septiembre 16, 2025

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¿Por qué no hay paridad de género en los cargos de la UASLP?

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En las consejerías los hombres tienen 140% más representación que las mujeres; Urenda Navarro pide una reforma a los estatutos universitarios

Por: Ana G Silva

La Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) celebró el fin su elección de consejeros y consejeras alumnos y alumnas, quienes representarán al estudiantado de las diferentes facultades y escuelas de la institución durante el periodo 2023-2025. De ese proceso resultaron electos doce hombres y cinco mujeres, esto significa que los hombres tendrán un 140% más representación ante el Consejo Directivo Universitario (CDU). La Orquesta conversó con Urenda Queletzú Navarro Sánchez, defensora de los Derechos Universitarios en la institución, para conocer su opinión sobre la falta de paridad y si la universidad tiene planeado implementar políticas para abatir esa brecha.

Navarro Sánchez explicó que el que no existiera paridad en el proceso de la elección de las consejerías estudiantiles y de maestras (o) obedece a que no hay una reforma estatutaria que garantice de manera puntual que en las postulaciones se recurra a las fórmulas paritarias, sobre todo en facultades en donde la ocasión anterior haya sido ocupada la vacante por un hombre, pues solo existe una “medida afirmativa”, mediante la cual las candidaturas deben tener a una mujer como titular de la misma o como suplente para cumplir el criterio de cuota, lo que deja a los grupos políticos decidir en qué posición estarán las mujeres, esto ocasiona que regularmente les den las suplencias.

Urenda Queletzú consideró que hay resistencia a la participación de las mujeres en todas las instancias, pues “se sigue creyendo que no se cuenta con las capacidades para participar, que es una acción errónea y bastante regresiva en términos de derechos humanos”.

La funcionaria universitaria declaró que todas las instituciones, incluida la UASLP, tienen que avanzar en el sentido de integrar de manera más efectiva a las mujeres, pues “no bastan las cuotas, ya que por sí mismas no garantizan que las mujeres lleguen a los espacios de toma de decisiones”.

La defensora de los Derechos Universitarios comentó que lo que ya se ha hecho en las pasadas elecciones fue una solicitud expresa de candidatear solo mujeres como medida afirmativa, aunque en esta ocasión, no se presentaron estas fórmulas. Añadió que es necesario que se proponga al Consejo Directivo Universitario una reforma estatutaria, en los términos de que se garanticen las representaciones de consejeras y consejeros

, la paridad en los cargos, que en consecuencia, también se tendrían que replantear las convocatorias para que no sea por cuotas, y necesariamente tendrían que ser la fórmula mujer-mujer y viceversa.

“Se tiene que transitar a un nivel institucional de que el principio de paridad no sea sólo una medida afirmativa, sino que se integre de manera formal hasta en tanto se garantice la participación efectiva y las mujeres en los espacios de toma de decisiones”.

Urenda manifestó que en el escenario nacional ya es una obligación la paridad en materia de administración pública, tanto local como federal, con sus excepciones, es decir, que todos los cargos de representación se rigen bajo el principio de paridad, sin embargo, a nivel organizacional, como en la integración de gabinetes no es paritarios; señaló que ese sería el siguiente proceso:

“Que no nada más sean los cargos de elección o de representación, sino que sean también aquellos que forman parte de la Administración Pública, que las mujeres formen parte de los de la integración de los gabinetes, es decir de los equipos de trabajo de quienes suelen llegar a los cargos de representación”.

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Visita presidencial de “caras y gestos”. Crónica de Jorge Saldaña

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Por: Jorge Saldaña.

“Shhhhhhh… cállense”.
El dedo índice de Rosa Icela Rodríguez, la potosina de más carrera en la política que en el periodismo, llevaba y traía su dedo índice hacia sus labios como metrónomo de maestra en salón rebelde. La escena ocurría en la entrada sur del Centro de Negocios Potosí, donde se agrupaban familiares, diputados, dirigentes y devotos de Morena. Esa especie de elegidos con privilegios de primera fila que corearon cuando la tuvieron a la vista:

—“¡Gooo-ber-nadora, gooo-ber-nadora, gooo-ber-nadora!”

La secretaria de Gobernación, vestida como maestra de convento —ataviada de negro, pelo recogido de bolita y lentes de armazón grueso—, parecía cargar todavía las tablas de quien sabe poner orden con solo mirar.

