marzo 19, 2024

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#4 Tiempos

Individualismo global | Columna de Juan Jesús Priego

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LETRAS minúsculas

Un hombre de mediana edad, según leo en la nota roja del periódico, fue alcanzado ayer por el auto que conducía un joven amodorrado; la víctima se debate hoy entre la vida y la muerte en uno de los hospitales de nuestra ciudad.

De haber dormido bien nuestro desprevenido conductor, el accidente no se habría producido. Pero, ¿por qué no durmió bien? Aventuremos algunas hipótesis: porque se quedó dormido hasta muy tarde viendo en la televisión su programa favorito; o porque fue a decirle adiós a la soltería de uno de sus compañeros de trabajo; o porque la noche anterior fue a la feria y se desveló platicando, bailando y bebiendo con una señorita de la que pretende algo desde hace ya varios meses.

Sea lo que haya sido, el hecho es que el conductor durmió bastante mal –mejor dicho, no durmió-, y ahora resulta que ha atropellado a alguien. Y pregunto: ¿afectaron o no a la pobre víctima los desvelos de este noctámbulo irresponsable? ¡Es claro que lo afectaron, y de qué manera!

Pero entremos en el campo de las suposiciones. Si la víctima hubiese sabido lo que iba a pasar con él, ¿se habría atrevido a buscar el número telefónico de su verdugo para alertarlo, o ya al menos para prevenirlo?

Supongamos que este hombre hubiera tenido por la tarde una revelación; supongamos, por ejemplo, que se le hubiera aparecido un ángel bueno y que éste le dijera en un tono acongojado: «Cuidado, amigo. Mañana por la mañana sufrirás un accidente; te atropellará con su auto un señor llamado Anselmo Pérez». De haber tenido lugar semejante aviso, premonición o como quiera llamársele, ¿qué habría tenido que hacer nuestra víctima de estar en su sano juicio? Una solución sería no presentarse mañana a trabajar; pero resulta que, si no se presenta, pierde el empleo. ¿No se pondría entonces a buscar a su asesino? Ah, lo buscaría por mar y tierra y, al encontrarlo, se postraría a sus pies para suplicarle: «¡Por el amor de Dios, hoy no se desvele usted! Pase lo que pase, no se desvele usted, pues de que me haga caso o no depende mi vida. ¡Estoy en sus manos, estimado señor! Hágame usted este favor, se lo suplico: hoy duérmase temprano, apague su televisor a una hora razonable y, por lo que más quiera, maneje con precaución mirando siempre a uno y otro lados».

Ahora bien, de haber escuchado estas palabras, ¿cómo se imagina usted que habría reaccionado el conductor? Tratemos de imaginarlo. Acaso respondería de esta manera: «¿Pero quién diablos es usted para darme órdenes? Primero identifíquese. ¿A santo de qué se mete usted en mi vida? ¿O es que se ha equivocado de persona? Si es así, discúlpese; pero, si no, ¡váyase usted mucho al carajo!». Tal vez, incluso, habría utilizado palabras de mayor calibre: esas que, por ser mexicano, ya se imaginará el lector. ¿Y luego? Luego este hombre se habría ido a otra parte echando pestes contra los entrometidos. ¡Qué desfachatez: pedirle que maneje con cuidado: como si él no supiera cómo hay que manejar! ¿Cómo se le ocurre? Él se sabe libre y soberano y no va a permitir que ningún gañán venga, como se dice, a girarle órdenes. Pero lo que no sabe es que lo que hoy hace por su propia decisión y gusto repercutirá mañana en la vida de los otros. No lo sabe; es más ni siquiera lo imagina, y mucho menos lo sospecha. Pero, sí: lo que hoy decida hacer repercutirá después en la vida de los demás, lo quiera o no. En realidad, todo lo que hacemos repercute siempre en la vida de los demás. ¡Nuestros destinos están cruzados! «Quien golpea una flor, maltrata una estrella», dijo una vez Plutarco (50-120 d.C.), el viejo polígrafo griego, en un libro que habla, ¡ay!, del ineluctable destino.

