mayo 12, 2025

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#4 Tiempos

El facturero berrinchudo que quiere ser gobernador | Columna de Jorge Saldaña

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Tercera Llamada

 

Las pruebas expuestas en medios nacionales como Reforma, demuestran que a Gerardo Sánchez Zumaya el gobierno de López Obrador le abrió las puertas a conexiones y contratos que lo hicieron multimillonario en un parpadeo.

Con dinero rápido, inesperado y a manos llenas, producto principalmente de contratos con Pemex, el potosino, oriundo de Tanquián de Escobedo, tejió una red de personas físicas y morales que empezaron a facturar humo usando modestos negocios ubicados como mercerías, casas de clase media baja, tienditas de abarrotes y otras direcciones con las mismas características.

En el caso de las personas físicas, como lo pudo comprobar el periódico Reforma en su investigación recientemente publicada, extrañamente no existe registros de compra de insumos (si a caso gasolina) y sin embargo de 2018 a 2023 vendieron piezas y servicios especializados a Pemex por 15 mil millones de pesos.

Los personajes y empresas están directamente ligadas con Sánchez Zumaya, sus familiares tanto directos como políticos.

Las personas físicas involucradas son menores de 30 años y de acuerdo a sus movimientos en el SAT no hay registro de compra de materiales o insumos para su venta, tampoco dieron ningún servicio y lo único que se presume en realidad vendieron fueron las facturas, lo que les permitió manejar, bancarizar y retirar recursos por más de 15 mil millones de pesos, a eso se le conoce como lavado de dinero y, al estar involucradas más de tres personas se convierte en delincuencia organizada.

En su defensa, tras la publicación de la investigación, Sánchez Zumaya ha sido disperso, contradictorio y omiso, pues nada ha dicho sobre la red de lavado de dinero y de la familiaridad o relación que tiene con los personajes factureros.

También sostiene que los contratos con Petróleos Mexicanos fueron producto de una licitación y desvía una y otra vez el tema aduciendo que se trata de una persecución política del gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona a pesar de que la investigación en su contra no se generó en territorio potosino sino en Tabasco, estado en el que Sánchez Zumaya intentó ser candidato a gobernador en las elecciones pasadas pero tras su fracaso regresó a San Luis y ha manifestado querer ser ahora el candidato de Morena a la primera magistratura del Estado en 2027.

Con este contexto, Culto Público, es que nacen cuestionamientos y reflexiones que comparto con Usted:

Para poder comprender mejor el asunto y sus alcances, hay que tener muy claro quién es y de dónde salió el personaje en cuestión:

Sánchez hasta hace apenas unos meses era un desconocido para la mayoría de los potosinos, pero de pronto brotó como un hongo en la humedad de su enojo causado porque la justicia fue a localizar a su padre de quien se sabe también tiene pendientes con la ley. (Por algo lo buscaron y seguramente no por ser buena persona)

Sintiéndose protegido y valiente gracias a sus relaciones con la federación, embriagado de sus inmejorables conexiones con el poder, el asunto de la búsqueda y detención de un par de escoltas armados de su progenitor le ofendió y motivó.

Aquí cabe una pregunta: Si nada deben ni él ni su padre y son tan honrados y trabajadores el y su familia ¿Por qué tienen como escoltas a ex militares armados?.

Seguramente dirán que se trata de una medida de seguridad derivado de su fortuna, sin embargo, como se sabe y se investiga, dicha fortuna proviene de actividades ilícitas lo que resulta en una tremenda paradoja: ¿Quiere que la ley le proteja a él y a su patrimonio que consiguió violando le ley?

En otras palabras se queja de la acción de la justicia cuando actúa en su contra, pero no se quejó cuando el aparato del Estado le ha jugado a favor haciéndolo millonario.