Silencio, les exigía, porque tras de ella estaba por entrar la mujer con la que compartió luchas, marchas, sobremesas y hasta hospedajes serranos en casa de las hermanas Rodríguez Velázquez, allá en Xilitla.

Era su amiga de décadas, su aliada, su cómplice: Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta de México.

La presidenta, la primera en la historia, llegaba a San Luis Potosí. Y no era cualquier visita: era una cargada de símbolos y la presentación de su primer informe en territorio potosino, ese suelo donde las lealtades se pintan de guinda y verde fosforescente, y donde la coreografía del poder es más elocuente que cualquier discurso.

El bloque guinda y el invitado inesperado

En el corazón del bloque morenista, tras las vallas que los separaban del resto de mortales, una presencia destacaba como pez en pecera ajena: Enrique Galindo, alcalde de la capital, priista de cepa y panista de circunstancia, en un sorpresivo y simbólico equilibrio de acercamientos.

Invitado directo desde la oficina presidencial, se estrenaba en un evento federal en su propia ciudad (nunca lo habían invitado).

Una foto en ese lugar y con esa compañía, equivalió a un mensaje cifrado.

El resto del cortejo federal entró casi inadvertido: Mario Delgado, secretario de Educación, prefería mirar su celular que a la multitud; otros pasaban como sombras de reparto en una obra que no les pertenece. La expectativa miraba más alto: Sheinbaum aún no entraba, y ya el aire olía a electricidad contenida.

La entrada del “Pollo”

Un poco antes, pero de el otro lado del recinto, por la puerta opuesta, apareció Ricardo Gallardo Cardona, gobernador del estado. Pantalón claro, camisa blanca de lino, aire festivo pero contenido. Su arribo fue anunciado por el micrófono, con tan mala acústica que nadie pareció darse cuenta.

El gobernador, acostumbrado a entradas estruendosas, se detuvo un instante: como extrañando la reacción, y la reacción no llegaba.

El salvavidas vino de José Luis Fernández, diputado federal y animador de la “pollobancada”. Con brazos en alto, agitó a la multitud como director de orquesta desesperado:

—“¡Ya entró el gobernador!”

Entonces sí, estalló el coro verde:

—“¡Gobernador, gobernador, pollooo, poollooo!”

Aplausos, algarabía, una ola que creció de norte a sur. El gobernador respondió saludando a la primera fila, esa franja VIP donde se mezclaron empresarios, diputados locales, rectores, dirigentes sindicales, dueños de medios y hasta representantes de pueblos originarios con su quesqueme de gala.

Un mural de México en miniatura

De un lado, la élite verde, con chalecos que parecían uniforme; del otro, el guinda con invitado que resaltaba como cereza en pastel de coco.

Y si en la zona VIP de Morena sobresalió la presencia de Galindo, en la del Verde se percibió la ausencia de la senadora Ruth González.

Entre ambos bandos, saludos medidos y a lo lejos. Sonrisas tensas, cortesías que se dan mirando de reojo. La política en versión tardeada de la secundaria.

El templete y el ruido

El salón estaba lleno: 12 mil asistentes según el conteo oficial. Playeras blancas con vivos verdes, otras con letras guindas, contingentes magisteriales con camisas del SNTE. Un mosaico tricolor que parecía más un mitin de tres campañas que un acto de gobierno.

El sonido, pésimo. Se anunciaban nombres y cargos en el presidium, pero la mayoría no escuchaba nada.

Una escena para pasar aceite: cuando llegó el turno de la presentación de la secretaria de gobernación, Rosa Icela Rodríguez, se escuchó un vergonzoso y sordo abucheo:
—“Buuuuuuuuuhhhhhh”.

Un bochorno. Gallardo de inmediato reaccionó serio, negó con la cabeza, apretó los dientes y recriminó con mirada de espada a los suyos, como maestro a niños indisciplinados. Ese gesto, más que regaño, era advertencia: ¿Cómo se les ocurre?

Minutos después, vino el turno del gobernador para tomar la palabra, aunque dudó de su presentación hasta que se inclinó hacia la presidenta:

—“¿Ya me nombraron? ¿Ya paso?”
—“No sé…”, respondió Sheinbaum.
—“Es que no se oye nada.” Dijo Ricardo y se levantó al atril.

