mayo 14, 2025

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#4 Tiempos

A don Miguel de Cervantes | Columna de Juan Jesús Priego

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LETRAS minúsculas

 

Muy querido don Miguel:

Imagino lo que sentiría usted cuando, en la España de su tiempo, no encontraba en las casas y en los mercados otros libros que no fueran de caballerías. ¡Qué tedio, qué aburrimiento! Entonces, para burlarse de toda esa literatura chatarra, escribió El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. En un principio quiso usted ironizar, es decir, burlarse, pero lo que acabó saliendo de sus manos fue una obra maestra, un capolavoro, como dirían los italianos, y los libros de caballerías, como por ensalmo, empezaron a desaparecer, a esfumarse: sus estocadas fueron mortales.

Algo parecido hizo mucho después que usted un paisano suyo contra esos predicadores ridículos y campanudos que se gloriaban de pronunciar sermones que nadie entendía; me refiero, claro está, al padre José Francisco de Isla (1703-1781) y a su Fray Gerundio de Campazas. Tras la publicación de este libro, según es fama, nadie osó ya subir al púlpito con la misma seguridad ni predicar de la misma manera.

Me preguntará usted que a qué viene semejante parrafada, y a dónde quiero llegar. Si me tiene paciencia, señor, ahora se lo diré.

Resulta, don Miguel, que así como en el siglo XVII no encontraba usted más que libros de caballerías, así también nosotros, en el pleno siglo XXI, no encontramos a nuestro paso más que esas novelas negras, llenas de detectives y asesinos, que por falta de imaginación llamamos thrillers. ¡Pocas novelas se escriben hoy que no tengan como asunto central el esclarecimiento de un homicidio o la persecución de un psicópata peligroso!

Permítame leerle el texto que aparece en las contraportadas de tres libros que tengo en mi mano. Debo aclararle que si escojo sólo tres –y al azar- es únicamente para no abrumarlo, pues en realidad podría leerle tres mil, o incluso trescientos mil. He aquí de lo que trata hoy, en términos generales, nuestra literatura:

«El agente de la CIA Jack Dunphy es relevado en sus servicios y destinado a un aburrido trabajo de oficina cuando el hombre que estaba bajo su vigilancia es brutalmente asesinado. Sin embargo, Dunphy pronto se ve perseguido por un sádico asesino y por la propia CIA, que quiere silenciarlo por razones que él no comprende. Cuando empieza a investigar, descubre una trama siniestra en la que están involucrados el espía Allan Dulles, el psicólogo Carl Jung y el poeta Ezra Pound» (Jim Hougan, El último merovingio).

Respóndame sinceramente, don Miguel: ¿se le antoja leer este esperpento? ¡A mí, por supuesto, no! Pero vayamos al segundo. 

«En 1208, Pere Castelnou, legado papal, recibe el encargo de transportar en secreto a Roma la llamada “herencia del diablo”, unos documentos que amenazan el poder de la Iglesia y de Inocencio III. Pero por el camino asesinan a Pere y roban la séptima mula con la peligrosa carga. El conde Raimon VI de Tolosa, que, contra su voluntad, había entregado los escritos a Pere después de una agria discusión, es acusado del asesinato y el robo. El Pontífice le excomulga y proclama una cruzada que devastará Occitania» (Jorge Mollist, La reina oculta).

Como puede ver, todos son crímenes. ¡Estamos obsesionados con la muerte! Usted por lo menos oyó hablar de caballeros andantes, de amor cortés, de inaccesibles damas parapetadas en sus castillos inexpugnables, pero nosotros sólo podemos vérnoslas con historias desdichadas. He aquí la leyenda de la tercera contraportada:

«El cuerpo de Viktor Strandgård, el predicador más famoso de Suecia, yace mutilado en una remota iglesia en Kiruna, una ciudad del norte sumergida en la eterna noche polar. La hermana de la víctima ha encontrado el cadáver, y la sombra de la sospecha se cierne sobre ella. Desesperada, pide ayuda a su amiga de adolescencia, la abogada Rebecka Martinsson, que actualmente vive en Estocolmo y que regresa a su ciudad natal dispuesta a averiguar quién es el culpable. Durante la investigación sólo cuenta con la complicidad de Anna-Maria Mella, una inteligente y peculiar policía embarazada. En Kiruna mucha gente tiene algo que ocultar, y la nieve no tardará en teñirse de sangre». (Äsa Larsson, La aurora boreal).

