#4 Tiempos
¿Qué es una epidemia? | Columna de Andreu Comas García

La Ciencia de la Salud
Actualmente vivimos la pandemia del covid-19, la cual empezó como una epidemia en Wuhan, China, que luego se convirtió en pandemia. Independientemente del covid-19 a cada rato nos enfrentamos a diferentes epidemias, pero ¿qué es una epidemia?
Sí le hiciéramos esta pregunta a un epidemiólogo (es el profesional de la salud que estudia la distribución, frecuencia y los factores determinantes de las enfermedades) seguramente respondería con la siguiente definición. Una epidemia es cuando se detectan más casos de los esperados para una enfermedad en particular, en un periodo de tiempo específico y en un lugar determinado.
El cumplir con esta definición implica que se debe de tener información previa del comportamiento temporal y geográfico de dicha enfermedad. Es decir, yo debo de saber para que país, región, estado o ciudad en cierto momento del año que número de casos serían los “esperados” o “normales” y que tantos casos estarían por encima de lo esperado o sería “anormal”.
¿Cómo sabemos cuantos casos son los esperados o normales? Para responder esta pregunta se debe de tener un sistema de vigilancia epidemiológica que permita registrar de manera sistemática, continua y congruente la cantidad de casos que ocurren durante cada semana del año. Cuando junto los registros de un periodo de tiempo de mínimo 3 y máximo 5 años, entonces saco el promedio de casos para cada semana epidemiológica y elaboro algo llamado canal endémico.
Este canal endémico es una gráfica que me dice para cada semana cuantos casos representan el 5%, 25%, 50%, 75% y 95% de los casos que ocurrieron antes. Por lo tanto, sí tengo más del 75% o 95% (dependiendo la definición que utilice) entonces tengo un brote o epidemia. Sí el número de casos se mantienen por debajo de ese límite, pero de manera continúa, entonces tengo algo llamado endemia.
Para los epidemiólogos, este es un método sencillo y que se utiliza de manera rutinaria. Sin embargo, como mencioné arriba esto requiere que los sistemas de salud registren la totalidad -o casi la totalidad- de los casos de una enfermedad, que los reporten y finalmente que los datos estén disponibles.
Además, se requiere que la metodología para recolectar, almacenar y procesar los datos sea homogénea y consistente a lo largo de todo un país y del tiempo -inclusive a lo largo de diferentes gobiernos-. Por lo tanto, el obtener esta información en países en vías de desarrollo -como México- muchas veces es toda una aventura.
Pero ¿Qué pasa cuando la enfermedad es nueva? Por ejemplo, ¿Cuándo el 28 febrero del 2020 se reportó el primer caso de SARS-CoV-2 en el país y al no tener ningún caso esperado, entonces ya estamos sufriendo la epidemia de SARS-CoV-2? La respuesta es no, así como una golondrina no hace primavera, un caso no hace una epidemia -a pesar de que el número de casos esperados hubiera sido cero-.
Para poder contestar ¿Cuándo inició el brote de SARS-CoV-2 en México? Deberíamos de preguntar a las matemáticas. Estas nos dirían que un brote se da cuando ocurren rápidos cambios (no lineales) tanto en el número de infectados como en el tamaño de la población viral. Es decir, cuando rápidamente pasamos de tener pocos casos a muchos casos -personas enfermas- y podemos detectar con mayor frecuencia el patógeno que lo causa.
Para entender esta definición hay que explicar que bajo este concepto una epidemia tiene cuatro momentos. Primer momento, hay pocos individuos infectados y la transmisión persona-persona de patógeno es al azar (en la epidemia del covid-19 en México esto duro unos 20 a 26 días).
Posteriormente, la cantidad de virus y/o infectados rompen un umbral y entonces se da el segundo momento. Este segundo momento se conoce como crecimiento exponencial (es decir cambios no lineales). Durante el crecimiento exponencial la población se va contagiando rápidamente y esta velocidad depende de muchas cosas, pero sobre todo de cuanto tiempo tarda una persona infectada en contagiar y cuanto tiempo dura contagiando (en otra ocasión podríamos hablar de todos los factores que afectan la velocidad de una epidemia). Como epidemiólogos, lo que nos preocupa es cuanto tiempo durará este segundo momento y que tantas personas se contagiarán. En México este segundo momento duró aproximadamente 303 a 309 días.
