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56% de los trabajadores potosinos trabajan sin prestaciones
Más de 600 mil trabajadores potosinos trabajan en la informalidad; pese a ello, la informalidad no es ilegal y eleva el costo de la nómina a los patrones
Por: El Saxofón
La mayoría de los trabajadores potosinos que laboran en condiciones de informalidad -es decir, sin las debidas prestaciones de ley, como seguridad social, créditos de vivienda, entre otros- emplean sus servicios en Empresas, Gobierno e Instituciones, reveló la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), realizada por el Inegi en su edición del primer trimestre de 2019.
De acuerdo con el Inegi, en San Luis Potosí, el 56 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) padece la informalidad laboral y trabajan solo por un salario, muchas veces bastante precario.
Según los resultados de la ENOE, el Gobierno, las Empresas y las Instituciones ocupan al 26.9 por ciento del total de trabajadores en la informalidad, y este porcentaje incluso ya supera ligeramente al Ámbito Agropecuario, donde labora el 26.6 por ciento de los trabajadores sin prestaciones.
El trabajo doméstico remunerado es el otro sector donde se perpetúa la informalidad laboral, y los trabajadores y trabajadoras no reciben más beneficios que el simple salario.
Llama la atención que, según los resultados de la ENOE, la informalidad laboral en el trabajo doméstico remunerado (personas que trabajan en labores del hogar) bajó un punto porcentual en el último año. En el primer trimestre de 2018, el 5.6 por ciento de los trabajadores en condiciones de informalidad laboraban en este sector, cifra que disminuyó al 4.6 por ciento en el primer trimestre de 2019.
Entre los trabajadores del campo -el sector agropecuario-, la informalidad también registró un marginal descenso, al pasar de 26.9 a 26.6 por ciento.
En contraste, la informalidad en Empresas, Gobierno e Instituciones creció de 25.6 al 26.9 por ciento.
“En San Luis Potosí, entre el primer trimestre de 2018 y el de 2019, la Tasa de Informalidad Laboral 1 pasó de 55 a 56.7 por ciento; mientras que la Tasa de Ocupación en el Sector Informal 1 aumentó 0.6 de punto porcentual, al pasar de 23.1 a 23.7 por ciento. Al excluir del cálculo a la población ocupada agropecuaria, se obtiene la Tasa de Ocupación en el Sector Informal 2 (TOSI2), la cual pasó de 27.8 a 28.5 por ciento en los primeros trimestres de 2018 y 2019; el valor de la Tasa de Informalidad Laboral 2 (TIL2) es mayor en 1.5 puntos porcentuales, al pasar de 48.4 a 49.9 por ciento en el mismo periodo”, reporta la ENOE.
“La Tasa de Informalidad Laboral 1 (TIL1), es el cociente de la ocupación informal total con respecto a la población ocupada total, da cuenta del porcentaje de ocupados que carecen de la protección de la seguridad social básica por parte de su trabajo, que es el acceso a los servicios de salud, o bien, por laborar en unidades económicas no registradas, condición que los coloca en una situación de vulnerabilidad para hacer valer las garantías laborales elementales”, menciona la encuesta de Inegi. En el primer trimestre de 2019, la TIL1 de San Luis Potosí es de 56.7 por ciento.
San Luis Potosí tiene una población ocupada -es decir, que tiene empleo- de 1 millón 188 mil 616 personas, si el 56.7 por ciento de ellos laboran en la informalidad, en términos absolutos, esto equivale a 673 mil 945 trabajadores que no cuentan con las prestaciones de ley, y que trabajan solo por el salario.
También cabe destacar que el 23.7 por ciento de la PEA labora propiamente en el sector informal, es decir al no encontrar empleo en una empresa o negocio legalmente constituido, opta por generar sus propios ingresos, ofreciendo productos o servicios por su propia cuenta.
Quizá el ejemplo más evidente del empleo en el sector informal es el comercio ambulante. Los vendedores ambulantes ofrecen desde comida en puestos de tacos, tacos de canasta, gorditas, frutas con chile, dulces y cigarrillos, frutos secos, artesanías, entre otros productos.