Venga, don Miguel, venga usted del otro mundo a nuestras librerías y vea. ¡Cientos, miles de libros que no hablan de otra cosa! Un cadáver que es encontrado, un asesino que anda suelto (y no precisamente del estómago), un detective que le sigue la pista a lo largo de quinientas páginas de letra abigarrada y un desenlace que nos infunde la sospecha de haber malgastado el poco, el escaso, el precioso tiempo que teníamos para vivir.

¡Una literatura de muerte! ¿Qué hemos hecho, don Miguel, para merecer esto? ¿Es que no hay escritores que quieran hablar de otra cosa? En 1930, André Breton, uno de nuestros autores más célebres, publicaba su segundo Manifiesto del surrealismo, y en él decía lo que sigue: «El acto surrealista más simple consiste en salir a la calle empuñando revólveres y tirar sobre la multitud al azar cuantas veces sea posible. Quien no ha tenido, siquiera una vez, deseos de acabar de ese modo con el pequeño sistema de envilecimiento y cretinización en vigor, tiene su lugar señalado en esa multitud, en su vientre a la altura del tiro». ¿Y cree usted, don Miguel, que estas palabras sólo han quedado en el libro? ¡Pues no! Por desgracia ha habido en los últimos tiempos no pocos individuos que han ejecutado con placer este simple acto surrealista. ¡Lo que se dice en una página no siempre se queda en ella!

¿Nuestras sociedades son violentas –y usted sabe que lo son- a causa de esta literatura de paja, o más bien es al contrario y la literatura no hace más que dar fe de la violencia que campea soberana e impune a todo largo y ancho de nuestras agotadas sociedades? ¿Qué fue primero, la gallina o el huevo? Nos esperan tiempos malos, don Miguel. Esta obsesión por la muerte violenta no me gusta nada, y la literatura que comercializa con ella menos aún. Algo hay en nuestra psique que no funciona como debiera. O dígame usted si no.

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#4 Tiempos

La Primera Geóloga Mexicana | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash

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EL CRONOPIO

 

La apertura de la Geología en San Luis Potosí, se daría gracias a la participación de Guillermo Labarthe Hernández, Pionero de la Geología en San Luis y baluarte en el desarrollo de esta disciplina en la UASLP. El Ingeniero Labarthe falleció hace unos días y esta columna está dedicada a su memoria.

La participación de la mujer en carreras universitarias tradicionalmente dirigidas a los hombres tuvo un impulso importante en la década de los cuarenta en la Universidad Nacional Autónoma de México, de esta forma sorteando los obstáculos que se les presentaba, comenzaron a cristalizar sus sueños graduándose en carreras tales como matemáticas e ingeniería, asuntos y perfiles que hemos tratado en anteriores entregas.

Una de estas mujeres que abrieron el camino de la profesionalización del género en carreras típicamente masculinas, se encuentra Josefa Cuevas Aguilar que ingresara a estudiar geología y terminara su carrera convirtiéndose así en la primera geóloga mexicana interesada en el estudio de la paleontología.

Mientras que en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se abría la opción de geología hasta principios de la década de los sesenta, diez años antes se graduaría esta mujer haciendo historia en la ingeniería mexicana. Josefa Cuevas Aguilar nació en Mérida, Yucatán en 1920, donde estudiaría su educación básica hasta la preparatoria, diciendo continuar sus estudios de Geología en la ciudad de México en la Facultad de Ingeniería de la Escuela de Ingenieros de la Universidad Nacional, para entonces había contraído nupcias con el ingeniero Enrique Sansores Manzanilla, factor que facilitaría su formación al recibir el apoyo de su esposo, pues la participación de una mujer a ingeniería era verdaderamente excepcional, al ser uno de los ambientes más masculinos. El año de 1944 que marcaba su ingresó, entrarían otras tres mujeres que no pudieron culminar sus estudios, así que Josefa Cuevas sería la única mujer que pudiera vencer los obstáculos impuestos a las mujeres de una carrera como la Geología.