Una vez que el número de infectados ha sido demasiado, entonces disminuye la capacidad de contagio en una comunidad. Entre más contagiados haya es más difícil que el virus encuentre a alguien susceptible a la infección y entonces llegamos al tercer momento, la saturación.
Este momento de saturación es cuando al preparar un licuado de chocolate, hay un momento que sí le ponemos demasiado chocolate, por más que le mezclemos bien se va a precipitar el chocolate rápidamente hacia el fondo. Es decir, durante la saturación, ya no se puede mantener el chocolate disuelto y en el caso de la epidemia ya hay tantos infectados que ya no se puede sostener la epidemia. En México, esta fase de saturación ha durado hasta el momento 121 días.
El cuarto momento es el final (o no) de la epidemia, el cual puede ser la endemia o la desaparición de la epidemia. En un primer panorama la epidemia se puede convertir en endemia, entonces habrá una transmisión constante, sostenida pero baja durante todo el año. Este estado durará hasta que se incremente tanto el número de susceptibles como la capacidad de transmisión y entonces ocurra un nuevo brote. El segundo panorama sería que desaparezca la epidemia y ya no tengamos más casos.
En la próxima columna les hablaré de ¿Por qué se da una epidemia? Y ¿Por qué es poco probable que en el caso del covid-19 lleguemos a la desaparición y que es más probable que se establezca una endemia?
También lee: ¿Por qué no hay influenza -ni sincicial-? | Columna de Andreu Comas García
#4 Tiempos
Las dos mujeres de Truman. Palabras con cicuta
Apuntes
Hay autores que escriben un solo amor con distintos nombres. Truman Capote lo hizo con los de Nancy Clutter y Holly Golightly: la muchacha asesinada y la mujer que huye. Dos rostros de la misma herida.
Nancy era todo lo que el mundo aprueba: pureza, promesa, familia. Una adolescente que hacía listas, organizaba fiestas y creía que el bien era una costumbre diaria. Holly, en cambio, era todo lo que el mundo juzga: libre, contradictoria, caprichosa, superviviente. Todo sinónimo de “libre y espontánea”.
Ambas están solas frente a una sociedad que las define, una desde la muerte y otra desde el deseo.
Yo creo que Capote estuvo enamorado de una mujer que fue las dos. Una que lo deslumbró por su bondad y lo desarmó por su caos. En Nancy encontró la integridad que él nunca tuvo; en Holly, la libertad que siempre le fue negada. Una mujer que cocinaba con delantal los domingos, pero que podía desaparecer una semana sin explicar por qué. La amaba por lo que lo salvaba y por lo que lo destruía.
En A sangre fría, Capote mira a Nancy como si aún pudiera rescatarla. La describe con ternura casi maternal, pero también con una envidia melancólica: ella no sabía lo que era la vergüenza ni el exceso. En Desayuno en Tiffany’s, en cambio, elige no salvar a Holly. La deja ir. Le permite el privilegio que Nancy nunca tuvo: seguir viva aunque nadie la entienda.
Quizá esa fue la forma en que Truman se reconcilió con su propia culpa. Escribir a la que murió como víctima y a la que se fue como promesa. Una purificada por la muerte, la otra condenada a vivir
. Entre ambas, Capote puso su propia alma: la de un niño que soñaba con el orden de Nancy y despertaba con el desorden de Holly.No se puede amar a dos mujeres tan distintas sin romperse un poco. Pero Capote lo hizo. Amó la pureza que se deja matar y la libertad que se mata sola.
Y quizá, como tantos de nosotros, entendió demasiado tarde que una y otra eran la misma. Que la vida te puede matar por ser buena o por querer ser libre. Y que entre esas dos muertes —la literal y la simbólica— se esconde el precio de vivir como uno quiere.
