octubre 20, 2025

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#4 Tiempos

El dueño de media Ciudad Peluche | Columna de Jorge Saldaña

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Chato López

Tercera Llamada

 

Nos guste o no, estamos condenados. El futuro político, económico y social de la ciudad esta en juego en el llamado “negocio del siglo” y no se ve por dónde podamos salvarnos los potosinos de tal destino.

No quiero ser pesimista, Culto Público, pero tampoco ingenuo o falsamente esperanzado. Le explico:

Eso que hemos llamado desde algunos medios de comunicación “El negocio del siglo” se refiere a los procesos jurídicos encaminados a que los comuneros de San Juan de Guadalupe se “asocien” (así entre comillas) con cuatro magnates del desarrollo inmobiliario, encabezados por el empresario potosino, Carlos López Medina, para urbanizar, fraccionar y vender, en una primera etapa, 2 mil 60 hectáreas ubicadas en el sur de la ciudad.

Para darnos una idea, en la extensión de las 2 mil 60 hectáreas que contempla la primera etapa del proyecto, cabría 5 veces el Parque Tangamanga.

Nada de malo tiene que los herederos de ese gran trozo de tierra social busquen asociarse con una empresa, pues además por ley no pueden vender el terreno –digamos directamente- justo por tratarse de una extensión comunal.

Si los comuneros aportan en completa libertad la posesión de sus tierras, es natural y absolutamente legal que uno o varios empresarios, tras las asambleas y protocolos previstos, se organicen para aportar el capital económico para poner en marcha el desarrollo.

Hasta ahí vamos bien. A primera vista, nada ilegal esta ocurriendo alrededor de la comunidad de San Juan de Guadalupe, pero como dicen por ahí “el diablo está en los detalles”:

A cálculos muy bondadosos, por debajo de lo esperado, un negocio como el que se fragua en nuestras narices tiene un valor aproximado de 82 mil 400 millones de pesos, va con todos los ceros: 82,400,000,000 de pesos, leyó bien.

Por un negocio de ese tamaño, a los comuneros les tocaría una parte proporcional (ni siquiera completo) de los mil 730 millones de pesos que recibirían en conjunto como compensación de su aportación, es decir, para los “socios” que aportaron el terreno les tocan casi 2 mil millones, pero para los “socios” del dinero 80 mil millones. ¿Buen negocio no?

¿Cuántas campañas políticas se pueden financiar con una ganancia de ese tamaño? ¿A cuántos alcaldes, incluido el actual, se les puede comprar para que cambien el uso de suelo en el Plan de Desarrollo Municipal? ¿Cuántas veces vale la pena pagar una vez más la deuda de 350 millones de pesos que tiene el gobierno del estado por la indemnización a los dueños del terreno que se afectó por el paso de un puente?

¿Cuántos años más este grupo de oligarquía seguirá tomando las decisiones respecto al crecimiento de la ciudad, su gobierno y su política económica? ¿Cuánto más poderosos serán después de esta transacción?

No seamos ingenuos Culto Público, tarde o temprano y nos guste o no, el negocio será concretado y el destino de los potosinos continuará en sus manos.

¿Alguien duda que fortunas de ese tamaño no han influido en gran medida en las decisiones de los gobiernos de la ciudad?

¿Alguien en su sano juicio cree que el Chato López perderá su inversión inicial de 90 millones de pesos que repartió entre algunos líderes de la comunidad?

¿Qué autoridad se le puede poner enfrente a un poder económico de ese tamaño?

¿Juan Manuel Carreras? ¿El Congreso? ¿La Procuraduría Agraria? ¿Los bomberos? ¿Superman?

Seamos honestos, el negocio inmobiliario más lucrativo que haya visto San Luis Potosí está por consolidarse, y con ello, el grupo de la oligarquía seguirá al mando de nuestro destino.

Tarde o temprano la Procuraduría Agraria tendrá que emitir la opinión jurídica que ha retrasado en dos ocasiones la celebración de la asamblea protocolaria que detonará el arranque del proyecto, solo hay que recordar que el Procurador Agrario, Felipe Aurelio Torres Torres es amigo del empresario Chato López Medina por quien se deja agasajar con bebidas y viandas. Hay fotos.

¿La autoridad municipal? Ni agreguemos nada, solo hay que preguntarse quién financió la campaña del hoy alcalde, Xavier Nava Palacios, en dónde sino en Tierra Blanca arrancó casi la mitad de la obra pública de inicio en su trienio y por qué revivió un proyecto del 2013 para realizar el estudio técnico para el cambio de uso de suelo de la comunidad.

