diciembre 12, 2025

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AMLO: Seis meses de altibajos

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AMLO

En su primer semestre como presidente AMLO ya ha atravesado por varias crisis

Por: El Saxofón

El manejo de la agenda mediática es una de las fortalezas del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Con las conferencias mañaneras como eje rector, el primer mandatario del país dicta la línea informativa que siguen muchos medios de comunicación. Datos y ocurrencias por igual sirven al tabasqueño para abrir nuevos frentes, dar a conocer iniciativas y apagar algunos fuegos.

Así ocurrió durante la semana del 27 al 31 de mayo, donde todo parecía indicar que la crisis que enfrenta el sector salud debido a los recortes presupuestales y a la rectoría del gasto por parte de la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), envolvería a la Cuarta Transformación en una crisis de la que difícilmente podría salir.

Sin embargo, casualidad o destino, ese mismo lunes, se dio a conocer la orden de aprehensión que pesa sobre el exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex), Emilio Lozoya Austin y el empresario y dueño de Altos Hornos de México SA, Alonso Ancira, quien fue aprehendido en España.

De inmediato la atención mediática se concentró en este tema. La salud de los mexicanos que preocupaba a opinadores y políticos de la oposición, pasó a segundo término, y la atención se concentró en lo que parece ser el primer embate real del actual gobierno federal contra la corrupción del pasado.

Hay quienes aseguran que la brecha que abre la investigación contra Lozoya y Ancira podría llegar hasta el presidente Peña Nieto. Habría que ver, lo cierto es que si esta investigación se le cae a la PGR, si vemos libre a Lozoya después de unos meses, sin duda será un gran fracaso, y tal vez sea la mejor prueba de que la Cuarta Transformación, no ha tenido lugar.

Durante el martes 28 y el miércoles 29, toda la información giró sobre este caso. Ancira fue detenido, el abogado de Lozoya, Javier Coello Trejo, hizo declaraciones que aludían a Enrique Peña Nieto a quien, por cierto, se le vio en España, caminando por las calles de Madrid, con su nueva pareja sentimental “como otra pareja más”.

El jueves, López Obrador arrancó la habitual rueda de prensa con el anuncio de que por la tarde entregaría al Senado de la República el Tratado de Libre Comercio de México, Estados Unidos y Canada (T-MEC), con lo que iniciaría el proceso de ratificación de dicho acuerdo.

Hasta aquí todo parecía seguir su curso normal, pero por la tarde el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un impuesto del 5 por ciento a todos los productos mexicanos, que se elevaría gradualmente hasta llegar al 25 por ciento en octubre próximo; un nuevo frente se abrió para el presidente Andrés Manuel López Obrador y un nuevo fuego que apagar. En este punto quedamos aún a la espera de los resultados.

Mal que bien, López Obrador ha sorteado ya varios momentos críticos durante sus primeros seis meses de mandato. El 24 de diciembre, la caída del helicóptero donde viajaban la gobernadora de Puebla, Erika Alonso y el exgobernador Rafael Moreno Valle prendió los focos rojos, incluso hubo quienes acusaron al gobierno de AMLO del accidente. Al día de hoy no se sabe qué lo provocó, pero este lamentable suceso “ya no es tema”.

Cabe recordar que tres días después de este suceso López Obrador anunció la estrategia de combate al robo de combustible, que por varios días provocó desabasto de gasolina en la Ciudad de México y otros estados del país, lo cual le valió diversas críticas al gobierno lopezobradorista, pero también motivó un cambio de conversación en la opinión pública.

Esta crisis fue superada por otra crisis cuando la tarde noche del 18 de enero, una explosión en una toma clandestina en Tlahuelilpan, Hidalgo, acabó con la vida de más de cien personas. Este terrible hecho llegó justo cuando el gobierno enfrentaba la crisis por el desabasto de gasolina que había provocado la estrategia de combate al robo de combustible.

Pese al dolor que generó la tragedia, de algún modo también funcionó como sustento moral para la tarea que había emprendido el gobierno contra el llamado huachicoleo.

La tragedia y sus derivados ocuparon los titulares de los diarios por algunas semanas, pero el momento crítico fue superado y al final, el gobierno aseguró que el robo de combustible había disminuido de manera considerable, aunque hay quien dice que sigue igual o peor que antes.

