septiembre 16, 2025

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#Especial8M | Cosplay en SLP: una herramienta de expresión y autoestima

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Conversamos con tres representantes de este ámbito quienes narraron cómo esta actividad ayuda a las mujeres, pero también sobre el acoso que existe en él

Por: Ana G Silva

El cosplay es la actividad que consiste en vestirse para representar de manera realista el rol de algún personaje, generalmente asociado con la ficción en la cultura popular de cómics, cine, libros, anime, manga, videojuegos, entre otros. Desde hace algunas décadas ha ganado popularidad a tal punto que hoy existen convenciones y competencias a las que asisten cientos de miles de personas en el mundo. San Luis Potosí no escapa a él, pues es común ver en las calles a personas que lo practican caracterizadas, no obstante, aunque el cosplay es utilizado por muchas personas para expresarse de una forma creativa, dentro de este ámbito permean rasgos de acoso y machismo en contra de sus representantes mujeres, que constantemente deben tomar medidas para evitar ser agredidas. La Orquesta conversó con Morimi Hime, Hikari y Tsutsumin, tres cosplayers potosinas, sobre sus experiencias en estos casos, pero también acerca del uso del cosplay como herramienta de empoderamiento femenino, combatir el odio corporal y fortalecer el autoestima.

Las cosplayers coincidieron en que el machismo suele estar presente dentro de las convenciones y eventos, pues ellas han sido víctimas de tocamientos, blancos de acoso verbal y han sido perseguidas. Consideraron que esto ocurre porque los hombres suelen pensar que “al vestir de cierta manera” las mujeres tienen el deber de complacerlos. Morimi contó que en eventos es común el acoso, y en algunos casos se da cuando les piden tomarse fotografías.

Hikari narró que: “a pesar de que el contenido que hago suelen ser más ‘recatado’, me ha tocado, que traigo un cosplay con un escote y tengo que tolerar que cuando se están tomando la foto conmigo y yo estoy posando en personaje, suelen tomarme de la cintura o acercarse y, en el peor de los casos, te empiezan a seguir porque asumen que por el hecho de que esté representando un personaje, tú tienes que complacerlos. Hay una idea de que por ser amables o intentar vernos, forzosamente lo hacemos para los hombres y no es así, yo estoy haciendo esto porque me gusta”, contó Hikari.

Las cosplayers mencionaron que para evitar este tipo de agresiones, suelen estar en grupo y se protegen mutuamente; además, de que al momento de tomarse fotografías con las personas que se las piden, lo hacen amablemente, pero toman distancia y establecen sus límites. Tsutsumin dijo que la comunidad “busca combatir el acoso generando un ambiente seguro para que más mujeres se animen a entrar a este mundo del cosplay”.

Las chicas detallaron que el cosplay sirve para enviar un mensaje de empoderamiento: Morimi apuntó que dentro de el anime, los videojuegos, lo geek, las películas y todo lo relacionado la ciencia ficción, hay mujeres fuertes y valientes que, aunque sea ficticia, ha pasado por cosas que muestras fortaleza, la feminidad, la belleza y sus valores; Hikari resaltó que el cosplay les ayudó a explorar otros ambientes, no solo su sexualidad y sensualidad, al caracterizar personajes empoderados que les ayuda a conectar con lo que no puedes lograr en tu vida diaria.

Tsutsumin agregó que este ámbito le ha ayudado a amarse como es, sin fingir y ha aumentado su autoestima: “Tengo muchas compañeras, que a partir del cosplay descubrieron que podían sentirse atractivas, que podían usar algo que les gusta, que podían utilizar escotes sin tener esa carga social que las mujeres no deben verse así. Me pasó justo con un personaje que es muy fuerte, muy empoderado y caracterizarlo me ayudó a conectar con esa parte del empoderamiento que está en mí, de ser una mujer que puede hacer cosas, que puede tomar decisiones, que es líder, etcétera”.

Al cuestionarlas sobre si consideraban que el cosplay ayuda a combatir el odio corporal, las mujeres respondieron que sí, pues dentro de este puede ser para todos los cuerpos, tallas y pesos, ayuda a explorar el cuerpo en un lugar seguro sin miedo a que alguien te juzgue a ti, sino al personaje:

“Yo no solía usar faldas porque odiaba mis piernas, decía ‘son muy delgadas’, pero me gustaba tanto un personaje que usaba vestido, que lo usé y cuando vi, pude ver mi cuerpo de otra manera, dije ‘tengo piernas bonitas’, no sé por qué creí que no eran así”, comentó Hikari; mientras que Morimi agregó: “quizá no sea un combate hacia el odio corporal, pero yo creo que como tú no eres tú, tú representas un personaje y ese personaje tiene este tipo de valores y principios.

