septiembre 16, 2025

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Don Cuco el Guapo, el robot pianista creado por un potosino

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Por: Ana G Silva

Don Cuco el Guapo es un robot con inteligencia artificial capaz de leer partituras que toca el piano y hasta la fecha sigue en funcionamiento que, además de ser innovador en el mundo de la ingeniería, ha sido pionero en instrumentos para la medicina moderna, también de combinar la ciencia, la tecnología y el arte. Fue creado en 1992 por el potosino Alejandro Pedroza Meléndez, doctor en Ingeniería Biomédica.

Pedroza Meléndez contó para La Orquesta cómo vio nacer a Don Cuco el Guapo a través de su experiencia laboral: 

El sitio donde fue construido el robot, es en el primer Laboratorio de Semiconductores y Microelectrónica en la Universidad Autónoma de Puebla, creado por el doctor Pedroza en 1976 donde también se desarrollaron todas los instrumentos y herramientas que se necesitan para diseñar y construir microcircuitos

El doctor contó que un microcircuito es un microprocesador que es la base del desarrollo de toda la tecnología moderna en todos los campos, desde la medicina, comunicaciones, satélites, instrumentación médica, televisión, los controles de los aviones, que ha invadido el el mundo.

“Esto nunca se había hecho en toda Latinoamérica, se hicieron los instrumentos de alta tecnología los primeros microcircuitos o chips y la primera aplicación que le dieron fue el diseño y construcción de marcapasos cardíacos, manos biónicas, piernas biónicas, estimuladores óseos para crecimiento de huesos”.

Luego de desarrollar los primeros microcircuitos en el país, Pedroza Meléndez estuvo coordinando un proyecto de Brasil y México llamado “Bramex 1”, en el cual diseñaron un microprocesador latinoamericano, después, en coordinación con España, crearon un proyecto “Ila-92”, al cual le pidieron que le diera una aplicación inmediata para ser presentado en la exposición de Sevilla en 1992.

“La aplicación que le di fue luego de que pensé ‘a mi me gusta tocar el piano y el órgano’ así que integré el arte y la ciencia con la tecnología y así nace el primer robot con inteligencia artificial llamado Don Cuco el Guapo, el es el primer robot en América que es capaz de leer partitura, que sigue en funcionamiento”.

Don Cuco el Guapo dio su primer concierto en Sevilla, España, en ese mismo año, que causó sensación por ser un gran desarrollo tecnológico, además fue hecho por científicos e ingenieros de la Universidad Autónoma de Puebla con la participación de estudiantes.

El robot pianista ha dado conciertos prácticamente  en todo el país; en San Luis Potosí ha estado más de 5 veces, también ha tocado en Latinoamérica y Europa, incluso fue secuestrado en Estados Unidos después de una presentación.

Don Cuco fue secuestrado 40 días en Estados Unidos, estuvo en Miami, lo estuvieron investigando y abrieron las cajas para ver como fue estudiado”.

La relevancia que el robot pianista en el estado ha sido tal que hace poco se construyó una escultura de aluminio en el Centro Cultural de la Universidad de Puebla.

Hoy en día el robot se encuentra en el Laboratorio de Robótica de la Facultad de Computación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, donde le dan mantenimiento.

De acuerdo con Alejandro Pedroza, Don Cuco el Guapo cumplió 28 años: “Yo le daba de vida un año y ya tiene 28”.

El doctor Pedroza dijo que la creación del robot pianista abrió las puertas en el mundo de la ingeniería y robótica para aquellos que colaboraron en su desarrollo.

“Uno de mis estudiantes que trabajó en el proyecto de Don Cuco se convirtió en el primer investigador que lanza el primer nanosatélite desde la Universidad Popular Autónoma de Puebla, o sea que Don Cuco no solo ha formado estudiantes, sino que ha participado en cuestiones espaciales”.

Para el doctor Pedroza, el robot también ha servido para dar arranque en los diferentes proyectos que ha desarrollado en robótica; “he trabajado en cirugía robótica, creó los simuladores de laparoscopia, en 2010 diseñé una empresa para crear estos simuladores, que sirven para sistemas para que los doctores se entrenen en cirugías laparoscópicas y también he trabajado en brazos robóticos para cirugía, también diseñe un robot cirujano para cirugías endoscópicas”.

 

El padre de Don Cuco el Guapo

Alejandro Pedroza Meléndez es un potosino, nacido en Villa de Arriaga, que ha destacado en diferentes ámbitos, como en ingeniería biomédica, aeronáutica, ciencia y tecnología, en área industrial, etcétera; y que actualmente trabaja en el estado de Puebla.