Iba una vez un grupo de amigos navegando en un lago cuando de pronto uno de ellos empezó a clavar un clavo en el casco de la lancha.
-¡Imbécil! –gritaron los demás-, ¿qué es lo que haces? ¿Estás loco?
-¿Que qué hago? –respondió el hombre del martillo-: ya lo ven, estoy clavando un clavo.
-¡Pero es que nos vamos a ahogar!
-¿Y mi derecho a hacer cuanto me venga en gana, dónde queda? Además, señores, el hoyo está debajo de mi asiento.

El individualista cree –tontamente- que porque el hoyo está debajo de su asiento sólo va ahogarse él. ¡Cómo se equivoca! Ese hoyo que él hace ejerciendo su libertad soberana resulta que afectará a todos los tripulantes. Y el mundo, por desgracia, está lleno de personas que clavan clavos pensando que son libres para hacerlo mientras se olvidan lindamente de los que viajan en la misma barca.

¡Qué paradójica es nuestra época, que mientras reconoce que las economías están interconectadas –y a ese fenómeno de mutua dependencia lo llamamos globalización-, ignora al mismo tiempo que nuestros destinos personales también lo están! Sin embargo, los antiguos lo sabían: ellos sabían mejor que nosotros que ningún acto, por privado que sea, deja de tener repercusiones sociales e, incluso, universales o cósmicas. Para muestra, he aquí este párrafo tomado de la carta número 48 de Séneca a Lucilio: «No hay acontecimiento en el mundo, favorable o adverso, que pertenezca a cada uno de nosotros por separado. El hecho que a mí me sucede te incumbe a ti; aquel que te sucede, me incumbe a mí, y aquel que nos sucede a los dos acabará, tarde o temprano, incumbiendo a todo el mundo».

«Nuestras culpas envenenan el aire que otros respiran… Creo que si Dios nos diese una idea clara de la solidaridad que nos liga los unos a los otros tanto en el bien como en el mal, no podríamos vivir», escribe Georges Bernanos (1888-1948) en su bellísimo Diario de un cura rural.

Si usted fuera a ser atropellado hoy en la noche por un borracho que a estas horas de la tarde estuviera descorchando apenas las primeras botellas, y se le dijera quién es y dónde está, ¿lo buscaría? ¿Se sentiría en el derecho de meterse en su vida y decirle algo? ¡Responda usted!

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#4 Tiempos

Las campañas y cómo te va mi amor | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

Culto Público, hijos de mis “que sorpresas da la vida encontrarte en plena calle” estamos a una semana del Viernes de Dolores, a tiempo para recordar que no es buena idea ser acusado por Neptuno de comerse a una bellísima sirena en desayuno.

Es viernes también de registros a las presidencias municipales y es viernes de apuntes de su servidor.

Hablando del “fue el encuentro tan pequeño que no pude sincerarme” les platico anécdota breve ocurrida el martes pasado.

Es el hotel Fiesta Americana, un candidato a diputado federal desayunó con el secretario general de gobierno Guadalupe Torres Sánchez (seguro que platicaron del clima y de sus intenciones cuaresmales).

A la salida piden el elevador, “Tiiiiin” se abren las puertas del aparato subeybaja, ¡sopresa! adentro como pasajeros están el alcalde capitalino Enrique Galindo con Rita Ozalia Rodríguez, candidata de Morena al senado y en los hechos presidenta del partido guinda en San Luis. Afuera los personajes ya mencionados.

Segundo incómodo.

¿Qué parte de la instrucción “desde muy arriba” (por no decir presidencial) no se entendió que en SLP se formaría la Alianza con el Partido Verde y del Trabajo?

Tras el segundo incómodo vino el saludo cordial, caray, los cuatro son políticos y hasta abrazo se dieron. Es hora de la diplomacia aunque las muecas y la comunicación no verbal, a veces traiciona.

Fue para los cuatro, como dice la canción, una chispa en mi equilibrio y dinamita que estalló.

Pero relájense todos, esto es política electoral y como tal, se va transformando de acuerdo a cálculos, unos que se tienen que hacer muy rápido respecto a lo que hagan los demás y otros más de tiros largos de piedra que se verán a largo plazo…

Con esto último me refiero a que la elección 2024 se llama 2027 en el postpretérito. En lo inmediato el juego del tablero se llama “¿Tu con quién estás?