Gallardo habló breve, cálido, festivo. Parafraseó a Sheinbaum en su informe de Palacio: “Con nuestra presidenta vamos bien y vamos a ir mejor”. El aplauso verde sofocó los abucheos tímidos de algunos morenistas y maestros. Otra vez, la marea fosforescente se impuso en volumen.

El turno de la presidenta

Y entonces sí, llegó la voz que todos esperaban. Claudia Sheinbaum, con brazos alzados, como alcanzando un triunfo permanente que sostiene día con día, saludó a la multitud. El grito fue unánime:
—“¡Presidenta, presidenta!”

Pero el griterío magisterial no paraba y la presidenta tuvo que poner orden:

—“¿Me van a escuchar? Les traigo buenas noticias…”

El silencio se abrió paso. Anunció que el gobierno federal apoyaría a San Luis Potosí para pagar a los maestros. No explicó cómo ni cuándo, pero bastó. El alivio se convirtió en aplausos, como si una promesa ya fuera pago en efectivo.

Enumeró programas sociales, destacó la labor de las mujeres, habló del tren de pasajeros, del aeropuerto de Tamuín, de 40 mil viviendas y de un programa de agua. Más que detalles técnicos, ofreció horizonte político. Y como en cada gira, recordó que no se volvería al pasado de la “noche triste neoliberal”.

El evento, con presidenta presente, duró cincuenta minutos. Al terminar su intervención hubo abrazo con palmadas al gobernador; abrazo fraternal, largo, entrañable, con Rosa Icela. Gesto que se volvió foto, y la foto en mensaje.

Caras, gestos y señales

El himno nacional cerró el acto oficial. Todos de pie, todos correctos, todos con la misma solemnidad que en segundos se esfuma cuando el poder baja del templete.

La presidenta, una vez más escoltada de Gallardo, recorrió la otra primera fila, esa parte que no atendió en su llegada. Saludó rápido a diputados, (extrañamente el diputado Héctor Serrano ya no se encontraba y testigos aseguran que al llegar la presidenta, se le vio salir apurado del recinto)

Cortesía por igual par empresarios, sindicalistas, pausa breve pero notoria con el rector Zermeño, y otra pequeña parada para recibir un obsequio y firmar un libro.

Más selfies que conversaciones. Más sonrisas que palabras.

José Luis Fernández, siempre dispuesto al guiño, se presentó:
“Soy diputado federal de la pollobancada.”
La presidenta sonrió.

Pero el tiempo real de Sheinbaum estaba reservado. El reencuentro fue en el bloque guinda, donde Rosa Icela había impuesto silencio al inicio. Ahí, sin prisa, Sheinbaum se tomó fotos con todos, abrazó a Rita Ozalia la dirigente estatal, escuchó, sonrió. Ahí sí se detuvo.

Afuera, la realidad

Mientras tanto, los asistentes —12 mil según el conteo— esperaban la salida. No había puertas abiertas hasta que la presidenta abandonara el recinto. El aire se hacía espeso, los ánimos cansados.

Y es que no llegaron caminando ni tarde. Desde las seis de la mañana se consignó que camiones verdes y guindas se estacionaron en el Tangamanga. El acarreo de siempre, con lonas y pancartas listas.

Para muchos, la visita presidencial duró diez horas, una jornada agotadora entre esperar, escuchar, aplaudir, salir.

La crónica se cierra como se abre: con gestos.

El silencio impuesto por Rosa Icela, la sonrisa diplomática de Gallardo, los abucheos inoportunos, el abrazo largo, los invitados sorpresivos, las palmadas de rigor, los camiones alineados en el parque. Todo cuenta, todo dice.

Así se vivió y se sintió la gira de Claudia Sheinbaum en territorio potosino: un acto de Estado vestido de mitin, una coreografía donde cada quien jugó su papel, un episodio contado con caras y gestos que, más que narrarse, se lee entre líneas.

Una visita que más que registrarse en boletines, se recordará como postal política: entre presencias y ausencias notorias, entusiasmos forzados, abucheos imprudentes, abrazos sinceros y silencios que pesan más que los discursos.

San Luis Potosí, por un día, se convirtió en espejo: verde y guinda frente a frente, disputando el micrófono, midiendo aplausos, compartiendo escenario. Aliados que se sientan por separado, se reclaman y se miran de reojo.

En medio, una presidenta que promete futuro con frases de alivio inmediato.

Una visita que, como suele pasar en la política mexicana, más que se cuenta… se descifra.