También están ahí los vendedores que se suben a los camiones para ofrecer “bolis”, libros de oraciones, las personas que empacan la compra de los clientes en los supermercados.
En México, que es la economía número trece a nivel mundial y la número tres del continente americano, solo por debajo de Estados Unidos y Brasil, 30 millones de personas se ganan la vida en el sector informal.
Eso por un lado, por otro están los trabajadores que cuentan con un empleo en empresas o en el gobierno, pero que estos patrones no los han inscrito en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y ello les impide el acceso salud, créditos de vivienda, Afores, y otros beneficios laborales que se quedan solo en la Ley. Sin embargo, la informalidad no es ilegal. Así que, aunque los patrones que no inscriben a sus trabajadores en el IMSS, aunque no respetan los derechos que les otorga la Ley Federal del Trabajo, no son sancionados.
La informalidad no es ilegal. Incluso, ser formales cuesta a los patrones y eleva el costo de la nómina.
#4 Tiempos
La IA, periodismo, y la coartada perfecta | Apuntes de Jorge Saldaña
““Vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito”
Por: Jorge Saldaña
Hay épocas en las que la tecnología acelera más rápido que la ley en una carrera en pista sinuosa, de esas con curvas tan cerradas que hasta el volante tiembla.
Estamos ahí. La inteligencia artificial (IA) ya es capaz de imitar una voz al grado de confundir a tu mamá, de injertar un rostro en un cuerpo ajeno con precisión perfecta, de producir un “comunicado oficial” con sellos y sintaxis idénticos a los originales. Qué peligroso.
No obstante, lo que de veras me quita el sueño (y eso que soy dormilón) no es solo lo que la IA puede fabricar, sino lo que su misma sombra puede desmentir, es decir, que lo verdadero sea tirado a la basura señalándolo a la ligera como “irreal”.
Dicho en pocas palabras: sí temo a la mentira hecha con IA, pero temo más que la IA se vuelva la coartada perfecta para negar la verdad. ¿Me explico?
Pienso en un audio que exhibe una extorsión, en una foto que capta a un político con un criminal, en un contrato auténtico que documenta un desvío.
Con la reforma aprobada en San Luis Potosí (con tan solo 10 días de análisis) que tipifica el “uso indebido” de IA para provocar alarma, alterar la paz social, o dañar la imagen de un tercero, creo que nos pone a todos, pero aún más a los que nos dedicamos al periodismo, en un altísimo riesgo de que la primera reacción del involucrado no sea la responder al fondo, sino señalar al mensajero: “Eso lo creó la IA”, y entonces deberá ser el reportero, y no el delincuente exhibido, el que deberá de demostrar que su evidencia no es sintética o artificial, o se va al bote.
Invertimos la carga de la prueba: del hecho al emisor; del culpable al periodista.
No exagero: Artículo 19 ya advirtió lagunas de precisión en conceptos como “alarma pública” o “paz social” (que son ambiguos y propensos a la interpretación) y un riesgo de discrecionalidad que podría alcanzar desde la crítica política hasta la edición creativa.
Es cierto, la iniciativa del diputado Héctor Serrano, incorpora exclusiones para fines periodísticos, académicos, artísticos y de parodia “siempre que no exista dolo y se indique expresamente ese carácter”. Bien intencionado, sí. ¿Suficiente? No, porque el campo de juego queda resbaladizo y no hay árbitro judicial ni peritos especialistas en el tema.
Las modificaciones al Código Penal producto de la iniciativa de regulación a la IA, no define con precisión cómo demostrar el dolo, qué es alarma y, sobre todo, quién y cómo lo acredita.
Byung-Chul Han lo dijo en su libro Infocracia, (que me gusta mucho citar): “vivimos bajo tormentas de datos que no construyen verdad sino ruido”. La información, desanclada de la confianza, se vuelve atmósfera. Y en atmósfera turbia, cualquiera puede gritar “fuego” y llamar a los bomberos, o “deepfake” y zafarse de la comisión de un delito.
Nuestro tiempo es el de la sospecha permanente, la duda como política de Estado.
