diciembre 9, 2025

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#4 Tiempos

Carta a la mamá del que escribe estos apuntes | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

 

Amigos y amigas, hijos de nuestras respectivas mamás.

En ocasión tan especial, comparto con ustedes un texto que me lo dictó desde hace mucho el corazón y ésta noche solamente lo escribí.

Es una carta a un ser tan maravilloso que hasta Dios, no pudo resistirse a tener una propia.

Vaya esta carta también para ustedes mis amigos, tanto a los que tienen el privilegio, como yo de tener a nuestra madre, como aquellos que la tienen ya en el cielo.

Hola mamá, hola madre: Días, noches y todo en orden.

Te mando y publico esta carta como el único regalo que sé que en realidad quieres, y que yo deseo con todo el corazón obsequiarte.

Me enseñaste que los hechos dicen más que las palabras, pero son las palabras la vía en que mejor sé comunicarme.

Vive en paz madre, mi regalo es decirte con amor infinito, que mis tormentos los encontré todos fuera de la casa y de tus brazos.

Lo que encontré en calor de la familia que formamos mi papá, Rossy, tu y yo, fueron siempre dulzuras, amores, enseñanzas y valores.

No sufras por mi, yo estoy bien y en orden, y como ya lo sabes, las decisiones buenas y malas que he tomado han sido todas mías.

Tu criaste a un hombre con esas capacidades, todas, incluidas las de equivocarme y reconocerlo.

Te recuerdo de verde y blanco, te recuerdo trabajando, entregada en tu vocación de enfermera, entregada siempre en tu sacrificio por nosotros, pero también por los demás.

Estoy seguro que no ha tenido jamás el Seguro Social a una trabajadora tan dedicada.

Quiero que sepas que en todos esos años, el beso con el que a diario te despedías de mi para irte a trabajar en el Seguro de Cuauhtémoc en tu turno de urgencias, lo llevo tatuado en el alma para siempre y me acompaña noche a noche.

Te recuerdo manejando la Brasilia ¿te acuerdas? Jajaja, nos llevabas a mi al kínder y a Rossy a la primaria. Llegabas corriendo, mi papá hacía el sándwich y a manejar temeraria para estar a tiempo.

Te recuerdo muy valiente, generosa y muy franca.

Te recuerdo de muchas veces que te fui a buscar al hospital y me sé de memoria todas las cosas buenas que los doctores y tus compañeras me decían de ti. Eres admirable.

Te confieso que lo que me anima siempre en momentos difíciles, o que cuento cuando disfruto mis más altas alegrías, es aquella anécdota que siempre cuentas de cuando nací.

Haces unos ojos especiales cuando platicas que nací muy grande, de no se cuántos kilos, y que mi cabeza era desproporcionada a mi cuerpo.

Siempre se te sale una sonrisa cuando repites que el doctor que atendió mi nacimiento sugirió: “Rosita, a este muchacho ya póngale mochila y mándelo a la escuela”. Presumida.

Me has consentido demasiado, lo tengo que decir con mucho orgullo.

Gracias porque me abrazaste aquel día en que me asaltaron, aquel diciembre en que regresé devastado de México, el otro en que me consolaste porque llegué con el corazón destrozado, y por acompañarme súper elegante en aquel vestido con el que fuiste a mi boda.

Recuerdo también tus aplausos emocionados en esos pequeños triunfos de la vida en los que tú y mi papá me han acompañado.

Cuando mis poesías, cuando la escolta, cuando la Banda de Guerra o la banda de Rock, cuando la guitarra, o cualquier graduación.

Me acuerdo cuando me disfrazaste de ratón, de pitufo, de espadachín o de danzante. Me acuerdo de ensayar contigo bailar el Querreque potosino, o que con paciencia me oías dar mis primeros acordes de guitarra.

Si, ya sé que también te he dado momentos muy malos (Eso hubieras pensado antes jajaja ntc)

Pero no te pido perdón nada más porque ya lo tengo, me lo has regalado en cada ocasión, incluso en esas en que mi cabezota mucho se tardó en reconocer y solicitarlo. Así de buena eres.

En realidad creo que ni siquiera les puedo llamar momentos malos y si acaso, fueron episodios desordenados de mi autoría, por lo tanto no cuentan para ti, sino para mi historial delictivo en mi larga lista de la ingratitud.