Aquí una galería:

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Encabeza Ricardo Gallardo desfile conmemorativo de la Independencia de México

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Miles de familias potosinas celebraron y aplaudieron a los contingentes integrados por militares, cuerpos de seguridad y estudiantes

Por: Redacción 

Con gran entusiasmo y en un ambiente de unión familiar, el Gobernador del Estado, Ricardo Gallardo Cardona, encabezó este 16 de septiembre el tradicional Desfile Cívico-Militar con motivo del 215 Aniversario del Inicio de la Independencia de México. Desde temprana hora, las principales calles del Centro Histórico de la capital se llenaron de colorido, música y banderas, donde miles de potosinas y potosinos se dieron cita para conmemorar una de las fechas más importantes del país.

El desfile contó con la participación de las Fuerzas Armadas del Ejército, así como de la Guardia Civil Estatal, cuerpos de auxilio, instituciones educativas, trabajadores del Gobierno estatal, asociaciones de charros y civiles, quienes desfilaron entre aplausos y muestras de orgullo de las familias reunidas. Las y los asistentes destacaron la organización del evento y expresaron su reconocimiento a los contingentes por su disciplina, compromiso y entrega al servicio de la sociedad.

Durante el recorrido, Ricardo Gallardo saludó a la ciudadanía y refrendó la importancia de mantener vivas las tradiciones que fortalecen la identidad mexicana, ya que la lucha por la Independencia es un llamado a la unidad, al respeto y al compromiso colectivo por un mejor futuro para San Luis Potosí y todo el país.

El desfile conmemorativo concluyó con la entonación del Himno Nacional y el cierre de la banda de guerra, lo que enmarcó esta fiesta patria que dejó una grata experiencia para quienes asistieron. Con este evento, el Gobierno del Estado reiteró su compromiso de seguir impulsando celebraciones cívicas que reúnan a las familias, fortalezcan los valores patrios y enaltezcan la historia de México.

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Grito Histórico de la Primera Presidenta de México

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La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabezó un Grito de Independencia sin precedentes, marcado por la arenga a las heroínas anónimas

Por Roberto Mendoza

Esta noche de 15 de septiembre de 2025, el Zócalo de la Ciudad de México fue el escenario de una celebración que quedará inscrita en la historia. Ante miles de mexicanos, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo emitió su primer Grito de Independencia, un acto que rompió con el protocolo de años anteriores y reafirmó el enfoque de su gobierno. La ceremonia se distinguió por su notoria austeridad, prescindiendo de invitados especiales, comitivas ampliadas incluso de su familia, con la única presencia de su esposo.

 

El momento culminante de la noche llegó cuando la presidenta, en el balcón central de Palacio Nacional, tocó la campana de Dolores y pronunció una serie de arengas que resonaron en la Plaza de la Constitución.

 

El listado de proclamas fue el siguiente:

“Mexicanas, mexicanos: ¡Viva la Independencia!

Viva Miguel Hidalgo y Costilla.

Viva Josefa Ortiz Téllez Girón.

Viva José María Morelos y Pavón.

Viva Leona Vicario.

Viva Ignacio Allende.

Viva Gertrudis Bocanegra.

Viva Vicente Guerrero.

Viva Manuela Molina, La Capitana.

Vivan las heroínas anónimas.

Vivan las heroínas y héroes que nos dieron Patria.

Vivan las mujeres indígenas.

Vivan nuestras hermanas y hermanos migrantes.

Viva la dignidad del pueblo de México.

Viva la libertad.

Viva la igualdad.

Viva la democracia.

Viva la Justicia.

Viva México, libre, independiente y soberano.

¡Viva México!

¡Viva México!

¡Viva México!”

 

La arenga a las “heroínas anónimas” y el reconocimiento a figuras como Gertrudis Bocanegra y Manuela Molina, La Capitana, sumado a las proclamas por las “mujeres indígenas” y la “igualdad”, marcaron un fuerte acento de género en la ceremonia. Este enfoque se extendió a su vestimenta y a la banda presidencial. La presidenta lució un vestido morado, confeccionado por una artesana oaxaqueña. Este color, que simboliza la lucha feminista y la transformación, se interpretó como un homenaje a la reivindicación de la mujer en la vida política del país. Asimismo, la banda presidencial que portó fue elaborada de manera especial por mujeres del Ejército Mexicano, un gesto que subraya su papel como primera Comandanta de las Fuerzas Armadas.

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