Punto.
Y aquí estoy yo, leyendo a Truman y sintiendo que me contó la historia antes de que ocurriera. Porque yo también quise que Holly fuera Nancy: que se quedara, que colgara su vestido brillante y se sentara a esperar el desayuno. Pero ella eligió la noche, otro hombre, otra ciudad.
Yo sigo aquí, recogiendo los platos, preguntándome si alguna vez alguien puede amar a una mujer así sin terminar escribiendo sobre su ausencia.
Quizá eso somos los que escribimos: los que convertimos el abandono en literatura.
Los que seguimos hablando con las Holly que quisimos que fueran Nancy, aun sabiendo que la vida —como en Capote— siempre acaba a sangre fría.
Yo soy Jorge Saldaña.
También lee: Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?
#4 Tiempos
Antonio Castro Leal, su papel por la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
En los movimientos y propuestas por la autonomía universitaria en el país, son varios los potosinos que figuran como pioneros, algunos no muy mencionados en este proceso. Entre estas figuras encontramos a Valentín Gama y Cruz, Rafael Nieto Compeán, Manuel Nava Martínez y Antonio Castro Leal quien estaría involucrado en los dos más importantes movimientos por la autonomía universitaria, el caso potosino y el de la universidad nacional.
Antonio Castro leal, abogado de formación y literato por vocación nació en San Luis Potosí en la última década del siglo XIX, el 2 de abril de 1896 y como varios potosinos iría a la Ciudad de México a continuar sus estudios a principios del siglo XX, donde fincaría su formación intelectual en la Escuela Nacional Preparatoria adquiriendo una formación humanística que guiaría su vida profesional. Fue uno de los fundadores del proyecto conocido como Ateneo de la Juventud y la fundación de la Preparatoria Libre.
Ingresa a la Escuela Nacional de Jurisprudencia y cofundaría la Sociedad de Conferencias y Conciertos en 1916, a cuyos siete fundadores se les llamaría “los siete sabios”, junto a Vicente Lombardo Toledano, Manuel Gómez Morín, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca, Alfonso Caso y Alberto Vázquez del Mercado. “Los siete sabios”, nombre que nació mas en tono de burla que de reconocimiento, se caracterizaban por ser un grupo lleno de inquietudes culturales y políticas, aficionados a la música, la literatura y cultura en general; jóvenes precoces de 19 y 20 años de edad que ya eran profesores universitarios.
El papel pionero de Valentín Gama, por la autonomía universitaria cuando asumió el rectorado de la entonces Universidad Nacional de México, ya lo hemos tratado en esta columna, pero por aquella época revolucionaria Antonio Castro Leal, figuraría entre los primeros mexicanos que impulsarían los proyectos de autonomía universitaria.
Su interés político se manifestaría en 1917, cuando con sus compañeros universitarios que integraban “los siete sabios” extendieron al Congreso de la Unión la primera solicitud de autonomía universitaria, como protesta ante la Constitución de ese año, que suprimía a la Secretaría de Educación Pública creando a cambio un Departamento Universitario que el Senado integró a la Secretaría de Gobernación; determinación que molestó a estudiantes y profesores y como parte de la protesta, Castro Leal y sus amigos de los siete sabios enviaban la solicitud de autonomía universitaria al Congreso de la Unión, de la cual nunca hubo respuesta.
Años después, Antonio Castro Leal, sería rector de la Universidad Nacional de México, siendo el segundo potosino en ocupar ese puesto y durante su rectorado se conseguiría como un gran triunfo histórico la autonomía universitaria transformándose la Universidad Nacional en Universidad Nacional Autónoma de México. Por ese entonces la autonomía de la universidad potosina, que se considera la primera a nivel nacional en haber obtenido ese carácter con la iniciativa de Rafael Nieto, le había sido retirada y la recuperaría en parcialmente en 1935 siendo gobernador Idelfonso Turrubiartes. La completa autonomía y formación estructural académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, la lograría el Dr. Manuel Nava con el apoyo del gobernador Ismael Salas en la década de los cincuenta del siglo XX, como apuntamos en la entrega anterior de esta columna. En este movimiento académico en San Luis, estaría participando de manera indirecta también Antonio Castro Leal como miembro de la Academia Potosina de Ciencias y Artes que impulsó el movimiento renovador de alta cultura que incidió en la moderna formación de la UASLP.