“Eres la mejor mamá del mundo”, te escribí alguna vez en la primaria en un portarretrato torpemente construido por mi. Me quedé corto: Eres la más buena de todo el universo.

También eres una gran mujer, profesionista, íntegra, siempre bondadosa en todas las circunstancias, tanto en las tormentas como en los oasis al lado de nosotros dos y de mi papá. Eres roca, eres nuestro pilar.

Confieso y presumo que siendo ya el semejante hombre hecho y derecho que soy, aún eres la mamá que me le sopla a la sopa si está caliente o me coces un botón cuando se caen, todavía me dices párate derecho y ponte suéter. Así de tierna eres.

Eres la de verde y blanco que se quitó el uniforme de enfermera profesión a la que entregaste mucha vida, pero de lo que jamás pudiste jubilarte es de la vocación de ayudar a los demás.

Eres mi primera socia de negocios, mi maestra en emprender cuando hicimos aquellas temporadas en que vendía flanes y me resultó bastante rentable. Buenos tiempos.

Te debo mucho, y nunca me cobras.

Te quiero mucho, aunque lo diga poco.

Se que he sido muy ingrato, pero en mi defensa te diré que es porque me has dado demasiado al grado de no alcanzar en justicia, agradecerlo todo.

Tú me enseñaste a rezar, a comer (papaya no ¿ok?) y a viajar con la imaginación a través de todos esos cuentos y libros que me regalaste.

Me inspiras y se me inflama el pecho de ternura al saber que “la señora Rosy” como todos te dicen, o la “santa de tu madre” como se refieren a ti mis amigos, seas tú, mi mamá.

La de blanco y verde, la del trabajo incansable, la que siempre está ahí, la del portarretrato a mano, a la que dedico mis triunfos, a la que debo y debo y debo tanto.

A la que amo, amo y amo tanto, esa eres tú.

Eres la líder que nos enseñó, en los ochentas, cuando nadie hablaba del tema, sobre la igualdad de genero en todas las circunstancias.

Eres de quien aprendí a valerme por mi mismo, a tratar por igual al más rico y al más pobre, a valorar a todos, a respetar a los adultos y a siempre saber que se puede aprender.

Eres la razón por la que sé rendirme nada más ante Dios, y por la que me queda claro que siempre será mejor dar que recibir.

Me fascina cuando pienso en ti y en esa historia que compartes de tu primer Fíat, o cuando imagino tus alegrías de aquellos días de tu juventud en que estuviste en tus grupos de baile.

Admiro tu entereza cuando, contra todo pronóstico, te lanzaste en aquella empresa de buscar a tu papá en Tula Hidalgo. Fuiste a encontrar la verdad y la paz para todos, él incluido.

No juzgaste y diste tranquilidad a Tita, a la que no dejaste en ninguna circunstancia, hasta esa última en que se despidió de nosotros para siempre tomada de tus manos. Eres muy valiente.

Gracias mamá, gracias madre y no olvides tu regalo:

Mis tormentos son míos, no los encontré en tu casa. Ahí solo tuve, tengo y tendré dulzura.

Vive tranquila madre, que este cabezón que tienes por hijo, gracias a ti, sabe lidiar con cualquier tormenta.

Días, noches y todo en orden.

Tu hijo que te ama, tu “obra maestra”:

Jorge Francisco Saldaña Hernández.

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#4 Tiempos

El administrador astuto | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

«Un hombre rico tenía un administrador y le fueron con el cuento de que éste derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que oigo decir de ti? Dame cuenta de tu gestión porque quedas despedido”» (Lucas 16, 1-15).

Cuando Jesús contó esta parábola nada dijo de cómo recibió el administrador tan mala noticia. ¿Retrocedió espantado?, ¿sintió que el piso se movía bajo sus pies como un tapete?, ¿intentó defenderse o ya por lo menos justificarse? Nada de esto sabemos; lo que sí sabemos, en cambio, es que más bien se puso a hacer cálculos en su interior, diciendo:

«-¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar, me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, haya quien me reciba en su casa!».