¿Nuestros representantes en el congreso? Perdón, pero están metidos de lleno en sus episodios de drama y comedia.

Las cartas están echadas. El dueño de media Ciudad Peluche, don Camerino López, pronto será el dueño de la otra mitad.

Nada de ilegal tiene el negocio que viene, pero si mucho de inmoral e injusto en que la ciudad esté visiblemente gobernada por una camarilla al servicio de unos cuantos dueños del capital a quien permiten hacer y torcer la ley en lugar de trabajar para mejorar la calidad de vida de todos. La alcaldía pues, convertida en gestor inmobiliario de sus mecenas.

Que pena para la historia si se recuerda que los Nava, tanto Salvador como Manuel, combatieron a los caciques López, a quien hoy Xavier, el nieto, adula y les trabaja servil. Le repito… creo que estamos condenados. O casi…

CUNA DE LOCOS

Si la actual legislatura fuera una telenovela, Cuna de Locos sería un buen nombre. Entre dramas, taparse un ojo, acusaciones, inquinas, amnesias y episodios seniles se la han llevado este tiempo, todo en perjuicio… del pequeño Edgar, perdón, Edson (referencia para mayores de 30).

Si bien todas las fracciones han sido parte de la tragicomedia, los especialmente histriónicos son los diputados de Morena y los integrantes de la Junta de Coordinación Política. No se diga El Mijis, que se cuece aparte, embebido en su lucimiento personal vendiendo su cascarón de víctima social en tanta universidad y noticiero en que es contratado como fenómeno de circo, algo como “Miren va a venir el pandillerito que se hizo diputado, qué tierno” pero de resultados nada.

A ver si ya ponen orden, así como Edson se deshizo de sus asesores para mandarlos a su casa de enlace y contrató un consejero más capaz, es todavía tiempo de que los demás retomen el rumbo hacia la cordura y la decencia. Nadie quiere volver a ver los escándalos y espectáculos de la anterior legislatura. Edson tiene la capacidad y el liderazgo, le falta meter mano firme, pero sobre todo el apoyo de sus compañeros a los que a veces se les olvida que están ahí para servir a los potosinos, no para ganar batallas de ego internas.

El que de plano parece no tener remedio es el cuarta vez diputado Oscar Vera, quien aunque parecía imposible, se ha vuelto todavía más nocivo en esta legislatura. A todas va y de todo quiere sacar ventaja. Ya siéntese señor…

 

BEMOLES

AVISENMEEEEEE

Por ir conduciendo en carretera y no poder leer sus mensajes, al diputado Adrián Sánchez Ramiro le tomó por sorpresa ayer el retorno anticipado a la curul de Xavier Azuara Zúñiga. El episodio fue jocoso, pues Sánchez Ramiro todavía estaba inmerso en temas de primer orden legislativo cuando se enteró que Azuara hasta un comunicado había enviado ya muy de regreso en la curul. Qué modos tan feos de avisar a quien les sacó la chamba, y con creces, durante la ausencia de Azuara. Muchos en el medio y en su propio partido hubieran preferido la permanencia del suplente en San Lázaro pero ni hablar, mañana Adrián regresa a sus actividades en la oficina de Comunicación Social del gobierno capitalino. #OTRORATITOAPÁ

@jfsh007

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#4 Tiempos

Tamtoc, cuna del calendario mesoamericano | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

En el año 2005 se llevó a acabo el proyecto arqueológico Tamtoc en la huasteca potosina, donde se localizó una gran lápida esculpida en bajo y alto relieve en el fondo de un estanque que se conecta a un canal que desemboca en la llamada Laguna de los Patos. Junto a la lápida se encontró cerámica a manera de ofrenda cuyos análisis indicaron que correspondían a tradiciones alfareras asociadas a la costa del Golfo de México del periodo 900 años antes de Cristo a 650 años antes de Cristo.

Análisis posteriores indicaron que esa lápida conocida como Monumento 32, así como la escultura femenina asociada corresponde al periodo Preclásico tardío con inicio en 350 antes de Cristo. El monolito en cuestión está labrado con un mensaje simbólico que no se asemeja a ninguna otra muestra de arte mesoamericano.