Fue una excelente estudiante y su actividad comenzó a ser reconocida obteniendo la primera Medalla al Mérito Universitario, por Distinción Escolar, Primer Premio en 1947. Por sus méritos académicos obtuvo una plaza de laboratorista en Mineralogía y Petrografía para las clases de geología. Ayudaba en el cuidado y arreglo de las colecciones de rocas y minerales que entonces tenía la Escuela de Ingenieros. Su examen profesional fue el 7 de octubre de 1950, con la aprobación unánime y mención honorífica. Su título tiene fecha del 9 de enero de 1951.

Josefa Cuevas se convertía en la primera geóloga mexicana. Desde 1946 trabajaba en el Departamento de Paleontología de la Gerencia de Exploración de Petróleos Mexicanos. Empezó como Ayudante de Paleontólogo y fue ascendiendo en categoría a medida que, como ella dice, “fueron mejorando mis conocimientos” hasta llegar la posición de Paleontólogo Auxiliar A. En el año 1949.

Fue trasladada a la Zona Sur, que comprendía todo el sureste de México, para hacerse cargo del Laboratorio de Paleontología. Por las formaciones geológicas que le tocó estudiar, se volvió una experta de la fauna de foraminíferos bentónicos y planctónicos, especialmente del terciario. Estudiaba muestras de geología superficial y también del subsuelo, y sus resultados fueron muy apreciados. Tuvo varios ascensos hasta que alcanzó la Jefatura de Paleontología de la Zona, que desempeñó de 1953 a 1966.

Con el cargo de jefe de paleontólogos realizó exploraciones y estudios en el estado de San Luis Potosí, ampliando los conocimientos de la microfauna del estado potosino, principalmente del Terciario y el Cretácico.

En diciembre de 1969 fue trasladada a la Ciudad de México, comisionada en el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), como jefe del Departamento de Micropaleontología del Terciario, coincidiendo con físico potosino Candelario Pérez Rosales. En el IMP analizó todas las muestras sedimentarias del país, lo que completó aún más su conocimiento de la microfauna y la estratigrafía de México. Estuvo en el IMP hasta 1978, año en que se jubiló.

Continúo trabajando hasta 1998 trabajó junto con su esposo como geólogo independiente para Petróleos Mexicanos, en la capacitación del personal técnico de su Gerencia de Exploración. Josefa Cuevas dedicó su vida a su profesión sin ser conocida fuera de su ámbito, resaltamos su relación con San Luis Potosí con sus estudios paleontológicos desarrollados en el Estado. En 1990 la Sociedad Geológica Mexicana, A.C. le otorgó a Josefa Cuevas de Sansores un diploma en reconocimiento a su labor en beneficio de las Ciencias de la Tierra.

Josefa Cuevas Aguilar murió a los 90 años de edad en el 2010, en el estado de Morelos, donde vivía con su marido desde su jubilación de PEMEX. Josefa Cuevas Aguilar pasa a la historia de la ingeniería mexicana como la primera mujer titulada en esta disciplina.

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#4 Tiempos

La seriedad y la risa | Columna de Juan Jesús Priego Rivera

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LETRAS minúsculas

 

Un amigo mío, ejecutivo de cierta importancia, tan pronto como llega a su oficina arquea las cejas, se compone la corbata y adopta una pose tan autoritaria que a uno le dan ganas de obedecerle en todo. ¡Dios mío, qué transmutación de un minuto a otro y de una puerta a la siguiente! ¡Pero si apenas hace cinco minutos venía en su auto contando chistes rojos! Cuando se apeó del automóvil aún sonreía, pero apenas entró en el edificio adoptó un tono tan cadavérico y malhumorado que ya sólo verlo daba miedo. ¿Estoy ante uno de esos que los psicólogos llaman ciclotímicos?, me preguntaba yo lleno de asombro, pues no me explicaba cómo se podía pasar de un estado de ánimo a su contrario de manera tan radical y, sobre todo, en tan corto tiempo.

-Señorita –dijo mi amigo apretando un botón y levantando una bocina-, ayer por la tarde le pedí que revisara el expediente X. ¿Lo hizo usted?

La señorita tartamudeaba en la lejanía, presa de un pánico feroz.

-Sí, sí, lo he hecho. ¿Quiere usted revisarlo, licenciado?