Otro de los momentos críticos que ha debido enfrentar el gobierno de López Obrador surgió con el anunció de la suspensión de la entrega de recursos a las Estancias Infantiles, hecho que generó un sinfín de críticas e incluso manifestaciones de protesta, ya que el gobierno de AMLO dijo serán operadas bajo nuevos estándares.

El tema de las estancias infantiles aún estaba en la agenda, cuando López Obrador dio a conocer que había enviado una carta al Rey de España y al Vaticano exhortándolos a pedir disculpas por los atropellos cometidos durante la Conquista de México. La polémica generada abrió un nuevo tema de conversación.

Si bien se puede decir que el gobierno de López Obrador ha sabido enfrentar las crisis por las que ha atravesado en sus seis primeros meses de mandato, esto no quiere decir que dichas crisis no le hayan hecho ninguna mella.

De acuerdo con la encuesta más reciente sobre el nivel de aprobación de López Obrador, realizada por De las Heras Demotecnia, la aprobación de López Obrador cayó diez puntos porcentuales, con respecto a sus primeros cien días de gobierno, cuando era de 80 por ciento y se ubicó en 70 por ciento.

Según la medición, el porcentaje de mexicanos que desaprueban al gobierno de López Obrador aumentó siete puntos porcentuales y llegó al 21 por ciento.

Cabe destacar que los aspectos peor evaluados por los encuestados son el económico y el de la seguridad.

“El 32 por ciento de los mexicanos creen que la economía del país está en números rojos y el 35 por ciento percibe que la seguridad no se ha atacado de manera correcta”, señala De las Heras Demotecnia.

En las últimas semanas la violencia se ha manifestado en masacres y enfrentamientos que han dejado numerosas víctimas en estados como Michoacán y Guanajuato.

En el tema económico, las calificadoras, analistas privados e incluso el Banco de México, han bajado la perspectiva de crecimiento para el país, algo que López Obrador ha tratado de paliar con una visita de Christine Lagarde, presidenta del Fondo Monetario Internacional (FMI) a México.

Sin embargo, esta reunión que podía haber dado algún impulso al presidente se vio opacada tan solo unas horas después con la amenaza de Donald Trump de imponer arbitrarios aranceles a los productos mexicanos.

A últimas fechas, la inseguridad y la baja perspectiva económica que enfrenta el país se han hecho cada vez más evidentes, y si bien estos dos problemas estructurales han sido opacados por otros hechos de coyuntura, siguen ahí, quizá esperando el momento de estallar.

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Una carta con crayolas para el alma | Apuntes de Jorge Saldaña

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APUNTES

Hace poco menos de veinte años, cuando la vida todavía tenía forma de casa compartida y de futuro en plural, aprendí una de esas lecciones que no se anuncian, no se presumen y casi nunca se cuentan. Me la dejó quien fue mi compañera excepcional —la persona que me acompañaba en la vida— junto con una década de recuerdos, una despedida sin rencores y una enseñanza que hoy, por primera vez, me atrevo a escribir.

Nunca he hablado de esto. No por falsa modestia, sino por una creencia muy firme: ayudar en silencio es la única forma honesta de ayudar. No quiero que esto suene a presunción ni a chantaje emocional. Es una crónica pero también un cuento verdadero, una anécdota que se quedó años esperando turno y que hoy les comparto a Ustedes mi Culto Público.

En los primeros años de nuestro matrimonio, una Navidad, el DIF Estatal la llamó —o ella llamó, no lo recuerdo bien— para preguntarle si quería hacerse cargo de una “cartita navideña” de un niño o niña de alguno de los albergues de San Luis Potosí. Dijo que sí. Me involucró de inmediato. Yo también dije que sí (Así funcionan las cosas cuando uno comparte la vida con alguien que tiene brújula moral)

La dinámica era sencilla: los niños escriben su carta; tú compras los regalos; alguien más se encarga de entregarlos.

Durante años fuimos el Santa Claus de infancias invisibles. Nadie lo sabía, nadie lo contaba. Los regalos solicitados eran modestos: muñecas, colores, carritos, tenis, peluches. A veces —con otra letra, más adulta— aparecían tallas de ropa o números de calzado. Las maestras metían mano, porque los niños no piden sudaderas o zapatos… pero las necesitan.