Se experimenta por medio del cosplay el pensamiento, el sentir o el actuar de el personaje”.

Finalmente, las cosplayers coincidieron que la comunidad ha crecido en los últimos años; además de que cada vez más personas se atreven a salir a la calle sin temor a ser señaladas, lo que le ha dado, no solo a cosplayers, sino a expositores, actores de doblaje locales la oportunidad de crecer y darse a conocer.

“Antes no había muchos cosplayers, pero durante la pandemia a mucha gente empezó a llamarle la atención y aprovechando la cuarentena decidieron empezar desde casa, yo creo que el número de cosplayers en San Luis Potosí se triplicó y con ello, surgieron más tiendas donde puedes adquirir físicamente pelucas y trajes, facilitando el acceso a estos para las personas que no sepan cómo importarlos desde China”.

Aquí un poco de las cosplayers potosinas:

 

Morimi

Itzaí Rodríguez, es una chica de 27 años, que inició en el cosplay hace 8 años, ella es originaria de Sinaloa y fanática de las series de ánime, cuando se mudó a San Luis Potosí, pudo acudir a eventos en donde conoció el cosplay, decidió disfrazarse y en su primer concurso ganó un primer lugar, estas competencias han sido parte de su vida desde entonces, aunque también lo hace por hobby, pues le gusta la moda alternativa.

Morimi apuntó que se inspira del trabajo de otras personas de gente con mayor trayectoria; apuntó que llevó cursos y talleres de confección y ella misma realiza sus propios trajes. Añadió que se enfoca en caracterizar personajes rubios, de cabello rosa o rojo, que son muy animados o enfrascados en la feminidad, es decir, con mucha chispa.

La cosplayer mencionó que le gusta traer a la vida acciones de escenas, de cosas que le gustan para transmitir la seguridad al representar a otro personaje.

 

Hikari

Anahi Hernández, tiene 30 años. Desde los 8 años ha estado involucrada en el mundo del cosplay, luego de que presenció un concurso donde personifican en escena a algún personaje.

Hikari señaló que lo que le inspira de los personajes son sus historias y no de los más característicos son Sakura Kinomoto que la inspira en la parte familiar, positiva, esa parte de hacer todo por sus amigos, amar a los que están cerca y ser valiente a pesar de que tener miedo. Dijo que la mayoría de sus cosplays son personas alegres, que disfrutan la vida, de hacer lo que les gusta, de amar lo que hacen.

La mujer dijo que personifica personajes con los cuales se siente identificada con los valores que presentan y su estética: “el mensaje que quiero transmitir es que estos personajes vibran conmigo, estos personajes tienen algo que me gustaría hacer, tienen algo que me ayudan a canalizar algún momento de mi vida o me ayudan a personificar una parte de mí”.

 

Tsutsumin

Claudia Aboytes, una joven de 20 años, que conoció el cosplay por su hermano, quien la llevó a una convención de ánime del que se fue enamorando poco a poco, así como del arte del cosplay, el cual comenzó a hacer a los 14 años.

Su estilo lo define como multifacético, pues tiende a experimentar con diferentes tipos de personalidad en los personajes qué escoge para poder explotar su potencial; además, son personajes que la hacen sentir feliz o con algo que se identifique. Sus inspiraciones en el cosplay son Soyrabbit.exe, Akase Akari y Viku Li.

Tsutsumin dijo que cuando hace cosplay le gusta poder mostrar su arte y que este inspire a los demás “no solo viendo a su personaje favorito personificado, sino también, haciéndoles saber que, con mucho esfuerzo, ellos también pueden llegar a hacer un cosplay del qué se enamoren”.

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Visita presidencial de “caras y gestos”. Crónica de Jorge Saldaña

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Por: Jorge Saldaña.

“Shhhhhhh… cállense”.
El dedo índice de Rosa Icela Rodríguez, la potosina de más carrera en la política que en el periodismo, llevaba y traía su dedo índice hacia sus labios como metrónomo de maestra en salón rebelde. La escena ocurría en la entrada sur del Centro de Negocios Potosí, donde se agrupaban familiares, diputados, dirigentes y devotos de Morena. Esa especie de elegidos con privilegios de primera fila que corearon cuando la tuvieron a la vista:

—“¡Gooo-ber-nadora, gooo-ber-nadora, gooo-ber-nadora!”