Yo miraba a mi amigo como preguntándole: «¿Eres tú? ¿De veras eres tú?». Pero él hizo como que no entendió mi pregunta, y en eso la secretaria anunció la llegada del famoso y temido expediente X.

Entonces recordé lo que, según dicen, aconsejó una vez Anaximandro el filósofo a Pericles el político: «Acuérdate de lo que te digo: para seguir en el poder hay que ser serios». Y sonreí con cierta malicia, como entendiendo por fin de qué iba la cosa. Pero, ¿había leído mi amigo a los filósofos griegos?

Lo dudo. Ya el Memín Pinguín hubiera sido demasiado para él. Y esto lo digo no en plan de mofa, sino ateniéndome a lo que él mismo me dijo un día, a saber: que el único libro que había leído en su vida, y de eso hacía ya muchos años, era el instructivo de una cámara Nikon que acababa de comprar en aquel entonces; pero, de ahí en fuera, nada más…

Es apasionante leer los instructivos y a la vez muy divertido –me dijo aquella vez-. Pero, ¿quién lee ya estas obras maestras de la concisión? ¡Es la literatura más olvidada de todas! No miento si te digo que mi modesta biblioteca personal, si puedo llamarla así, está formada sólo por esos instructivos o manuales de uso que la gente desecha con desconsiderada facilidad. ¡Tengo más de cien! Algún día leeré los noventa y nueve que me faltan.

¿Bromeaba mi amigo diciéndome estas cosas? Pero no, no bromeaba: recordemos que estaba en su oficina y que él, allí, no se habría permitido ni la sonrisa más discreta.

Pero ahora hablemos de una mujer a la que conozco. En su juventud fue algo hermosa, según pude verlo en viejas fotografías conservadas con devoción por ella misma en un álbum que, de tan pesado, nadie aceptaría cargar durante cinco minutos seguidos. Sí, digamos que fue bella. Pero cometió en su juventud el error de hacer caso a una amiga suya del colegio que le dijo un día:

-No permitas que tu hermosura se estropee. Evita, sobre todo, las patas de gallo.

-¿Y cómo las he de evitar? –preguntó ella, pues realmente le quitaban el sueño todas estas cosas.

-No rías. Y, si puedes, evita también las sonrisas. ¡Estropean el rostro como no tienes una idea!

Lo arrugan, lo ajan, lo deforman.

¡Lo mismo pensaba aquel monje amargado de El nombre de la rosa!: «La risa sacude el cuerpo, deforma los rasgos de la cara y hace que el hombre parezca un mono».

Desde entonces aquella mujer ya nunca rió, conformándose, para manifestar su alegría, con estirar la boca y hacer una mueca, cual si estuviera ante un espejo comprobando que no se le ha quedado nada entre los dientes después de haber comido. ¿Sonreír de veras? No, gracias. Debo cuidarme de las patas de gallo.

Y así podría contra infinidad de historias más; baste por el momento con decir que, si bien la sonrisa tiene enemigos, yo preferiría mil veces que nadie me obedeciera y todo se me arrugara, a andar por la vida mostrando una horripilante cara de tabla.

Escribió el padre Auguste Valensin en su diario (anotación del 10 de mayo de 1937): «No sentir miedo de Jesús, no sentir miedo de mi Padre. Me imagino a Jesús con sus apóstoles. Llega a la orilla del lago donde los niños juegan. Y, al verlo, huyen los niños. Una madre le trae a su niñito de seis años y el pequeñín, aterrorizado, se agarra a las faldas de su madre, grita, quiere escaparse de allí. ¡Lo contrario de lo que sabemos que ocurría! Y me pregunto: ¿qué sentimientos hubiera experimentado Jesús? ¡Es tan doloroso darse cuenta de que se infunde miedo! Y todavía el miedo de un niño no puede realmente entristecernos porque es irrazonado, pero Jesús, que vino por amar a los hombres y fue todo amor para ellos, si hubiera visto a los que se acercaban a Él y a quienes ofrecía su afecto retirarse muertos de miedo; si hubiera visto a sus apóstoles tratarle como un maestro severo, mientras que Él se mostraba para con ellos indulgente y suave; si hubiera visto que los pecadores evitaban incluso por respeto su presencia, ¡qué pena hubiera experimentado!».