El tema me recuerda a Orson Welles que lo anticipó en 1938 con La guerra de los mundos: una ficción radial que, contada como boletín, desató pánico.
Hoy no necesitamos actores; bastan modelos generativos, un par de clics y un algoritmo de difusión.
Imaginen —no es ciencia ficción— un boletín “verosímil” de la Sedena ordenando toque de queda; una “conferencia” de la presidenta aceptando una invasión o un “video” de un presunto homicida de un estudiante de Estomatología confesando un delito… (saben a lo que me refiero).
¿Qué tal que el homicida alega que el video que se filtró fue hecho con Inteligencia Artificial? ¿Se va a perseguir al medio que lo difundió? En una de esas, hasta el homicida sale libre…¿Ya me entiende, Culto Público a lo que me refiero, me preocupa, y me da comezón?
La IA escribe el guion; las redes, el miedo.
Ahora bien: San Luis Potosí ya legisló. ¿Hacía falta? Sí. Pero… ¿Así? ¿Tenemos la suficiente fortaleza académica, experiencia profesional y capacidades para fundamentar una legislación sobre esta materia que nos va ganando la carrera? ¿No será esto un acelerón en plena curva?
El que esto escribe, aprendiz de reportero, alcanza a ver al menos tres riesgos que no podemos ignorar:
1) La coartada perfecta del poderoso.
Frente a una investigación sólida, la respuesta fácil será: “es IA”. Si la norma deja ambigüedades, el periodista puede terminar litigando su autenticidad en vez de publicar, y esto puede generar un efecto inhibidor, una autocensura preventiva por miedo a ser acusado de crear “realidades sintéticas”.
2) La puerta trasera de la censura.
Cuando “alarma social” o “paz pública” no tienen parámetros verificables, cualquier pieza incómoda puede ser encuadrada como “desestabilizadora”. Hoy se promete que no; mañana basta un fiscal con prisas o un juez con miedo o a modo.
3) La prueba imposible.
En la práctica forense, demostrar que algo no fue generado por IA requiere peritajes especializados, sellos de procedencia, cadenas de custodia digitales. No los tenemos para temas como la IA ¿Quién los hará? ¿Con qué estándares? ¿Con qué independencia? Si no definimos eso, la balanza se inclina contra el informador.
Ante ello, creo que necesitamos definiciones más concretas, cerradas y taxativas, lo mismo que una “mente culpable” o como dicen los abogados una Mens rea probada, exigir dolo específico: intención de provocar alarma…me-di-ble y no de “sensación” de la misma.
Además, si alguien alega que una pieza es sintética o fabricada, que lo acredite con peritajes de laboratorios independientes (no “peritos de parte” -que además no hay en SLP- a modo).
Los periodistas también tenemos que tener garantías reales y no meramente declarativas.
Efectivamente hay una exclusión en la iniciativa aprobada para el ejercicio del periodismo, arte, academia y sátira, sin embargo, ¿quién garantiza que opere en los hechos, cuando alguien -como dije arriba- nada más porque sienta calor le llame a los bomberos…?
No se trata de negar el dilema —que es brutal y de múltiples aristas—, sino de evitar que la cura mate al paciente. Porque, paradójicamente, la IA que nos amenaza con fabricar mundos, también puede servir para validarlos.
A ver, para Usted mi Culto Público, le comparto dos escenarios de pesadilla y uno de esperanza:
Un “Falso con consecuencias reales”: Un “comunicado” apócrifo de Protección Civil que ordene evacuar colonias. Pánico, saqueos, accidentes. Nadie herido por la IA; todos por la estampida.
Un “Verdadero desmentido como falso”: Un video auténtico que documenta un abuso policial. Los responsables gritan “deepfake”, “IA”, un juez timorato concede medidas cautelares, y el reportero enfrenta proceso. La evidencia muere antes que el delito.
Uno de esperanza: que la norma haga lo que promete: perseguir mentiras sintéticas dañinas, proteger a víctimas (como las 400 estudiantes de Zacatecas) y blindar la crítica. Se puede, si se afina y lo hacemos de forma acompañada y profesional. No a la ligera.