A partir de ese episodio y sintiéndose él plenamente convencido de ser intocable, se entiende que se sintió agredido por la autoridad y asumió la salida fácil de la victimización construyendo a través de un primer video en redes la narrativa de ser perseguido político, es decir, aprovechó la circunstancia para matar dos pájaros de un tiro: reclamar su impunidad, y lanzarse como aspirante a la gubernatura tomando su decisión en un enojo, en un berrinche, estando colérico, tomando decisiones emocionales o como se dice coloquialmente, con las tripas.

Se podría hacer una lista por las causas, motivaciones y razones por las que una persona quisiera ser gobernador de su estado y seguramente todas serían nobles. Vengarse y saciar un berrinche no debe siquiera estar en esa lista y eso es lo que quiere Sánchez únicamente: sacarse la espina de no haber podido ser ni candidato en Tabasco y desquitarse de, lo que él piensa, fue un agravio directo del gobernador en su contra.

También circula la versión respecto a un impago de una carretera por parte del gobierno, asunto que de ser cierto sería peor para los potosinos: Entonces… ¿quiere ser gobernador para cobrarse el dinero que le deben?

Un asunto que no debe de perderse de vista (y de ningún otro sentido) es que la denuncia en su contra, misma que motivó el reportaje del periódico Reforma, se interpuso en Tabasco, por lo que ni San Luis ni el gobernador potosino ni la fiscalía de este estado tienen vela en el entierro.

Asumir que el escándalo en el que está involucrado Sánchez está orquestado por el gobernador potosino es un absurdo tan grande como el suponer que Ricardo Gallardo pudo colocar en la portada de Reforma una investigación, que primero, le es ajena, y segundo porque la línea editorial de ese periódico es frontalmente enemiga del gobierno federal del que es aliado Ricardo.

¿Qué razón tendría Gallardo para colocar en un diario que le es adverso a su aliada la presidenta una investigación de una denuncia que le es ajena?

Solo Sánchez, sus periodistas militantes convertidos en estrategas políticos, y su operador financiero y consejero de origen cubano (que se cree un sabelotodo de la política potosina) lo saben.

Hay que decir también que Sánchez fue descuidado. El presumir en sus redes sus relaciones cercanas con los personajes en el poder como AMLO, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, así como sus asistencias a bautizos en Tabasco con los hijos del ex presidente, hacen inverosímil y de plano ridícula su postura de defensa cuando dice que ganó honrada y equitativamente los contratos con Pemex.

Ser proveedor de la paraestatal ya es difícil, ganar una licitación por productos o servicios es lo triple de complicado, hace falta experiencia, antecedentes, garantías, pólizas, seguros y un larguísimo etcétera de tecnicismos…pero como siempre, hay una excepción que es cuando el gobierno federal lo ordena (lamentable para la 4T que tanto promulga el combate a la corrupción)

Teniendo las relaciones que presumió sin empacho el de Tanquián, es fácil saber que conseguir contratos de cientos de millones se convierte en lo más sencillo del mundo, y te pagan rápido, sobre todo si como “bonus” se tiene armado un tinglado de jóvenes ambiciosos que por ganarse un 4 por ciento de comisión emitiendo facturas de miles de millones encuentran la manera de hacerse ricos rápidamente.

Preguntémo nos ¿Tendría esos contratos Sánchez si no fuera amigo del hijo del ex presidente?

¿Accedería a Adán Augusto y a Marcelo Ebrard solamente por ser un militante entusiasta de la huasteca potosina?

Sus relaciones explícitamente presumidas no solo lo hacen del delito, también exhibe indirectamente a sus benefactores, razón -más que justificada- para que un periódico como Reforma le ponga atención al asunto.

Nada es casualidad, el se lo buscó. No quiera venir ahora a inventar historias para escurrir el bulto. En SLP nadie lo persigue mas que el desprestigio.

¿A Morena le convendrá tener un candidato en 2027 con esos señalamientos encima?

¿Por qué los morenistas potosinos iban a aceptar a un militante sin mayor trayectoria, cartel o credenciales que sus fotos con funcionarios de primer nivel como proyecto político y un escándalo nacional de corrupción y lavado?

