enero 21, 2025

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#Entrevista | 3 periodistas potosinas que han sido agredidas por funcionarios

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Amenazas, hostigamiento, ninguneos, insultos y manoseos son algunos de los actos de violencia que las reporteras han padecido por parte de trabajadores del gobierno

Por José Luis Vázquez

En el marco del Día Internacional de la Mujer, La Orquesta entrevistó a tres mujeres periodistas que de manera distinta, han sido agredidas por algún funcionario público de San Luis Potosí; y si en algo estuvieron de acuerdo, es que el hecho de ser mujer y periodista, las hace sentirse más vulnerables.

El primero de los casos es el de Leticia Vaca, una profesional que lleva más de un año ejerciendo su labor como periodista y quien el  pasado 3 de diciembre presentó una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) por hostigamiento de parte de funcionarios del Gobierno del Estado, y de la cual prácticamente se le recomendó desistir.

“Empezó el equipo de comunicación de gobierno del estado a intentar que no abordara al gobernador con cierto tema, me pedían que lo entrevistara pero sólo como una plática sin que grabara, obviamente no lo hice y eso les molestó; después de ahí me citan a una rueda de prensa donde habíamos muy pocos reporteros, al terminar me pidieron que me quedara para hablar pero no acepté, porque me pareció muy extraño”.

La entrevistada afirma que antes y después de la rueda de prensa, personal del gobernador tuvo muchos acercamientos hacia su persona, incluso llegando a abrazarla y agarrándola de la mano sin su consentimiento.

“Cuando me salgo de la rueda de prensa, empiezan a llamarme por un teléfono que no conocía y del cual nunca tomé las llamadas, me dejaron hasta un mensaje de que saliéramos a tomar un café, a mí ya me parecía que me estaban hostigando, obviamente niegan todo lo que pasó”, dijo.

De acuerdo con la queja, Leticia recibió un total de siete llamadas provenientes de tres números distintos para poder localizarla.

En ese sentido, criticó el actuar de la CEDH ante esta situación: “lo que ellos hicieron fue buscar la versión de los señalados y simplemente me dijeron: ‘tú ya dijiste esto, ellos dicen que no fue así (…)’; me dieron dos opciones, que en realidad se resume a una, que se ya se cierre el caso o decir que no estoy conforme pero de todas formas se cierra el caso, para mí no era una solución, yo esperaba que se hiciera una investigación o que se consultara a quienes estuvieron presentes para que pudieran avalar lo que yo estaba diciendo”.

Por su parte, Lizeth M., quien lleva más de dos años como periodista, detalló que fue agredida de manera verbal por parte de dos diputados de la pasada legislatura, según relata, los funcionarios saben el poder que ostentan y del cual hacen gala con este tipo de acciones.

“Te intimidan porque son personas que ocupan un cargo superior a ti. La manera en que te lo dicen, lo hacen con toda la intención de intimidar y lo logran. Te hacen menos, que te digan que tú no sabes hacer tu trabajo es molesto porque que cada quien hace lo que se nos pide y si hacer mi trabajo es hablar bien de una persona, tenemos los conceptos equivocados, creo que el periodismo se trata de criticar”, externó.

Luego detalló: “Fue por parte de un diputado de la pasada legislatura, me mandaron hacer un monitoreo de la asistencia de los diputados, al terminar el registro obtuve como resultado que esta persona era uno de los diputados que más inasistencias tenía en el legislativo por lo cual se elaboró la nota correspondiente; luego del paso de un par de días, yo tenía que entrevistarlo, cuando me acerco a él lo primero que me dice es que esa nota en específico era una ‘chingadera’, dijo que esa nota era algo muy ofensivo para él, seguido le dije que cuál era el problema y me dijo que yo no sabía hacer mi trabajo”.

“Tú no sabes hacer tu trabajo, no sabes en qué problema me metiste, mis amigos de Monterrey me dicen que estoy cobrando y no voy a trabajar”, le reclamó el legislador.

Luego de ese momento, la periodista comentó que una compañera escuchó el altercado y lo público a través de sus redes sociales, “pasaron los 10 minutos y en eso el diputado me contactó por WhatsApp y me mando la captura de pantalla de ese comentario, me puso que eso no era lo que él había puesto y me volvió intimidar”.