La secretaria de Gobernación, vestida como maestra de convento —ataviada de negro, pelo recogido de bolita y lentes de armazón grueso—, parecía cargar todavía las tablas de quien sabe poner orden con solo mirar.

Silencio, les exigía, porque tras de ella estaba por entrar la mujer con la que compartió luchas, marchas, sobremesas y hasta hospedajes serranos en casa de las hermanas Rodríguez Velázquez, allá en Xilitla.

Era su amiga de décadas, su aliada, su cómplice: Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta de México.

La presidenta, la primera en la historia, llegaba a San Luis Potosí. Y no era cualquier visita: era una cargada de símbolos y la presentación de su primer informe en territorio potosino, ese suelo donde las lealtades se pintan de guinda y verde fosforescente, y donde la coreografía del poder es más elocuente que cualquier discurso.

El bloque guinda y el invitado inesperado

En el corazón del bloque morenista, tras las vallas que los separaban del resto de mortales, una presencia destacaba como pez en pecera ajena: Enrique Galindo, alcalde de la capital, priista de cepa y panista de circunstancia, en un sorpresivo y simbólico equilibrio de acercamientos.

Invitado directo desde la oficina presidencial, se estrenaba en un evento federal en su propia ciudad (nunca lo habían invitado).

Una foto en ese lugar y con esa compañía, equivalió a un mensaje cifrado.

El resto del cortejo federal entró casi inadvertido: Mario Delgado, secretario de Educación, prefería mirar su celular que a la multitud; otros pasaban como sombras de reparto en una obra que no les pertenece. La expectativa miraba más alto: Sheinbaum aún no entraba, y ya el aire olía a electricidad contenida.

La entrada del “Pollo”

Un poco antes, pero de el otro lado del recinto, por la puerta opuesta, apareció Ricardo Gallardo Cardona, gobernador del estado. Pantalón claro, camisa blanca de lino, aire festivo pero contenido. Su arribo fue anunciado por el micrófono, con tan mala acústica que nadie pareció darse cuenta.

El gobernador, acostumbrado a entradas estruendosas, se detuvo un instante: como extrañando la reacción, y la reacción no llegaba.

El salvavidas vino de José Luis Fernández, diputado federal y animador de la “pollobancada”. Con brazos en alto, agitó a la multitud como director de orquesta desesperado:

—“¡Ya entró el gobernador!”

Entonces sí, estalló el coro verde:

—“¡Gobernador, gobernador, pollooo, poollooo!”

Aplausos, algarabía, una ola que creció de norte a sur. El gobernador respondió saludando a la primera fila, esa franja VIP donde se mezclaron empresarios, diputados locales, rectores, dirigentes sindicales, dueños de medios y hasta representantes de pueblos originarios con su quesqueme de gala.

Un mural de México en miniatura

De un lado, la élite verde, con chalecos que parecían uniforme; del otro, el guinda con invitado que resaltaba como cereza en pastel de coco.

Y si en la zona VIP de Morena sobresalió la presencia de Galindo, en la del Verde se percibió la ausencia de la senadora Ruth González.

Entre ambos bandos, saludos medidos y a lo lejos. Sonrisas tensas, cortesías que se dan mirando de reojo. La política en versión tardeada de la secundaria.

El templete y el ruido

El salón estaba lleno: 12 mil asistentes según el conteo oficial. Playeras blancas con vivos verdes, otras con letras guindas, contingentes magisteriales con camisas del SNTE. Un mosaico tricolor que parecía más un mitin de tres campañas que un acto de gobierno.

El sonido, pésimo. Se anunciaban nombres y cargos en el presidium, pero la mayoría no escuchaba nada.

Una escena para pasar aceite: cuando llegó el turno de la presentación de la secretaria de gobernación, Rosa Icela Rodríguez, se escuchó un vergonzoso y sordo abucheo:
—“Buuuuuuuuuhhhhhh”.

Un bochorno. Gallardo de inmediato reaccionó serio, negó con la cabeza, apretó los dientes y recriminó con mirada de espada a los suyos, como maestro a niños indisciplinados. Ese gesto, más que regaño, era advertencia: ¿Cómo se les ocurre?

Minutos después, vino el turno del gobernador para tomar la palabra, aunque dudó de su presentación hasta que se inclinó hacia la presidenta:

—“¿Ya me nombraron? ¿Ya paso?”
—“No sé…”, respondió Sheinbaum.
—“Es que no se oye nada.” Dijo Ricardo y se levantó al atril.