Pedroza Meléndez recibió el premio nacional de Tecnología en 1983 luego de fundar el Laboratorio de Semiconductores y Microelectrónica en la Universidad Autónoma de Puebla y desarrollar los microcircuitos

; sin embargo reconoció que no solo fue el desarrollar los instrumentos, sino por la formación de recursos humanos.

“Todo lo que ves en tu vida es fabricado en otros países, todo es importado, eso es lo triste de nuestro país; un país que depende de la ciencia y la tecnología está destinado al coloniaje, falta una industria nacional que desarrolle tecnología propia y se generará empleo y riquezas para el país. Mi filosofía es es muy nacionalista y al crear el laboratorio fue con la intención de fabricar tecnología mexicana.

Otro de los grandes proyectos del doctor Pedroza fue la construcción de su primer avión ultraligero en 1986, pilotado por él mismo, para revisiones de campos agrícolas e inundaciones, el cual puede aterrizar en campos de cultivo.

En el área de la aeronáutica, después de construir al primer robot pianista, fue elegido como el director del proyecto nacional Satex 1 (Satélites Experimentales) donde condujo a 10 instituciones nacionales, entre ellas la UNAM, el Politécnico, El instituto mexicano de comunicaciones de México, y la Universidad Autónoma de Puebla, para diseñar, desarrollar y construir el primer microsatélite hecho con tecnología de México que inició en 1994 y fue lanzado en 1998. 

Alejandro ha recibido reconocimientos en San Luis Potosí: Trayectoria de Éxito en el 2015 y Científicos Potosinos en 1994, en el marco del IV Congreso Nacional de Divulgación de la Ciencia.

El 14 de febrero del 2020 se lanzó en el municipio de Charcas, después de 48 años, un cohete en Cabo Tuna llamado Cohete Fénix I-2 “Alejandro Pedroza Meléndez”, dedicado a Pedroza Meléndez, por su contribución al desarrollo del área aeroespacial en México, así como a la tecnología mexicana.

“Para mi es un honor que hayan puesto el nombre del cohete en honor a mi trabajo científico. Cuando era niño escuché de los proyectos de Cabo Tuna, es un ejemplo a nivel iberoamericano, porque, aunque de manera incipiente, lanzó el primer cohete en 1957 antes que los mismos brasileños,  japoneses y franceses, por desgracia no ha habido el apoyo gubernamental para continuar para que México lanzara sus propios cohetes al espacio, pero Cabo Tuna es la cuna del desarrollo aeroespacial en el país, es un ejemplo de que la Universidad Autónoma de San Luis Potosí dio la pauta en el campo científico y tecnológico en investigaciones espaciales”.

El doctor Alejandro Meléndez destacó que ponerle su nombre al cohete significa, no solo para él, si no para el resto de las personas seguir luchando por la tecnología.

“No olvidemos que San Luis Potosí es cuna de una gran cantidad de investigadores, como el primer director de la agencia espacial mexicana, Javier Mendieta Jimenez, también el primer director de un proyecto de satélites es potosino”.

Actualmente es miembro de la academia mexicana de cirugía, siendo el único miembro no médico; además, pertenece a la academia de ingeniería de México y al sistema nacional de investigadores durante más de 20 años, dirige en varias tesis de electrónica en medicina.

Alejandro Pedroza dijo que ahora se encuentra trabajando en sus memorias y en el diseño, desarrollo y construcción de una bomba de insulina para diabéticos; también es asesor en el campo de prótesis en su quinta generación de manos biónicas y tecnología propia, y escribiendo trabajos sobre la electrónica aplicada a la medicina.

También lee: Un cohete potosino para el padre de un robot pianista | J.R. Martínez/ Dr. Flash

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Visita presidencial de “caras y gestos”. Crónica de Jorge Saldaña

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Por: Jorge Saldaña.

“Shhhhhhh… cállense”.
El dedo índice de Rosa Icela Rodríguez, la potosina de más carrera en la política que en el periodismo, llevaba y traía su dedo índice hacia sus labios como metrónomo de maestra en salón rebelde. La escena ocurría en la entrada sur del Centro de Negocios Potosí, donde se agrupaban familiares, diputados, dirigentes y devotos de Morena. Esa especie de elegidos con privilegios de primera fila que corearon cuando la tuvieron a la vista:

—“¡Gooo-ber-nadora, gooo-ber-nadora, gooo-ber-nadora!”