Con esto me refiero por supuesto a que todos están jugando lo mejor que pueden sus piezas respecto a sus cálculos.

Mi amigo Enrique Galindo, por ejemplo, hace bien en buscar que una de las circunstancias por las que pudo ganar la alcaldía en 2021 se repita a su favor, y esto no es otra cosa que buscar que el agravio y el enojo de los simpatizantes y más férreos militantes de Morena, por no haber podido siglar en la capital un candidato guinda, se conviertan en una ventaja y nicho de mercado electoral para él.

En otras palabras: Buscar que los morenistas enojados porque la candidata a la capital es Sonia, tengan una opción de revancha y voten todo por Morena, excepto en la capital, donde podrían ayudar a Enrique.

Le pasó a Xavier Nava en su momento. Le pasó a Mónica Liliana Rangel. La lección es clara: a los de Morena no les gustan los “Outsiders”.

Rita, por su parte, confía en el voto cautivo de Morena, con los que siempre arrancan y que no pertenecen a nadie excepto al presidente de la república, su aprobación y esa fe casi dogmática de sus seguidores que en SLP representan entre un 30 y 32 por ciento de las preferencias del electorado.

Así arrancan siempre pero aún con esos buenos números, en San Luis, excepto el presidente, no han ganado los morenos gran cosa más allá de diputaciones federales pluris y las locales que les correspondieron. (¿Si es así, u “otra vez me equivoqué”?)

Pero los números cambian, se alteran y el tiempo no es su aliado, parece que las campañas no maduran su querer.

Por ejemplo, de las encuestas al 29 de febrero que vienen desde gobernación federal y que son celosamente compartidas entre ciertos círculos muy pequeños, la fórmula de Morena al senado, es decir Rita, bajó en una semana tres puntos, mismos que subió la fórmula del Verde.

La alianza prianista de los Xochilovers, se mantuvo con los mismos números.

¿Qué está pasando?

No se si lo han notado, pero el compañero de fórmula de Rita Ozalia Rodríguez, el ex titular de Sedesore en el estado y pieza clave del grupo verde, Ignacio Segura, en los hechos no está en la contienda.

Si Rita no está apoyando al verde en la capital, como lo parece con el encuentro del elevador y las sorpresas de la vida, (en política lo que parece es…dicen) el verde tampoco está haciendo gran cosa para ayudar a la que en lo estrictamente oficial, es su aliada.

El cálculo entonces es más notorio que un elefante escondido detrás de un trébol:

Se apuesta a que la fórmula de la señora Ruth González Silva y Gilberto Hernández Villafuerte, alcancen el primer lugar al senado, dejando la primera minoría, si a caso y no se desfondan, a Rita Ozalia, dejando fuera a Ignacio Segura, que aparentemente asume el “sacrificio” pero seguramente será compensado quizás hasta con un puesto en el gabinete federal en caso de que gane Claudia Sheinmbaum (que hoy parece muy, muy probable).

En la capital el cálculo de corto plazo también está mas “cantado” que el himno nacional.

El cuarto, el octavo, y sexto distrito local, serán cruciales y serán en los que concentrarán ambas fuerzas para lograr el triunfo en la presidencia municipal.

Movimiento Ciudadano por su parte, y si es que tiene integridad su candidato (que sé que la tiene) no se prestará a “flanquear” a Galindo, al golpeteo, a la guerra sucia y a convertirse en el palo con picos de la campaña para hacer ganar a los que se supone eran sus enemigos mortales: el Gallardismo.

La “Paradoja de Sebastián” será título de una próxima entrega.

En el tablero de la capital hay un caso de excepción que tenemos que tomar en cuenta y es el del V distrito federal.

¿Por qué toma más relevancia hoy un distrito históricamente ganado por el PAN? La respuesta es muy sencilla: La competencia real del distrito no son Daniel Guillén y David Azuara. Hay mucho más en juego detrás de ellos. Se está jugando el futuro.

Aunque no lo parezca a simple vista, están jugando ahí Ricardo Gallardo, el gobernador, contra un personaje salido de la nada, que apoya al PAN a través de su candidato, David Azuara, y al mismo tiempo representa a Morena a través de su cercanía con uno de los hijos del presidente, se llama Gerardo Sánchez Zumaya.