Lizeth M. dio cuenta sobre una agresión verbal más, cometida por otro diputado: “fue cuando critiqué el trabajo de un diputado priista también de la pasada legislatura, cuando me acerqué a entrevistarlo de una manera grosera y exaltado me dijo: ‘tú ni te me acerques, yo a ti no te voy a dar ninguna entrevista’, todo el mundo estaba escuchando como el diputado me estaba gritoneando”.

Otro caso registrado en la comunidad periodística es el de la reportera Fernanda Padilla, quien no solo recibió empujones por el personal del oficial mayor del ayuntamiento de San Luis Potosí, sino también la orden directa de un funcionario altanero para que publicara lo dicho en una rueda de prensa y evitando así sus cuestionamientos.

“Todo ocurrió cuando convocan a una rueda de prensa, el personal de comunicación social del ayuntamiento capitalino nos había informado que el oficial mayor iba atender a medios, por eso no lo agarramos previamente; en esta rueda de prensa solo dio los datos que él quiso pero pues yo traía otros temas; cuando dicen que ya se va, se va de la sala y mi primer instinto es conseguir la información porque es mi trabajo, salgo detrás de él y cuando empiezo preguntar sobre cierto tema una persona que estaba a lado de él empezó a empujarme ligeramente”, precisó.

Después de ello, Fernanda agregó: “en el momento no lo sentí, sino hasta después cuando vuelven a empujarme y ahí me surgió esa sensación de miedo, sobretodo porque estábamos sobre unas escaleras; luego, cuando estábamos cerca de su oficina insistí con mis preguntas y el oficial mayor voltea y me dice: ‘tú encárgate de sacar la información que ya te di’, como si él me diera las órdenes de información o como si fuera mi jefe, en lugar de contestar mis preguntas prácticamente me amedrentó”.

La periodista relató que luego durante este tipo de percances no se sabe cómo reaccionar: “no sabes ni cómo actuar, pero el miedo está ahí latente, te inunda una desesperación muy grande, (…) te bloqueas, no sabes qué hacer, la forma en que te contestan, esa manera tan despectiva, da cierto coraje, es una sensación de impotencia”.

La Orquesta : ¿Confías en que las autoridades dan seguimiento a las denuncias hechas por periodistas?

Leticia Vaca: Yo no confío en las instituciones porque creo que lamentablemente están ligadas a los entes de gobierno, aunque tú vayas y presentes tu queja realmente queda en un mero trámite y sólo formas parte de la estadística, ellos te meten en su informe de atención de víctimas pero ahí quedas, en un simple número, a mi no me dieron ninguna solución.

Lizeth M.: Yo no confío en las autoridades pero creo que es importante denunciar porque es necesario dejar un precedente, es necesario que quede asentado por si alguna situación llegara a pasar, se vaya por la persona que ejerció alguna amenaza o intimidación.

Fernanda Padilla: Mi sentir de ciudadana es que no hay nada, te puedo decir que no hay confianza, pero hay que tratar de tenerla.

 

La Orquesta: ¿Consideras que el hecho de ser mujer en el ámbito periodístico te hace más vulnerable?

LV: Sí eres más vulnerable, yo no he visto que las cosas que nos han pasado a mí o a mis compañeras las hayan vivido hombres, no tengo referencia de eso.

LM: El hecho de ser mujer y ser periodista sí genera una problemática más a la que se podría enfrentar cualquier reportero, podría asegurar que muchas de las agresiones que he tenido han sido principalmente por mi condición de ser mujer.

FP: Sí hay una diferencia, siento que de alguna manera los funcionarios dan más respeto a los compañeros hombres que a las mujeres, por ejemplo, la forma en que responden a mis compañeros es diferente a la manera en que responden a mí.

 

La Orquesta: ¿Qué consejo das a la mujeres periodistas en torno a este tipo de situaciones?

LV: Si no encontramos una solución denunciando pues mínimo lo evidencias, mínimo dices esta persona me agredió y lo das a conocer, a lo mejor es un antecedente para que no haya futuras agresiones porque ya nos estamos atreviendo a denunciar, ya estamos señalando a las autoridades, entonces a lo mejor es una manera de blindarnos un poco.

LM: Creo que es importante hacernos escuchar porque a veces optamos por callarnos y eso provoca que las agresiones continúen, si hiciéramos una presión al denunciar lo que nos ocurre podríamos poner fin este tipo de problemas.

