#4 Tiempos
Amores perros | Columna de Juan Jesús Priego
Letras minúsculas
En las ciudades del primer mundo (donde, por supuesto, también hay pobres) se ha inventado una nueva manera de pedir limosna. Si todo cambia, se mueve, evoluciona, ¿por qué no iban a cambiar también los modos de suscitar la compasión ajena?
Los mendigos de la era del marketing –ya del neuromarketing, que es lo nuevo- han caído en la cuenta, tras una larga y dolorosa experiencia, que sus llagas no provocan ya los sentimientos que provocaban en otros tiempos; que sus cuerpos maltrechos, por muchos que se parezcan al de Job en el momento de su mayor desgracia, se han vuelto inútiles para hacer que los transeúntes se lleven una mano al bolsillo y saquen de él una moneda para depositarla después en sus ruidosos botes de estaño. Además, los transeúntes han visto tantas calamidades en la televisión, que contemplar una más en la calle ya no los angustia y mucho menos los espanta. Se han insensibilizado ante el dolor.
«¿Qué hacer, entonces? Si nosotros ya no causamos lástima, si un ser humano ya no causa lástima, ¿qué otra criatura sí podría causarla?», imagino que se preguntaron los pordioseros una y otra vez. Y no tardaron mucho en encontrar la respuesta. ¡He aquí lo que hoy sí causa compasión y mueve a caridad: un perro! Difícilmente un habitante del primer mundo (y parece que ya tampoco del tercero) pasa de largo sin contemplar con ternura a un ejemplar canino. «¿Qué sucedería si sobre un tapete ponemos un perro, y al lado de éste un bote de aluminio?». El experimento dio, como verá el lector, excelentes resultados.
Esto pude verlo en Florencia un 24 de diciembre por la noche, cuando todos entonaban cánticos de amor y paz, y juro que digo la verdad: dos perros sin la compañía de nadie, sin ninguna presencia humana, dos perros solamente, uno junto al otro, tenían el bote más lleno de billetes y monedas que una colombiana que miraba al infinito mientras en sus brazos acunaba a un niño.
¡Qué verdaderas resultan ser todavía hoy las palabras con las que un día del siglo IV San Juan Crisóstomo arengó a sus fieles en la catedral de Constantinopla!: «Supongamos que no hubiera castigo, que no nos espera el reino de los cielos; por lo menos deberíamos respetar a los de nuestra propia raza y género, conmovernos ante el que padece como nosotros. Y lo cierto es que criamos perros, y muchos hasta asnos salvajes y osos y otras fieras diversas. Al hombre, empero, lo dejamos que se muera de hambre. Nos merece más estima el animal extraño que el de nuestra misma especie».
Varios meses después, siempre en Italia, en el transcurso de un agrio debate, un famoso conductor de programas televisivos habló así a sus perplejos contrincantes: «En efecto, claro está, señores, pero es que esas personas son muy nobles». ¿Se refería a un colectivo humano, a un cierto grupo racial o a los habitantes de un determinado rincón del planeta? Nada de eso: el orador se refería a los perros. En la edición de un periódico romano del 3 de mayo del 2002 apareció la siguiente noticia, que transcribo literalmente: «Me mato: sin mi perro no puedo seguir viviendo. No encontró alivio al dolor por la muerte de su perro, el único compañero de una vida de soledad y desesperación. Un romano de 38 años de edad, separado de su esposa, ha decidido quitarse la vida arrojándose desde un viaducto de 20 metros de altura en las inmediaciones de Tivoli, a pocos kilómetros de la capital. A los carabinieri, que llegaron poco después, dijo el joven, agonizante: Sin mi perro no podía seguir viviendo». Sin comentarios.
Que los perros son nobles criaturas, ni quién lo discuta; que en los campos de exterminio de la Alemania nazi fueron los únicos en reconocer mediante el meneo de su rabo la humanidad de los prisioneros (según cuenta Primo Levi en Si esto es un hombre) es algo que nos hace apreciarlos e incluso quererlos, pero de ahí a que ocupen en nuestro corazón un lugar que sólo otro ser humano debe ocupar hay una océano de distancia.
Si yo hubiera visto la película mexicana Amores perros en mi patria, quizá no la hubiera comprendido como la entendí viéndola en Italia, país donde los perros son tratados con una delicadeza que supera con mucho a la que en ocasiones se emplea en el trato con las personas. La joven y bella modelo que pierde la pierna (y el consiguiente futuro profesional) a causa de una perra, me pareció aquí perfectamente comprensible, como me pareció explicable que sólo al final, cuando sus numerosos perros se le habían muerto, el profesor universitario convertido en francotirador se hubiera atrevido a buscar a la hija que no veía desde hacía muchísimo tiempo: claro, un «amor perro» estaba supliendo un amor humano.