Gallardo habló breve, cálido, festivo. Parafraseó a Sheinbaum en su informe de Palacio: “Con nuestra presidenta vamos bien y vamos a ir mejor”. El aplauso verde sofocó los abucheos tímidos de algunos morenistas y maestros. Otra vez, la marea fosforescente se impuso en volumen.

El turno de la presidenta

Y entonces sí, llegó la voz que todos esperaban. Claudia Sheinbaum, con brazos alzados, como alcanzando un triunfo permanente que sostiene día con día, saludó a la multitud. El grito fue unánime:
—“¡Presidenta, presidenta!”

Pero el griterío magisterial no paraba y la presidenta tuvo que poner orden:

—“¿Me van a escuchar? Les traigo buenas noticias…”

El silencio se abrió paso. Anunció que el gobierno federal apoyaría a San Luis Potosí para pagar a los maestros. No explicó cómo ni cuándo, pero bastó. El alivio se convirtió en aplausos, como si una promesa ya fuera pago en efectivo.

Enumeró programas sociales, destacó la labor de las mujeres, habló del tren de pasajeros, del aeropuerto de Tamuín, de 40 mil viviendas y de un programa de agua. Más que detalles técnicos, ofreció horizonte político. Y como en cada gira, recordó que no se volvería al pasado de la “noche triste neoliberal”.

El evento, con presidenta presente, duró cincuenta minutos. Al terminar su intervención hubo abrazo con palmadas al gobernador; abrazo fraternal, largo, entrañable, con Rosa Icela. Gesto que se volvió foto, y la foto en mensaje.

Caras, gestos y señales

El himno nacional cerró el acto oficial. Todos de pie, todos correctos, todos con la misma solemnidad que en segundos se esfuma cuando el poder baja del templete.

La presidenta, una vez más escoltada de Gallardo, recorrió la otra primera fila, esa parte que no atendió en su llegada. Saludó rápido a diputados, (extrañamente el diputado Héctor Serrano ya no se encontraba y testigos aseguran que al llegar la presidenta, se le vio salir apurado del recinto)

Cortesía por igual par empresarios, sindicalistas, pausa breve pero notoria con el rector Zermeño, y otra pequeña parada para recibir un obsequio y firmar un libro.

Más selfies que conversaciones. Más sonrisas que palabras.

José Luis Fernández, siempre dispuesto al guiño, se presentó:
“Soy diputado federal de la pollobancada.”
La presidenta sonrió.

Pero el tiempo real de Sheinbaum estaba reservado. El reencuentro fue en el bloque guinda, donde Rosa Icela había impuesto silencio al inicio. Ahí, sin prisa, Sheinbaum se tomó fotos con todos, abrazó a Rita Ozalia la dirigente estatal, escuchó, sonrió. Ahí sí se detuvo.

Afuera, la realidad

Mientras tanto, los asistentes —12 mil según el conteo— esperaban la salida. No había puertas abiertas hasta que la presidenta abandonara el recinto. El aire se hacía espeso, los ánimos cansados.

Y es que no llegaron caminando ni tarde. Desde las seis de la mañana se consignó que camiones verdes y guindas se estacionaron en el Tangamanga. El acarreo de siempre, con lonas y pancartas listas.

Para muchos, la visita presidencial duró diez horas, una jornada agotadora entre esperar, escuchar, aplaudir, salir.

La crónica se cierra como se abre: con gestos.

El silencio impuesto por Rosa Icela, la sonrisa diplomática de Gallardo, los abucheos inoportunos, el abrazo largo, los invitados sorpresivos, las palmadas de rigor, los camiones alineados en el parque. Todo cuenta, todo dice.

Así se vivió y se sintió la gira de Claudia Sheinbaum en territorio potosino: un acto de Estado vestido de mitin, una coreografía donde cada quien jugó su papel, un episodio contado con caras y gestos que, más que narrarse, se lee entre líneas.

Una visita que más que registrarse en boletines, se recordará como postal política: entre presencias y ausencias notorias, entusiasmos forzados, abucheos imprudentes, abrazos sinceros y silencios que pesan más que los discursos.

San Luis Potosí, por un día, se convirtió en espejo: verde y guinda frente a frente, disputando el micrófono, midiendo aplausos, compartiendo escenario. Aliados que se sientan por separado, se reclaman y se miran de reojo.

En medio, una presidenta que promete futuro con frases de alivio inmediato.