No es lo mismo tener el dinero para hacer una campaña, que merecer ser el candidato y tener una causa. Sobre todo si la forma de conseguir el dinero para dicha campaña es producto de la antítesis de los principios de no mentir, no robar y no traicionar.

En el escenario local, es abierta y plenamente sabido que Sánchez está ligado con los hermanos Azuara Zúñiga, que sin pena no solamente reconocen su amistad y cercanía con su paisano, también sin filtro aceptan que está involucrado en actividades ilícitas.

Al menos así lo reconoció el mayor de los Azuara en una comida en el restaurante Pescatore el año pasado.

Por cierto, que los Azuara y el PAN son el plan “B” del hoy señalado de enriquecimiento al cobijo de la federación y están jugándose el pellejo con la candidata a la dirigencia estatal de ese partido, Lidia Argüello, que no dudó en traicionar a Verónica su otrora aliada y protectora para ir a encabezar un proyecto en el que ella no manda.

Da mucha risa que en su discurso al inscribirse, la propia Lidia dijera que no dejaría entrar a Morena “de eso me encargo yo” -dijo-cuando sabe bien que todo el impulso económico de su campaña vendrá del dinero ilícito de Sánchez, que se asume, presume y goza de los privilegios de un Morenista corrupto (sí, aunque no lo crea, Culto Público, hay entre los 97 panistas consejeros personajes centaveros que piden desde cambio de llantas hasta liquidaciones de tarjetas de crédito o dinero en efectivo a cambio de su voto)

¿Cuánta carencia de ideales se debe tener para que le de lo mismo a Sánchez contender por Morena que por el PAN? Y la misma pregunta a los panistas que lo quieren dejar entrar.

Lo único que están haciendo al exhibir tanto desparpajo, es que sus rivales se unan y frenen en conjunto ese plan “B” Azuarista porque estando como están las cosas, Verónica tiene dos grandes apoyos para su candidatura.

Ya casi para finalizar con estas reflexiones y cuestionamientos solo diré que la reunión del secretario general de gobierno, Guadalupe Torres Sánchez con la secretaria de gobernación de nuestro país, Rosa Icela Rodríguez justo en medio del escándalo Sánchez Zumaya no fue producto de la casualidad y, dígase lo que se diga, la realidad es que el gobierno federal está del lado del estado, de otra forma no hubieran circulado la fotografía de ambos.

Al mismo tiempo, es fácil leer que ni sus compadres, ni el senador Adán Augusto ni el secretario Ebrard van a meter las manos por el tanquianense a quien van a negar tres veces conforme avancen las investigaciones (porque se anticipa que hay más tela de donde cortar)

¿Dónde está tu AndyMesías ahora?

En una atropellada y torpe defensa que hizo ayer en grupo Imagen con Ciro Gómez, el personaje hoy señalado aseguró que si se comprueban las denuncias en su contra, el solito iría caminando al bote.

Yo le aconsejaría que ya vaya tomando camino. ¿Cómo cuánto tiempo se hará caminando de Tanquián a la Pila?

Hasta la próxima

Jorge Saldaña

BEMOLES

GATO ENCERRADO EN LOS TERRENOS UASLP

El asunto del “Distrito Santa Fe” ofende por donde se le vea.

Se trata de la construcción de un centro comercial que la familia Del Valle y los hermanos Macabeos Espinoza Diaz de León (lo que apesta a Juan Manuel Carreras y amigos) pretenden construir en terrenos propiedad de la universidad ubicados en una zona de gran privilegio y mejor plusvalía justo detrás del hotel Hilton y a un costado de la Facultad de Ciencias de la Comunicación.

El mega negocio millonario, del que ya circulan renders y planos, se supone está avalado por la comisión de hacienda y el Consejo Directivo Universitario, y radica en que, de acuerdo a lo que se sabe del convenio aprobado, los empresarios estarían rentando a la Uni por una cantidad ridícula de 3 millones de pesos al año los terrenos que valen más de 150 millones de pesos en un calculo moderado.