Para muestra, un hogar de botón: en estos días entrevisté a David Azuara y cuando le pregunté por su opinión respecto a Morena me respondió que es “una catástrofe”, cuando le pregunté por Gerardo Sánchez contestó: “Mi amigo”. Están publicados los videos y es un secreto a voces el “eje” David-Gerardo-Andy.

Qué escándalo y era en silencio la pregunta entre tu y yo: ¿Entonces Morena o uno de los hijos del presidente indirectamente está apoyando a un candidato del PAN? Sí.

¿Entonces Xavier Azuara se va a la banca tres años?

No necesariamente, quizás pronto lo veamos en una cartera del CEN nacional del PAN, desde donde querrá construir, si gana, una plataforma para la presidencia municipal de su hermano (igual hasta por Morena) y por qué no, atizar el ego del de Tanquián y beneficiario de millonarios contratos con CFE, hasta hacerle creer que puede competir por la gubernatura en tres años.

La batalla del V distrito federal pues, y todo lo que implica sobre los distritos locales y la presidencia municipal, podría resumir una cosa: la batalla del 2027.

Uff, se me acaba el espacio Culto Público, pero no crean que será asunto olvidado, hijos de mi “a ver cómo te va mi amor”.

A partir del 20 de abril. Viene lo mejor.

Bemoles:

Me platicaron que el rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Alejandro Zermeño Guerra, es un buen ajedrecista, por lo tanto estoy seguro sabrá ver cuando en el tablero y ya cerca del primero de abril, le quieran alinear una torre y un alfil.

Hasta la próxima

Jorge Saldaña

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#4 Tiempos

Se acaba el torneo | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Sí, aún quedan 7 fechas y matemáticamente existen posibilidades para que San Luis se pueda meter al play in, sin embargo, poco se ve con esperanza de obtener puntos.

De los 7 partidos que restan, dos son los que tal vez puedan dar algo para la cosecha.

Juárez y Atlas, son los dos que parecen (de cierto modo) posibles, el último lugar de la tabla solo ha podido obtener 3 empates, no conoce la victoria y juega para sobrevivir, los de la frontera están verdaderamente perdidos desde hace tiempo. Del otro lado, los rojinegros viven un presente muy parecido al cuadro potosino, un equipo con altibajos que por momentos no juega mal, pero cuyos resultados lo tienen sumido en una realidad mediocre.

Fuera de esos dos, el calendario es poco más que complicado para San Luis. El suplicio comienza el domingo, recibir a Pachuca que piensa en grande, es complejo, los de Hidalgo vienen de perder de locales en la liga, pero también de golear a media semana en Concacaf, un cuadro bien dirigido con nombres importantes como Rondón que ya es figura no solo de su equipo,

sino de la misma liga. El partido del domingo parece una derrota cantada para los de casa, Pachuca está obligado a ganar.

Después de ese rival, la cosa no mejora, pues la siguiente semana se tendrá que visitar al campeón, un América que posiblemente enfrente a San Luis con bancas, pero que aún así, le pondrá las cosas difíciles. Parece que tendremos 0 de los próximos 6 puntos.

Esto es futbol, todo puede pasar, pero hay que ser congruentes y entender que poco se puede rescatar de este torneo, el campeonato prácticamente ya acabó para San Luis, cualquier cosa que pueda pasar, es ganancia ante este triste panorama.

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#4 Tiempos

Así que… Los Óscares… | Columna de Guille Carregha

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Criticaciones

 

Siendo la persona que decidió que lo que estaba genial como decisión de vida era gastar el poco tiempo que tengo sobre esta tierra escribiendo acerca de películas y cosas relacionadas con el cine, se siente la presión en esta época del año (léase, la semana después de los premios Óscar) de hablar acerca de este supuesto magno evento, y lo que se vivió, lo que se sintió, la emoción de ver a gente que crees conocer porque las has visto por años en pantallas, entregándole estatuas a otras personas a quienes también crees conocer por haberlas visto por todavía más años en pantallas, y esas cosas.