Una visita que, como suele pasar en la política mexicana, más que se cuenta… se descifra.

Aquí una galería:

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Encabeza Ricardo Gallardo desfile conmemorativo de la Independencia de México

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Miles de familias potosinas celebraron y aplaudieron a los contingentes integrados por militares, cuerpos de seguridad y estudiantes

Por: Redacción 

Con gran entusiasmo y en un ambiente de unión familiar, el Gobernador del Estado, Ricardo Gallardo Cardona, encabezó este 16 de septiembre el tradicional Desfile Cívico-Militar con motivo del 215 Aniversario del Inicio de la Independencia de México. Desde temprana hora, las principales calles del Centro Histórico de la capital se llenaron de colorido, música y banderas, donde miles de potosinas y potosinos se dieron cita para conmemorar una de las fechas más importantes del país.

El desfile contó con la participación de las Fuerzas Armadas del Ejército, así como de la Guardia Civil Estatal, cuerpos de auxilio, instituciones educativas, trabajadores del Gobierno estatal, asociaciones de charros y civiles, quienes desfilaron entre aplausos y muestras de orgullo de las familias reunidas. Las y los asistentes destacaron la organización del evento y expresaron su reconocimiento a los contingentes por su disciplina, compromiso y entrega al servicio de la sociedad.

Durante el recorrido, Ricardo Gallardo saludó a la ciudadanía y refrendó la importancia de mantener vivas las tradiciones que fortalecen la identidad mexicana, ya que la lucha por la Independencia es un llamado a la unidad, al respeto y al compromiso colectivo por un mejor futuro para San Luis Potosí y todo el país.

El desfile conmemorativo concluyó con la entonación del Himno Nacional y el cierre de la banda de guerra, lo que enmarcó esta fiesta patria que dejó una grata experiencia para quienes asistieron. Con este evento, el Gobierno del Estado reiteró su compromiso de seguir impulsando celebraciones cívicas que reúnan a las familias, fortalezcan los valores patrios y enaltezcan la historia de México.

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Grito Histórico de la Primera Presidenta de México

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La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabezó un Grito de Independencia sin precedentes, marcado por la arenga a las heroínas anónimas

Por Roberto Mendoza

Esta noche de 15 de septiembre de 2025, el Zócalo de la Ciudad de México fue el escenario de una celebración que quedará inscrita en la historia. Ante miles de mexicanos, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo emitió su primer Grito de Independencia, un acto que rompió con el protocolo de años anteriores y reafirmó el enfoque de su gobierno. La ceremonia se distinguió por su notoria austeridad, prescindiendo de invitados especiales, comitivas ampliadas incluso de su familia, con la única presencia de su esposo.

 

El momento culminante de la noche llegó cuando la presidenta, en el balcón central de Palacio Nacional, tocó la campana de Dolores y pronunció una serie de arengas que resonaron en la Plaza de la Constitución.

 

El listado de proclamas fue el siguiente:

“Mexicanas, mexicanos: ¡Viva la Independencia!

Viva Miguel Hidalgo y Costilla.

Viva Josefa Ortiz Téllez Girón.

Viva José María Morelos y Pavón.

Viva Leona Vicario.

Viva Ignacio Allende.

Viva Gertrudis Bocanegra.

Viva Vicente Guerrero.

Viva Manuela Molina, La Capitana.

Vivan las heroínas anónimas.

Vivan las heroínas y héroes que nos dieron Patria.

Vivan las mujeres indígenas.

Vivan nuestras hermanas y hermanos migrantes.

Viva la dignidad del pueblo de México.

Viva la libertad.

Viva la igualdad.

Viva la democracia.

Viva la Justicia.

Viva México, libre, independiente y soberano.

¡Viva México!

¡Viva México!

¡Viva México!”

 

La arenga a las “heroínas anónimas” y el reconocimiento a figuras como Gertrudis Bocanegra y Manuela Molina, La Capitana, sumado a las proclamas por las “mujeres indígenas” y la “igualdad”, marcaron un fuerte acento de género en la ceremonia. Este enfoque se extendió a su vestimenta y a la banda presidencial. La presidenta lució un vestido morado, confeccionado por una artesana oaxaqueña. Este color, que simboliza la lucha feminista y la transformación, se interpretó como un homenaje a la reivindicación de la mujer en la vida política del país. Asimismo, la banda presidencial que portó fue elaborada de manera especial por mujeres del Ejército Mexicano, un gesto que subraya su papel como primera Comandanta de las Fuerzas Armadas.

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