Escribió Michel de Montaigne (1533-1592) en uno de sus Ensayos: «Plutarco, a propósito de que aquellos que se aficionan a los perros, dice que la parte amorosa que hay en nosotros, a falta de un objeto válido, prefiere, para no quedarse insatisfecha, fabricarse uno falso y frívolo». En sí mismo, el amor a un animal no tiene nada de malo (¡todo lo contrario!). El mal comienza, sin embargo, cuando, como dijo Plutarco, como repitió Montaigne, nuestra capacidad de amar se agota en un objeto que no es otro ser humano.
La pregunta no es innecesaria y tampoco creo que sea estúpida: hoy en día, ¿cuántos perros estarán supliendo en algunos hogares la presencia de un hijo? Al menos en Italia, la tasa de natalidad decrece, pero las casas se llenan de perros; a un hijo, en el caso de que lo haya, se le puede gritar: a un perro, en cambio, nunca vi que nadie le gritara. El perro es el animal sagrado del hombre solo de Occidente. (¡Y pensar que hasta hace poco nos burlábamos de las vacas de la India!). El problema con los amores perros es que, si nos descuidamos, pueden acabar destruyendo la nostalgia del otro, haciendo de nosotros seres afectivamente conformistas. Y, por supuesto, solitarios.
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#4 Tiempos
2025, el año en que Toluca volvió a mandar | Columna de Arturo Mena “Nefrox”
TESTEANDO
El 2025 dejó claro que en la Liga MX los ciclos no desaparecen, solo esperan el momento adecuado para reaparecer. Entre torneos cortos, liguillas impredecibles y proyectos que se diluyen con rapidez, hubo una certeza que se fue construyendo jornada tras jornada: Toluca fue, sin discusión, el equipo del año. No por un destello aislado, sino por la forma en la que recuperó autoridad, identidad y presencia en los momentos que definen temporadas.
Los diablos entendieron mejor que nadie cómo navegar el caos natural del campeonato. No fue un equipo espectacular todo el tiempo, pero sí uno profundamente competitivo. Supo cuándo imponer ritmo, cuándo resistir y cuándo ser práctico. En una liga donde muchos confunden intensidad con urgencia, los escarlatas apostaron por la calma y terminaron encontrando resultados. El bicampeonato fue la confirmación de un proceso que dejó de mirar al pasado y decidió construirse desde el presente.
Mientras tanto, América siguió ocupando el papel de referencia obligada. Su regularidad y su capacidad para llegar a finales lo mantuvieron en la conversación durante todo el año. Sin embargo, 2025 también expuso una verdad incómoda para los azulcremas: dominar fases largas no siempre garantiza cerrar con éxito. América fue protagonista, sí, pero terminó cediendo ante un Toluca que entendió mejor los tiempos del torneo.
Otro de los puntos altos del año fue la vigencia de Tigres. Sin el ruido mediático de otros ciclos, el conjunto regiomontano volvió a competir con seriedad, recordando que los proyectos largos no pierden valor de un día para otro. Tigres no necesitó reinventarse para seguir siendo incómodo; le bastó con sostener su estructura y su carácter competitivo.
Pero el 2025 también dejó señales alentadoras fuera de los nombres habituales. La aparición de jóvenes futbolistas en distintos clubes refrescó el panorama. No todos lograron continuidad, pero varios demostraron que el talento existe y que, con confianza, puede influir en el desarrollo del torneo. En un contexto donde la inmediatez suele devorarlo todo, esas irrupciones fueron un respiro. Nombres como el de Camberos, Lainez, y sobre todo Mora, suenan de nueva cuenta para levantar la mano justo meses antes del mundial, esperanza abierta para sumar un futuro a corto plazo que ojalá se alargue por muchos ciclos mundialistas más.
A nivel colectivo, el año volvió a confirmar que la Liga MX se decide en detalles. Un error tardío, una desconcentración mínima o una racha breve pueden cambiar destinos completos. Toluca lo entendió mejor que nadie: fue sólido cuando debía serlo y oportuno cuando el margen se redujo. Esa lectura fina del torneo fue la diferencia.
Por eso, cuando se haga el balance de 2025, el relato será claro. No fue el año de la espectacularidad permanente ni de un dominio aplastante. Fue el año de la eficacia, la madurez y la paciencia, y en ese contexto, Toluca se levantó por encima del resto.
En una liga que pocas veces permite certezas, 2025 tuvo una, Toluca volvió a mandar. Y lo hizo recordándole al futbol mexicano que los proyectos con identidad, cuando se sostienen, siempre encuentran la manera de regresar a lo más alto.