Es mera presión interna, por cierto. En ningún momento alguna persona de la vida real se ha acercado a mí, tanto en esta realidad como en el mundo digital, para preguntarme algo como “¿qué tal esos Óscares, eh?” o, ya de plano, un “¿Vieron los Óscares?”. Nadie. Es como si, en general, a menos que sean entes muy clavados con la relevancia de que los viejitos blancos celebren a sus hombres blancos favoritos (entremezcladas con unas tres o cuatro personas de menos blanquitud aparente, para que no se vea tan obvia la preferencia, y un par de mujeres para decir que si son inclusivos) en posts de Twitter, el evento entero pasó sin relevancia alguna.

Este año, por primera vez, sentí a los Óscares como un “Huh. ¿Ya fueron los Óscares? Muy bien, sigamos con nuestra vida”, a nivel general.

Mi medidor de relevancia social suele ser el grupo de WhatsApp de mi familia. El año pasado, durante la ceremonia de premiación, nos llenamos de fotos, comentarios, “ojalá que gane esta película” y una larga lista de etcéteras en forma de live tweets dentro de la aplicación de mensajes. Sobre todo, se llenó la memoria interna de muchos de nuestros teléfonos cuando fue el momento de sacar las hot takes acerca de todo el asunto de la cachetada de Will Smith. Todos se sentían con la necesidad de opinar al respecto, de preguntarse entre ellos “¿habrá sido planeado para conseguir rating?”, “¿fue algo real?”, “¿cómo se le ocurre?” y toda la gama completa de hot takes que se generaron alrededor del evento durante la mayor parte del 2023. Era un caos, había emoción, se recomendaban películas. Vaya, se sintió como un evento.

Este año el grupo quedó en completo silencio la mayor parte del domingo. Como es costumbre, todos se mandaron sus saludos de buenos días, sus imágenes de “Dios te desea un buen fin de semana”, y gifs de perritos peludos con cara de recién despertados. Lo normal. Pero, a partir de las dos de la tarde, puro silencio. No fue sino hasta las once que regresamos al clásico programa de replicar el evento matutino, pero ahora deseando las buenas noches. O sea, un día normal de toda la vida. Literalmente hubo más vida en ese grupo durante el Super Bowl, en donde algunos preguntaban quién era Taylor Swift y qué importaba que estuviera en el estadio, que durante la premiación de los Óscares.

De hecho, a lo largo de las redes sociales que frecuento, los únicos comentarios se limitaban a hablar de lo bonito que se veía el perro Messi aplaudiendo (alto honor al perrito Messi aplaudiendo) o referencias a John Cena encuerado. De vez en cuando se hablaba del momento en el que Schwarzenegger y DeVito se acordaron de haber estado en las películas de Batman.

Pero el momento que más representa la falta de importancia cultural que tienen los Óscares en 2024 es el clip de Al Pacino anunciando al ganador de mejor película. Él simplemente llega al escenario, dice aquí tengo al ganador y, después de un tremendo CHSM, la abre y dice el título de la película sin más. Nada de decir quiénes eran los otros nominados o dar algo de chance de crear misterio o anticipación. “Ya llegué, aquí está el sobre, aquí está el ganador – créditos”. Creo que aquello resume perfectamente el valemadrismo social que sentimos la mayoría ante este magno evento de premiaciones.

Tampoco ayudó que la mayoría de las películas nominadas apenas y llegaron a salas de México una o dos semanas antes del evento (si es que acaso se estrenaron fuera de CDMX, porque, ya sabemos, que provincia no le importa ni a las distribuidoras de cine). O que una de las películas de las que más se hablaba era, justamente, una que la mayoría de las mamás panistas evitaron activamente porque había mucha muchacha encuerada ahí (Poor Things). Entonces, ¿quién si no los más crónicamente online que sí le saben a los torrents y cómo bajar películas piratas se iban a interesar en un evento como este?

Y, por cierto, el evento en sí se sintió como la apuesta más básica de “solo venimos a pasárnosla bien” que se ha visto en años. Todo se sintió tan seguro, tan “el mundo real está afuera y no nos va a afectar” que parecía una peda de alumnos de preparatoria antes de la semana de exámenes finales. Con un poquito menos de vómito, claro, pero igual de inmemorable y vacía.

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