El foco, como se dice, se le había prendido. Pero, ¿qué era eso? Quiero decir, ¿qué fue se le ocurrió para que ahora que estaba desempleado no le faltara por lo menos un mendrugo de pan y un vaso de agua fresca? En realidad, algo muy ingenioso y sutil: como aún no había rendido el informe que le exigía su amo, todavía era tiempo de alterar ciertos papeles… Y esto es lo que hizo:

«Fue llamando uno por uno a los deudores de su amo y preguntó al primero:

»-¿Cuánto debes a mi patrón?».

La pregunta, por supuesto, era retórica, pues los documentos los tenía él en su mano y a la vista, y bien escrito estaba en ellos el monto de la deuda; lo que quería, más bien, era causar en su interlocutor un cierto impacto difícil de olvidar.

«-Cien barriles de aceite –respondió el deudor, que aún no sabía muy bien de qué iba la cosa.

»-Aquí está tu recibo; date prisa, siéntate y escribe: cincuenta».

Ya podemos imaginar el gozo con el que éste hizo lo que el administrador le pedía. ¡Le estaba perdonando nada menos que la mitad de la deuda! Es como si yo debiera al banco 100.000 pesos y de pronto el gerente me mandara llamar para decirme, guiñándome el ojo, que a partir de ahora no debo más que 50.000. ¿No era esto como para ponerse a gritar de alegría e invitarle un café en el restaurante más elegante de la ciudad?

El administrador mandó llamar al segundo deudor y le hizo la misma pregunta que al primero:

«-¿Cuánto debes a mi patrón?

»-Cien costales de trigo –dijo éste a su vez.

»-Aquí está tu recibo: escribe ochenta».

Y así hizo con todos los otros. Si de cualquier manera lo iban a despedir; mejor dicho, si ya estaba despedido, ¿qué perdía haciendo lo que hizo? ¡No perdía nada! Todo lo contrario: se jugó la última carta y había ganado, porque estos deudores iban a quedar eternamente agradecidos con él. ¡Su vejez estaba asegurada, pues un día lo invitaría uno a su casa a comer, y otro día otro! Ya no tendría que mendigar ni que andar por las calles del pueblo extendiendo la mano en busca de un pedazo de pan… Se retiraba, por decir así, con la cabeza levantada y pisando fuerte.

¡Qué hombre más inteligente!

Jesús mismo no pudo menos de alabar su ingenio. ¡Cómo, antes de ser despedido, supo hacerse amigos que después ya no lo dejarían solo! «Por eso les digo yo –concluyó el Maestro-: con el dinero, tan lleno de injusticia, gánense amigos para que, cando esto se acabe, los reciban en las moradas eternas».

Con esta sencilla historia, Jesús ha querido responder a estas dos preguntas que, si no fueran eternas, creeríamos que son banales «¿Para qué sirve el dinero?, ¿para qué sirve el poder?». Y su respuesta es: para que te hagas todos los amigos que puedas: sólo para eso. ¿Eres rico? Hazte amigos. ¿Eres poderoso, ocupas un cargo de cierta importancia? Hazte amigos igualmente.

Hay quienes, al tomar posesión de un cargo, empiezan a ver a los demás mortales como a hormigas (¡tan encumbrados se sienten ocupando su flamante escritorio de caoba!). Bien, que se anden con cuidado, porque no siempre estarán ahí, porque la rueda de la fortuna gira y gira y no es nada seguro que los que están arriba permanezcan en la cumbre eternamente. Sí, la fortuna es una rueda que no deja de girar: los que hace poco estaban abajo, resulta que ahora están arriba, y si no los trataste bien cuando tenías la sartén por el mango, como se dice, ellos lo recordarán una y otra vez, y ahora será la suya.

Hay quienes piensan que el poder es necesario para enriquecerse, y que el enriquecimiento es ya en sí mismo una forma de poder; en una palabra, que la riqueza y el poder se bastan a sí mismos. Si así es como piensas tú, déjame decirte, lector, que te equivocas. ¡Rompe el círculo! Hoy que la vida te ha favorecido, favorece a los que puedas, porque nada sabes del futuro. Haz como el hombre de la parábola: gánatelos a todos, porque no siempre serás administrador y quizá un día el patrón de turno te mande llamar para decirte:

-Dame cuenta de tu gestión porque estás despedido.