Antonio Castro Leal obtuvo los grados de licenciado y doctor en derecho por la UNAM y doctor en filosofía por la Universidad Georgetown en Washington, Estados Unidos. Durante algún tiempo se dedicó a la docencia como actividad principal dictando cátedra de literatura en la Escuela de Altos Estudios, en la Escuela Nacional Preparatoria y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, también impartió la cátedra de derecho internacional en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.
Su papel en las instituciones educativas y culturales mexicanas fue muy importante teniendo un destacado papel protagónico, entre ellas la dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes, entre muchas otras.
Su actividad literaria, otra de sus pasiones, la inicia en 1914 distinguiéndose como escritor, ensayista y crítico de las letras mexicanas. Escribió poesía usando el pseudónimo de “Miguel Potosí”. Castro Leal es uno de los muchos potosinos que escribieron su historia en el mundo de las letras y que figura como un protagonista por la autonomía universitaria en el país.
Antonio Castro Leal murió en la Ciudad de México el 7 de enero de 1981.
También lee: Manuel Nava, médico, humanista impulsor de la autonomía universitaria | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
#4 Tiempos
Siempre Autónoma… ¿o hasta la victoria siempre?
APUNTES
Así “sin querer queriendo” me encontré una película que para mí es fabulosa: “13 días”. John Efe, era encantador… Fidel, un hombre que jamás se hincó ante el “imperio” mmmm… ¿De qué lado están ustedes? ¿“Team Fidel, que no se rinde pero tampoco se alinea”, o “Team John”?
La UASLP es como la Cuba de Fidel: No, ¿cómo cree presidente? Nosotros no tenemos nada en su contra, pero pues la hermana República de Rusia nos regaló unos misiles… ¿Qué haría usted?
Presidente… nuestra patria es autónoma, libre, independiente… no se meta, pero queremos el mismo derecho que usted a meternos en lo que nos dé la gana y golpearlo a contentillo… métase cuando a nosotros nos convenga… es nuestro derecho y hasta deber.
Presidente: vamos a lanzar nuestros misiles, pero no queremos hacerles daño… solo que usted nos hace daño y nos comportamos IGUAL que usted.
¿Autonomía? Claro. Que hermosa palabra. Caperucita pudo ser la más puta con el lobo, pero… fue decisión de ella (muy autónoma) señalar a quien ella consideró culpable… y mataron al lobo.
Deme una salida, presidente…
— Ok.
Eres a partir de hoy, autónomo. Pero bloqueado. Aceptas lo que te diga, pero dirás que no aceptaste. Hablo yo. No tú
… y te tienes que agachar, aunque tú tengas los misiles.
—Ganamos.
Hasta la próxima.
Yo soy Jorge Saldaña
También lee: Gobierno y UASLP: sus enemigos se saborean los bigotes | Apuntes de Jorge Saldaña
-
Destacadas1 año
Con 4 meses trabajando, jefa de control de abasto del IMSS se va de vacaciones a Jerusalén, echando mentiras
-
Ciudad3 años
¿Cuándo abrirá The Park en SLP y qué tiendas tendrá?
-
Ciudad4 años
Tornillo Vázquez, la joven estrella del rap potosino
-
Destacadas4 años
“SLP pasaría a semáforo rojo este viernes”: Andreu Comas
-
Estado2 años
A partir de enero de 2024 ya no se cobrarán estacionamientos de centros comerciales
-
Ciudad3 años
Crudo, el club secreto oculto en el Centro Histórico de SLP
-
#4 Tiempos3 años
La disputa por el triángulo dorado de SLP | Columna de Luis Moreno
-
Destacadas3 años
SLP podría volver en enero a clases online