Una vez colocado en su posición original y con estudios sobre su orientación con la ayuda de herramientas de la arqueoastronomía se encontró que la orientación implica una peculiar división del año, la cual define la temporada de iluminación del monolito por los rayos solares. La conclusión actual, por parte de los investigadores, es que Tamtoc es una de las ciudades donde tempranamente se utilizó el calendario mesoamericano.

En Tamtoc se desarrollaron importantes rituales vinculados a la vida y la fertilidad, que concurren en la noción de la cosmogonía mesoamericana y por extensión en la cosmovisión. Resultados que tras largos años de análisis son dado a conocer por uno de los involucrados en los estudios astronómicos de la ciudad de Tamtoc, Jesús Galindo Trejo, en una reciente publicación de los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

Las primicias de este descubrimiento nos las compartió Jesús Galindo en el 2007 en lo que fue la primera charla del ciclo Noches de Museo que organizamos en el entonces Museo de Historia de la Ciencia de San Luis Potosí. Dieciocho años después, publica sus resultados aportando a la historia de uno de los más antiguos pueblos originarios del país situada en la huasteca potosina y que marca esa cosmovisión huasteca reflejada en el Monumento 32, que es uno de los monumentos importantes de ese sitio arqueológico.

Parte de los cálculos astronómicos que realizó Jesús Galindo nos los reservamos, como nos lo pidiera entonces, hasta que sean publicados.

Jesús Galindo Trejo es Licenciado en Física y Matemáticas por la Escuela Superior de Física y Matemáticas del IPN. Realizó estudios de Posgrado en la Facultad de Ciencias de la UNAM.

Obtuvo el doctorado en Astrofísica Teórica en la Ruhr Universitaet Bochum en la República Federal de Alemania. Fue Investigador Titular en el Instituto de Astronomía de la UNAM durante más de 20 años en las áreas de Plasmas Astrofísicos y Física Solar. Actualmente es Investigador Titular en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Su actividad de investigación se centra principalmente en la Arqueoastronomía de Mesoamérica. Es miembro del SNI. Pertenece a la Unión Astronómica Internacional. Ha realizado investigación Arqueoastronómica en Malinalco, en el Templo Mayor de Tenochtitlan, en Teotihuacan, en Oaxaca, en la Huaxteca, en Baja California y en algunos sitios de la Región Maya.

Sus inicios en la arqueoastronomía se remontan a fines de la década de los ochenta, cuando participó en nuestro programa de divulgación científica Domingos en la Ciencia de San Luis Potosí, charlas en las que nos hablaba todavía de sus investigaciones sobre física solar y nos adelantaba sus inquietudes en iniciar estudios de arqueoastronomía en el sitio de Malinalco  cuando conoció al cronista de Malinalco, quien le señaló que en la historia de ese pueblo había aspectos que podrían estar conectados con la disciplina astronómica. Asimismo, su participación en el proyecto coordinado por la doctora Beatriz de la Fuente, del Instituto de Investigaciones Estéticas, sobre pintura mural prehispánica, lo interesó en la cosmogonía de los antiguos mexicanos.

En una entrevista para la revista ¿cómo ves?, Galindo aseguró que el acercamiento al estudio de las antiguas civilizaciones del país lo ha llevado a acercarse a las 60 lenguas de México, porque de esta manera “se puede penetrar en la mentalidad de aquellos que hace más de 500 años construyeron sociedades y levantaron templos, legados actualmente ignorados por muchos mexicanos”.

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Meditación sobre el azar | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

-Dudé de Dios –dijo el hombre visiblemente apenado-. Creo, según he oído decir, que es el único pecado que no tiene perdón. Pero es que estaba al borde del colapso…

El hombre se mesaba los cabellos, se secaba el sudor, lloraba más que gemía.

-Incluso hasta llegué a blasfemar. Dije a Dios cosas que no me hubiese atrevido a decir ni siquiera al peor de mis contrarios. ¿Verdad que para esto no hay perdón?

Yo me limitaba a dejarlo hablar. A todas luces se veía que lo necesitaba. Era necesario que lo dijera todo, que se desahogara. ¿Para qué, pues, interrumpirlo?

-Cuando me dijeron que ya no había trabajo para mí, creí que nunca perdonaría a Dios. ¿Por qué me había dado cuatro hijos si ya no iba a poder mantenerlos? Hoy, claro está, veo las cosas desde otra luz, pero en aquellos días de incertidumbre y desasosiego… ¡Quería morirme! Y, lo que es peor, quería que también mis hijos se murieran. ¿Comprende usted que les deseé la muerte?