La secretaria de Gobernación, vestida como maestra de convento —ataviada de negro, pelo recogido de bolita y lentes de armazón grueso—, parecía cargar todavía las tablas de quien sabe poner orden con solo mirar.

Silencio, les exigía, porque tras de ella estaba por entrar la mujer con la que compartió luchas, marchas, sobremesas y hasta hospedajes serranos en casa de las hermanas Rodríguez Velázquez, allá en Xilitla.

Era su amiga de décadas, su aliada, su cómplice: Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta de México.

La presidenta, la primera en la historia, llegaba a San Luis Potosí. Y no era cualquier visita: era una cargada de símbolos y la presentación de su primer informe en territorio potosino, ese suelo donde las lealtades se pintan de guinda y verde fosforescente, y donde la coreografía del poder es más elocuente que cualquier discurso.

El bloque guinda y el invitado inesperado

En el corazón del bloque morenista, tras las vallas que los separaban del resto de mortales, una presencia destacaba como pez en pecera ajena: Enrique Galindo, alcalde de la capital, priista de cepa y panista de circunstancia, en un sorpresivo y simbólico equilibrio de acercamientos.

Invitado directo desde la oficina presidencial, se estrenaba en un evento federal en su propia ciudad (nunca lo habían invitado).

Una foto en ese lugar y con esa compañía, equivalió a un mensaje cifrado.

El resto del cortejo federal entró casi inadvertido: Mario Delgado, secretario de Educación, prefería mirar su celular que a la multitud; otros pasaban como sombras de reparto en una obra que no les pertenece. La expectativa miraba más alto: Sheinbaum aún no entraba, y ya el aire olía a electricidad contenida.

La entrada del “Pollo”

Un poco antes, pero de el otro lado del recinto, por la puerta opuesta, apareció Ricardo Gallardo Cardona, gobernador del estado. Pantalón claro, camisa blanca de lino, aire festivo pero contenido. Su arribo fue anunciado por el micrófono, con tan mala acústica que nadie pareció darse cuenta.

El gobernador, acostumbrado a entradas estruendosas, se detuvo un instante: como extrañando la reacción, y la reacción no llegaba.

El salvavidas vino de José Luis Fernández, diputado federal y animador de la “pollobancada”. Con brazos en alto, agitó a la multitud como director de orquesta desesperado:

—“¡Ya entró el gobernador!”

Entonces sí, estalló el coro verde:

—“¡Gobernador, gobernador, pollooo, poollooo!”

Aplausos, algarabía, una ola que creció de norte a sur. El gobernador respondió saludando a la primera fila, esa franja VIP donde se mezclaron empresarios, diputados locales, rectores, dirigentes sindicales, dueños de medios y hasta representantes de pueblos originarios con su quesqueme de gala.

Un mural de México en miniatura

De un lado, la élite verde, con chalecos que parecían uniforme; del otro, el guinda con invitado que resaltaba como cereza en pastel de coco.

Y si en la zona VIP de Morena sobresalió la presencia de Galindo, en la del Verde se percibió la ausencia de la senadora Ruth González.

Entre ambos bandos, saludos medidos y a lo lejos. Sonrisas tensas, cortesías que se dan mirando de reojo. La política en versión tardeada de la secundaria.

El templete y el ruido

El salón estaba lleno: 12 mil asistentes según el conteo oficial. Playeras blancas con vivos verdes, otras con letras guindas, contingentes magisteriales con camisas del SNTE. Un mosaico tricolor que parecía más un mitin de tres campañas que un acto de gobierno.

El sonido, pésimo. Se anunciaban nombres y cargos en el presidium, pero la mayoría no escuchaba nada.

Una escena para pasar aceite: cuando llegó el turno de la presentación de la secretaria de gobernación, Rosa Icela Rodríguez, se escuchó un vergonzoso y sordo abucheo:
—“Buuuuuuuuuhhhhhh”.

Un bochorno. Gallardo de inmediato reaccionó serio, negó con la cabeza, apretó los dientes y recriminó con mirada de espada a los suyos, como maestro a niños indisciplinados. Ese gesto, más que regaño, era advertencia: ¿Cómo se les ocurre?

Minutos después, vino el turno del gobernador para tomar la palabra, aunque dudó de su presentación hasta que se inclinó hacia la presidenta:

—“¿Ya me nombraron? ¿Ya paso?”
—“No sé…”, respondió Sheinbaum.
—“Es que no se oye nada.” Dijo Ricardo y se levantó al atril.