Si esto te dijeran sin que te hubieras hecho amigo de nadie, entonces sí que estarás perdido.

Toda la sabiduría de la vida está en esta sencilla parábola. Hazte amigos ahora que puedes; porque, si no lo haces ahora, quién sabe si lo podrás hacer mañana. «Conoce la ocasión o la oportunidad»: según Pítaco, el filosofo griego, no había conocimiento en el mundo más útil que éste.

Sí, aprovecha la oportunidad, porque mañana, sin que te des cuenta, quizá sea ya demasiado tarde.

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#4 Tiempos

Una carrera interesante | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Hablar de Javier Hernández es repasar una de las trayectorias más influyentes en la historia del fútbol mexicano. Durante más de una década, su nombre fue sinónimo de gol, entrega y ambición. Desde aquel salto meteórico con Chivas y su inesperada irrupción en el Manchester United, su carrera parecía escrita con tinta dorada, la sonrisa eterna, los goles decisivos, la capacidad de transformar oportunidades mínimas en celebraciones memorables.

Fue un delantero que supo abrir puertas donde antes había muros, ese killer del área de los goles inverosímiles, ese que se autoasistía y remataba de forma poco ortodoxa. Marcó en Champions, conquistó Inglaterra, dejó huella en Alemania, se reinventó en Estados Unidos y llevó la camiseta de la selección mexicana con una voracidad que lo convirtió en el máximo goleador nacional. Por años, “Chicharito” representó la imagen internacional del fútbol mexicano, un jugador valiente, de carácter humilde pero competitivo, respetado en los mejores estadios del mundo.

Sin embargo, el final de su recorrido no ha tenido el brillo que merecía. Lo que alguna vez fue una historia ascendente hoy se siente atravesada por decisiones discutibles, lesiones inoportunas y un desgaste emocional evidente. Su último tramo estuvo marcado por conflictos internos, mensajes crípticos, ausencias prolongadas y un regreso al fútbol mexicano que lejos de ser un homenaje terminó convirtiéndose en un episodio incómodo.

El fútbol (caprichoso como es) rara vez permite despedidas perfectas. Pero en el caso de Hernández, la caída se volvió más abrupta porque contrastó con la grandeza de su pasado. El delantero que antes definía clásicos europeos comenzó a perder protagonismo, a caer en dinámicas polémicas y a mostrarse d esconectado del nivel competitivo que lo acompañó tantos años.

El problema no es que el tiempo pase, eso es inevitable, sino que su final se alejó del tono que él mismo construyó, profesional, disciplinado, alegre y comprometido.

En lugar de un cierre elegante, lo que quedó fue un recorrido lleno de dudas, con más conversaciones sobre su comportamiento que sobre su fútbol. Y eso, para una figura de su magnitud, duele más que cualquier descenso de rendimiento.

Aun así, su legado permanece intacto. Javier Hernández abrió puertas para generaciones completas. Demostró que un jugador mexicano puede competir, destacar y ser determinante en las ligas más exigentes del planeta. Su historia inspira no por su final, sino por su cima; no por su último capítulo, sino por todos los que escribió antes con una pasión que marcó época.

El cierre no fue el ideal, es cierto. Pero incluso en medio de su declive, hay una verdad que nadie puede borrar: México no ha tenido (ni tendrá pronto) un delantero con su impacto internacional. Su carrera merece leerse como lo que fue, un ejemplo de cómo la disciplina puede convertir sueños improbables en realidades extraordinarias, aunque el final no haya estado a la altura de su legado.

A veces, las grandes historias no terminan como quisiéramos… pero siguen siendo grandes, y por lo menos, interesantes.

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#4 Tiempos

El Piano eléctrico: desarrollo potosino | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

Los diseños de pianos electromecánicos tuvieron su auge en 1929 y en la década de los cincuenta del siglo XX comenzaron a usarse en audiciones públicas. La historia de su desarrollo menciona los nombres de Lloyd Loar, Benjamin Meissner, Rudolph Wurlizer, Harold Rodhes y el piano Neo-Bechstein, entre los principales.