Pensé en esos cuatro niños a los que yo no conocía. ¿Sabrían alguna vez que su padre, en un momento de desesperación, pensó lo que acababa de decirme? Pero no, no lo sabrán. Los pensamientos de su padre quedarán guardados para siempre en el silencio de Dios. ¡Que no lo sepan, que su padre no se lo diga nunca! Hay sinceridades que matan.

¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo! Cuando pienso en esto, me lleno de vergüenza. Sí, era necesario vivir esa pena para conocer la satisfacción que ahora experimento. Mis hijos, hoy, están mucho mejor que antes, y me digo a mí mismo: «¡Qué bueno que perdí aquel empleo!».

Sonreí. Porque siempre he creído que la palabra azar es una palabra bastarda que no debió acuñarse nunca. ¿Quién la inventó y qué quiso decir con ella? ¿Que el mundo se mueve como un barco sin timón? ¡Casualidad! ¿Quién es el tonto que cree en las casualidades? La palabra azar no debería existir en el vocabulario cristiano, pero, ya que existe, habría que darle el significado que le daba, por ejemplo, Anatole France (1844-1924): «Azar: aquello que Dios hace cuando no quiere poner su nombre». 

A estas alturas de mi vida he llegado a la conclusión de que ni siquiera los libros que caen en nuestras manos lo hacen por casualidad. A veces pienso que, si nos los encontramos en el estante de una librería cualquiera, es porque Dios ha querido decirnos algo a través de ellos.

Y de los encuentros, ¿qué decir? Que es Dios quien nos envía a estas personas que no buscábamos por una razón que generalmente desconocemos pero que forma parte de su misterioso querer. «El destino, al igual que todo lo humano –dijo una vez el escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011)-, no se manifiesta en abstracto, sino que se encarna en alguna circunstancia. Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obras de las casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha sorprendido cómo, entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas que, de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino como si hubiéramos pertenecido a los capítulos de un mismo libro!

Nunca supe si se los reconoce porque ya se los busca o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino» (Conferencia en la Feria del Libro de Sevilla, 2002).

También ahora, como en los tiempos de Moisés, sólo nos es permitido ver a Dios «de espaldas», es decir, cuando ya ha pasado. Únicamente entonces podemos decir como aquel hombre de quien acabo de contar la historia: «¡Y pensar que era necesario que yo perdiera aquel trabajo para poder tener el que ahora tengo!». Siempre es hasta después cuando se comprende por qué ocurrieron ciertas cosas que en su momento nos parecieron horrorosas, ininteligibles e insoportables.

En un libro sobre Jesucristo (El Jesús desconocido), Donald Spoto hace la siguiente reflexión: «El azar no implica necesariamente falta de propósito; lo que llamamos caos quizá no sea desorden, sino un claro signo de las limitaciones de nuestra comprensión… La experiencia humana valida este enfoque. En nuestra historia individual, ¿no vemos un momento aparentemente accidental o fortuito, a posteriori, como sumamente significativo e incluso como el comienzo de una nueva etapa de la vida? Si yo no hubiera asistido a tal escuela en tal momento, por ejemplo, no habría tenido ese excelente maestro, seguido ese importante curso ni trabado esa duradera amistad. Si nuestros padres no se hubieran conocido en tal momento, nunca jamás lo habrían sido. Si no hubiéramos asistido a tal reunión, no habríamos conocido al amor de nuestra vida ni iniciado una carrera importante. No es exagerado afirmar que los elementos más importantes de la vida del amor dependen tanto de lo que podríamos llamar accidente significativo como deliberación. El novelista y dramaturgo francés Georges Bernanos lo expresó muy bien: Lo que llamamos azar tal vez sea la lógica de Dios».

Vistas así las cosas, aun cuando me halle en cama y afiebrado –y quiera morirme de pura pesadumbre-, debo poder decirme a mí mismo con convencimiento y seguridad:

-Sí, quizá sea necesario que hoy no salga de casa. Si Dios me tiene encerrado aquí, por alguna razón será. ¿Iba hoy a atropellar a un caminante distraído en la avenida, o es que un camión carguero iba a arrollarme a mí? En efecto, tal vez sea éste el motivo por el que no debo salir. Después de todo, es muy posible…

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#4 Tiempos

Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta

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Apuntes

Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.

Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.

Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.

Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.

En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.

Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir

. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.

No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.

Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.

Punto.

Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.

Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.

Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.

Yo soy Jorge Saldaña.

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