La empresa, con todo el sello de “herencia maldita” subarrendarían a decenas de locatarios, restaurantes, tienda ancla, la BMW y otros negocios justificando el uso “deportivo” con la construcción de seis canchas de Padel.

¿Que no hay expertos en finanzas en la UASLP? ¿Nadie de nuestra universidad sabe sacar un factor de rentas? ¿No hay un arquitecto, edificador, maestro o valuador dentro de la plantilla académica? ¿No hay nadie que le diga al rector que es un pésimo negocio?

¿Qué no se puede dar cuenta la UASLP que con ese convenio les están viendo la cara y que las familias arriba mencionadas están haciendo un negocio multimillonario a cambio de migajas?

¿Quién firmó ese convenio y quién se está beneficiando?

Qué negociazo. Para alguien, será un negociazo, excepto la Universidad claro está.

La confirmación de ese proyecto abriría justificadamente la especulación sobre trafico de influencias.

De ser cierto y de ser ejecutado el mega centro comercial significaría que los chamaquearon, que hicieron un mega negocio en sus narices, o que alguien desde dentro de la institución está metido hasta el fondo en el “bisne”.

Ojalá que no y solo sean sueños guajiros de empresarios ambiciosos. Como sea, eso no va a terminar bien.

Ahora sí, hasta la próxima.

Jorge Saldaña

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#4 Tiempos

La seriedad y la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

Un amigo mío, ejecutivo de cierta importancia, tan pronto como llega a su oficina arquea las cejas, se compone la corbata y adopta una pose tan autoritaria que a uno le dan ganas de obedecerle en todo. ¡Dios mío, qué transmutación de un minuto a otro y de una puerta a la siguiente! ¡Pero si apenas hace cinco minutos venía en su auto contando chistes rojos! Cuando se apeó del automóvil aún sonreía, pero apenas entró en el edificio adoptó un tono tan cadavérico y malhumorado que ya sólo verlo daba miedo. ¿Estoy ante uno de esos que los psicólogos llaman ciclotímicos?, me preguntaba yo lleno de asombro, pues no me explicaba cómo se podía pasar de un estado de ánimo a su contrario de manera tan radical y, sobre todo, en tan corto tiempo.

-Señorita –dijo mi amigo apretando un botón y levantando una bocina-, ayer por la tarde le pedí que revisara el expediente X. ¿Lo hizo usted?

La señorita tartamudeaba en la lejanía, presa de un pánico feroz.

-Sí, sí, lo he hecho. ¿Quiere usted revisarlo, licenciado?

Yo miraba a mi amigo como preguntándole: «¿Eres tú? ¿De veras eres tú?». Pero él hizo como que no entendió mi pregunta, y en eso la secretaria anunció la llegada del famoso y temido expediente X.

Entonces recordé lo que, según dicen, aconsejó una vez Anaximandro el filósofo a Pericles el político: «Acuérdate de lo que te digo: para seguir en el poder hay que ser serios». Y sonreí con cierta malicia, como entendiendo por fin de qué iba la cosa. Pero, ¿había leído mi amigo a los filósofos griegos?

Lo dudo. Ya el Memín Pinguín hubiera sido demasiado para él. Y esto lo digo no en plan de mofa, sino ateniéndome a lo que él mismo me dijo un día, a saber: que el único libro que había leído en su vida, y de eso hacía ya muchos años, era el instructivo de una cámara Nikon que acababa de comprar en aquel entonces; pero, de ahí en fuera, nada más…

Es apasionante leer los instructivos y a la vez muy divertido –me dijo aquella vez-. Pero, ¿quién lee ya estas obras maestras de la concisión? ¡Es la literatura más olvidada de todas! No miento si te digo que mi modesta biblioteca personal, si puedo llamarla así, está formada sólo por esos instructivos o manuales de uso que la gente desecha con desconsiderada facilidad. ¡Tengo más de cien! Algún día leeré los noventa y nueve que me faltan.