FP: Hay que poner un alto y hacer una diferencia para que no continúen estos hechos, es muy importante denunciar y dejar el precedente, es algo trascendente en los casos para que los funcionarios no continúen manejándose en la impunidad y tratándonos como poca cosa.

 

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#4 Tiempos

Entre tangas, roscas y tamales | Columna de León García Lam

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VOLUTA

 

En una nota del Universal publicada el último del año 2024 una comerciante de la Ciudad de México afirmó: “ya no se venden los calzones rojos y amarillos, se está perdiendo la tradición” y al parecer sí, la euforia por las tangas rojas ha perdido el interés de las nuevas generaciones chilangas que ya no creen en el amor, ni en las tradiciones o no tienen dinero para pagarlas. Sin embargo, en estados como Jalisco, las ventas de ropa interior se dispararon hasta el cielo y un dato llamó mi atención: para este año 2025, los consumidores tapatíos buscaron vorazmente los calzones amarillos. ¿Qué nos querrá decir este indicador popular?

Hace unos días, en una cápsula trasmitida por Radio Universidad (de SLP) se escuchó, en la voz de mi querido amigo Jonathan Gamboa, una explicación genealógica acerca de las tradiciones de fin de año: comer lentejas, hacer maletas y meterse debajo de la mesa son tradiciones que provienen de culturas bien lejanas en el tiempo y en el espacio. Entonces ¿por qué las aceptamos con tanta facilidad? No sé si usted lo note, querida culta lectora de La Orquesta, pero las tradiciones del fin de año o del año nuevo pretenden controlar el futuro incierto que tenemos enfrente: que las doce gotas de la felicidad, que las cabañuelas y los borregos de la buena fortuna, pero ¿qué tienen en común todas estas “tradiciones” a las cuales también llaman “rituales”?

Pues bien, yo que empleo parte de mi valioso tiempo en buscarle chichis a las lombrices, creo que lo que es común a una buena parte de estas tradiciones de Año Nuevo es el juego de esconder o revelar algo que está dentro. Me explico, la tradición de salir a la calle con una maleta requiere guardar dentro de la maleta elementos de lo que se desea atraer. La tradición de meterse debajo de una mesa es, de alguna manera, situarse dentro del centro de la abundancia que es la mesa. Sin embargo, el mejor ejemplo es la rosca de reyes:

¿Cómo debe ser la tradicional rosca de reyes? Unas personas afirman que la tradicional rosca lleva un monito, otras dicen que debe llevar 3 monitos y hay quien piensa que la mera tradicional rosca de reyes debe esconder además de los monitos, dedales y anillos. No hay manera de fijar una norma estandarizada. Lo que sí es interesante es la forma de la rosca. ¿Usted sabe cómo se llama la forma geométrica de una rosca? Se llama toro y algún otro día le contaré sobre sus propiedades matemáticas que son formidables. Me gusta pensar que, si la rosca es una representación del año, entonces el tiempo es algo que da vuelta, regresa al mismo lugar y en su interior, al igual que los tamales, esconde sorpresas insospechadas.

Estimada y culta lectora de La Orquesta: yo espero que las sorpresas de su año 2025, sean las mejores.

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#4 Tiempos

Votar entre la razón y la emoción | Columna de León García Lam

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Eso me dijo mi papá:

-Mira Leontino, que lo que guardas en la cabeza no sea lo mismo que guardas en el corazón.

Como muchas cosas que me dijo, no le puse suficiente atención, pero ahora ese mensaje ha logrado escarbar entre todos los recuerdos y salir a flote otra vez.

Interesante: la frase de mi papá tiene razón, pero también tiene emoción. Hace uso de dos recursos -muy humanos- a la vez y los junta y los enreda torciéndolos, pero nunca dejan de ser razón por un lado y emoción por el otro. La frase significa además que la razón tiene su lugar en el cuerpo, sus formas, sus métodos y la emoción los suyos propios. Esto viene muy a cuento con la época de elecciones en la que nos encontramos.

Como una especie de vicio raro, leo con pulsión desmedida todas las columnas de opinión que mi escaso tiempo me permite. Leí, por ejemplo, la columna de mi amigo Octavio Mendoza (Astrolabio) que trata acerca de las complejas motivaciones del votante: a la mera hora, ahí escondido detrás de una cortina de plástico, el elector tacha la opción que durante meses dijo que no iba a elegir. Si un votante hace eso, no pasa nada, es como una gota de agua rebelde que lucha contra las olas del mar. La cosa se pone buena, cuando esto mismo no lo hace uno sino 5 millones de votantes. Entonces, las alarmas se encienden, los encuestadores se arrancan los pelos y se desatan los programas de opinión, que a mí me encantan, tratando de explicar lo que antes parecía imposible.