Jesús debió sonreír, y muy a menudo; debió ser incluso un maestro en el arte de la sonrisa, pues de no haber sido así, ¿por qué iban los niños a correr a abrazarlo espontáneamente, como sabemos que lo hacían? Somos más bien nosotros, sus discípulos, quienes hemos caído a veces en la tentación de la seriedad. ¡Como si por parecer serios nuestros enemigos fueran a respetarnos más! Quizá sea demasiado injusto al decir esto, pero un cristiano que infunde miedo –sea cual fuere su trabajo en la viña del Señor-, aún no ha podido ser cristiano más que a medias.

¿O me equivoco, estimado lector?

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#4 Tiempos

¿Ascenso otra vez? | Columna de Arturo Mena “Nefrox”

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TESTEANDO

 

Hace unas horas se ha publicado información por parte de Ignacio Suárez, “El Fantasma”, una supuesta resolución por parte del TAS, para regresar el ascenso en el fútbol mexicano, para la temporada 25/26, de no cumplirse esto, la liga, federación y empresas que la conforman se verán sujetas a sanciones internacionales.

Con esto, parece ser que se da fin a una de las épocas más obscuras del fútbol mexicano, ¿o no?

Tratemos de entender cómo funciona esto. En el año 2020, los equipos de la Liga MX suspendieron el ascenso y descenso de la primera división, argumentando la falta de garantías económicas y deportivas de parte de la mayoría de los equipos de la segunda división, sustentando esto en los problemas económicos derivados de la pandemia de covid-19, dicha propuesta prometía que esta medida era solo provicional y no definitiva, dando un plazo máximo de seis años para regularizar la decisión de forma definitiva. Esto se votó al interior de la liga y fue aceptada por la mayoría de sus miembros, a pesar de las protestas de los dueños de los equipos de la segunda división.

El plazo se ha cumplido, seis años se cumplen al término de la siguiente temporada, y ante la insistencia y reclamos de los equipos de la segunda división (hoy llamada Liga de Expansión), el debate se ha vuelto a abrir.

Equipos, jugadores y aficiones de los equipos de Expansión sueñan con la posibilidad de abrir una oportunidad para buscar el ascenso el próximo año. De la misma forma, equipos en la tercera, cuarta y hasta quinta división (llamadas Serie A, Serie B y Liga TDP) donde inexplicablemente, también se han negado dichos ascensos.

Pero vayamos por partes, la situación de los equipos de las divisiones inferiores en México no ha cambiado mucho, equipos sin finanzas sanas, con muchas dudas sobre la transparencia de sus recursos, con poca infraestructura tanto en canchas de entrenamiento como en estadios, poco interés en formar jugadores y nulo o casi nulo intento por generar equipos femeniles, ponen en entredicho la posibilidad no solo de ascender, sino de una sana permanencia en primera división. Para ser más exactos, hoy solo cinco equipos de la Liga de Expansión tienen su carpeta de cargos completa para poder pensar en un ascenso (U de G, Yucatán, Correcaminos, Atlante y Morelia).

Dicho esto, cualquier otro equipo que quisiera pelear por su lugar en la MX tendría primero que remediar su situación.

Ahora bien, se habla del ascenso, pero no de un posible descenso. Mucho se ha manejado la intención de aumentar la liga a 20 equipos, incluso hay propuestas para llegar a 24 o más equipos, emulando un poco la situación de la MLS, y hoy parece que la idea puede llegar a cobrar fuerza.

Y es que pensémoslo bien, la idea de aumentar la liga de 18 a 20 parece no solo posible, sino también interesante, los equipos recién ascendidos tendrían la posibilidad de establecerse económicamente en la Liga MX, sin el riesgo de un eventual descenso en tan solo una temporada, podrían pensar en estabilizarse deportivamente y buscar ingresos importantes en por lo menos dos años.

En fin, según “El Fantasma” la decisión está tomada, la Liga MX tendrá nuevos invitados, aunque me resisto a aceptarlo, creo que los dueños del balón encontrarán la forma de saltarse la regla en beneficio de su bolsillo y (nuevamente) en detrimento del deporte y su desarrollo, en fin.

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Opinión

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