¿Bromeaba mi amigo diciéndome estas cosas? Pero no, no bromeaba: recordemos que estaba en su oficina y que él, allí, no se habría permitido ni la sonrisa más discreta.

Pero ahora hablemos de una mujer a la que conozco. En su juventud fue algo hermosa, según pude verlo en viejas fotografías conservadas con devoción por ella misma en un álbum que, de tan pesado, nadie aceptaría cargar durante cinco minutos seguidos. Sí, digamos que fue bella. Pero cometió en su juventud el error de hacer caso a una amiga suya del colegio que le dijo un día:

-No permitas que tu hermosura se estropee. Evita, sobre todo, las patas de gallo.

-¿Y cómo las he de evitar? –preguntó ella, pues realmente le quitaban el sueño todas estas cosas.

-No rías. Y, si puedes, evita también las sonrisas. ¡Estropean el rostro como no tienes una idea!

Lo arrugan, lo ajan, lo deforman.

¡Lo mismo pensaba aquel monje amargado de El nombre de la rosa!: «La risa sacude el cuerpo, deforma los rasgos de la cara y hace que el hombre parezca un mono».

Desde entonces aquella mujer ya nunca rió, conformándose, para manifestar su alegría, con estirar la boca y hacer una mueca, cual si estuviera ante un espejo comprobando que no se le ha quedado nada entre los dientes después de haber comido. ¿Sonreír de veras? No, gracias. Debo cuidarme de las patas de gallo.

Y así podría contra infinidad de historias más; baste por el momento con decir que, si bien la sonrisa tiene enemigos, yo preferiría mil veces que nadie me obedeciera y todo se me arrugara, a andar por la vida mostrando una horripilante cara de tabla.

Escribió el padre Auguste Valensin en su diario (anotación del 10 de mayo de 1937): «No sentir miedo de Jesús, no sentir miedo de mi Padre. Me imagino a Jesús con sus apóstoles. Llega a la orilla del lago donde los niños juegan. Y, al verlo, huyen los niños. Una madre le trae a su niñito de seis años y el pequeñín, aterrorizado, se agarra a las faldas de su madre, grita, quiere escaparse de allí. ¡Lo contrario de lo que sabemos que ocurría! Y me pregunto: ¿qué sentimientos hubiera experimentado Jesús? ¡Es tan doloroso darse cuenta de que se infunde miedo! Y todavía el miedo de un niño no puede realmente entristecernos porque es irrazonado, pero Jesús, que vino por amar a los hombres y fue todo amor para ellos, si hubiera visto a los que se acercaban a Él y a quienes ofrecía su afecto retirarse muertos de miedo; si hubiera visto a sus apóstoles tratarle como un maestro severo, mientras que Él se mostraba para con ellos indulgente y suave; si hubiera visto que los pecadores evitaban incluso por respeto su presencia, ¡qué pena hubiera experimentado!».

Jesús debió sonreír, y muy a menudo; debió ser incluso un maestro en el arte de la sonrisa, pues de no haber sido así, ¿por qué iban los niños a correr a abrazarlo espontáneamente, como sabemos que lo hacían? Somos más bien nosotros, sus discípulos, quienes hemos caído a veces en la tentación de la seriedad. ¡Como si por parecer serios nuestros enemigos fueran a respetarnos más! Quizá sea demasiado injusto al decir esto, pero un cristiano que infunde miedo –sea cual fuere su trabajo en la viña del Señor-, aún no ha podido ser cristiano más que a medias.

¿O me equivoco, estimado lector?

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#4 Tiempos

¿Ascenso otra vez? | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Hace unas horas se ha publicado información por parte de Ignacio Suárez, “El Fantasma”, una supuesta resolución por parte del TAS, para regresar el ascenso en el fútbol mexicano, para la temporada 25/26, de no cumplirse esto, la liga, federación y empresas que la conforman se verán sujetas a sanciones internacionales.

Con esto, parece ser que se da fin a una de las épocas más obscuras del fútbol mexicano, ¿o no?