Gallardo habló breve, cálido, festivo. Parafraseó a Sheinbaum en su informe de Palacio: “Con nuestra presidenta vamos bien y vamos a ir mejor”. El aplauso verde sofocó los abucheos tímidos de algunos morenistas y maestros. Otra vez, la marea fosforescente se impuso en volumen.

El turno de la presidenta

Y entonces sí, llegó la voz que todos esperaban. Claudia Sheinbaum, con brazos alzados, como alcanzando un triunfo permanente que sostiene día con día, saludó a la multitud. El grito fue unánime:
—“¡Presidenta, presidenta!”

Pero el griterío magisterial no paraba y la presidenta tuvo que poner orden:

—“¿Me van a escuchar? Les traigo buenas noticias…”

El silencio se abrió paso. Anunció que el gobierno federal apoyaría a San Luis Potosí para pagar a los maestros. No explicó cómo ni cuándo, pero bastó. El alivio se convirtió en aplausos, como si una promesa ya fuera pago en efectivo.

Enumeró programas sociales, destacó la labor de las mujeres, habló del tren de pasajeros, del aeropuerto de Tamuín, de 40 mil viviendas y de un programa de agua. Más que detalles técnicos, ofreció horizonte político. Y como en cada gira, recordó que no se volvería al pasado de la “noche triste neoliberal”.

El evento, con presidenta presente, duró cincuenta minutos. Al terminar su intervención hubo abrazo con palmadas al gobernador; abrazo fraternal, largo, entrañable, con Rosa Icela. Gesto que se volvió foto, y la foto en mensaje.

Caras, gestos y señales

El himno nacional cerró el acto oficial. Todos de pie, todos correctos, todos con la misma solemnidad que en segundos se esfuma cuando el poder baja del templete.

La presidenta, una vez más escoltada de Gallardo, recorrió la otra primera fila, esa parte que no atendió en su llegada. Saludó rápido a diputados, (extrañamente el diputado Héctor Serrano ya no se encontraba y testigos aseguran que al llegar la presidenta, se le vio salir apurado del recinto)

Cortesía por igual par empresarios, sindicalistas, pausa breve pero notoria con el rector Zermeño, y otra pequeña parada para recibir un obsequio y firmar un libro.

Más selfies que conversaciones. Más sonrisas que palabras.

José Luis Fernández, siempre dispuesto al guiño, se presentó:
“Soy diputado federal de la pollobancada.”
La presidenta sonrió.

Pero el tiempo real de Sheinbaum estaba reservado. El reencuentro fue en el bloque guinda, donde Rosa Icela había impuesto silencio al inicio. Ahí, sin prisa, Sheinbaum se tomó fotos con todos, abrazó a Rita Ozalia la dirigente estatal, escuchó, sonrió. Ahí sí se detuvo.

Afuera, la realidad

Mientras tanto, los asistentes —12 mil según el conteo— esperaban la salida. No había puertas abiertas hasta que la presidenta abandonara el recinto. El aire se hacía espeso, los ánimos cansados.

Y es que no llegaron caminando ni tarde. Desde las seis de la mañana se consignó que camiones verdes y guindas se estacionaron en el Tangamanga. El acarreo de siempre, con lonas y pancartas listas.

Para muchos, la visita presidencial duró diez horas, una jornada agotadora entre esperar, escuchar, aplaudir, salir.

La crónica se cierra como se abre: con gestos.

El silencio impuesto por Rosa Icela, la sonrisa diplomática de Gallardo, los abucheos inoportunos, el abrazo largo, los invitados sorpresivos, las palmadas de rigor, los camiones alineados en el parque. Todo cuenta, todo dice.

Así se vivió y se sintió la gira de Claudia Sheinbaum en territorio potosino: un acto de Estado vestido de mitin, una coreografía donde cada quien jugó su papel, un episodio contado con caras y gestos que, más que narrarse, se lee entre líneas.

Una visita que más que registrarse en boletines, se recordará como postal política: entre presencias y ausencias notorias, entusiasmos forzados, abucheos imprudentes, abrazos sinceros y silencios que pesan más que los discursos.

San Luis Potosí, por un día, se convirtió en espejo: verde y guinda frente a frente, disputando el micrófono, midiendo aplausos, compartiendo escenario. Aliados que se sientan por separado, se reclaman y se miran de reojo.

En medio, una presidenta que promete futuro con frases de alivio inmediato.

