no se dio cuenta?

Como quiera que sea, trata de averiguar el significado de aquella cifra misteriosa. Lee una vez y luego otra vez: 290614. Doscientos noventa mil seiscientos catorce. ¿Y qué quiere decir? Piensa usted en las cantidades de dinero que debe e, incluso, en el saldo de su cuenta bancaria. ¡No, imposible! Por más que ha tratado de ahorrar, nunca le ha sido posible reunir una suma semejante. ¡Ojalá tuviera esa cantidad! Pero no: sospecha que, por lo menos aquí, no se trata de dinero. ¿Y si hubiera que leer la cifra de otro modo, es decir, no de corrido sino por partes? 29-06-14. Así la cosa está más clara. Parece una fecha. ¿Veintinueve de junio del año dos mil catorce? Ahora imagine que, de pronto, lo invaden ciertas sospechas. ¿Y si esa fecha fuera la de su futura muerte?

Sí, eso es: usted ha desentrañado un misterio: esos números que nadie pudo haber tatuado -por la sencilla razón de que, si alguien lo hubiese hecho, usted se habría dado cuenta- son una revelación, algo así como un mensaje. Usted se morirá, pues, el veintinueve de junio del año dos mil catorce. Y cuando ha caído en la cuenta del significado de los números misteriosos, éstos desaparecen y no vuelven a dejarse ver nunca más. Fueron como un relámpago en la noche, sí, y, sin embargo, usted ya sabe…

¿Cómo sería la vida de los hombres si Dios, valiéndose de estos avisos o de otros, nos hiciera conocer el día de nuestra muerte? ¡Que sencillamente no podríamos vivir! Cada mañana nos despertaríamos con la boca pastosa pensando que la fecha fatídica está hoy más cerca que nunca. ¿Cómo vivir en semejantes condiciones?, ¿cómo no pegarnos entonces un tiro en la cabeza? Pero no. Dios, aunque conoce el día y la hora de cada uno, se la calla. Al crearnos, no nos puso en ningún ángulo del cuerpo nuestra fecha de caducidad. ¿Para qué conocerla? ¿Para vivir aterrorizados? Sin embargo, lo que ni Dios se ha atrevido a hacer, los humanos sí que lo hacemos, y hasta con una naturalidad que habría que llamar mejor ensañamiento. Nosotros sí, para castigar a los culpables, los condenamos a muerte y hasta les decimos, armados con el código penal, el día en que deberán ser ejecutados. ¿No es esto salvaje e inhumano? Imaginemos, en efecto, la vida de un hombre que deberá morir el 29 de junio del año 2014… ¿Cómo transcurrirían las horas de este hombre?

Bien, Víctor Hugo (1802-1885), el gran escritor francés, trató de imaginarlo escribiendo una novela publicada en 1829 que llevaba por título El último día de un condenado a muerte. En ella aparece un hombre acusado de asesinato al que la ley está a punto de dar el último golpe. ¿En qué piensa este hombre al saber que sus días están contados? ¿Qué ideas concibe mientras la fecha se aproxima y los minutos vuelan?

Para enterarnos es preciso leer la novela. Yo, por mi parte, sólo quiero detenerme allí donde el prisionero, en su celda, se pone a observar las paredes con curiosidad. ¡Va a morir, él va a morir! ¡Y cuantos ocuparon esta misma celda antes que él están ya muertos, y bien muertos, desde hace tiempo! Sin embargo, antes de irse de este mundo escribieron algo en las paredes que era como su último adiós. Se puso a leer…

«¿Qué hacer con la noche cuando aún no despunta el día? Se me ocurrió una idea. Me levanté y paseé mi lámpara por las cuatro paredes de la celda. Están llenas de frases, de dibujos, de extrañas figuras, de nombres que se mezclan y se tapan unos a otros. Parece como si, aquí al menos, cada condenado hubiera querido dejar su huella. Con lápiz, con tizón, con carbón, letras negras, blancas, grises, con frecuencia profundas hendiduras en la piedra, por doquier caracteres oxidados, como si estuvieran escritos con sangre… A la altura de mi cabeza hay dos corazones inflamados, atravesados por una flecha y, por encima, la leyenda: Amor para toda la vida. El desgraciado no se comprometió por mucho tiempo. Al lado, una especie de tricornio con una figurita groseramente dibujada por debajo y estas palabras: ¡Viva el emperador!. Y luego otros dos corazones inflamados con esta inscripción: Amo y adoro a Mathieu Danvin. Jacques. En la pared de enfrente se lee este nombre: Papavoine. La p mayúscula está bordada con arabescos y adornada con esmero»…