Sí, efectivamente, las masas actúan caprichosamente. No razonan. Solo actúan motivadas por sentimientos básicos como el odio, el miedo, el rencor, la venganza o el gusto. Eso motivó a millones de personas a votar hace seis años y sentimientos similares moverán a millones de personas a votar este domingo.

Por otro lado, si lo pensamos bien (lo razonamos) ¿de qué sirve ir a votar? Alguien va a ganar de todos modos y quien gane no hará que el mundo, el país, el Estado, el municipio cambien. Todos sabemos que las campañas se hacen de puras promesas que ni siquiera se piensan cumplir. Como un signo más del apocalipsis, la calidad de los candidatos de todos los partidos empeora cada elección y se nos presentan cada vez más incultos, cínicos y simplones y si seguimos pensando así, no solo se nos quitarán las ganas de votar sino de vivir.

Ambas situaciones que he presentado aquí: votar motivado por el rencor y no salir a votar porque “no sirve para nada”, significan hacer de tripas corazón, o sea poner la pasión en la cabeza y la razón en el corazón y así todo se descompone.

Para que la democracia funcione se requiere que la motivación de votar sea algo que está por encima de nuestros intereses personales: nuestros hijos, nuestra comunidad, nuestro entorno. Salir a votar no puede ser un asunto de la razón, menos aún de las razones personales, sino de la pasión ciudadana, del amor por la patria, por la matria, por la familia. El resultado aquí no es lo que importa, sino nuestra obligación a participar.

¿Por quién votamos? Aquí debe entrar la razón desapasionada. Votar por rencor o votar por conveniencia personal no sirve para elegir al mejor gobernante. Lo que se requiere, en ese momento justo de estar a solas con nuestra boleta y el crayón en la mano es razonar fría y calculadoramente el sentido de nuestro voto.

Es el corazón quien levanta del sillón al elector, lo saca de la comodidad de su casa y lo lleva a la casilla. Ya estando en la mampara, la razón toma la mano del votante y lo hace elegir si no la mejor, la menos mala de las opciones que tenemos. Después de que le marcan el dedo con la famosísima tinta indeleble (por cierto, invento mexicano) queda en el votante, una extraña satisfacción de haber cumplido de la mejor manera posible.

Yo creo que vamos bien, si tomamos en cuenta que la democracia se tarda unos 400 años en dar resultados.

Querida culta lectora de La Orquesta, que tenga felices votaciones este domingo

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#4 Tiempos

¿Existe la ciencia neoliberal? | Columna de León García Lam

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VOLUTA

 

Una polarización creciente se ha cernido sobre el mundo y ha generado una guerra de trincheras por todas partes, que si la derecha, que si los conservadores, que si los musulmanes, que si metemos a la cárcel a los que le caen gordos a la tía Tatis, etcétera. Las multitudes se abalanzan a opinar. Usted no, por supuesto, estimada y culta lectora de La Orquesta. Usted y yo no caemos en esa trampa de la opinión sin ton ni son que nos polariza. Sin embargo, quisiera ofrecerle el humilde punto de vista de un antropólogo acerca de la polémica sobre ciencia e ideología. El nuevo CONACYT con H (CONAHCYT) ha acusado a sus antecesores de practicar una ciencia neoliberal y muchos científicos afirman que tal cosa no puede existir, pues la ciencia no tiene ideología.

Una de las grandes fortalezas de la ciencia —virtud que nunca se le ha visto a un diputado— es que es capaz de reconocer sus errores. La ciencia constantemente se inmola a sí misma sobre sus antecedentes. Es capaz de decirse y desdecirse. Esta virtud se basa en un principio de objetividad. La ciencia es capaz de desapasionarse. Es decir, puede reconocer un resultado, aunque este no sea el esperado o resulte adverso a las emociones, afectos o creencias de sus investigadores. Aquí se puede recordar al gran Lineo, quien empeñado en demostrar que en la naturaleza había un orden establecido por Dios, diseñó una clasificación de plantas que terminó por sentar las bases de la teoría evolutiva.