Tratemos de entender cómo funciona esto. En el año 2020, los equipos de la Liga MX suspendieron el ascenso y descenso de la primera división, argumentando la falta de garantías económicas y deportivas de parte de la mayoría de los equipos de la segunda división, sustentando esto en los problemas económicos derivados de la pandemia de covid-19, dicha propuesta prometía que esta medida era solo provicional y no definitiva, dando un plazo máximo de seis años para regularizar la decisión de forma definitiva. Esto se votó al interior de la liga y fue aceptada por la mayoría de sus miembros, a pesar de las protestas de los dueños de los equipos de la segunda división.

El plazo se ha cumplido, seis años se cumplen al término de la siguiente temporada, y ante la insistencia y reclamos de los equipos de la segunda división (hoy llamada Liga de Expansión), el debate se ha vuelto a abrir.

Equipos, jugadores y aficiones de los equipos de Expansión sueñan con la posibilidad de abrir una oportunidad para buscar el ascenso el próximo año. De la misma forma, equipos en la tercera, cuarta y hasta quinta división (llamadas Serie A, Serie B y Liga TDP) donde inexplicablemente, también se han negado dichos ascensos.

Pero vayamos por partes, la situación de los equipos de las divisiones inferiores en México no ha cambiado mucho, equipos sin finanzas sanas, con muchas dudas sobre la transparencia de sus recursos, con poca infraestructura tanto en canchas de entrenamiento como en estadios, poco interés en formar jugadores y nulo o casi nulo intento por generar equipos femeniles, ponen en entredicho la posibilidad no solo de ascender, sino de una sana permanencia en primera división. Para ser más exactos, hoy solo cinco equipos de la Liga de Expansión tienen su carpeta de cargos completa para poder pensar en un ascenso (U de G, Yucatán, Correcaminos, Atlante y Morelia).

Dicho esto, cualquier otro equipo que quisiera pelear por su lugar en la MX tendría primero que remediar su situación.

Ahora bien, se habla del ascenso, pero no de un posible descenso. Mucho se ha manejado la intención de aumentar la liga a 20 equipos, incluso hay propuestas para llegar a 24 o más equipos, emulando un poco la situación de la MLS, y hoy parece que la idea puede llegar a cobrar fuerza.

Y es que pensémoslo bien, la idea de aumentar la liga de 18 a 20 parece no solo posible, sino también interesante, los equipos recién ascendidos tendrían la posibilidad de establecerse económicamente en la Liga MX, sin el riesgo de un eventual descenso en tan solo una temporada, podrían pensar en estabilizarse deportivamente y buscar ingresos importantes en por lo menos dos años.

En fin, según “El Fantasma” la decisión está tomada, la Liga MX tendrá nuevos invitados, aunque me resisto a aceptarlo, creo que los dueños del balón encontrarán la forma de saltarse la regla en beneficio de su bolsillo y (nuevamente) en detrimento del deporte y su desarrollo, en fin.

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#4 Tiempos

Final Destination: cuando el concepto es mejor que la película | Columna de Guille Carregha

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Criticaciones

Hay películas que uno ve por pura curiosidad, otras porque están en el canon del cine, y luego están las que ves solo porque va a salir una secuela y quieres tener contexto para entender las posibles referencias que desate el internet si es que se vuelve un producto exitoso. Final Destination cae en esta última categoría.

*inserte GIF de la escena del camión de troncos de la secuela *

Vi Final Destination por primera vez esta semana. Nunca la había visto, ni de casualidad en la tele, ni en maratones de miedo de octubre, ni siquiera de fondo en casa de alguien. Cero. Lo curioso es que he visto memes, referencias, clips, gifs, listas de muertes más absurdas del cine… básicamente todo lo que la cultura de internet ha hecho con esta franquicia, sin haber visto la película original. Así que, aprovechando que está por estrenarse la sexta entrega (porque, por alguna razón, el mundo pareció exclamar que tiene una necesidad por retacarse mentalmente de más muertes innecesariamente complejas en formato cinematográfico), decidí ponerme al día.