Y entonces llegó esa carta: Una hoja doblada a la mitad con un dibujo torcido que pretendía ser un arbolito de Navidad, y una frase que aún hoy me hace un nudo en la garganta:

“Me llamo Ana (no es su nombre)… tengo cinco años y en esta navidad quiero una bolsa de papitas…para mí sola.”

(Lo juro: cada vez que lo escribo, algo se me rompe un poco por dentro).

Aquí no hay sorpresa solamente.Hay culpa.Hay coraje.Hay rabia contra todos pero sobre todo contra uno mismo.Hay tristeza. Hay un espejo que desnuda.

Porque ante una niña que no ha podido tener en toda su vida una bolsa de frituras para ella sola, cualquier cosa es despilfarro.

Pensar en cualquier cuenta de restaurante, todos los excesos a los que luego uno se da el gusto. cualquier viaje innecesario o cualquier fanfarronería, pensar en todo lo que se tiene y andar ocupado como si eso fuera símbolo de éxito, mientras hay alguien que deposita su esperanza navideña en algo tan sencillo…

Ninguno de esos años conocimos a los niños. La institución se encargaba de entregar los regalos. Nos explicaron por qué: evitar vínculos. Muchos de esos niños cargan una herida de abandono. (Creo que esa herida es el requisito número uno para estar en un albergue…) Por lo tanto, conocer a alguien externo, generoso, tierno, y luego volver a perderlo, puede ser delicado, es decir el que llega… también se va.

Han pasado los años.Los agostos después de los julios. Los diciembres antes de los eneros.

No tuve crisis de cuarentón sin hijos (guiño, guiño), pero sí una crisis conmigo mismo: preguntas, silencios largos, rompecabezas sin imagen en la tapa. Los caminos de aquella mujer excepcional y los míos se separaron sin estruendo, sin terceros, sin odio. Un adiós que luego trajo muchas bienvenidas, unas largas, otras no tanto.

Pero la tradición siguió. Estoy seguro de que también del otro lado.

Solo, entre comillas, invité a otras familias: la de sangre y la otra, la del trabajo que con el tiempo se vuelve casa. Desde entonces nunca ha sobrado una cartita. Siempre hay más manos que papel.

Recuerdo que hubo una excepción triste: La de un amigo, de esos del chat de toda la vida, que estalló cuando le llevé la carta:
—Jorge, no tengo tiempo ni para mis hijos. No voy a ir a comprar una sudadera de “Lady Bug” para una niña que ni conozco. Diles que vengan a una de mis tiendas y que agarren lo que quieran.

Pensé, con tristeza: qué pobre es mi amigo.

Con todo lo que tiene, no le alcanza para regalar treinta minutos a una niña que no tiene nada… salvo un deseo dibujado con crayola. El que verdaderamente no tiene nada es él y de verdad me conduelo hasta la fecha.

Pero este año algo cambió: Por primera vez nos avisaron que nosotros (los “cartahabientes”) llevaríamos los regalos en persona . Pregunté por el tema de los vínculos. Me explicaron que las nuevas terapias permiten visitas cuidadas. Los niños no se apegan por un regalo.
—A diferencia de muchos adultos —pensé— que sí se venden por uno.

Llegamos y había 19 niñas y niños sentados en hilera sobre un escalón, esperando turno para romper la piñata.Tan pequeños.Tan vivos. Tuvimos todos que desempolvar de la garganta el “dale, dale, dale, no pierdas el tino”.

Antes, casi al entrar y verlos lo entendí de golpe: Mientras escuchaba el jalón de mocos o la voz entre cortada de alguno de mis compañeros, me di cuenta que los de la hilera en el escalón no estaban tristes…simplemente porque no saben que deberían estarlo.

Ellos no cargan su historia.La historia la cargamos nosotros, los de enfrente. Los extranjeros llenos de culpas.

Los que esperan turno por romper un jarrón que promete dulces, son las 19 almas más puras y energéticas de toda la colonia, quizá de toda la ciudad.

Y entonces nos incorporamos. Vi a Toño arrullar a un bebé dormido. A Charlie jugar a darle de comer a una muñeca. A Fermín repartir paletas y prender un pingüino bailarín.A Ana abrir un celular de juguete. A Adriana contar cuentos.