Por último, en el ámbito local, 2025 fue para el olvido, San Luis no logró los objetivos trazados quedando fuera de competencia en ambos torneos locales y despidiéndose pronto como ya es costumbre de la Leagues Cup, un equipo que a veces resulta ser incómodo para algunos rivales, este año resultó serlo para su afición, hoy San Luis luce poco atractivo y sin mucho que ofrecer a nivel espectáculo, ojalá las cosas mejoren por el bien del equipo local, se ve complejo pero como bien se dice, año nuevo, esperanzas renovadas, ojalá.
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Destacadas
El padre de la física potosina, Gustavo del Castillo y Gama | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Con el título de El Padre de la Física Potosina, Gustavo de Castillo y Gama, publiqué un libro conmemorativo sobre la vida y obra de Gustavo del Castillo y Gama, físico potosino que fundó las instituciones educativas y de investigación en física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Este 24 de diciembre estaría cumpliendo ciento cuatro años.
El libro en cuestión es de descarga gratuita y puede conseguirse en cualquiera de las siguientes dos direcciones:
http://galia.fc.uaslp.mx/museo/libros/EL%20PADRE%20DE%20LA%20FISICA%20POTOSINA.pdf
Justo en Noche Buena del 2025, Gustavo del Castillo y Gama estaría cumpliendo ciento cuatro años. Nacería en el famoso Barrio de San Miguelito en San Luis Potosí al dar las últimas campanadas del 24 de diciembre, como lo comentaba el propio Gustavo del Castillo. Su vida se desarrolló en San Luis Potosí, Tampico, la Ciudad de México y las ciudades norteamericanas de Lafayette y Chicago; se nutrió de un ambiente científico desde pequeño, pues al menos, un par de sus tíos trabajaban en astronomía en el Observatorio Nacional de Tacubaya, Rodolfo Jurado y Valentín Gama. Ambos de la dinastía Gama de gran influencia en la sociedad potosina.
No es de extrañar que orientara su vocación hacia la física, siendo estudiante de preparatoria, en una época donde no existían aún escuelas de física en el país, y, se planteó poder formarse como físico en los Estados Unidos. La situación bélica mundial, lo llevó a seguir estudiando en su ciudad natal, ingresando a la carrera de químico industrial que su grupo de estudiantes de preparatoria había propuesto, de la cual se tituló tocándole el privilegio de ser el primer titulado. De ahí pasó a la Facultad de Ciencias de la UNAM a estudiar la maestría en física y al terminar continuar con su proyecto de formarse como investigador en física en Estados Unidos, donde obtuvo el grado de doctor en la Universidad de Purdue.
Fue de los primeros investigadores que tuvo el Instituto Nacional de la Investigación Científica (INIC) y se incorporó a la UASLP, impartiendo cátedra y formando el Laboratorio de Radiación Cósmica bajo los auspicios y emolumentos del INIC del que seguía siendo investigador. Su ingreso a la UASLP fue afortunado para impulsar el programa académico del Dr. Manuel Nava Martínez que era el rector de la UASLP en la década de los cincu enta. De esta manera se convertía en el primer doctorado que impartía clase en la UASLP y el único con dicho grado en la década de los cincuenta.
Fundó el Departamento de Física de la UASLP, de donde se derivarían la entonces Escuela de Física y el Instituto de Física de la UASLP que constituían un solo ente académico, que dividía el trabajo docente y el de investigación. El Laboratorio de Radiación Cósmica formaría parte del Instituto de Física y con ello inauguraba de manera formal trabajos de investigación científica, como tales, en la universidad potosina.
Creó el programa de construcción de cohetes de sondeo con el fin de realizar investigación científica en las altas capas de la atmósfera colocando al país en los pioneros en desarrollo aeroespacial, programa que ahora es conocido como Cabo Tuna. Su trabajo de investigación en radiación cósmica y en ciencias espaciales colocó a la UASLP en el escenario mundial en investigación en física. Si bien su labor en la UASLP se redujo a un lustro, este fue muy intenso y productivo y sentó las bases para el camino académico que seguiría la UASLP años después recorriendo las sendas y abriendo otras en torno a las raíces sembradas por Gustavo del Castillo, cuestión que luego es menospreciada o en el mejor de los casos olvidada.
La UASLP en la actualidad es reconocida nacionalmente y en algunas áreas internacionalmente gracias al trabajo docente y principalmente al trabajo de investigación científica que despliegan sus investigadores. La UASLP está situada como una de las mejores del país y en áreas como la física dentro de las primeras tres universidades del país. Esta situación se debe a la calidad de su personal académico, pero de manera muy especial por el trabajo pionero que fincara esta tradición por personajes como Gustavo del Castillo y Gama.