La celda que describe Víctor Hugo es la celda de los condenados, sí, y, sin embargo, antes de tomar el camino del cadalso unos hombres dibujaron corazones y escribieron unas cuantas palabras de amor. Amo y adoro a Mathieu Danvin. ¿Quién era este Jacques que, a escasas horas de morir, resumía así las andanzas y quehaceres de toda una vida? Antes de irse de este mundo, Jacques había escrito las palabras decisivas; palabras que nunca leería Mathieu Danvin, pero que él se sentía en el deber de dejar grabadas para siempre. ¡A punto de ser llevado a la guillotina, Jacques declaraba su amor en la distancia a Mathieu Danvin! Por ahora no quiero leer más. Y cierro la novela de Hugo pensando en esto: que acaso lo único que hemos venido a hacer a este mundo es decir unas cuantas palabras de amor, unas pocas, para luego irnos un poco así como los barcos se pierden en la lejanía del mar durante la noche. ¿Que no somos correspondidos? Eso no importa. ¿Que no dio nunca nadie importancia a nuestro afecto? Eso importa menos aún. Nosotros hemos amado, lo hemos dicho y con eso nos basta.

Cuando hemos pronunciado las palabras esenciales, cuando hemos escrito nuestra declaración de amor en una de las paredes de la vasta prisión que es este mundo, ya nada nos falta. ¡Hemos dicho ya lo único que importa decir! Que venga entonces el carcelero: nosotros tendemos las manos hacia él y lo acompañamos a donde quiera llevarnos…

También lee: Monólogo del hijo único | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

Continuar leyendo

#4 Tiempos

El secuestro de 7 vidas al barranco | Crónica de Jorge Saldaña

Publicado hace

el

CRÓNICA

Por: Jorge Saldaña

Todos perdieron. En San Luis, a veces la justicia no llega por la puerta grande de los tribunales, sino por la rendija torcida del rencor. Cuatro adolescentes, todavía con el olor a niñez pegado en la piel, decidieron convertirse en verdugos de otro recién salido de la adolescencia. Lo subieron a un Mazda gris como si se tratara de un ritual iniciático: una venganza disfrazada de justicia.

El nombre del capturado era Fidel. Lo golpeaban dentro del auto, le gritaban lo que creían que era verdad: que había embarazado a una amiga, que la golpeaba, que la humillaba y que dejó junto a su hijo a la deriva. Ellos, convencidos de ser vengadores, eran apenas muchachos con un arma de balines que parecía real. Creían portar justicia, pero cargaban sólo una farsa de poder.

En la huida desesperada, Fidel se arrojó del vehículo. No era valentía ni cobardía: era instinto de supervivencia. Saltó, y el destino lo arrojó todavía más abajo, al barranco. El golpe contra las rocas fue la sentencia que ninguno de los adolescentes imaginó, pero todos firmaron con ese acto.

El saldo es un inventario de pérdidas: Fidel perdió la vida en la caída. Los cuatro jóvenes perdieron la libertad, y con ella, cualquier atisbo de futuro. La muchacha, centro invisible de la tragedia, perdió al padre de su hijo y a los amigos que quiso como vengadores. Se quedó sola, con un bebé en brazos y la sombra de un muerto sobre la cuna.

El niño crecerá huérfano de padre, y su madre, huérfana de red. No hay vencedores: sólo cenizas.

La historia parece sacada de una novela de Arriaga: adolescentes que creen en la épica de la violencia, que juegan a dioses con armas falsas, que hacen justicia con las uñas sucias del odio

. El final es tan brutal como inevitable: cuando la violencia se hereda, los hijos juegan con ella.

El barrio El Aguaje se quedó con una postal difícil de olvidar: sirenas iluminando la noche, un cuerpo roto en el fondo del barranco, y cuatro chamacos esposados, con la mirada aturdida de quien no alcanza a comprender que la adolescencia terminó en un segundo.

Nadie hablará de ellos en la sobremesa. Nadie los pondrá en canciones. Pero ahí está la historia, un espejo áspero que refleja a al del país entero: un lugar donde la justicia se busca a golpes, donde la violencia se hereda como apellido, y donde hasta los niños cargan con la fatalidad de ser verdugos o víctimas.

En esta tragedia, no hubo malos ni buenos: sólo cinco adolescentes devorados por un mismo monstruo, el de la violencia que crece como plaga en los rincones donde el Estado no llega, pero sí llega Netflix y todas las plataformas con series donde se exalta la violencia como único camino, y la justicia por propia mano como un acto de valentía en una selva que no tiene otra ley que el ojo por ojo y diente por diente.