A mí me tocó jugar a las princesas… con una princesa. Una niña de cara luminosa que tenía la boca pintada de azul por una paleta enorme de esas mucho más grandes que sus pequeños dientes. Le pregunté su nombre varias veces. Nunca le entendí.

Entre otras cosas, me tocó llevar un cuento. Llevé tres de Oliver Jeffers: Cómo encontrar una estrella, Perdido y encontrado y De vuelta a casa. Historias simples que dicen lo que a los adultos nos cuesta décadas entender: que a veces nada está perdido; que volver a casa no siempre es regresar y que las estrellas no se esconden, solo que uno deja de mirar.

Mientras leía, entendí algo brutalmente sencillo: las respuestas que mis noches oscuras no me dieron durante años, estaban ahí, sentadas en un albergue.

El sentido de la vida no era una señal divina. Era un niño que vuelve a casa. Era levantar la vista. Era salir de casa, o de la cárcel interna, para dar un vistazo a los demás. En eso estábamos cuando una adulta nos interrumpió:

—¿Ya te dijo cómo se llama? —preguntó una maestra.
—Sí, pero no le entendí.
Se inclinó y me susurró:
—Se llama Flor… pero ella dice que se llama Flor del Campo.

Flor del Campo. Claro.

No era un nombre. Era una respuesta.

Los perdidos no están ahí. Estamos afuera. Las estrellas no están escondidas.
Y los que tenemos que volver a casa… somos nosotros. Entonces caí en cuenta que este año tuve la mejor cosecha: una Flor del Campo que me sanó el alma.

Gracias, Bárbara.
Gracias, Ximena.
Gracias a todos.

Jorge Saldaña.

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#Crónica | Tres cobertores y una promesa: relato de un camino guadalupano

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Francisco avanzó de rodillas con ayuda de cobertores rumbo al Santuario, mientras cientos de historias pasaban a su lado

Por: Ana G Silva

A las 9:17 de la noche, la Calzada de Guadalupe respira una solemnidad que solo se siente en diciembre. El día 12 todavía no llega, pero desde horas antes la fe ya comienza a mover cuerpos, a sostener promesas, a encender velas que iluminan el camino como pequeñas estrellas terrenales.

Frente al reloj junto al Mercado Tangamanga, Francisco se coloca sobre sus rodillas. No hay ceremonia, no hay discursos; solo el silencio íntimo de dos hombres —él y su primo, Alex— que saben que el camino será duro, pero necesario. A unos pasos, su familia organiza los tres cobertores envueltos con cinta, improvisación que la experiencia ha enseñado para que el pavimento, frío y áspero, no hiera más de lo inevitable.

Inician.

Las luces del reloj en este emblemático corredor peatonal quedan atrás; la Caja del Agua se acerca. Los cobertores se colocan, se levantan, vuelven a colocarse. Dos familiares avanzan unos pasos, extienden el siguiente tramo de tela para que Francisco y Alex puedan seguir. Se turnan sin decir palabra.

La Calzada esta noche no es un tránsito: es una procesión viva. Y aunque hay momentos en que otras personas rebasan a Francisco, también hay instantes en que él y su primo pasan frente a peregrinos que han pausado a recobrar fuerzas. Pero nadie compite. Aquí, cada quien camina —o avanza de rodillas— al paso de su promesa.

A los lados, un río de historias avanza en silencio y oración.

Hay quienes caminan sosteniendo un rosario, murmurando avemarías que se pierden entre las luces navideñas. Muchos peregrinan de rodillas: algunos con rodilleras; otros sin nada que amortigüe el dolor; algunos acompañados solo por una persona que les ofrece agua o un hombro; y otros rodeados por familias enteras que avanzan como escudos humanos para protegerlos del tumulto.

Entre los miles de cuerpos alineados hacia el Santuario, aparece un hombre que llama la atención: camina de rodillas con la espalda descubierta, y en ella luce un gran tatuaje de la Virgen que brilla con el sudor y el reflejo de las luces. A su lado, un amigo lo acompaña de cerca, moviendo un cobertor, ayudándolo a incorporarse cada ciertos metros, dándole palabras de aliento mientras ambos escuchan, desde un aparato portátil, canciones dedicadas a la Virgen de Guadalupe. Sus rostros muestran cansancio y devoción en partes iguales.