La delgada línea entre vigilar y castigar —permítanme el guiño— no debería cruzarse hacia castigar al que vigila. La prensa, con sus errores y excesos que a veces tenemos (no me subo al púlpito ni tiro la primera piedra), sigue siendo el semáforo en una avenida oscura: si se apaga “por seguridad”, lo que viene no es orden, sino una carambola con trágicas consecuencias.
Cierro con una imagen. La IA es el Orson Welles de nuestros tiempos: puede narrar invasiones que no existen y desmentir revoluciones que sí ocurrieron. La diferencia será si, en San Luis, ponemos reglas claras, peritos que sepan, y un principio simple grabado en piedra: a la verdad no se le pone grillete; a la mentira, sí.
Insisto, si lo hacemos bien, con profesionalismo y sin miedo, quizá esta vez la radio hablando de marcianos no provoque pánico, sino lucidez.
Mañana será el diputado de Morena Carlos Arreola (qué casualidad) el que anuncie el desarrollo inmediato de foros con ciudadanos, académicos, especialistas, periodistas, abogados y otros grupos para discutir, plantear y afinar la iniciativa aprobada. Aunque lo convoque Arreola, ni modo, me apunto.
Nota: Esta columna no fue redactada con IA, sino con MIR (Mi Ignorancia Regular).
Hasta la próxima.
Yo soy Jorge Saldaña.
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Ciudad
Se dispara la violencia familiar en vacaciones; SSPC refuerza prevención
Juan Antonio Villa dijo que los domingos por la tarde son los días que concentran más reportes
Por: Redacción
A unas semanas del inicio formal de las fiestas decembrinas, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) advirtió que los casos de violencia familiar tienden a incrementarse durante este periodo, especialmente después de que los niños salen de vacaciones.
El titular de la dependencia, Juan Antonio Villa Gutiérrez, señaló que cada año se registra un repunte en llamadas de auxilio relacionad as con agresiones dentro del hogar , en gran parte provocado por el consumo de bebidas alcohólicas y otras sustancias.
Villa Gutiérrez explicó que, aunque este comportamiento es cíclico, la SSPC trabaja actualmente desde el área de Prevención del Delito para que mujeres, niñas, niños y ciud adanía en general aprendan a identificar conductas violentas que a menudo se normalizan, como la violencia psicológica o económica.
“El objetivo es inhibir en lo posible el incremento de la violencia familiar”, afirmó el secretario.
El funcionario señaló que no existe una zona específica donde se concentren los reportes, pues la incidencia varía; sin embargo, detalló que los domingos por la tarde suelen ser los momentos con mayor número de denuncias, nuevamente influido por el consumo de alcohol.
La SSPC aseguró que mantendrá operativos y vigilancia reforzada durante las semanas previas y posteriores a las vacaciones decembrinas.
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Destacadas
Propuesta de sueldos policiacos en SLP reducirá actos de corrupción: SGG
La iniciativa sobre los salarios de elementos municipales se presentará antes de fin de año
Por: Redacción
J. Guadalupe Torres Sánchez, secretario general de Gobierno de San Luis Potosí, informó que las autoridades estatales continúan en el análisis y recaudación de información de la iniciativa legislativa para que los policías de los 59 municipios reciban un sueldo mínimo de 15 mil pesos. Esta medida busca brindar mayores garantías a los elementos de seguridad, reducir actos de corrupción e incluso evitar que se filtre información a grupos de la delincuencia organizada.
Para lograr dicha homologación, Torres Sánchez explicó que se han llevado a cabo mesas de seguridad en distintos municipios, donde se dialoga con presidentas y presidentes municipales para conocer su estado de fuerza
y los salarios actuales de los uniformados.Sobre estas reuniones, el secretario señaló que existe una gran disparidad salarial, pues algunos municipios pagan siete mil u ocho mil pesos mensuales, cantidad que consideró insuficiente para garantizar una vida digna.
Por último, Torres Sánchez indicó que la intención es presentar la iniciativa ante el Congreso del Estado antes de que concluya el año, con el fin de que el Poder Legislativo cuente con el tiempo necesario para su análisis.
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