#4 Tiempos
Una vida dedicada a la ciencia, Candelario Pérez Rosales | Columna de J.R. Martínez/Dr. Flash
EL CRONOPIO
Hoy, 16 de diciembre, el peotillense Candelario Pérez Rosales, baluarte de la ciencia e ingeniería mexicana y consolidador de la física profesional en San Luis Potosí, estaría cumpliendo noventa y cinco años de edad.
Candelario Pérez Rosales nació el 16 de diciembre de 1930 en Peotillos, comunidad del municipio de Villa de Hidalgo, San Luis Potosí, donde estudió los primeros años de primaria, para luego venir a San Luis Potosí a terminarlos y continuar los estudios de secundaria y preparatoria, ambos en el turno nocturno, donde compartía las horas de estudio con las horas de trabajo. Estudiaría Física en la Universidad de Purdue y vendría a San Luis Potosí a colaborar con la fundación de la Escuela de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, hoy Facultad de Ciencias y del Instituto de Física de la propia Universidad Autónoma de San Luis Potosí, instituciones que están cumpliendo setenta años.
Como parte de los trabajos de difusión y divulgación sobre personajes de la ciencia potosina que llevo a cabo publiqué en el 2012 un libro intitulado Una Vida Dedicada a la Ciencia, el papel de Candelario Pérez Rosales, que recoge la trayectoria de Candelario Pérez Rosales, cuyo papel para el establecimiento, desarrollo y consolidación de la física en San Luis fue determinante; de esta forma el desarrollo de la ciencia potosina en la segunda parte del siglo XX, en el seno de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, fue posible con la participación de varios personajes, entre los que se encuentra indiscutiblemente Candelario Pérez Rosales. Su papel fue determinante para que la física potosina y en general la ciencia potosina sea lo que es hoy, ese importante polo de desarrollo que tiene un reconocimiento a nivel mundial. Sin su participación, entusiasmo, compromiso y cierto apostolado, la física en San Luis, y la propia universidad potosina, no serían lo que son hoy.
En este sentido la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se encuentra en deuda con Candelario Pérez Rosales.
Su aportación a la ciencia e ingeniería mexicana va más allá de su labor en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Continuó siendo pionero en otras aventuras académicas, contribuyendo notablemente al desarrollo de la ciencia mexicana. En particular ingresó como investigador fundador al Instituto Mexicano del Petróleo.
Como investigador del Instituto Mexicano del Petróleo desarrollo una gran cantidad de proyectos que colocaron al país como un innovador en procesos de extracción de petróleo. Larga sería la lista de ellos, mismos que recogen en las páginas del libro que le dedicamos a este importante científico potosino.
Esta larga lista de proyectos que dirigió Candelario Pérez, desarrollados bajo el demandante factor de tiempo, da muestra de la importancia de su contribución al desarrollo de la industria petrolera al enfrascarse en proyectos dirigidos a resolver los diversos problemas técnicos y científicos asociados a la industria petrolera.
Estas tres facetas de Candelario Pérez que se presentan en el libro, constructor de instituciones y formador de recursos humanos, científico orientado a problemas de aplicación en la industria petrolera y escritor científico, lo colocan como uno de los baluartes nacionales en el desarrollo de la ciencia e ingeniería en nuestro país, y muy enfáticamente al desarrollo de la física mexicana.
Candelario Pérez ingresa como investigador fundador del Instituto Mexicano del Petróleo en 1966, como ya hemos mencionado, después de haber sentado las bases y asegurado el desarrollo de la Escuela e Instituto de Física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
En este libro se recoge su labor como escritor científico, profesor e investigador, tareas que suelen ser consideradas como labores fundamentales de las universidades mexicanas. En todas ellas tuvo, y sigue teniendo a pesar de estar retirado, una contribución importante y valiosa, además de sobresaliente.
Sea esta obra un homenaje a uno de los fundadores de la Escuela de Física de la UASLP, ahora Facultad de Ciencias, y del Instituto de Física de la UASLP, que estaban englobados en el Departamento de Física de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, cuya creación se diera el 1 de diciembre de 1955, mediante la aprobación del Consejo Directivo Universitario a un recurso sometido por el Dr. Gustavo del Castillo y Gama.
A los interesados, el libro pueden comprarlo bajo pedido en el correo electrónico de un servidor.
Candelario Pérez murió en San Luis Potosí, el 1 de mayo de 2016. El homenaje que le tributamos, se recogen en una serie de videos que pueden consultarse en youtube en el canal de José Refugio Martínez Mendoza. Para una muestra compartimos el siguiente:
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