Sin embargo, el nombre de Francisco Javier Estrada no aparece en estos recuentos, a pesar de haber sido el primer reporte de un diseño de piano eléctrico a nivel mundial, como resultado de sus investigaciones en reproducción del sonido por medios eléctricos. El reporte público de Estrada se realizó el 19 de diciembre de 1878 en el periódico El Siglo XIX, donde Estrada daba cuenta de sus experimentos con una cuerda vibratoria y su transducción a señal eléctrica, mediante una membrana de tambor que amplificaba el sonido. Estrada, solo presentó su idea y diseño y la puso al servicio de los interesados a finde que pudieran materializarla y mejorarla, al no poder solventar los gastos necesarios para su construcción y la falta de servicios artesanales especializados. Estrada decidía publicar los principios y la descripción del instrumento citado, temeroso de que algún día, no muy lejano, se presentara del extranjero algún instrumento de música idéntico o semejante, o lo que era peor, alguna petición exótica de privilegio con perjuicio de los artesanos mexicanos.

Ochenta años mediaron entre la publicación del diseño de Estrada y la materialización en el extranjero de un piano eléctrico con funcionamiento electro-mecánico.

Para mayores detalles y más información pueden consultar mi artículo alojado en la dirección:

(PDF) Francisco Javier Estrada el inventor del piano eléctrico. Available from: https://www.researchgate.net/publication/396325293_Francisco_Javier_Estrada_el_inventor_del_piano_electrico.

Francisco Javier Estrada insigne científico potosino que destacó a nivel mundial en el ámbito de la física en el siglo XIX convirtiéndose en el físico más importante de México, tiene una numerosa contribución de aportes, de primicias mundiales, las cuales en su mayoría son desconocidas o adjudicadas a otros personajes.

Hemos estado realizando investigación y difusión sobre la vida y obra de este genial potosino, Francisco Javier Estrada y en esta columna del Cronopio en la Orquesta, hemos tratado algunas de esas trascendentales aportaciones.

Una de las aportaciones técnicas de Francisco Javier Estrada que no aparecen en los registros científicos históricos es la propuesta de reproducción del sonido por medios eléctricos. Su tema central de trabajo que implementó en la década de los setenta decimonónicos fue la reproducción del sonido, colocándose en la frontera del conocimiento en ese tema.

Como hemos apuntado en trabajos anteriores, muchas de sus aportaciones y primicias mundiales han quedado en el olvido y poco a poco se están rescatando para colocar en la palestra mundial el gran genio de Estrada, como el físico mexicano más importante del siglo XIX y uno de los principales a nivel mundial,

cuyas glorias no se proyectaron por la idiosincrasia social del país, aunque su genio de cierta forma era reconocido en el país, aunque no lo suficiente.

Sistemas como el motor eléctrico, nuevos sistemas de telefonía y la comunicación inalámbrica son parte de sus aportaciones trascendentes que cambiaron a nuestras sociedades y cuyas aportaciones aprovechadas por otros científicos dejan de lado la aportación primaria de Estrada en la historia de la ciencia y la tecnología. Como una aplicación de sus investigaciones en electromagnetismo y reproducción del sonido, se encuentra su propuesta de un piano eléctrico, cuyos experimentos base realizó en San Luis Potosí y con los que propuso un diseño para la construcción de un piano eléctrico que transformaba las vibraciones acústicas en eléctricas con el fin de amplificar el sonido.

El piano como tal no pudo construirlo por carecer de recursos suficientes, así como problemas para abastecerse de los materiales necesarios y el apoyo de los constructores artesanos; sin embargo, publicó en medios de comunicación masiva sus propuestas con el fin de registrar su idea, sus experimentos y su diseño para la construcción del piano eléctrico y su extensión a otros instrumentos de cuerda.

Su propuesta era resultado de experimentos anteriores de Estrada con sistemas telefónicos, donde había realizado mejoras a los ya existentes, logrando construir teléfonos cuya reproducción del sonido era más clara y de mayor intensidad. Parte de esas mejoras las utilizaría en su propuesta del piano eléctrico, entre ellas los fundamentos de micrófonos de carbón y de la comunicación inalámbrica.

Los potosinos debemos estar orgullosos de Francisco Estrada y colocar su nombre como debe de ser, en la historia de la civilización.

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Opinión

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