La pregunta queda flotando como un eco incómodo: ¿A quién le importa?
Simplemente es una corriente y cruda historia más, en la que nadie gana.
Un reflejo del barranco en el que todos estamos al borde.

También lee: Crónica de una extraña calma: El informe de Galindo | Crónica de Jorge Saldaña

Continuar leyendo

#4 Tiempos

El sueño que parecía imposible | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

Publicado hace

el

TESTEANDO

 

Durante décadas, el fútbol mexicano ha vivido con una deuda pendiente, la de encontrar a ese jugador distinto, capaz de cambiar un partido con una sola jugada, de desatar emociones colectivas y de encender la esperanza de millones. Y de pronto, en medio de la rutina de un campeonato que pocas veces sorprende, aparece un adolescente llamado Gilberto Mora para recordarnos que el sueño sí puede ser real.

Con apenas dieciséis años ya hizo historia. Debutó en la Primera División con Xolos y no fue un relleno, no fue una anécdota, se convirtió en protagonista, dio una asistencia, marcó un gol y rompió el récord de precocidad. Desde entonces, cada vez que pisa la cancha transmite esa sensación de que algo diferente va a ocurrir. Es el tipo de jugador por el que uno prende la televisión o se sienta en la tribuna con la ilusión de ver magia.

Lo extraordinario de Mora no es solo su juventud ni sus estadísticas. Es la manera en que juega con naturalidad, como si la presión no existiera, como si la cancha le perteneciera. Ve espacios que los demás ignoran, inventa caminos en lugares cerrados, toma decisiones que parecen dictadas por un instinto superior. Y lo más impresionante es que ya lo hace con la Selección Mexicana, donde su talento no se disfraza entre adultos, sino que se multiplica. En la Copa Oro lo vimos asistir, competir, atreverse, y ganar un título con una madurez que contrasta con su edad.

El horizonte para Mora es tan prometedor como inédito. Si el proceso se maneja bien, no solo podría disputar el Mundial Sub-17 —ese que corresponde a su categoría natural y donde sería la estr ella indiscutida—, sino que incluso está en condiciones de aspirar al Mundial Mayor

, en un salto que pocos futbolistas en el planeta pueden presumir. Imaginarlo jugando ambos torneos, en paralelo, sería confirmar que estamos frente a un fenómeno.

México ha tenido buenos futbolistas, jugadores de época, líderes de vestidor o símbolos nacionales. Pero pocas veces hemos sentido tan cerca la posibilidad de tener a alguien con el aura de un Messi o un Maradona: un joven que no solo juega, sino que transmite la sensación de que su historia puede transformar la del fútbol mexicano. Por eso cada partido suyo parece más grande que el marcador. Porque lo que está en juego es la ilusión de un país entero que lleva generaciones esperando a “ese” futbolista que cambie todo.

Claro, el riesgo existe. La presión mediática, los clubes europeos que pronto tocarán la puerta, la exigencia desmedida de una afición que no suele tener paciencia. Pero si Mora encuentra el entorno adecuado, si logra madurar sin perder la magia, entonces podemos estar al inicio de la historia que tanto tiempo se nos negó.

Gilberto Mora es hoy más que un jugador: es la encarnación de un sueño que parecía imposible. Si mantiene el rumbo, no estaremos hablando solo del más joven en debutar, anotar o asistir. Estaremos hablando del crack que México llevaba décadas esperando, capaz de unir en un mismo calendario el Mundial Sub y el Mundial Mayor, para después escribir la página que nos acerque, por fin, a la eternidad futbolística.

También lee: Redefinir lo perdido y pelear lo que resta | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

Continuar leyendo

Opinión

Pautas y Redes de México S.A. de C.V.
Miguel de Cervantes Saavedra 140
Col. Polanco CP 78220
San Luis Potosí, S.L.P.
Teléfono 444 2440971

EL EQUIPO:

Director General
Jorge Francisco Saldaña Hernández

Director Administrativo
Luis Antonio Martínez Rivera

Directora Editorial
Ana G. Silva

Periodistas
Bernardo Vera

Sergio Aurelio Diaz Reyna

Diseño
Karlo Sayd Sauceda Ahumada

Productor
Fermin Saldaña Ocampo

 

 

 

Copyright ©, La Orquesta de Comunicaciones S.A. de C.V. Todos los Derechos Reservados