Mira, esta película depende completamente de qué tan bien logren desarrollar su premisa de alto concepto. Y, seamos honestos, no es que se hayan matado haciéndolo. No tiene historia, no tiene un estudio de personajes, y ni siquiera intenta ser algo más que una anécdota estirada al límite. Una anécdota que, por cierto, en algún momento alguien debió haber contado en una junta de productores tipo: “¿Y si la muerte fuera como un asesino invisible, pero con mala leche y gusto por las trampas complicadas?” Y, nada, que le producción empezó al día siguiente, antes siquiera de poder terminar el guión.

La premisa, en frío, suena potente. Un grupo de adolescentes está por abordar un avión rumbo a París cuando uno de ellos, Alex (Devon Sawa, con cara de ídolo pop de comienzos de los 2000), tiene una visión hiperrealista del avión explotando. Se desespera, arma un escándalo, lo bajan junto con un puñado de personas más… y sí, el avión realmente explota. Final feliz, ¿no? Se salvaron.

Pues no. Aquí es donde entra el “concepto fuerte”: la Muerte tiene un plan maestro que no acepta modificaciones, y ahora quiere cobrar lo que le deben. Y lo hace de forma metódica, uno por uno, con accidentes ridículamente orquestados que te hacen preguntarte si la Parca se graduó en ingeniería industrial con especialización en sadismo.

¿Por qué lo hace? ¿Qué pasa si la gente que la muerte quería matar no se muere?

Ni idea.

Solo pasa. Y ya.

Y sí, entiendo por qué causó sensación en su momento. También entiendo por qué mucha gente la recuerda con cariño. Pero tengo que ser sincero: es una película que está bien… solo bien. Funciona, entretiene, cumple lo que promete. Pero hasta ahí. Nada más. Es como cuando, en vez de comer algo bien, bajas al OXXO y te compras dos burritos de microondas. O sea, no está mal, te llena… pero como que no llena ninguna de las nulas expectativas que tenías.

Lo más curioso es que, en los primeros minutos, parece que vamos a ver otra cosa. Un dramón adolescente con todos los clichés escolares: el rebelde, la chica rara, el maestro duro, el bully… Toda esa introducción me hizo pensar que la historia iba a ir por un camino tipo Scream con avioncito. Algo con conflicto juvenil, dinámicas de grupo, tensión sexual no resuelta, ya sabes. Nada nuevo, pero al menos con estructura.

Y sinceramente, esa película habría sido más interesante que la que realmente nos dieron. Sí, habría sido genérica hasta decir basta, tipo Eurotrip o The Lizzie McGuire Movie, pero bueno, al menos hubiera tenido una historia, ¿no?

Pero no. Lo que tenemos es una idea central que se convierte en todo el andamiaje. Todo recae en la premisa. Si logran convencerte de que acabas de ver una película completa, aunque en realidad solo viste a un grupo de personajes marcados por un reloj que anuncia cuándo les toca morir, entonces misión cumplida. Pero eso no es exactamente un logro. Es más bien un truco bien ejecutado.

No me malinterpreten, la disfruté. Claramente me entretuvo. Pero esperaba algo más. Tal vez porque ya conocía el fenómeno que generó esta saga como meme, antes de haber visto un solo minuto de la original. De hecho, lo único que sabía de Final Destination eran las muertes absurdas y la paranoia colectiva que generó sobre los viajes de avión, subirse a montañas rusas o pararse frente a un camión con troncos.

Y sí, las muertes son entretenidas. Coreografiadas con precisión quirúrgica, como si la Muerte tuviera un pizarrón con diagramas y post-its que dicen “¡ahora con fuego!” o “necesitamos más vidrios rotos”. Pero más allá de eso, no hay mucho.