En distintos puntos se encuentran elementos de Protección Civil, la Cruz Roja, voluntariado de la iglesia, Policía Municipal y Guardia Civil Estatal. Se detienen junto a quienes necesitan descansar; cargan botellas de agua; preguntan por mareos y dolores; algunos alumbran el camino con linternas mientras otros ofrecen palabras de calma. Son pr esencia discreta pero esencial, un recordatorio de que la fe es un acto personal, pero el camino siempre es acompañado.

Y aunque a esa hora el flujo de peregrinos es constante, conforme la noche avanza hacia las 12:00 de la madrugada, la Calzada comienza a llenarse aún más. Cada vez llegan más personas —familias completas, parejas, jóvenes, adultos mayores— todos atraídos por la misma intención: ir al encuentro de la Virgen.

En el trayecto, Francisco sigue avanzando, lento pero firme. Sus familiares continúan el ritual de los cobertores: uno se coloca bajo sus rodillas, otro se prepara metros adelante, un tercero queda listo para el siguiente turno. El tiempo se convierte en una mezcla extraña: a ratos parece detenerse en el peso del dolor y la concentración; a ratos parece correr, empujado por la multitud que pasa, que susurra, que reza.

En ese mar de historias, ocurre una escena que queda grabada:

Una mujer, también de rodillas, comienza a llorar del dolor. Faltan apenas unos 250 metros para llegar al Santuario. Sus familiares intentan darle ánimo, pero sus piernas ya no responden. Paramédicos de la Cruz Roja se acercan de inmediato; revisan su respiración, valoran si puede continuar. Desde la distancia, Francisco alcanza a ver el movimiento, los gestos de preocupación. Por respeto, no se sabe si la mujer pudo seguir o no. Pero la imagen queda como un recordatorio del límite humano… y de la inmensidad de la fe que empuja incluso cuando el cuerpo falla.

Finalmente, después de una hora y cuarenta minutos, Francisco y su primo llegan al Santuario.

Ahí, la imagen cambia por completo: frente al templo no hay silencio, sino un océano de personas que ya aguardan su turno para entrar, para agradecer, para ofrecer un ramo, una veladora, una intención. Algunos llegan caminando, otros llorando, otros con las rodillas marcadas por el trayecto. Pero todos llegan.

Porque aunque cada uno trae su propia historia —un milagro pedido, una promesa, un agradecimiento, un duelo, un deseo de consuelo—, lo que los une es ese movimiento colectivo, esa peregrinación que no se mide en kilómetros, sino en fe.

Y así, en la víspera del 12 de diciembre, la Calzada de Guadalupe vuelve a demostrar que el camino a la Virgen nunca se recorre solo. Se avanza con la familia, con desconocidos que ayudan, con cuerpos cansados que dan ejemplo, con autoridades y voluntarios que cuidan, con música que consuela… y con la certeza de que al final, la fe siempre encuentra su destino.

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Reforma educativa abre paso para que 30 docentes regresen a aula en SLP

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La medida deriva de una reciente reforma legislativa que busca proteger a quienes enfrentan acusaciones sin fundamento

Por: Redacción

La Secretaría de Educación del Gobierno del Estado (SEGE) estima la reincorporación de 30 docentes que habían sido separados temporalmente de sus funciones tras enfrentar diversas denuncias. Según varios medios de comunicación, esta medida deriva de la reciente aprobación de una reforma legislativa diseñada para salvaguardar al personal docente.

El titular de la SEGE, Juan Carlos Torres Cedillo, explicó que el objetivo de esta nueva legislación es defender a las y los catedráticos que son señalados sin fundamento por parte de padres de familia o tutores. Si bien los 30 docentes aún no han sido exonerados de manera definitiva, su reincorporación es un paso que se prevé gracias al nuevo marco legal.

El funcionario estatal detalló que cuando existe una acusación contra un maestro, ya sea ante la SEGE o la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), se procede a su separación parcial de la impartición de clases. Torres Cedillo reconoció que este proceso administrativo provoca una carencia de maestros

frente a grupo, lo que a su vez genera afectaciones directas a los escolares, quienes pierden continuidad en sus clases.

La reforma legislativa, de acuerdo con las declaraciones del titular de la SEGE, busca mitigar estas afectaciones al proporcionar un mecanismo legal que defiende a los docentes de acusaciones infundadas, permitiendo que la mayoría regrese a sus aulas para continuar con su labor educativa.

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Opinión

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