Una visita que, como suele pasar en la política mexicana, más que se cuenta… se descifra.

Aquí una galería:

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Encabeza Ricardo Gallardo desfile conmemorativo de la Independencia de México

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Miles de familias potosinas celebraron y aplaudieron a los contingentes integrados por militares, cuerpos de seguridad y estudiantes

Por: Redacción 

Con gran entusiasmo y en un ambiente de unión familiar, el Gobernador del Estado, Ricardo Gallardo Cardona, encabezó este 16 de septiembre el tradicional Desfile Cívico-Militar con motivo del 215 Aniversario del Inicio de la Independencia de México. Desde temprana hora, las principales calles del Centro Histórico de la capital se llenaron de colorido, música y banderas, donde miles de potosinas y potosinos se dieron cita para conmemorar una de las fechas más importantes del país.

El desfile contó con la participación de las Fuerzas Armadas del Ejército, así como de la Guardia Civil Estatal, cuerpos de auxilio, instituciones educativas, trabajadores del Gobierno estatal, asociaciones de charros y civiles, quienes desfilaron entre aplausos y muestras de orgullo de las familias reunidas. Las y los asistentes destacaron la organización del evento y expresaron su reconocimiento a los contingentes por su disciplina, compromiso y entrega al servicio de la sociedad.

Durante el recorrido, Ricardo Gallardo saludó a la ciudadanía y refrendó la importancia de mantener vivas las tradiciones que fortalecen la identidad mexicana, ya que la lucha por la Independencia es un llamado a la unidad, al respeto y al compromiso colectivo por un mejor futuro para San Luis Potosí y todo el país.

El desfile conmemorativo concluyó con la entonación del Himno Nacional y el cierre de la banda de guerra, lo que enmarcó esta fiesta patria que dejó una grata experiencia para quienes asistieron. Con este evento, el Gobierno del Estado reiteró su compromiso de seguir impulsando celebraciones cívicas que reúnan a las familias, fortalezcan los valores patrios y enaltezcan la historia de México.

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Grito Histórico de la Primera Presidenta de México

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La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo encabezó un Grito de Independencia sin precedentes, marcado por la arenga a las heroínas anónimas

Por Roberto Mendoza

Esta noche de 15 de septiembre de 2025, el Zócalo de la Ciudad de México fue el escenario de una celebración que quedará inscrita en la historia. Ante miles de mexicanos, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo emitió su primer Grito de Independencia, un acto que rompió con el protocolo de años anteriores y reafirmó el enfoque de su gobierno. La ceremonia se distinguió por su notoria austeridad, prescindiendo de invitados especiales, comitivas ampliadas incluso de su familia, con la única presencia de su esposo.

 

El momento culminante de la noche llegó cuando la presidenta, en el balcón central de Palacio Nacional, tocó la campana de Dolores y pronunció una serie de arengas que resonaron en la Plaza de la Constitución.

 

El listado de proclamas fue el siguiente:

“Mexicanas, mexicanos: ¡Viva la Independencia!

Viva Miguel Hidalgo y Costilla.

Viva Josefa Ortiz Téllez Girón.

Viva José María Morelos y Pavón.

Viva Leona Vicario.

Viva Ignacio Allende.

Viva Gertrudis Bocanegra.

Viva Vicente Guerrero.

Viva Manuela Molina, La Capitana.

Vivan las heroínas anónimas.

Vivan las heroínas y héroes que nos dieron Patria.

Vivan las mujeres indígenas.

Vivan nuestras hermanas y hermanos migrantes.

Viva la dignidad del pueblo de México.

Viva la libertad.

Viva la igualdad.

Viva la democracia.

Viva la Justicia.

Viva México, libre, independiente y soberano.

¡Viva México!

¡Viva México!

¡Viva México!”

 

La arenga a las “heroínas anónimas” y el reconocimiento a figuras como Gertrudis Bocanegra y Manuela Molina, La Capitana, sumado a las proclamas por las “mujeres indígenas” y la “igualdad”, marcaron un fuerte acento de género en la ceremonia. Este enfoque se extendió a su vestimenta y a la banda presidencial. La presidenta lució un vestido morado, confeccionado por una artesana oaxaqueña. Este color, que simboliza la lucha feminista y la transformación, se interpretó como un homenaje a la reivindicación de la mujer en la vida política del país. Asimismo, la banda presidencial que portó fue elaborada de manera especial por mujeres del Ejército Mexicano, un gesto que subraya su papel como primera Comandanta de las Fuerzas Armadas.

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