Por eso, la ciencia es capaz de observar objetivamente toda clase de fenómenos y por eso se dice con toda razón que los intereses científicos son ajenos a cualquier ideología.

Sin embargo, la ciencia no solo observa objetivamente átomos, moléculas, células, planetas o microbios. También observa seres humanos, lo cual significa dejar de lado el microscopio y usar el espejo para vernos a nosotros mismos. Las ciencias sociales observan no solo a otros seres humanos, sino a seres humanos que observan a otros seres humanos y esto genera una reflexión muy compleja.

Los colegas físicos, químicos o astrónomos están acostumbrados a una observación directa de los fenómenos que estudian. Los científicos sociales estamos habituados a considerarnos a nosotros mismos en la observación. Esto produce dos visiones científicas de la misma ciencia. Una que supone a la ciencia como una tarea objetiva, neutra y desinteresada y otra que cobra conciencia de cómo los intereses humanos guían a la investigación científica. Entonces para responder a la pregunta ¿existe la ciencia neoliberal? La respuesta llana es sí, sí existe. Hay intereses neoliberales fortaleciendo intencionalmente a ciertos temas científicos. Aun más: hay científicos con intenciones neoliberales practicando ciencia objetiva. Disculpe culta lectora de La Orquesta que dejé abandonado el tema de qué significa ser neoliberal para otra Voluta.

A pesar de la eficacia del método científico y su asombrosa capacidad para dar nos conocimientos objetivos, hay suficiente evidencia de que las ideologías de los estados nacionales, las religiones y los intereses económicos juegan un papel fundamental en la llamada ciencia de frontera

. La película de Oppenheimer visualiza cómo es que los políticos (y las situaciones históricas por las que atraviesan) manipulan y controlan los avances científicos. Se puede afirmar que el interés científico por la física cuántica no proviene de un interés neutral, sino absolutamente político. No puede existir tal interés inocente o neutro por la ciencia, pues los intereses científicos son dirigidos por intenciones económicas y militares. Una vez reconocida la injerencia de otros aspectos no científicos en la ciencia, habrá que decir que no sólo se trata de acusar al capitalismo o al neoliberalismo como manipuladores del interés científico, sino que también el comunismo, el BRICS y el alter mundo dirige a sus científicos con los mismos intereses económicos y militares.

Las universidades, los centros de investigación, los laboratorios y hasta las bibliotecas responden a los intereses ideológicos de los estados. Abundan los ejemplos: la relación entre las agencias espaciales y los consejos de seguridad, los avances biomédicos, la inteligencia artificial, etcétera.

En otras palabras, la trinchera de discusión que en México se ha abierto intenta responder la pregunta, la ciencia mexicana ¿a quién debe responder? ¿A la sociedad? ¿Al Estado? ¿A sí misma? Si es el Estado quién financia las becas y las estancias de investigación ¿no debe ser entonces quien regule y quien determine los intereses a investigar? Si la ciencia es útil, ¿no debiera dirigirse sus investigaciones al servicio de la sociedad? Pero ¿en verdad la ciencia debe ser útil o debe promoverse la libertad de investigación con independencia de su utilidad? No lo sé.

Por un lado, está la ingenuidad, creer o querer creer que es posible una ciencia desinteresada y desvinculada de los intereses nacionales o globales; por otro, está el terrible pragmatismo que pone a la ciencia como una sirviente del Estado y peor, la constricción a todo espíritu creativo que desee investigar algo y que no responda a los parámetros de la caprichosa sociedad que la mantiene.

En mi opinión, de antropólogo, pero que no necesariamente coincide con mis colegas de profesión y formando parte del fenómeno del que me quejaba al principio, montando el caballo loco de la opinomanía, pienso que la solución es que nuestro sistema mexicano de investigación científica debiera ser lo suficientemente abierto para que coexistamos tanto aquellos investigadores que colaboran entusiastamente en los intereses que atañen al estado mexicano (y que logren por fin la vacuna Patria y los respiradores Écahtl), pero también aquellos que trabajan para intereses corporativos o empresariales y quienes hacemos ciencia artesanal (la cual explicaré en otra ocasión).

Estoy convencido de que, en la tolerancia a la diversidad de posturas y en que, en nuestro país TODAS tengan una posible expresión y posibilidad pública, está la clave ¿y usted qué opina?

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