Los personajes… bueno, existen. Tienen nombre, pero podrían llamarse “El que se va a morir pronto”, “La que va a sobrevivir”, “El escéptico que cae primero” y nadie notaría la diferencia. Son arquetipos ambulantes. Las relaciones entre ellos son mínimas, sus decisiones son más instintivas que lógicas, y rara vez hay algo que parezca desarrollo emocional o crecimiento. Una vez que entendiste el patrón, solo estás esperando la próxima escena de muerte. Ya ni siquiera por el suspenso, sino por el diseño de producción.

Lo curioso es que, pese a todo esto, la película sí se ve bien. Técnicamente está bien hecha. Se ve como una película, suena como una película, y en general tiene ritmo. La dirección es competente, los efectos (en su mayoría) funcionan, y los actores hacen lo mejor que pueden con lo poco que les dieron.

Y hay que reconocer que, por sobre todas las cosas, alguien decidió otorgarle a Sean William Scott un papel cinematográfico que no fuera un mero Stiffler 2.0. No está lejísimos de ese arquetipo suyo, pero al menos este personaje tiene un dejo de personalidad propia, aunque sea tenue. De hecho, la mayoría del elenco principal es más o menos simpático. No entrañable, pero aguantable. O sea, no amas a nadie… pero tampoco estás deseando que ya se mueran para salvarte de su existencia.

Salvo la chica que es atropellada por el camión. JOOODER. Qué manera de ser insoportable. Me dio gusto que se la llevara el transporte público, y encima me hizo reír, así que doble mérito. Por eso, y muchas cosas más, esa escena se merece un *chef’s Kiss*.

El resto del cast… bien. Nadie da cringe, nadie se roba la película. Están ahí. Funcionan. Y, como era de esperarse, la mayoría se vuelve olvidable después de que les toca su respectiva cita con la guadaña. Ya para el final, si no tienes Wikipedia abierta, es difícil recordar cómo se llamaban. Con una excepción: Clear.

Pasé media película preguntándome si decían “Clear” o “Clair”. Y, sí, según los créditos se llama Clear. Clear Rivers. Así en plan juego de palabras chiquito. ¿Por qué? Ni idea. Pero ahí está y, de alguna forma, se convierte en un personaje central.

Entonces, ves la película, ves cómo se mueren. Ya te lo había prometido todo el material de marketing. Aquí se viene a ver a gente muriendo por el simple gusto de ser morboso. Pero entonces, queda la duda. ¿Literalmente se va a acabar con todos muriéndose? ¿CRÉDITOS?

No. Quisieron ponerle una conclusión.

Dios santo. Ese final. Una joya… pero de lo mal hecho que está. En menos de cuatro minutos casi arruina todo lo anterior. Literalmente parece una escena que escribieron y grabaron con urgencia porque alguien del estudio dijo: “Oye, no podemos terminar así, la gente va a salir bajoneada. Inventa algo con fuegos artificiales, o una explosión, o qué sé yo”.

Y lo hicieron. Vaya que lo hicieron. Se nota que fue una decisión tardía, una intervención de último minuto para cambiar el tono y asegurar mejores reacciones en las pruebas de audiencia. Pero se siente completamente fuera de lugar. Incoherente. Forzado. No cuadra con lo que venía pasando, ni con la lógica interna de los personajes. Es como si todos se hubieran olvidado de lo que vivieron en los últimos 80 minutos.

Y no es que antes la película fuera perfecta, pero venía manteniendo cierta coherencia dentro de su propio juego. Ese final, en cambio, parece arrancado de otra versión del guion. O de un mal episodio de Goosebumps.

¿Me entretuvo? Sí. ¿Me aportó algo? No realmente.

Pero ahora entiendo de dónde salió toda la fama de Final Destination. No por ser una gran película, sino por ser una gran idea de marketing. Un concepto tan sencillo y adaptable que puedes estirarlo en mil direcciones. Y al parecer, eso hicieron. La franquicia sobrevivió no por lo que es, sino por lo que puede ser: una excusa para inventar muertes creativas como si fueran sketches de terror.

Final Destination es, en esencia, una gran idea disfrazada de película promedio. No está mal. Está OK.

Y a veces, eso basta.

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Opinión

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